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Los comicios generales hondureños serán una farsa completa por cuanto se efectúan bajo un régimen de golpe de Estado clásico y nada que surja de una situación similar puede considerarse jurídicamente legal, ni siquiera en la democracia “representativa” que Estados Unidos ha regado por todo el continente.
Un cúmulo de documentos jurídicos internacionales se opone a aceptar el resultado de esas elecciones. La Carta de la ONU, de la inocua OEA, la Carta Democrática que impuso el Washington a las naciones del continente, y la misma Constitución hondureña, todo fue violado por el golpe y queda bajo su signo de ilegalidad.
Con el golpe y los comicios impulsados por la Casa Blanca, que ya anuncia el reconocimiento del gobierno espurio que de ellos surja, Estados Unidos ejecuta su estrategia de ganar espacios de derecha en América Latina para contrarrestar la ola de gobiernos populares surgidos de la votación de las grandes masas.
Washington no ha encontrado mucho eco en sus intenciones de reconocer al Gobierno que surja de los comicios, salvo el acompañamiento anunciado de Panamá y Perú, pero las presiones pueden llevar la misma posición a alguna otra capital latinoamericana.
La OEA, en una reunión extraordinaria de hace una semana, volvió a demostrar su inutilidad al no llegar siquiera a ponerse de acuerdo en una postura, a pesar de que anteriormente habían rechazado unánimemente la celebración de comicios en condiciones de golpe de Estado.
No hay muchas voces dispuestas a reconocer a las autoridades que emanen de estas elecciones golpistas, teñidas incluso por la sangre de numerosos luchadores antigolpistas, entre ellos Luis Gradis Espinal, coordinador del Frente Nacional contra el Golpe en el sur del país, detenido por una patrulla policial y asesinado el 23 de noviembre pasado.
El Frente Nacional de Resistencia ha llamado a boicotear las elecciones y habrá que ver cuántos de los 4,5 millones de electores acuden a las urnas, aunque partidos y patronos están recurriendo a la amenaza de despidos para obligar a los padres de familia a ejercer el sufragio.
Los favoritos de encuestas son Porfirio Lobo Sosa y Elvin Ernesto Sánchez, del Partido Nacional y el Liberal, ambos de derecha, sin diferencias. A Washington cualquiera le viene bien.
En un intento de dar un viso de legalidad, Roberto Micheletti, jefe del régimen, ha invitado a cientos de observadores de otros países, entre los que se destacan Alejandro Toledo, el ex presidente más impopular de Perú, y Francisco Flores, un ex mandatario salvadoreño incondicional del gobierno norteamericano, que ofrecía gustoso refugio a terroristas que atentaban contra la Revolución cubana.
No estarán presentes la ONU, la OEA, La Unión Europea, el Centro Carter ni nadie serio, por lo que el Departamento de Estado se apresuró a asistir. El resultado es el mismo.
Fuente: www.radiorebelde.cu
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