Ricardo Salgado
Ahora mismo Honduras vive un cuadro de crisis que ha disparado las alarmas en todos los sectores populares, y las señales de que una Huelga General es casi inevitable crecen constantemente, hora por hora. Las condiciones que prevalecen son poco alentadoras, pues el régimen no parece tener ninguna solución posible a los problemas puntuales que enfrenta, con el agravante de que la clase dominante no desea hacer concesiones después de todo el espacio que ha ganado como consecuencia del Golpe de Estado.
Sin embargo, existen posibles “válvulas de escape” para el régimen, cuya precaria situación podría beneficiarse de un desastre natural, que significaría, más allá de los pingues negocios que estos eventos traen, la excusa perfecta para que la comunidad internacional, en un acto humanitario, reintegrara a Honduras a las instancias de las que ahora está excluida como reacción al rompimiento democrático. Las lluvias continúan, y el régimen las recibe como tabla de salvación. Tener un respiro ahora, poder poner la crisis en el “refrigerador”, es una jugada que no esperaba.
El Frente Nacional de Resistencia Popular apoya estas movilizaciones, y seguramente el llamado a la movilización nacional de este 18 de agosto tendrá una masiva concurrencia, y se reeditaran las gigantescas demostraciones de rechazo popular a la dictadura surgida del cruento golpe militar de junio de 2009. En este sentido, todos y todas debemos emprender este camino que toma un giro decisivo, a menos que el régimen se vea favorecido por una coyuntura especial.
Sin embargo, no todas las cosas están en disposición para convertir este momento en un punto de inflexión en el camino para retornar a la vida democrática en el país. Eventualmente, el resultado de todo este gigantesco despliegue de fuerza de los movimientos organizados nos enfrente a una interrogante mucho más compleja, y termine poniendo en aprietos nuestra capacidad de disuadir y presionar, y nos comprometa políticamente.
Hasta ahora la posición del FNRP de no reconocimiento del gobierno de Porfirio Lobo ha sido relativamente fuerte, aunque muchas de las organizaciones integrantes del mismo están sentados en mesas de negociaciones con la dictadura. Sin embargo, el desgaste de esta posición es inevitable, y se plantean interrogantes fáciles de hacer, pero difíciles de contestar: ¿que sigue ahora?, ¿Cómo se desenreda la madeja?
La cuestión fundamental radica en la forma en que eventualmente enfrentamos los sucesos; esto se ve un poco complicado cuando el frente mismo carece de una estructura formal y reglas que definan su existencia y funcionamiento. Si bien es cierto, la incorporación del pueblo a la resistencia ha sido espontanea, su definición y su estructura no sirven, como están, para enfrentar a un adversario que es muy organizado y audaz.
Mientras que la consulta a todo el pueblo hondureño sobre los temas de interés nacional es una forma correcta de abordar democráticamente el futuro del país, la decisión de la Asamblea en La Lima de enviar el proyecto de estatutos y la propuesta de convocatoria y estructuración de la Asamblea Nacional Constituyente a la discusión en las bases, podría ser un craso error. Y no se trata aquí de que el proyecto haya sido enviado por Jose Manuel Zelaya, sino porque el Frente debió tener esto completo desde hace mucho rato. Algunos comentaron que Mel se guardaba para sí poderes omnímodos, y esto les disgustaba; escuche jóvenes argumentando que “…se había dado una lección de democracia, y que ningún dirigente podría hacer cosas de forma inconsulta…”. Hasta donde yo puedo percibir la propuesta fue sometida a la consideración de todos, es decir no hubo tal “decisión inconsulta”; el documento podía ser discutido en su totalidad, y llegar a una estructura formal al frente que podía darle el carácter que fuera al mismo.
En mi experiencia trabajando con gente muy empobrecida, he visto como cada vez que los obligan a organizarse, les plantean la opción de una Personería Jurídica a las asociaciones comunitarias, y estas terminan pagando a un abogado para que les haga los estatutos, los que normalmente aprueban sin entender. Sería distinto organizar asambleas en todo el país, donde se someta un proyecto ya consensuado sobre la base de los mejores intereses del pueblo, y explicar los alcances que tiene un documento de estructura organizativa.
En nuestro país existen varias organizaciones que han hecho trabajo por años con sus grupos, y estos están listos para discutir cuestiones de fondo. Estas mismas organizaciones han construido una fuerte base popular; pero esa no es la realidad de todo el país, al contrario se trata de excepciones a la regla. ¿Qué metodología se va a seguir?, ¿se va a discutir artículo por artículo en cada asamblea comunitaria? ¿Qué va a resultar de esto?, ¿Cómo se van a trabajar los resultados?; ¿Cuánto tiempo se va a tomar este proceso? Ahora le pregunto a cada uno de los asambleístas ¿no habría sido mejor utilizar este enorme despliegue para consultar al pueblo sobre la patria que quiere?
Hoy, en el diario Pagina 12 de la Argentina aparece un artículo que habla de las democracias en Centro América, cuando se lee, da la sensación que el mismo lo pudo haber escrito Juan Ramón Martínez, Carlos Alberto Montaner, Vargas Llosa y hasta el mismo Micheletti (aquí el link http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/18-151504-2010-08-17.html ). En su apartado sobre Honduras, hace gala el empleado del PNUD en Guatemala, Edilberto Torres Rivas, de “información” completamente distorsionada, y critica a Manuel Zelaya Rosales, por haberse alejado de su partido y acercado a los movimientos sociales, cito literalmente: “…Mel intentó apoyarse en las organizaciones sociales, escasas y débiles, que no podían ser suficientes para sustituir el respaldo del partido.”
Sin duda el artículo de Torres Rivas presenta un claro sesgo hacia la derecha, pero su apunte sobre la debilidad de nuestras organizaciones es significativa y debe tomarse en consideración, pues la debilidad de la que habla radica en dos cosas esenciales: a) la gran atomización que existe, a pesar de la comunión de objetivos y, b) la fragilidad organizativa con que se ha dejado al FNRP a pesar de la fuerte estructura orgánica de cada una de las partes. Pareciera como si cada organización siente que el frente es transitorio y es muy probable que deje de existir. La radiografía es de la derecha, los comentarios míos, pero ¿no deberíamos poner atención a este asunto con urgencia?
De toda esta situación se deriva un mosaico de posibles escenarios, todos los cuales son desventajosos para el FNRP, y, en consecuencia, para el pueblo hondureño. La posición de “inmovilismo” y de inflexibilidad que hasta ahora ha servido, puede revertirse en nuestra contra. Para el caso se tomó una decisión en la Asamblea de la Lima de no participar en un proceso constituyente convocado por el régimen golpista. Luce correcto desde el punto de vista de la dignidad del pueblo, pero políticamente parece expresar nuestra debilidad para sentarnos a negociar sobre un punto que la oligarquía solo llamaría porque de esa forma demostraría cuan “complaciente” es, y obligaría a la comunidad internacional a admitir que en Honduras se dan pasos grandes hacia la reconciliación, y que los que no queremos la paz somos nosotros.
Debemos reflexionar mucho sobre una verdad irrefutable; ellos ejercen el poder, y parte de nuestro camino implicará en algún momento hablar con ellos, a menos que estemos listos para coger las armas y librar una lucha armada por muchos años. También debemos ver que nuestra falta de movimiento político (no confundir con movilización de masas), les da lugar a ellos de recomponerse de mil maneras y poner en práctica todas las estratagemas que les designe el imperio.
Evidentemente, uno de los quehaceres fundamentales del FNRP en este momento es construir los fundamentos de lo que pretende hacer. Todas las fuerzas y organizaciones al interior del frente debería discutir intensamente con las bases temas esenciales: a) ¿Constituyente para qué? ; b) ¿Cómo la convocamos?; c) ¿cuál es su misión?, ¿Qué esperamos de ella?
En términos de la lucha política que libramos tenemos dos vías posibles: exigir o arrebatar; está claro que no tenemos condiciones para arrebatar; entonces debemos estar claros que es lo que exigimos. Debemos estar conscientes de que la constituyente es una herramienta, y los resultados de la misma dependerán de nuestra objetividad para incidir en su composición, y en las decisiones que tome. No debemos cometer el error de pensar que la comunidad internacional condenará una constituyente porque la llama el régimen.
No podemos despreciar constantemente el valor del pensamiento, debemos analizar con cuidado cada movimiento político que hacemos; debemos prestar atención a la posibilidad de que nuestras posiciones nos alejen y finalmente, y sin que nos demos cuenta, nos hagan renunciar a los objetivos por los que tanto hemos luchado.
Nuevamente resulta valida la aseveración de que las respuestas correctas provienen de preguntas correctas. Todos podemos formularnos preguntas y construir argumentos, pero no siempre nos planteamos el problema desde la posición correcta. Parte del ejercicio de pensar está en entender cuando la respuesta no está en ese muro contra el que estamos chocando una y otra vez.
En síntesis necesitamos organización urgentemente, la Asamblea tiene la oportunidad de rectificar sobre esto; y estamos obligados a formular nuestra propuesta para el paso siguiente.
Para finalizar quiero mencionar algo a lo que nadie presta atención y que debería llenarnos de expectación como pueblo en resistencia, mañana a las 4:30 pm hora de Honduras, el compañero José Manuel Zelaya Rosales, hará una ponencia ante el Foro de Sao Paulo sobre la democracia y los peligros que la amenazan. Este es un foro mundial de organizaciones progresistas de mucho prestigio, y la exposición del compañero será de mucha relevancia para nuestro pueblo.
Vamos a todos a marchar mañana, luego todos y todas a cumplir!
Por el retorno de José Manuel Zelaya Rosales a su patria!
17/agosto/ 2010