miércoles, 22 de julio de 2009
Zelaya se trasladará el jueves a la frontera con Honduras
El presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, adelantó este miércoles a teleSUR, que el próximo jueves se trasladará desde Managua hacia dos municipios fronterizos con Honduras, desde donde intentará pasar la frontera.
"La idea es cruzar", dijo sin dar más detalles.
"Ha finalizado la mediación y el acuerdo ha fracasado. El derecho de volver a Honduras no me lo pueden negar, mi familia tiene centurias de trabajar en Honduras, y además, tengo un mandato del pueblo que nadie me lo puede negar", añadió en entrevista exclusiva con esta casa periodística.
Sobre Arias y su mediación, Zelaya dijo que fue "positivo su esfuerzo, su buena voluntad", y detalló que si el tratado naufragó fue porque "la propuesta fue aceptada por nosotros en nuestro afán de ser tolerantes y demostrar que no es por nuestras posiciones (...) no hay acuerdo por este grupo golpista, lo cual refleja la bajísima calidad y soberbia de quienes han asumido el poder en Honduras".
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Entrevista a Juan Alberto Barahona, Coordinador del Bloque Popular y dirigente del Frente Nacional contra el golpe de Estado
Para evitar posibles arrestos o nuevas agresiones, un grupo de miembros de la Federación Unitaria de Trabajadores, que hasta ahora presidía, le acompaña con discreción a sus mítines y entrevistas. Conocedores de la tensión que se vive en el país en estas horas de incertidumbre, los miembros del Bloque Popular, que coordina este histórico sindicalista hondureño no quieren dar pie a que su líder corra la misma suerte que el depuesto presidente Zelaya. Si bien "el Bloque", alma máter del "Frente Nacional contra el golpe de Estado", sigue manifestándose con relativa libertad, todo puede cambiar en cuestión de minutos, sobre todo desde que Zelaya haya llamado a la desobediencia civil, el ejército continúe pisando las calles y la propia organización de Barahona apela a la rebeldía.
¿Qué ha cambiado en Honduras desde el pasado 28 de junio?
Se ha retrocedido 50 años. Hemos regresado a los tiempos de las repúblicas bananeras, días en las que la oligarquía junto con el ejército hacia lo que quería con el beneplácito de Estados Unidos.
Además este golpe significa un atraso en el desarrollo social, político y económico, porque lo dan los sectores más atrasados de la sociedad, esos que se oponen al desarrollo común. Aunque sean ricos y vistan trajes, su opción no es en realidad la del progreso.
¿Por qué creen ustedes que se da el golpe?
Bueno, lo evidente es que el régimen golpista representa los intereses económicos de una minoría que vio amenazada su hegemonía cuando Zelaya empezó a actuar sin contar con la receta que éstos le imponían.
Explíqueme eso.
Cuando él llega a la presidencia apoyado por estos sectores del poder tradicional, Zelaya se sale del esquema heredado por estas elites y se va acercando al pueblo, con cambios que poco a poco lo acercan a los más desfavorecidos.
Primero decide una licitación para comprar los combustibles energéticos de este país. Esa licitación fue boicoteada. Luego se une a PetroCaribe. Después se adhiere al Alba, proyecto que ha beneficiado, probadamente, a los sectores más pobres del hemisferio, erradicando el analfabetismo, dando apoyos al campo, bonos a estudiantes, etc. Después, aprueba una subida del salario mínimo. Este salario mínimo nunca fue subido tanto como hasta que llegó Zelaya. El diciembre pasado se da la negociación entre empresarios y trabajadores pero finalmente fracasa, pues los empresarios querían bajarlo, ¡ni tan siquiera mantenerlo! Por último, el presidente aprobó la subida unilateralmente. Los empresarios recurrieron, pero la corte finalmente da la razón a Zelaya y los trabajadores, confirmando el derecho a la subida. Esto, evidentemente, creó un importante malestar en las clases dirigentes del mundo empresarial. No se lo perdonaron.
El 1, 2 y 3 de junio se da la asamblea de la OEA en San Pedro Sula. Acá se querían suspender las sanciones a Cuba y se logró. Desde ese momento la guerra contra el presidente Zelaya se hizo abierta.
Y, por último, se planteó la consulta al pueblo hondureño para ver si estábamos de acuerdo o no en poner una cuarta urna en las elecciones con el fin de votar a favor, o no, de una asamblea constituyente. Eso, a ojos de la oligarquía, fue la gota que colmó el vaso, pues veía con claridad que definitivamente su histórico control político se desvanecía.
¿Realmente tenían miedo?
Sin duda, pero a lo que verdaderamente tienen miedo los oligarcas es a la reforma de la Constitución, eso los aterra, pues afectaría a sus negocios, al comenzar a perder parte de sus injustos privilegios, como es el no pagar impuestos en cantidad de sectores.
Nosotros queremos aclarar que el golpe no es contra Zelaya, sino contra todo el pueblo hondureño. Nos niega cualquier posibilidad de cambio por muy legitimo y democrático que sea. Los golpistas quieren mantener todo como antaño, el pueblo abajo y ellos arriba.
Tras estos días de infructuosa negociación, ¿hay algo que para ustedes sea negociable?
Muchas cosas lo son. Lo que es innegociable es el regreso del presidente Zelaya y la convocatoria de una asamblea nacional constituyente, pues el pueblo tiene derecho.
¿Puede definir su movimiento?
En Honduras todo lo que son los sectores populares, el llamado "bloque popular", estamos aglutinados en el "Frente Nacional contra el golpe de Estado". Somos campesinos, maestros, indígenas, mujeres, médicos, sindicalistas, etc. y tenemos una dirección en la que nos coordinamos para resistir y responder a los desafíos impuestos por los golpistas.
¿Cuáles son sus instrumentos de lucha?
La razón, la capacidad de movilización y, sobre todo, muy importante, el apoyo de la mayoría de la comunidad internacional. Para nosotros, ese apoyo internacional es determinante, nos anima a seguir.
¿Y cómo viven esa lucha?
Se han dado asesinatos, arrestos, palizas y registros injustificados. En la zona norte, donde apenas hay medios de comunicación, la represión es aún peor. Pero el día en que realmente quisieron dejar claro hasta dónde podían llegar fue cuando nos balacearon en el aeropuerto, matando a un joven manifestante e hiriendo a varios otros.
Pero resistimos. Por ejemplo, hace poco nos ametrallaron un autobús de ciudadanos que iban a una concentración, como no paramos ni nos asustamos, nos hicieron bajar del autobús y retroceder. Más aún así conseguimos llegar al punto de protesta. Y ahora vamos a golpear su economía, que es donde de verdad les duele.
¿Critican mucho el papel de los medios de comunicación frente a la actual crisis?
Si, porque es un escándalo. Desde el primer día del golpe, los medios se han posicionado ferozmente a favor del golpe. No es casualidad, dado que todos los medios de gran difusión están vinculados a las elites. Los pocos que eran objetivos, no digamos ya críticos, los cerraron. Todavía hoy el ejército monta guardia en la entrada de varios de los clausurados. Es lamentable que cierta prensa internacional trate a Micheletti de demócrata.
Se ha dado y se da un salvaje cerco mediático para que el pueblo no sepa nada. Si hoy se sabe algo de lo que pasa es gracias a los medios internacionales que han llegado y han tenido la suerte de no ser expulsados, como les sucedió a varios venezolanos.
¿Se declaran en rebeldía?
El pueblo está rebelado en contra del régimen golpista, no en contra de la gente. El artículo 3 de nuestra Constitución dice que no debemos apoyar a un gobierno usurpador como éste, un gobierno no votado, que ha sido impuesto en contra de la voluntad del pueblo y de los intereses de éste.
¿Hasta dónde puede llegar su resistencia?
No tenemos limites en nuestra resistencia. Los limites los pondrán la cohesión del pueblo y su accionar en la defensa de su soberanía. Pero repito, aunque somos un movimiento pacífico no tenemos limites. Estos -los límites- vendrán más bien dictados por la dirección en la que los golpistas quieran llevar su agresión contra el pueblo.
Unai Aranzadi / Tegucigalpa (Honduras)
www.independentdocs.com
De Arbenz a Zelaya: Chiquita (United Fruit) en Latinoamérica
Por Nikolas Kozloff
Cuando los militares hondureños derrocaron el gobierno democráticamente elegido de Manuel Zelaya hace dos semanas, puede haber habido un suspiro de alivio en las salas del consejo corporativo de Chiquita banana. A principios de este año la compañía frutera basada en Cincinnati, EE.UU. se unió a Dole en su crítica al gobierno en Tegucigalpa que había aumentado el salario mínimo en un 60%. Chiquita se quejó de que las nuevas reglas afectarían los beneficios de la compañía, y exigirían que la firma tuviera costes más elevados que en Costa Rica: 20 centavos de dólar más para producir una caja de ananás y diez centavos más para producir una caja de plátanos, para ser exacto. En total, Chiquita se inquietaba porque perdería millones con las reformas laborales de Zelaya ya que la compañía producía unas 8 millones de cajas de ananás y 22 millones de cajas de plátanos por año.
Cuando apareció el decreto del salario mínimo, Chiquita buscó ayuda y apeló al Consejo Hondureño de Empresa Privada (COHEP). Como Chiquita, COHEP estaba descontento con la medida de Zelaya sobre el salario mínimo. Amílcar Bulnes, presidente del grupo, argumentó que si el gobierno seguía adelante con el aumento del salario mínimo, los empleadores se verían obligados a despedir trabajadores, aumentando así el desempleo en el país. Como principal organización empresarial en Honduras, COHEP agrupa a 60 asociaciones empresariales y cámaras de comercio que representan todos los sectores de la economía hondureña. Según su propio sitio en Internet, COHEP es el brazo político y técnico del sector privado hondureño, apoya los acuerdos de comercio y suministra “apoyo crítico para el sistema democrático.”
COHEP argumenta que la comunidad internacional no debiera imponer sanciones económicas contra el régimen golpista en Tegucigalpa, porque empeorarían los problemas sociales de Honduras. En su nuevo papel como vocero de los pobres de Honduras, COHEP declara que Honduras ya ha sufrido terremotos, lluvias torrenciales y la crisis financiera global. Antes de castigar al régimen con medidas punitivas, arguye COHEP, Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos deberían enviar equipos de observadores a Honduras para evaluar cómo las sanciones afectarían a un 70% de los hondureños que viven en la pobreza. Mientras tanto, Bulnes ha expresado su apoyo al régimen golpista de Roberto Micheletti y argumenta que las condiciones políticas en Honduras no son propicias para un retorno del exilio de Zelaya.
Chiquita: De Arbenz a Bananagate
No sorprende que Chiquita busque y se alíe con fuerzas social y políticamente retrógradas en Honduras. COLSIBA, el organismo coordinador de los trabajadores de plantaciones de plátanos en Latinoamérica, dice que la compañía frutera no ha suministrado a sus trabajadores los equipos de seguridad necesarios y que ha retardado la firma de acuerdos laborales colectivos en Nicaragua, Guatemala y Honduras.
La Coordinadora Latinoamericana de Sindicatos Bananeros, COLSIBA compara las condiciones laborales infernales en las plantaciones de Chiquita con campos de concentración. Es una comparación inflamatoria, pero puede contener un cierto grado de verdad. Mujeres que trabajan en las plantaciones de Chiquita en Centroamérica trabajan de las 6.30 de la mañana hasta las 7 de la tarde, con manos que arden dentro de guantes de goma. Algunos trabajadores tienen sólo 14 años. Los trabajadores bananeros centroamericanos han denunciado que Chiquita los expone en el terreno a DBCP, peligroso pesticida que causa esterilidad, cáncer y defectos congénitos en los niños.
Chiquita, conocida antes como United Fruit Company y United Brands, ha tenido una larga y sórdida historia política en Centroamérica. Dirigida por Sam “The Banana Man” Zemurray, United Fruit entró al negocio de los plátanos a comienzos del Siglo XX. Zemurray observó una vez: “En Honduras, una mula cuesta más que un miembro del parlamento.” En los años veinte United Fruit controlaba 263.000 hectáreas de la mejor tierra en Honduras, cerca de un cuarto de la tierra cultivable del país. Lo que es más, la compañía controlaba carreteras y ferrocarriles.
En Honduras, las compañías fruteras extendieron su influencia a todas las áreas de la vida, incluidas la política y las fuerzas armadas. Por esas tácticas adquirieron el nombre de ‘los pulpos.’ Los que no aceptaban el juego de las corporaciones eran hallados a menudo boca abajo en las plantaciones. En 1904, el humorista O. Henry acuñó el término “República bananera” para referirse a la tristemente célebre United Fruit Company y sus actividades en Honduras.
En Guatemala, United Fruit apoyó el golpe militar patrocinado por la CIA en 1954, contra el presidente Jacobo Arbenz, un reformador que trató de realizar una reforma agraria. El derrocamiento de Arbenz llevó a más de treinta años de intranquilidad y de guerra civil en Guatemala. Posteriormente, en 1961, United Fruit prestó sus barcos a exiliados cubanos respaldados por la CIA que trataron de derrocar a Fidel Castro en Playa Girón.
En 1972, United Fruit (rebautizada como United Brands) llevó al poder al general hondureño Oswaldo López Arellano. Sin embargo, el dictador tuvo que renunciar posteriormente después del infame escándalo “Bananagate” que tuvo que ver con sobornos de United Brands para López Arellano. Un jurado de acusación estadounidense acusó a United Brands de sobornar a Arellano con 1,25 millones de dólares, con la promesa de otros 1,25 millones si el militar aceptaba la reducción de los impuestos a la exportación de frutas. Durante el Bananagate, el presidente de United Brands cayó de un rascacielos de Nueva York, en un aparente suicidio.
Los años Go-Go de Clinton Years y Colombia
United Fruit también se estableció en Colombia y, durante sus operaciones en el país sudamericano, desarrollo una imagen no menos accidentada. En 1928, 3.000 trabajadores se declararon en huelga contra la compañía para pedir mejores condiciones de paga y trabajo. La compañía primero se negó a negociar, pero después cedió en algunos puntos menores, y declaró que las otras demandas eran “ilegales” o “imposibles.” Cuando los huelguistas se negaron a dispersarse, los militares dispararon contra los trabajadores, matando a muchos de ellos.
Podría pensarse que Chiquita habría reconsiderado sus políticas laborales después de lo sucedido pero a fines de los años noventa, la compañía comenzó a aliarse con fuerzas insidiosas, específicamente con paramilitares derechistas. Chiquita les pagó hasta más de un millón de dólares. En su propia defensa, la compañía declaró que simplemente estaba pagando a los paramilitares para obtener protección.
En 2007, Chiquita pagó 25 millones de dólares para dirimir una investigación del Departamento de Justicia sobre esos pagos. Chiquita fue la primera compañía en la historia de EE.UU. condenada por tratos financieros con una organización terrorista específica.
En un juicio contra Chiquita, víctimas de la violencia paramilitar afirmaron que la firma instigaba a cometer atrocidades, incluyendo terrorismo, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Un abogado de los demandantes dijo que la relación de Chiquita con los paramilitares “tenía que ver con la adquisición de todos los aspectos de la distribución y venta de plátanos mediante un reino del terror.”
De vuelta en Washington, Charles Lindner, director ejecutivo de Chiquita, estaba ocupado cortejando a la Casa Blanca. Lindner había sido un gran donante del Partido Republicano, pero cambio de lado y comenzó a prodigar dinero a los demócratas y a Bill Clinton. Clinton recompensó a Lindner convirtiéndose en un crucial respaldo militar del gobierno de Andrés Pastrana, responsable de la proliferación de escuadrones de la muerte derechistas. En esos días EE.UU. impulsaba su agenda de libre comercio amistosa hacia las corporaciones en Latinoamérica, una estrategia realizada por el antiguo amigo de infancia de Clinton, Thomas “Mack” McLarty. En la Casa Blanca, McLarty actuó como Jefe de Gabinete y Enviado Especial para América Latina. Es un personaje fascinante a quien volveré en un instante.
La conexión Holder-Chiquita
En vista del historial poco limpio de Chiquita en Centroamérica y Colombia, no sorprende que la compañía haya tratado de aliarse posteriormente con COHEP en Honduras. Aparte de cabildear a asociaciones empresariales en Colombia, Chiquita también cultivó relaciones con firmas legales importantes en Washington. Según el Center for Responsive Politics, Chiquita ha pagado 70.000 dólares en gastos de cabildeo a Covington and Burling en los últimos tres años.
Covington es una poderosa firma legal que asesora a corporaciones multinacionales. Eric Holder, actual Fiscal General [Ministro de justicia], co-presidente de la campaña de Obama y ex Fiscal General Adjunto bajo Bill Clinton fue hasta hace poco socio de la firma. En Covington, Holder defendió a Chiquita como abogado principal en su caso con el Departamento de Justicia. Desde lo alto de su elegante nueva oficina en Covington, ubicada cerca del edificio del New York Times en Manhattan, Holder preparó a Fernando Aguirre, director ejecutivo de Chiquita, para una entrevista con “60 Minutes” sobre los escuadrones de la muerte colombianos.
Holder hizo que la compañía frutera se declarara culpable de un cargo de “entrar en transacciones con una organización explícitamente identificada como organización terrorista global.” Pero el abogado, que cobraba un considerable salario en Covington del orden de más de 2 millones de dólares, medió en un dulce acuerdo según el cual Chiquita sólo pagó una multa de 25 millones de dólares durante cinco años. Escandalosamente, sin embargo, ni uno de los seis funcionarios de la compañía que aprobaron los pagos recibió una condena a la cárcel.
El curioso caso de Covington
Si se mira un poco más detenidamente se descubrirá que Covington no sólo representa a Chiquita sino que sirve como una especie de nexo para la derecha política que quiere propugnar una política exterior agresiva en Latinoamérica. Covington mantuvo una importante alianza estratégica con Kissinger (famoso por Chile en 1973) y McLarty Associates (sí, el mismo Mack McLarty de los días de Clinton), una firma muy conocida internacionalmente de consultoría y asesoría estratégica.
John Bolton sirvió de 1974 a 1981 como socio en Covington. Como embajador de EE.UU. en Naciones Unidas bajo George Bush, Bolton fue un crítico feroz de izquierdistas en Latinoamérica como Hugo Chávez. Además, John Negroponte se convirtió hace poco en vicepresidente de Covington. Negroponte es un ex secretario adjunto de Estado, director de Inteligencia Nacional y representante de EE.UU. ante Naciones Unidas.
Como embajador de EE.UU. en Honduras desde 1981 hasta 1985, Negroponte jugó un papel importante en la ayuda a los rebeldes de la Contra respaldados por EE.UU. que se proponían derrocar el régimen sandinista en Nicaragua. Grupos de derechos humanos han criticado a Negroponte por hacer caso omiso de los abusos contra los derechos humanos cometidos por los escuadrones de la muerte hondureños que fueron financiados y parcialmente entrenados por la CIA. Por cierto, cuando Negroponte sirvió como embajador, su edificio en Tegucigalpa se convirtió en unos de los mayores centros neurálgicos de la CIA en Latinoamérica y decuplicó su personal.
Aunque no hay evidencia que vincule Chiquita al reciente golpe en Honduras, existe suficiente confluencia de personajes sospechosos y de políticos influyentes como para justificar más investigación. Desde COHEP a Covington hasta Holder y Negroponte y McLarty, Chiquita ha seleccionado a amigos en puestos importantes, amigos que no aprecian las políticas laborales progresistas del gobierno de Zelaya en Tegucigalpa.
Fuente: www.albedrio.org - www.rebelion.org - www.counterpunch.org
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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El 30 Aniversario sandinista y la propuesta de San José
El golpe de Estado de Honduras, promovido por la extrema derecha de Estados Unidos —que mantenía en Centroamérica la estructura creada por Bush— y apoyado por el Departamento de Estado, evolucionaba mal por la enérgica resistencia del pueblo.
La criminal aventura, condenada de forma unánime por la opinión mundial y los organismos internacionales, no podía sostenerse.
El recuerdo de las atrocidades cometidas en décadas recientes por las tiranías que Estados Unidos promovió, instruyó y armó en nuestro hemisferio, estaba todavía fresco.
Los esfuerzos del imperio se encaminaron durante la administración de Clinton y en los años subsiguientes al plan de imponer el TLC a todos los países de América Latina a través de las llamadas Cumbres de las Américas.
El intento de comprometer al hemisferio con un acuerdo de libre comercio fracasó. Las economías de otras regiones del mundo crecieron a buen ritmo y el dólar perdía su hegemonía exclusiva como divisa privilegiada. La brutal crisis financiera mundial complicó la situación. En esas circunstancias se produjo el golpe militar en Honduras, uno de los países más pobres del hemisferio.
Tras dos semanas de creciente lucha popular, Estados Unidos maniobró para ganar tiempo. El Departamento de Estado asignó a Oscar Arias, Presidente de Costa Rica, la tarea de auxiliar al golpe militar en Honduras, asediado por la vigorosa, pero pacífica presión popular. Nunca un hecho similar en América Latina había recibido tal respuesta.
En los cálculos del Gobierno de Estados Unidos pesaba el hecho de que Arias ostentaba el título de Premio Nobel de la Paz.
La historia real de Oscar Arias indica que se trata de un político neoliberal, talentoso y con facilidad de palabras, sumamente calculador y aliado fiel de Estados Unidos.
Desde los primeros años del triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno de Estados Unidos utilizó a Costa Rica y le asignó recursos para presentarla como una vitrina de los avances sociales que se podían lograr bajo el capitalismo.
Ese país centroamericano fue utilizado como base por el imperialismo para los ataques piratas contra Cuba. Miles de técnicos y graduados universitarios cubanos fueron sustraídos a nuestro pueblo, que estaba ya sometido a cruel bloqueo, para prestar servicios en Costa Rica. Las relaciones entre Costa Rica y Cuba se han restablecido en fecha reciente; fue uno de los dos últimos países del hemisferio en hacerlo, lo cual nos satisface, pero no por ello debo dejar de expresar lo que pienso en este momento histórico de nuestra América.
Arias, procedente del sector rico y dominante de Costa Rica, estudió Derecho y Economía en un centro universitario de su país, cursó estudios y se graduó después como Máster en Ciencias Políticas en la Universidad Inglesa de Essex, donde finalmente recibió el título de Doctor en Ciencias Políticas. Con tales laureles académicos el presidente José Figueres Ferrer, del Partido Liberación Nacional, lo nombró asesor en 1970, a los 30 años de edad, y poco después lo designó Ministro de Planificación, cargo en el que fue ratificado por el Presidente que le siguió, Daniel Oduber. En 1978 ingresa al Congreso como Diputado de ese Partido. Asciende luego a Secretario General en 1979, y es Presidente por primera vez en 1986.
Años antes del triunfo de la Revolución Cubana, un movimiento armado de la burguesía nacional de Costa Rica, bajo la dirección de José Figueres Ferrer, padre del presidente Figueres Olsen, había eliminado el pequeño ejército golpista de ese país y su lucha contó con las simpatías de los cubanos. Cuando combatíamos en la Sierra Maestra contra la tiranía batistiana, recibimos del Partido de Liberación creado por Figueres Ferrer algunas armas y municiones, pero era demasiado amigo de los yanquis y pronto rompió con nosotros. No debe olvidarse la reunión de la OEA en San José de Costa Rica, que dio lugar a la Primera Declaración de la Habana en 1960.
Toda Centroamérica sufrió durante más de 150 años y todavía sufre desde los tiempos del filibustero William Walker, que se hizo presidente de Nicaragua en 1856, el problema del intervencionismo de Estados Unidos, que ha sido constante, aunque el pueblo heroico de Nicaragua logró ya una independencia que está dispuesto a defender hasta el último aliento. No se conoce de apoyo alguno de Costa Rica después que la alcanzó, aunque hubo un gobierno de ese país al que vísperas de la victoria de 1979, le cupo la gloria de ser solidario con el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Cuando Nicaragua era desangrada por la guerra sucia de Reagan, Guatemala y El Salvador habían pagado también un alto precio de vidas debido a la política intervencionista de Estados Unidos, que suministraba dinero, armas, escuelas y adoctrinamiento a las tropas represivas. Daniel nos contó que los yanquis finalmente promovieron fórmulas que pusieran fin a la resistencia revolucionaria de Guatemala y El Salvador.
Más de una vez Daniel me había comentado con amargura que Arias, cumpliendo instrucciones de Estados Unidos, había excluido a Nicaragua de las negociaciones de paz. Se reunió solo con los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala para imponerle acuerdos a Nicaragua. Expresaba por ello enorme gratitud hacia Vinicio Cerezo. Me contó igualmente que el primer acuerdo se firmó en un convento de Esquipulas, Guatemala, el 7 de agosto de 1987, después de dos días de intensas conversaciones entre los cinco presidentes centroamericanos. Nunca hablé públicamente sobre eso.
Pero esta vez, al conmemorarse el 30 Aniversario de la victoria Sandinista el 19 de julio de 1979, Daniel lo explicó todo con impresionante claridad, como lo hizo con todos los temas a lo largo de su discurso, que fue escuchado por cientos de miles de personas y transmitido por la radio y la televisión. Utilizo sus palabras textuales: "Los yanquis lo nombraron mediador. Tenemos una profunda simpatía al pueblo de Costa Rica, pero yo no puedo olvidar, en aquellos años duros el Presidente de Costa Rica convocó a los Presidentes centroamericanos y no nos invitó a nosotros"
"Pero los otros Presidentes centroamericanos fueron más sensatos y le dijeron: Aquí no puede haber plan de paz si no está presente Nicaragua. Por la verdad histórica, el Presidente que tuvo el valor de romper el aislamiento que habían impuesto los yanquis en Centroamérica —donde les habían prohibido a los presidentes conversar con el Presidente de Nicaragua y querían una solución militar, querían acabar a través de la guerra con Nicaragua, con su revolución—, quien dio ese paso valiente fue el presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo. Esa es la historia verdadera."
De inmediato añadió: "Los yanquis corrieron a buscar al presidente Oscar Arias, ¡porque ya lo conocen!, para buscar cómo ganar tiempo, para que los golpistas comiencen a hacer demandas que son inaceptables. ¿Desde cuándo un golpista va a negociar con la persona a la que le está arrebatando sus derechos constitucionales? Esos derechos no pueden ser negociados, simplemente hay que restituir al presidente Manuel Zelaya, tal como lo dijeron los acuerdos del ALBA, del Grupo de Río, del SICA, de la OEA y de las Naciones Unidas.
"En nuestros países queremos soluciones pacíficas. La batalla que está librando el pueblo de Honduras en este momento es una batalla pacífica, para evitar más dolor del que ya se ha producido en Honduras", concluyó textualmente Daniel.
En virtud de la guerra sucia ordenada por Reagan y que en parte —me dijo él— fue costeada con drogas enviadas a Estados Unidos, perdieron la vida más de 60 mil personas y sufrieron invalidez otras 5 800. La guerra sucia de Reagan dio lugar a la destrucción y el abandono de 300 escuelas y 25 centros de salud; 150 maestros fueron asesinados. El costo ascendió a decenas de miles de millones de dólares. Nicaragua disponía solo de 3,5 millones de habitantes, dejó de recibir el combustible que le enviaba la URSS y la economía se hizo insostenible. Convocó a las elecciones e incluso las adelantó, y respetó lo decidido por el pueblo, que había perdido toda esperanza de preservar las conquistas de la Revolución. Casi 17 años después, los sandinistas regresaron victoriosos al gobierno; hace solo dos días conmemoraban el 30 aniversario de la primera victoria.
El sábado 18 de julio el Premio Nobel propuso los conocidos 7 puntos de la iniciativa personal de paz que restaba autoridad a las decisiones de la ONU y la OEA, y equivalían a un acta de rendición de Manuel Zelaya, que le restaban simpatía y debilitarían el apoyo popular. El Presidente Constitucional envió lo que calificó de ultimátum a los golpistas, que los representantes suyos debían presentar, anunciando a la vez su regreso a Honduras para el domingo 19 de julio por cualquier departamento de ese país.
En horas del mediodía de ese domingo, se produce en Managua el gigantesco acto sandinista con históricas denuncias a la política de Estados Unidos. Eran verdades que no podían dejar de ser trascendentes.
Lo peor es que Estados Unidos estaba encontrando resistencia del gobierno golpista a su maniobra edulcorante. Estaría por precisar el momento en que el Departamento de Estado envía por su parte un fuerte mensaje a Micheletti, y si los jefes militares fueron advertidos de las posiciones del Gobierno de Estados Unidos.
Lo real es que para quien siguiera de cerca los hechos, Micheletti estaba insubordinado contra la paz el lunes. Su representante en San José, Carlos López Contreras, había declarado que la propuesta de Arias no podía ser discutida, pues el primer punto, es decir, el restablecimiento de Zelaya, no era negociable. El gobierno civil golpista había tomado en serio su papel y no se percataba siquiera de que Zelaya, privado de toda autoridad, no constituía riesgo alguno para la oligarquía y políticamente sufriría un duro golpe si aceptaba la propuesta del Presidente de Costa Rica.
El propio domingo 19, cuando Arias pide otras 72 horas para explicar su posición, la señora Clinton habla telefónicamente con Micheletti y sostiene lo que el portavoz Philip Crowley califica de una "llamada dura". Algún día se conocerá qué le dijo, pero bastaría ver la cara de Micheletti cuando habló en una reunión de su gobierno, el lunes 20 de julio: parecía realmente la de un niño de kindergarten regañado por la maestra. A través de Telesur pude ver las imágenes y los discursos de la reunión. Otras imágenes transmitidas fueron las de los representantes de la OEA pronunciando sus discursos en el seno de esa institución, comprometiéndose a esperar la última palabra del Nobel de la Paz el miércoles. ¿Sabían o no lo que la Clinton le había dicho a Micheletti? Tal vez sí, o tal vez, no. Quizás algunos, aunque no todos, lo conocían. Hombres, instituciones y conceptos se habían convertido en instrumentos de la alta y arrogante política de Washington. Nunca un discurso en el seno de la OEA brilló con tanta dignidad como las breves, pero valientes y brillantes palabras de Roy Chaderton, embajador de Venezuela, en esa reunión.
Mañana aparecerá la pétrea imagen de Oscar Arias explicando que han elaborado tal y más cual propuesta de solución para evitar violencia. Pienso que hasta el propio Arias ha caído en la gran trampa montada por el Departamento de Estado. Veremos qué hace mañana.
Sin embargo, el pueblo de Honduras es quien dirá la última palabra. Representantes de las organizaciones sociales y de las nuevas fuerzas no son instrumentos de nadie dentro o fuera del país, conocen las necesidades y sufrimientos del pueblo; sus conciencias y su temple se han multiplicado; muchos ciudadanos que eran indolentes se han sumado; los propios afiliados honestos de los partidos tradicionales que creen en la libertad, la justicia y la dignidad humana juzgarán a los líderes a partir de la posición que adoptaron en este minuto histórico.
No se conoce todavía cuál sería la actitud de los militares frente a los ultimátums yanquis, y qué mensajes les llegan a los oficiales; solo hay un punto de referencia patriótica y honorable: la lealtad al pueblo, que ha soportado con heroísmo las bombas lacrimógenas, los golpes y los disparos.
Sin que nadie pueda asegurar cuál será el último capricho del imperio, si a partir de las últimas decisiones adoptadas Zelaya regresa legal o ilegalmente, sin duda que los hondureños le harán un gran recibimiento porque será una medida de la victoria que ya han alcanzado con sus luchas. ¡Nadie dude de que solo el pueblo hondureño será capaz de construir su propia historia!
Fidel Castro Ruz
Julio 21 de 20098 y 55 p.m.
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Gobierno chileno reitera que no reconoce al embajador de Honduras en Santiago
El ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Mariano Fernández, ratificó que el Estado chileno no reconoce al diplomático hondureño en Santiago, Francisco Martínez, quien se alineó en unas declaraciones con el régimen golpista instalado en su país
El Gobierno de Chile reiteró hoy en que el actual embajador de Honduras en Chile, Francisco Martínez alineado con el régimen de Micheletti, no está reconocido por el Ejecutivo chileno y que "no hay contacto diplomático con el Gobierno de facto".
"Nosotros hemos señalado que, oficialmente, no se reconoce ningún representante del Gobierno de facto, y en este momento la embajada de Honduras no está en contacto con la cancillería. No hay contacto diplomático con Honduras", recalcó el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Mariano Fernández.
El pasado 6 de julio el subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, Alberto Van Klaveren, anticipó que el Estado chileno revisaría la situación del diplomático hondureño en Santiago, luego que se alineó en unas declaraciones con el régimen golpista instalado en su país.
En esa oportunidad Van Klaveren afirmó, que Chile no aceptaba representantes del régimen de facto de Honduras.
Este martes, el canciller abogó para que fructifique la gestión del presidente de Costa Rica, Óscar Arias, y se pueda "tener una restauración democrática en Honduras pronto".
"(Esperamos) una readecuación de la situación que permita que el presidente Manuel Zelaya recupere su situación, convoque a elecciones y reine la paz en Centroamérica", concluyó el jefe de la diplomacia chilena
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Gobierno Nacional desconoce ilegítima expulsión de personal diplomático venezolano en Honduras
Mediante un comunicado la cancillería venezolana indicó que utilizará todos los recursos necesarios para preservar la integridad de su misión diplomática en Tegucigalpa y la del personal acreditado ante el Gobierno constitucional de la República de Honduras
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores
Comunicado
El Gobierno bolivariano, al no reconocer junto a la Comunidad Internacional en su conjunto a las autoridades ilegítimas que se han establecido como Gobierno de facto en la República de Honduras, desconoce el contenido de dicha comunicación, por no constituir una manifestación oficial emitida por el Gobierno constitucional y legítimo de ese Estado.
El Gobierno venezolano utilizará todos los recursos necesarios para preservar la integridad de su misión diplomática en Tegucigalpa y la del personal acreditado ante el Gobierno constitucional de la República de Honduras, e insta a los funcionarios públicos del Estado hondureño a abstenerse de dispensar un trato ultrajante a cualquier miembro de la misión diplomática venezolana en Honduras, so pena de incurrir en una violación grave a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas que acarrearía responsabilidad internacional del Estado de Honduras.
El Gobierno bolivariano, junto al Pueblo de Venezuela, reiteran al noble Pueblo hondureño su solidaridad en este difícil momento histórico, al tiempo que confían en que, más temprano que tarde, su voluntad soberana, expresada con valentía y coraje en las calles de esa hermana patria, se impondrá sobre la arbitrariedad y el atropello de los usurpadores.
Caracas, 22 de julio de 2009
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Las Fuerzas del Bien contra las Fuerzas del Mal
Suena como el título de una película de la serie de Guerras de las Galáxias, pero lo que está sucediendo en Honduras es una batalla de dimensiones históricas entre dos campos que han luchado entre sí desde la llegada de los europeos a Latinoamérica. Desde entonces se constituyeron los contrincantes. Por un lado estaban los conquistadores que no sólo utilizaban sus armamentos superiores sino que la legitimización que les daba la fe cristiana para apoderarse de la impresionante riqueza del nuevo mundo. Los invasores imponían su voluntad con la Santa Trinidad de la espada, la cruz, y el oro. Por el otro lado estaban los pueblos indígenas del continente que no reconocían ni aceptaban a estos invasores como sus nuevos amos y en ese momento comenzaron una resistencia férrea. Con los tiempos los dos campos se han ido transformando pero la lucha es la misma.
Hoy en día, la espada se ha convertido en ejércitos nacionales que con apoyo norteamericano no existen para defender soberanías sino para pisotear dignidades. La cruz ha cambiado poco pues la iglesia católica todavía evoca imágenes celestiales como premio de consuelo por el sufrimiento que con resignación hay que padecer aquí en la tierra. Pero en su apoyo a los sistemas injustos de nuestros pueblos ahora se le ha unido la iglesia protestante evangélica, dos fes enemigas en otras partes pero que en Latinoamérica han encontrado una causa común: la lucha contra la emancipación de los pueblos que en el proceso de buscar su libertad reclaman justicia en este mundo y no en un cielo fantasioso. Y por último, el oro lo representan en estos días no solo los hacendados latifundistas que desde tiempos coloniales se han apropiado del principal medio de vida de los pueblos, la tierra, sino que una nueva clase (en términos históricos) de empresarios e industrialistas. Estos por su parte se encuentran aliados con empresas extranjeras con la cuáles se reparten el botín arrebatado a cada país: la producción agrícola, los minerales, el gas y el petróleo, los productos marinos, los bosques, y hasta el mismo cuerpo del pueblo en forma de mano de obra explotada. Las iglesias y los militares también reciben su pago, unas por funcionar como estupefacientes que ayudan al pueblo a olvidar su dolor y a resignarse a su destino, y los otros por servir de perros bulldog para controlar a los que no sufren en silencio.
Por su parte, el pueblo ya no sólo consiste de indígenas, sino que de todos los grupos marginados por la máquina del poder: campesinos, obreros, mujeres, maestros, viejos y nuevos grupos étnicos formados por el mestizaje, en fin el pueblo. El poder de este pueblo no radica en su capacidad adquisitiva, la cual es muy poca, sino que en sus números y en su tenacidad. Por 500 años este pueblo ha luchado por expresarse, por independizarse, por hacerse sentir. Lamentablemente, los poderosos y sus aliados han ganado la mayoría de las batallas. He ahí que Latinoamérica sea todavía una región donde reina la pobreza, la injusticia, y la desigualdad. Pero la lucha en contra del oscurantismo y enfrentando a la represión la ha marcado el pueblo al lado de sus líderes. Las prueba es sangre regada por la historia: Tupac Amaru, Morazán, Martí, Sandino, Arbenz, Che, Allende.
Es así que Honduras se ha convertido en el último campo de batalla en esta lucha centenaria. Esperemos que ésta no sea otra batalla pérdida sino parte de una nueva era que se viene fraguando en los últimos años donde nuestros pueblos rechazan recetas impuestas desde afuera como el neoliberalismo. Las oligarquías y los pueblos de Latinoamérica tienen la mirada fija en este nuevo capítulo del enfrentamiento entre dos visiones del futuro para el continente. La primera ve una Latinoamérica la cual es un reflejo del pasado, donde todo sigue igual pues así lo quiere Dios, que los pobres estén siempre con nosotros. La segunda es una visión de esperanza por una Latinoamérica nueva con una democracia donde los números importan, donde los pocos no rigen a los muchos sino que éstos trazan con libertad y propósito su propio destino. Es por eso que lo que se está dando en Honduras no es un solo simbolismo, ni es sólo el problema pasajero de un pequeño país empobrecido, sino que ahí se encuentra en juego el resplandor de la más reciente llama de esperanza en la lucha entre el bien y el mal.
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“From Arbenz to Zelaya: Chiquita in Latin America”
“When the Honduran military overthrew the democratically elected government of Manuel Zelaya two weeks ago there might have been a sigh of relief in the corporate board rooms of Chiquita banana,” writes journalist Nikolas Kozloff. “Earlier this year the Cincinnati-based fruit company joined Dole in criticizing the government in Tegucigalpa which had raised the minimum wage by 60%.” Kozloff goes on to trace Chiquita’s “long and sordid” political history in Central America.
Fuente: www.democracynow.org
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Washington:“No hubo un golpe de Estado en Honduras”, pero espero que el “episodio” sirva de “lección” a Zelaya y otros que siguen el modelo venezolano
Por Eva Golinger
Después de tres semanas de un discurso ambiguo por parte de Washington sobre el golpe de Estado en Honduras, finalmente la diplomacia estadounidense ha declarado que no considera lo ocurrido en Honduras como un golpe. Así lo confirmó ayer el vocero del Departamento de Estado, Phillip Crowley, en una rueda de prensa en Washington. Un periodista le preguntó si el gobierno estadounidense ha calificado los sucesos de Honduras como un “golpe de Estado” y el vocero del Departamento de Estado respondió con un rotundo “No”.
A lo largo de estas semanas, desde que ocurrió el nefasto golpe de Estado del pasado 28 de junio, el Departamento de Estado se ha negado a responder con claridad sobre su determinación interna de los hechos. Desde el primer día, la Secretaria de Estado Hillary Clinton no ha reconocido los hechos como un “golpe” y tampoco ha exigido claramente la restitución del presidente Zelaya en el poder. Adicionalmente, en todas sus declaraciones, siempre se ha referido a “las dos partes” del conflicto, legitimando así a los golpistas y haciendo responsable públicamente al presidente Zelaya.
Y desde entonces, a pesar de diversas referencias al “golpe” de Honduras, el Departamento de Estado se negaba a calificarlo de golpe de Estado, lo que le obligaría a suspender toda clase de apoyo económico, diplomático y militar al país. El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado lo explicaron de esta manera: “En referencia al propio golpe, lo mejor sería decir que fue un esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles.”
Al principio, los voceros del Departamento de Estado decían que sus abogados estaban “analizando” los hechos para llegar a una determinación sobre si realmente había ocurrido un golpe en Honduras. Pero después de la reunión entre la Secretaria de Estado Clinton y el presidente Manuel Zelaya, el pasado 7 de julio, la diplomacia estadounidense se negaba a opinar sobre el asunto para no “influir” en el proceso de “negociación” puesto en marcha por Washington.
Sin embargo, el lunes 20 de julio fue un día de claridad. Admitieron ante el mundo que Washington no consideraba que había ocurrido un golpe de Estado en Honduras. Si asume esta postura, el gobierno de Estados Unidos se une solamente al régimen golpista de Honduras y sus aliados, la mayoría de los cuales son antiguos golpistas o agentes de la inteligencia estadounidense. La Unión Europea, las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y todos los países de América Latina han rechazado los acontecimientos de Honduras como un golpe de Estado. Pero la administración de Obama se queda sola con los golpistas al insistir en que no hubo un golpe y legitimando de esta forma la remoción del poder del presidente Zelaya.
Que sirva de lección para Zelaya y los demás
Durante la misma rueda de prensa en el Departamento de Estado, el 20 de julio, el vocero Phillip Crowley dijo algo todavía más revelador sobre la posición de Washington frente a los sucesos de Honduras. Al preguntarle sobre una supuesta ruptura entre el gobierno venezolano y el presidente Zelaya debido al proceso de negociación en Costa Rica, Crowley dijo lo siguiente: “ Nosotros creemos que si tuviéramos que elegir un gobierno modelo y un líder modelo en la región para que los demás países lo siguieran, el actual liderazgo de Venezuela no sería ese modelo. Si esa es la lección que ha aprendido el Presidente Zelaya de este episodio, bueno, entonces sería una buena lección .”
Esa declaración de Washington confirma que el golpe de Honduras es un esfuerzo para atentar contra el ALBA y el bolivarianismo que crece y se expande por toda la región. También afirma que el golpe contra Zelaya es un mensaje a otros gobernantes de América Latina que están estrechando sus relaciones con Venezuela. Es como decirles: “si se acercan a Venezuela, podrían ser derrocados por un golpe u otra agresión”, que sería respaldada por Washington y justificada como una medida para liberar a la región de la “amenaza chavista”.
Un periodista insistió en el asunto y le preguntó al vocero del Departamento de Estado: “Cuando dice que el gobierno venezolano no debe ser un ejemplo de gobierno para otros líderes…” Y Phillip Crowley respondió cínicamente, “Creo que he dicho las cosas con claridad…”
Debido a las implicaciones de estas declaraciones, insistió el periodista, “¿Puede repetirlo? (se ríe) es como justificar el golpe de Estado, porque está diciendo que si algún gobierno intenta seguir el modelo socialista del gobierno de Venezuela, sería justo derrocar a ese gobierno. ¿Puede explicar su declaración sobre Venezuela?”
Crowley respondió a la pregunta del periodista con un silencio de complicidad. Y luego aprovechó el momento para agredir a Venezuela, “Tenemos preocupaciones sobre el gobierno del presidente Chávez, no solamente sobre lo que ha hecho en su propio país –el acoso a la prensa, por ejemplo-, y los pasos que ha dado para limitar la participación y el debate dentro de su propio país. También estamos preocupados por los pasos que ha dado con algunos de sus vecinos… y la intervención que hemos visto por parte de Venezuela con respecto a las relaciones con otros países, Honduras por un lado o Colombia por el otro. Y cuando tenemos diferencias con el presidente Chávez, siempre lo decimos de manera muy clara.”
Sin duda, estas últimas declaraciones de Washington confirman su apoyo al golpe de Estado de Honduras y su motivación detrás de los sucesos. La lección que está dando Washington con este golpe es una declaración de guerra contra el ALBA y en especial contra Venezuela.
Sus ataques se intensifican, tanto contra Venezuela como contra Ecuador y Bolivia. Con el acuerdo entre el presidente Obama y el presidente Uribe de Colombia para aumentar, de forma masiva, la presencia militar estadounidense en América Latina, la nueva administración de Washington reafirma que la batalla entre la paz y la guerra continúa, y la lucha por la liberación de los pueblos latinoamericanos de la bestial mano imperial, apenas ha comenzado.
Fuente: www.rebelion.org
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