lunes, 13 de julio de 2009

Rodas pide a EE.UU. que ejecute sanciones económicas contra régimen de facto

La canciller de Honduras, Patricia Rodas, exigió al gobierno de Estados Unidos (EEUU) que emprenda medidas económicas severas en contra del gobierno de facto de Roberto Micheletti, a fin de que se sienta de manera efectiva la condena a un régimen que llegó al poder a través de un golpe militar.

Durante una entrevista exclusiva que concedió a teleSUR desde Managua (Nicaragua) la canciller afirmó que es necesario que "en nombre de la democracia pasemos a la acción y por ello solicitamos al gobierno de EE.UU. que las sanciones contra el régimen se hagan efectivas en términos económicos y suspendan los desembolso a fin de que se aísle a este régimen".


Indicó que sólo en la medida en que estas acciones se concreten, Honduras podrá sentir el apoyo directo de EE.UU.


"Sabemos que existe un facción de ultraderecha en Estados Unidos que apoya el golpe de Estado en Honduras, pero debemos reconocer que hay una parte que aboga por la democracia", dijo Rodas.


Aseguró que la comisión que nombró el presidente Zelaya para que participe en la mediación que dirige el primer mandatario de Costa Rica, Óscar Arias, no puede asegurar si participará en la próxima reunión.


"No sabemos si vamos a participar ya que la premisa fundamental debe ser el cumplimiento de lo que ha manifestado la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que es la restitución de inmediato de Manuel Zelaya para garantizar el orden constitucional en Honduras", sostuvo.


Explicó, además, que un gobierno de facto no tiene ley y por ende todas sus decisiones constituyen un delito, por lo que no es factible plantear un diálogo, por ello las conversaciones de la mesa de negociación deben girar en torno a buscar las vías que permitan cumplir con las resoluciones de los organismos internacionales.


Reiteró que el régimen que se instaló en Honduras es una dictadura militar y "que tiene de títeres a Roberto Micheletti y a sectores fácticos que han venido ejerciendo acciones desestabilizadoras en Honduras hasta llegar al límite de un golpe militar".


En este sentido, refirió que el ultimátum que dio el presidente Zelaya se hace con la esperanza de que el mediador "en su buena fe no cometa más errores".


La canciller denunció la persecución de la que han sido objeto los miembros de la comisión nombrada por Manuel Zelaya quienes han sido objeto de amenazas, bloqueos telefónicos y económicos.


Rodas expresó que el gobierno de facto pretende aislar a Honduras para después emprender una represión selectiva.


"El hecho de que la prensa esté siendo asilada ha conllevado a un proceso de persecución y captura selectiva, el paso siguiente es la desaparición física y el asesinato", aseveró Rodas.


Este lunes el presidente Manuel Zelaya dio un ultimátum a las autoridades de facto para antes de la próxima reunión de las comisiones en Costa Rica, se restituya el orden constitucional en Honduras y terminen las agresiones en contra del pueblo que se mantiene en protesta desde el pasado 28 de junio.



Fuente: www.telesurtv.net

Cardenal golpista Oscar Rodríguez, acusado en los años 80 de complicidad con desapariciones

Por Luigino Bracci

Fausto Milla, sacerdote de su diócesis, le acusó de ser "cómplice de todo lo que los militares nos hacen. "Mi obispo más parece un coronel sin charretera, que un pastor", sentenció Milla quien tuvo que huir del país.

A finales de enero de 1982, el sacerdote hondureño Fausto Milla se vio obligado a abandonar el país, "casi como un asilado", luego de recibir numerosas amenazas de muerte, así como de ser víctima de un intento de secuestro y desaparición. El diario Tiempo lo entrevistó antes de su partida hacia México, a donde partía para salvaguardar su vida: "no hubiera querido salir de esta forma", afirmó, "nunca por amenazas y encañonamientos militares". Milla llevaba a cabo una labor de defensa de derechos humanos en la diócesis de Copán, fronteriza con El Salvador. Su trabajo a favor de los pobres y en contra de la represión militar le convirtió en un virtual prisionero en su parroquia de Corquín, en el departamento de Lempira, sin que hubiera cometido delito alguno: "tenía la ciudad como cárcel", aseveró.

Entre otras acciones que molestaron a los militares, Milla destacó la denuncia de la masacre del Río Sumpul del 14 de mayo de 1980, cuando contingentes militares salvadoreños dieron muerte deliberadamente a un número no inferior a trescientas personas no combatientes, inclusive mujeres y niños, que intentaban cruzar el Río Sumpul para huir hacia Honduras. La masacre se hizo posible como consecuencia de la cooperación de las Fuerzas Armadas hondureñas, que impidieron el paso de los pobladores salvadoreños.

Obispo Rodríguez Maradiaga, cómplice de los militares


En sus declaraciones al momento de exiliarse, Milla denunció al coronel Oscar Armando Mejía Peralta, jefe del XII Batallón de Santa Rosa, como el principal responsable "de la represión desatada contra mi persona, así como contra otros agentes de la pastoral de la Iglesia". Milla también denunció la complicidad con el ejército del actual cardenal Rodríguez Madariaga, que por entonces era obispo de la Diócesis de Copán: fue "cómplice de todo lo que los militares nos hacen", afirmó.

El sacerdote exiliado acusó a Rodríguez de haber desmantelado toda la estructura de apoyo pastoral a los pobres y de lucha contra la represión que había favorecido su predecesor en el cargo, monseñor Jose Carranza. "Mi obispo más parece un coronel sin charretera, que un pastor", sentenció, para luego concluir con una dura acusación: "Lo que uno no se explica es que nuestros jerarcas superiores, que firmaron documentos como el de Puebla, vengan a ponerse al lado de quienes ese documento de la iglesia condena por ser los interesados en mantener el régimen de la seguridad nacional que significa inseguridad para toda la población y solo seguridad para los dineros que ellos acumulan".


Fuente: Diario Tiempo, edición de 21 de enero de 1982. Pág. 8


Apoyo al golpe de Estado de Micheletti

El actual Cardenal Rodríguez, a quien se le atribuye una presunta tendencia "progresista", fue candidato a sustituir al fallecido papa de la Iglesia Católica, Juan Pablo II.

Informaciones de prensa hondureña destacaron que Rodríguez participó en reuniones que tuvieron lugar en Tegicigalpa en los días previos al golpe de Estado del pasado 28 de junio de 2009 que derrocó al presidente Zelaya, a las que asistieron las autoridades del parlamento y la Corte Suprema, así como el embajador estadounidense, Hugo Llorens, y otros personeros del Departamento de Estado de los EEUU de América del Norte.

Pocos días después del golpe, Rodríguez compareció ante los medios de comunicación radiotelevisiva, a través de una cadena nacional en la que leyó un comunicado de la Conferencia Episcopal hondureña, en el que se avala el Golpe de Estado. En dicha comparecencia, Rodríguez señaló que era inconveniente que el Presidente constitucional Zelaya regresara al país, y que su presencia en Honduras podría desatar un baño de sangre. Posteriormente, ha asegurado en declaraciones al diario Clarín de Argentina que él nunca avaló el golpe de Estado, aunque ha insistido en que Zelaya no debe regresar al país.

ANMCLA Corresponsalía Honduras
La fe mueve a los “gorilettis”
Arturo Cano, La Jornada
Lunes, 13 de Jul de 2009. 3:45 pm
13 de julio 2009. - Mientras el presidente Manuel Zelaya continúa empujando a Estados Unidos y promete acciones para regresar a su país, aquí unos rezan para que no vuelva y otros siguen en las calles para traerlo de regreso. En un complejo deportivo llamado Villa Olímpica, las gradas semivacías parecen dar la razón a los seguidores de Zelaya: muchos de los asistentes a las marchas blancas en apoyo al golpe de Estado van porque los empresarios, sus patrones, los obligan a asistir.

A pesar de la convocatoria a través de la televisión y la radio, de las planas enteras en los periódicos, la Iglesia Católica, la Confraternidad Evangélica, la Red Apostólica y la comunidad judía no llenan un pequeño estadio de béisbol. Los organizadores deben pedir a la gente que abandone las gradas y se reúna en el césped, frente al templete. Apenas se ocupa una sexta parte del campo.

“¡Bendito seas, Dios, por esa libertad que la democracia nos ha traído a Honduras!”, grita el pastor en el arranque de la Jornada de oración por nuestra nación. Los organizadores presumen un evento que se transmite a todo el mundo, a través de una red satelital evangélica, y se hacen presentes canales de televisión nacional, incluidos el 5, privado de gran audiencia, y el 8, que es el oficial.

Kevin Enamorado, representante de la comunidad judía, afirma que discutieron mucho si aceptaban la invitación de los jerarcas católicos, “porque nuestra comunidad no tiene posición política de ningún tipo”. Aceptaron, y Enamorado aprovecha para hacer “un enérgico llamado a todos a la paz, que no estamos dispuestos a cambiar ¡ni mucho menos a negociar!”.

Luego se hace sonar el enorme cuerno llamado shofar: “¡Con este sonido los ángeles de Dios bajan para proteger del mal a las almas buenas de Honduras!”, explica otro representante de la comunidad hebrea.

Y el evangélico completa: “¡Es el sonido de nuestra victoria en Cristo!”.

Otro de los victoriosos presentes es Darwin Andino, obispo auxiliar de Tegucigalpa, quien con el cardenal Andrés Rodríguez Madariaga enfrentó a Zelaya por el tema de la consulta popular: “El país no se puede entregar al chavismo ni a nadie, pues queremos seguir siendo libres e independientes”, aseveró Andino tres días antes del golpe.

Andino niega que el cardenal, a quien en 2005 se llegó a mencionar como papable en el Vaticano, haya estado al tanto de los preparativos del golpe, pues asegura que ni siquiera se encontraba en el país.
“El profundo atavismo de fervor cristiano que existe en Honduras mantiene en las capas modestas de este país un extraordinario potencial de movilización” (AndréMarcel d’Ans. Honduras después del Mith. Ecología política de un desastre. Cedoh, 2008). El mismo autor, desaparecido el año pasado, decía que la ardiente religiosidad y el fervor militante de los hondureños resultan muy temibles para los políticos.

Ciertamente, algunas (iglesias) se han manifestado en público, han participado en las marchas, blanqueadas y perfumadas, han hablado de paz y de diálogo junto a las armas. Han cerrado sus ojos y sus corazones al dolor de los que han sido brutalmente golpeados, perseguidos. El discurso teológico ha sido similar al discurso golpista. La Constitución es Dios. Ambos invitan al diálogo y a la paz sin restituir el orden constitucional. A la Constitución rogando y con la culata dando, afirma Juan Almendares, ex rector de la Universidad Autónoma de Honduras.

No todos los líderes religiosos están con el golpe, naturalmente. Con los zelayistas marcha el Movimiento Cristiano Popular y en los primeros días tras el golpe el Consejo Diocesano de Pastoral de la Diócesis de Santa Rosa de Copán emitió un comunicado que decía: “Repudiamos la sustancia, la forma y el estilo con que se le ha impuesto al pueblo un nuevo jefe del Poder Ejecutivo”.

Imagenes, videos y más videos de la resistencia! Aquí y allá Honduras está firme por la restitución del orden constitucional!





















Un poco de música nacional: Polache - El Turuncazo

Fuente: MYSTERYHONDURAS02 - Youtube.com

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Aseguran que Micheletti fue asesorado por EE.UU. durante diálogo en Costa Rica

Cada propuesta presentada por el grupo de Micheletti en las conversaciones desarrolladas en Costa Rica estuvo redactada y desarrollada por un experto estadounidense, integrante del equipo negociador, según funcionarios que cita el diario del diario The New York Times, en su publicación de este lunes.

La administración de facto de Honduras, liderada por Roberto Micheletti, recibió asesoramiento estadounidense en las posturas que presentó dentro del proceso de mediación que lleva a cabo el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, para dar fin con la crisis que vive la nación centroamericana tras el golpe de Estado perpetuado contra el Gobierno legítimo de Manuel Zelaya.

De acuerdo al diario The New York Times , las propuestas que presentó la delegación del régimen golpista en las reuniones conciliadoras de Costa Rica, fueron redactadas y aprobadas por el estadounidense Bennett Ratcliff, quien estuvo la semana pasada en San José durante el diálogo entre las autoridades de facto y representantes de Zelaya.Ratcliff es un especialista en relaciones públicas que realizó trabajos para el ex presidente Bill Clinton (1993-2001), precisa la publicación del rotativo.El reporte del periódico destaca que aunque la Casa Blanca trata de tomar distancia de la crisis, sus actuaciones evidencian lo contrario.

"Cada vez es más claro que las partes acuden a Washington para lograr lo que les conviene", según advierte la publicación.Según la periodista del Times Ginger Thompson, Micheletti está involucrado en una ofensiva mediática, en la que aumentan las contrataciones de abogados de Estados Unidos (EE.UU.) de alto perfil, con estrechos vínculos en los círculos de poder de esa nación.Uno de los incorporados es Lanny Davis, conocido por servir de abogado personal de Clinton y miembro de su campaña, apunta Thompson.Estos diálogos se comenzaron a desarrollar en Costa Rica desde el pasado jueves 9 de julio, entre comisiones del Gobierno de facto y del presidente Zelaya, que tienen como mediador al presidente Óscar Arias.El presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado y obligado a abandonar el país en la madrugada del domingo 28 de junio. Fuerzas Militares lo trasladaron a Costa Rica y se instauró el Gobierno de facto de Roberto Micheletti, quien hasta ese momento ejercía la presidencia del Congreso.

Fuente: www.teleSURtv.net - Pl / ld-PR

Referencia en el NYT: http://www.nytimes.com/2009/07/13/world/americas/13honduras.html?scp=1&sq=Lanny%20Davis%20micheletti&st=cse




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Ante los hechos ocurridos en los últimos días en el hermano país de Honduras

Por el Colectivo Politico Revolucionario 8 de Octubre - Guatemala, 13 de julio de 2009

Manifestamos:

Nuestra condena enérgica al GOLPE DE ESTADO ejecutado por el ejército hondureño y orquestado por la oligarquía de aquel país. Este acto antidemocrático respaldado por las bancadas mayoritarias del Congreso y la Corte Suprema de Justicia hondureñas, es un enorme retroceso para la continuidad de la construcción democrática de Honduras y para la estabilidad en la región centroamericana.

Nos unimos a las exigencias de las organizaciones sociales y el pueblo hondureño, la comunidad internacional, representada en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, ONU, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, OEA y los países miembros del ALBA, que exigen la restitución en el cargo al Presidente Legítimo Manuel Zelaya, el retorno de la institucionalidad democrática y el respeto a la voluntad, los intereses y las decisiones del pueblo.

Rechazamos la actitud y las declaraciones de algunos sectores políticos, empresariales y de comunicación guatemaltecos que directa o indirectamente apoyan los lamentables sucesos en Honduras. Hace no más de 25 años vivimos en el país el ejercicio de gobiernos golpistas y represivos que son responsables de graves violaciones a derechos humanos.

No se puede justificar de ninguna manera, por intereses económicos o políticos, la ruptura del orden democrático de ningún país.

Asumimos lo que están viviendo las organizaciones sociales y el pueblo hondureño, como una ofensiva contra todos los movimientos de Nuestra América, pues consideramos que esto es parte de una estrategia para disminuir la fuerza de una alternativa al proyecto hegemónico impulsado desde el imperialismo de los Estados Unidos y las oligarquías regionales.

Se vive hoy en Honduras un proceso de persecución y represión a hombres y mujeres, líderes sociales, magisteriales, sindicalistas, comunitarios, campesinos, estudiantiles y a medios de prensa independiente. Exigimos la restitución de las garantías constitucionales y el pleno respeto a los derechos humanos de las y los hondureños.

Hoy más que nunca la profundización de la democracia es urgente. Una democracia social, política y económica construida de manera participativa e incluyente, que democratice el acceso a los medios de producción y el pleno goce de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales, donde el protagonismo y la toma de decisiones lo tengan los pueblos.
La mejor manera de ser solidarios con Honduras es siendo revolucionarios en Guatemala
Honduras somos todos y todas!

Iximulew, cuatro Kawoq - julio 2009
Colectivo Politico Revolucionario 8 de Octubre
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Resistencia hondureña se mantiene en las calles en tercera semana de protestas

El gobierno de facto levantó el toque de queda pero militares y policías siguen fuera de sus cuarteles

Los gremios del magisterio, en huelga por tiempo indefinido en rechazo a la asonada golpista, analizarán también sus estrategias de resistencia pacífica por el retorno de la legalidad democrática al país.

El pueblo hondureño se mantiene en la calles por tercera semana consecutiva en reclamo a la permanencia en el poder del gobierno de facto liderado por Roberto Micheletti y el regreso del presidente constitucional Manuel Zelaya que este lunes se mantiene en reuniones en Managua.
Juan Barahona, uno de los líderes del Frente Nacional contra el Golpe de Estado, confirmó que las concentraciones continuarán este lunes, tras una reunión de la organización."Vamos a proseguir hasta que los golpistas abandonen el poder que han usurpado", subrayó el dirigente
Entre tanto, los gremios del magisterio, en huelga por tiempo indefinido en rechazo a la asonada golpista, analizarán también sus estrategias de resistencia pacífica por el retorno de la legalidad democrática al país.

Versiones de prensa indicaron este lunes que las clases en el país se reanudaron, sin embargo, Carlos Rafalo, miembro del magisterio Honduras informó que "el gremio está dividido entre quienes apoyan al presidente de facto Roberto Micheletti y quienes apoyan al presidente Zelaya", y las protestas se mantienen.

Denunció que las fuerzas de seguridad de facto impiden las movilizaciones y persiguen a los promotores.

"Esto ya no lo aguántanos, hay persecuciones de maestros, la prensa denigra al magisterio, vemos que esto va para largo, los medios de comunicación están vendidos, bloquearon las cuentas de los colegios"., exclamó el líder.

Remarcó que las televisoras en apoyo al Gobierno de facto "dicen que todo esta normal que aquí no pasa nada", pero en realidad, "el toque de queda sigue, eso es mentira de ellos que lo han eliminado, está desde las 10 de la noche hasta las cuatro de la mañana".
Este domingo el gobierno de facto decidió levantar la restricción, sin embargo las fuerzas de seguridad continúan en las calles.

Informó que los hondureños siguen en las calles y que varios miembros del magisterio han convocado asambleas para debatir sus acciones y retomar el orden constitucional.
Rafalo, ante la situación, pidió a la comunidad internacional, específicamente al presidente venezolano, Hugo Chávez, ayuda para que Manuel Zelaya vuelva al poder porque sino "Micheletti se va a salir con la de él".

Dijo que la opinión que se concentra dentro de los movimientos sociales respectos a la mediación entre representantes del gobierno de facto y del presidente Zelaya en Costa Rica, afirma que no tendrá resultados.

"Si miramos la mediación de la secretaria de Estados, Hillary Clinton, no vemos resultados, si miramos la del presidente Óscar Arias, tampoco", destacó.

La corresponsal de teleSUR en Tegucigalpa Regina Osorio, informó que existe un clima de inseguridad en la comunidad y hay decenas de personas que han sido arrestadas fuera del marco de la ley.

Relató que el portavoz del ministerio de la Defensa de facto, Iván Mejías, aseguró que en ningún momento se ha violentado a la prensa internacional, pese a la agresión vista este fin de semana en contra del equipo de periodistas de teleSUR y de la estatal venezolana VTV.

Se confirmó que están llegando personas a la Universidad Pedagógica Francisco Morasal, para organizar movilizaciones en apoyo al retorno de Zelaya.

"Maestros de educación pública se reúnen en la escuela central para tomar medidas para resolver los problemas", dijo la reportera.

Para este martes se espera una reunión de las agrupaciones entre las centrales sindicales, campesinas, estudiantiles, juveniles, de derechos humanos, ambientalistas y gremios del magisterio, para crear la agenda de la semana y las estrategias que servirán para amplificar la resistencia en el país centroamericano.


Fuente: www.TeleSURtv.net - Prensa Latina/PR



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Honduras, Iran, Pakistan, Afganistán (y el efecto boomerang)

Por James Petras
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos y Loles Oliván

La estrategia de retroceso de Obama cuenta con un renacimiento de políticas derechistas de masas para legitimar la reafirmación del dominio estadounidense. La idea de que las manifestaciones masivas de sectores acomodados gritando "democracia" da legitimidad a los intentos deslegitimadores de EEUU contra sus adversarios democráticamente elegidos es una idea promulgada por cínicos propagandistas en los medios de comunicación y repetida como loros por crédulos y "progresistas" periodistas free-lance que nunca han entendido los fundamentos de clase en la política de masas. El retroceso tiene efecto boomerang. En vez de recuperar la presencia imperial, Obama ha sumergido la República en una mayor miseria e inestabilidad.

Los recientes acontecimientos en Honduras e Irán, que enfrentan a regímenes elegidos democráticamente con actores civiles y militares pro-estadounidenses decididos a derrocarlos, se pueden entender mejor como parte de una estrategia más amplia de la Casa Blanca designada para hacer retroceder* los logros de los gobiernos y movimientos de oposición durante los años Bush.

De una manera que recuerda las políticas de la Nueva Guerra Fría de Ronald Reagan, Obama ha aumentado enormemente el presupuesto militar, el número de tropas de combate, ha marcado nuevas regiones como objetivo de la intervención militar y respaldado golpes militares en regiones tradicionalmente controladas por Estados Unidos. Sin embargo, la estrategia de retroceso de Obama tiene lugar en un contexto interno e internacional muy diferente. A diferencia de Reagan, Obama se enfrenta a una profunda y prolongada recesión/depresión, a déficits fiscales y comerciales generalizados, a un papel cada vez menor en la economía mundial y a una pérdida de dominio político en América Latina, Oriente Próximo, este de Asia y otros lugares. Mientras que Reagan se enfrentó a un decadente régimen comunista soviético, Obama se enfrenta a una creciente oposición a escala mundial desde una variedad de regímenes electorales independientes laicos, clericales, nacionalistas, democrático liberales y socialistas, y de movimientos sociales anclados en luchas locales.

La estrategia de retroceso de Obama es evidente desde sus primeras declaraciones en las que prometía reafirmar el dominio ('liderazgo') estadounidense en Oriente Próximo, su proyección de potencia militar generalizada en Afganistán y de expansión militar a Pakistán, y la desestabilización de regímenes a través una profunda intervención por medio de terceros, como en Irán y Honduras.

El hecho de que Obama persiga la estrategia de retroceso opera en una multifacética política de abierta intervención militar, de operaciones encubiertas a través de la 'sociedad civil' , de una retórica diplomática aparentemente benigna de sutil persuasión que depende en mucho de la propaganda mediática. Los importantes acontecimientos que se están desarrollando actualmente ilustran las políticas de retroceso puestas en marcha.

En Afganistán Obama ha más que duplicado el número de fuerzas militares estadounidenses que han pasado de 32.000 a 68.000. Durante la primera semana de julio sus comandantes militares emprendieron la mayor ofensiva militar única desde hace décadas en la provincia del sur afgano de Helmand para desplazar a la resistencia y al gobierno indígena.

En Pakistán el régimen Obama-Clinton-Holbrooke ejerció con éxito la máximo presión sobre el recién instalado régimen cliente de Zedari para emprender una ofensiva militar masiva y hacer retroceder a las fuerzas de la resistencia islámica operativas desde hace mucho tiempo en las regiones fronterizas del noroeste, mientras los drones [aviones teledirigidos] y los comandos de las fuerzas especiales estadounidenses bombardean y asaltan rutinariamente los pueblos y a los dirigentes locales pastún sospechosos de apoyar a la resistencia.

En Iraq, el régimen de Obama emprende el ridículo complot de reconfigurar el mapa urbano de Bagdad para incluir bases militares y operaciones estadounidenses, y hacer pasar el resultado por "retirar las tropas a sus barracas". La multimilmillonaria inversión a largo plazo de Obama, su infraestructura militar a larga escala, incluyendo bases, campos de aviación e instalaciones, habla de una presencia imperial 'permanente', no de sus promesas de campaña de una retirada programada. Mientras que 'la puesta en escena' de elecciones fijas entre candidatos que son clientes certificados por Estados Unidos es la norma en Iraq y Afganistán, donde la presencia de tropas estadounidenses garantiza una victoria colonial, en Irán y Honduras Washington recurre a operaciones encubiertas para desestabilizar o derrocar a los presidentes en ejercicio que no apoyan las políticas de retroceso de Obama.

La operación encubierta y no tan visible en Irán encontró su expresión en un fracasado desafío electoral seguido de 'manifestaciones masivas en las calles' centradas en la afirmación de que la victoria electoral del anti-imperialista presidente en ejercicio Mahmoud Ahmadinejad fue el resultado de un 'fraude electoral'. Los medios de comunicación de masas occidentales desempeñaron un papel fundamental durante la campaña electoral al proporcionar una cobertura favorable exclusivamente de la oposición y aspectos negativos del régimen en ejercicio. Los medios de comunicación de masas recubrieron las 'noticias' con propaganda a favor de los manifestantes al presentar selectivamente la cobertura para deslegitimar las elecciones y a los altos cargos electos, y hacerse eco de las acusaciones de 'fraude'. El éxito de propaganda de la campaña de desestabilización orquestada por Estados Unidos incluso encontró un eco entre amplias secciones de lo que pasa por la 'izquierda' estadounidense la cual ignora la enorme financiación coordinada por Estados Unidos de grupos y políticos iraníes clave involucrados en las protestas en las calles. 'Periodistas free-lance' neo-conservadores, liberales e izquierdistas itinerantes, como Reese Erlich, defendieron la campaña de desestabilización desde su propio punto de vistas estratégico particular como 'un movimiento democrático popular contra el fraude electoral'.

Los animadores de derecha/izquierda de los proyectos de desestabilización estadounidenses no consideraron varios factores explicativos clave:

1. Por ejemplo, ninguno de ellos habló del hecho de que varias semanas antes de las elecciones un riguroso estudio dirigido por dos encuestadores estadounidenses había revelado unos resultados electorales muy cercanos al resultado real de las elecciones, incluidas las provincias étnicas en las que la oposición afirmó que había habido fraude.

2. Ninguno de los críticos habló de los 400 millones de dólares concedidos por la administración Bush para financiar el cambio de régimen, la desestabilización interna y las operaciones terroristas transfronterizas. Muchos de los estudiantes y de las ONG de la 'sociedad civil' en las manifestaciones recibieron fondos de fundaciones y ONG extranjeras, financiadas a su vez por el gobierno estadounidense.

3. Las acusaciones de fraude electoral se elaboraron después de que se anunciaran los resultados de las elecciones. Durante todo el periodo previo a las elecciones, especialmente cuando las oposición creían que iba a ganarlas, ni los estudiantes que luego se manifestaron ni los medios de comunicación de masas occidentales ni los periodistas freelance hablaron de un fraude inminente. Durante todo el día de las elecciones, con observadores de la oposición en cada colegio electoral, ni los medios de comunicación ni los observadores internacionales y los izquierdistas que apoyaban a la oposición señalaron que se hubiera intimidado a los votantes o hubiera habido fraude. Los observadores de los partidos de la oposición estuvieron presentes para controlar todo el proceso de recuento de votos y, sin embargo, sólo con raras excepciones, no hubo entonces afirmaciones de pucherazo. De hecho, excepto una dudosa afirmación del periodista free-lance Reese Erlich, ninguno de los medios de comunicación del mundo afirmó que hubiera habido más votos de los censados. E incluso se admitió que las afirmaciones de Erlich se basaban en 'relatos anecdóticos' de fuentes anónimas entre sus contactos en la oposición.

4. Durante la primera semana de protestas en Teherán los dirigentes estadounidenses, los de la Unión Europea y los israelíes no cuestionaron la validez del resultado de las elecciones. En cambio condenaron la represión de los manifestantes por parte del régimen. Evidentemente, sus bien informados operativos de inteligencia y embajadas proporcionaron una valoración más acertada y sistemática de las preferencias de los votantes iraníes que la propaganda urdida por los medios de comunicación de masas occidentales y los tontos útiles entre la izquierda anglo-estadounidense.

La oposición electoral y en las calles respaldada por Estados Unidos en Irán fue diseñada para llevar al límite una campaña de desestabilización, con la intención de hacer retroceder la influencia iraní en Oriente Próximo, minar la oposición de Teherán a la intervención militar estadounidense en el Golfo, a su ocupación de Iraq y, sobre todo, el desafío por parte de Irán a la proyección de poder militar de Israel en la región. Durante años la política y la propaganda anti-iraní ha estado fuertemente influenciada a diario por toda la configuración de poder en favor de Israel existente en Estados Unidos. Esto incluye a 51 presidentes de las principales organizaciones judías de Estados Unidos con más de un millón de miembros y varios miles de funcionarios a tiempo completo, multitud de escritores y comentaristas que dominan las páginas de opinión tanto de los influyentes Washington Post, Wall Street Journal, New York Times como de la prensa amarilla.

La política de Obama de hacer retroceder la influencia iraní se basó en un proceso en dos etapas: apoyar a una coalición de disidentes del clero, liberales pro-occidentales, disidentes demócratas y derechistas vicarios de Estados Unidos. Una vez que llegaran el poder, Washington empujaría a los clérigos disidentes a alianzas con sus aliados estratégicos entre los liberales y derechistas pro-occidentales, que entonces cambiarían la política de acuerdo con los intereses imperialistas estadounidenses y coloniales israelíes cortando el apoyo a Siria, Hizbola, Hamás, Venezuela, la resistencia iraquí y abrazando a los clientes saudí-iraquí-jordanos pro-estadounidenses. En otras palabras, la política de retroceso de Obama está diseñada para volver a situar a Irán en su alineamiento político anterior a 1979.

La [estrategia] por parte de Obama de hacer retroceder a regímenes electos críticos para imponer clientes acomodaticios encuentra otra expresión en el reciente golpe militar en Honduras. El uso del alto mando del ejército de Honduras y de los viejos vínculos de Washington con la oligarquía local, que controla el Congreso y el Tribunal Supremo, facilitó el proceso y obvió la necesidad de una intervención directa estadounidense -como fue el caso en otras recientes campañas golpistas. A diferencia de Haití donde hace sólo una década intervinieron los marines estadounidenses para derrocar al democráticamente elegido Bertrand Aristide y respaldaron abiertamente el fallido golpe contra el presidente Chávez en 2002 y, más recientemente, financiaron el chapucero golpe contra el presidente electo Evo Morales en septiembre de 2008, las circunstancias de la implicación estadounidense en Honduras fueron más discretas para posibilitar un 'desmentido creíble'.

La 'presencia estructural' y los motivos de Estados Unidos en relación al derrocado presidente Zelaya son fácilmente identificables. Históricamente Estados Unidos ha adiestrado y ha tratado con prácticamente todo el cuerpo de oficiales de Honduras y ha mantenido una profunda penetración en todos los altos niveles gracias a consultas diarias y a una planificación estratégica común. A través de su base militar en Honduras los agentes de la inteligencia militar del Pentágono mantienen estrechos contactos tanto para llevar a cabo las políticas como para seguir la pista de todos los movimientos políticos por parte de todos los actores políticos. Como Honduras está tan fuertemente militarizada ha servido de importante base para la intervención militar estadounidense en la región: en 1954 se lanzó desde Honduras el golpe con éxito respaldado por Estados Unidos contra el presidente guatemalteco elegido democráticamente. En 1960 se lanzó desde Honduras la invasión del exilio cubano orquestada por Estados Unidos. Desde 1981 a 1989 Estados Unidos financió y adiestró a más de 20.000 mercenarios de la 'contra' en Honduras que integraban el ejército de escuadrones de la muerte para atacar al gobierno sandinista nicaragüense elegido democráticamente. Durante los primeros siete años del gobierno de Chávez los regímenes hondureños se aliaron incondicionalmente a Washington en contra del regimen popular de Caracas.

Obviamente, nunca ha habido o podría haber un golpe militar contra ningún régimen títere de Estados Unidos en Honduras. La clave del cambio de la política estadounidense en relación a Honduras se produjo en 2007-2008 cuando el presidente liberal Zelaya decidió mejorara las relaciones con Venezuela para asegurar el generoso subsidio de petróleo y la ayuda exterior de Caracas. Posteriormente Zelaya entró en 'Petro-Caribe', una asociación del Caribe y Centroamérica organizada por Venezuela para suministrar petróleo y gas a largo plazo y bajo coste para satisfacer las necesidades de los países miembro. Más recientemente, Zelaya se unió al ALBA, una organización de integración regional patrocinada por el presidente Chávez para promocionar más intercambios comerciales e inversiones entre sus países miembro en oposición al pacto de libre mercado promovido por Estados Unidos conocido como el ALCA.

Dado que Washington considera a Venezuela una amenaza y una alternativa a su hegemonía en América Latina, el alineamiento de Zelaya con Chávez en cuestiones económicas y su postura crítica respecto a la intervención estadounidense lo convirtieron en un objetivo probable de los planificadores de golpes estadounidenses deseosos de convertir a Zelaya en un ejemplo y preocupados por su acceso a las bases militares hondureñas, tradicional punto de lanzamiento de su intervención en la región.

Washington asumió equivocadamente que un golpe en una pequeña 'república bananera' (de hecho, la república bananera original) en Centroamérica no provocaría ninguna protesta importante. Creyeron que el 'retroceso' centroamericano serviría de advertencia a otros regímenes con mentalidad independiente en la región del Caribe y Centroamérica de lo que les espera si se alienan con Venezuela.

La mecánica del golpe es bien conocida y pública: el ejército hondureño secuestró al presidente Zelaya y lo "exilió" a Costa Rica, los oligarcas nombraron "presidente" a uno de los suyos en el Congreso, mientras sus colegas del Tribunal Superior de Justicia proporcionaban un falaz argumento legal.

Los gobiernos de América Latina, desde la izquierda a la derecha, condenaron el golpe y reclamaron el restablecimiento del presidente legalmente elegido. El presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton, que no estaban dispuestos a renegar de sus clientes, condenaron la violencia sin más especificaciones y pidieron negociaciones entre los poderosos usurpadores y el debilitado presidente en el exilio -un claro reconocimiento del papel legítimo de los generales hondureños como interlocutores.

Una vez que la Asamblea General de Naciones Unidas condenó el golpe y que la Organización de Estados Americanos (OEA) exigió la restitución de Zelaya, Obama y la secretaria Clinton condenaron finalmente el derrocamiento de Zelaya, aunque se negaron a llamarlo "golpe", lo que de acuerdo con la legislación de EEUU habría dado lugar automáticamente a una suspensión total de su paquete anual de ayuda militar y económica (80 millones de dólares) a Honduras. Mientras que Zelaya se reunió con todos los jefes de Estado latinoamericanos, el presidente Obama y la secretaria Clinton le remitieron a un funcionario de rango menor a fin de no debilitar a sus aliados de la Junta de Honduras. Todos los países de la OEA retiraron a sus embajadores, salvo Estados Unidos, cuya embajada comenzó a negociar con la Junta para ver cómo se podría salvar la situación en la que ambos se encontraban cada vez más aislados -especialmente ante el hecho de la expulsión de Honduras de la OEA.

Que Zelaya regrese finalmente a su puesto o que la Junta respaldada por Estados Unidos continúe en el cargo durante un periodo prolongado de tiempo mientras Obama y Clinton sabotean su regreso inmediato a través de prolongadas negociaciones, la cuestión clave de la estrategia de retroceso promovida por Estados Unidos ha sido extremadamente costosa desde el punto de vista diplomático y político.

El golpe en Honduras respaldado por Estados Unidos demuestra que, a diferencia de la década de 1980, cuando el presidente Ronald Reagan invadió Granada y el presidente George Bush (padre) invadió Panamá, la situación y el perfil político de América Latina (y del resto del mundo) han cambiado drásticamente. Entonces los militares y los regímenes pro-estadounidenses de la región aprobaron en general las intervenciones de Estados Unidos y colaboraron; algunos protestaron ligeramente. Hoy en día, el centro-izquierda, e incluso los regímenes electorales de la derecha, se oponen a los golpes militares en cualquier parte [porque los ven] como una amenaza potencial para su propio futuro.

Es igualmente importante que, habida cuenta de la grave crisis económica y del aumento de la polarización social, lo último que quieren los correspondientes regímenes es un sangrante malestar interno estimulado por crudas intervenciones imperiales de Estados Unidos. Por último, las clases capitalistas de los países latinoamericanos de centro-izquierda quieren estabilidad porque pueden cambiar el equilibrio de poder a través de las elecciones (como en los recientes casos de Panamá y Argentina) y los regímenes militares favorables a Estados Unidos pueden alterar sus crecientes lazos comerciales con China, Oriente Próximo y Venezuela/Bolivia.
La estrategia de retroceso global de Obama incluye la construcción de bases de misiles en Polonia y la República Checa, no muy lejos de la frontera con Rusia. Obama está empujando fuerte para incorporar a Ucrania y a Georgia en la OTAN, lo que aumentará la presión militar de Estados Unidos en el flanco sur de Rusia. Aprovechando la "plasticidad" del presidente ruso Dimitry Medvedev (siguiendo las huellas de Mikail Gorbechov), Washington se ha asegurado el libre paso de tropas y armamento estadounidenses a través de Rusia hasta el frente afgano; la aprobación de Moscú de nuevas sanciones contra Irán, y reconocimiento y apoyo al régimen tutelado de EEUU en Bagdad. Los responsables de Defensa rusos cuestionarán probablemente el obsequioso comportamiento de Medvedev en cuanto Obama avance en su proyecto de estacionar misiles nucleares a cinco minutos de Moscú.

Hacer retroceder: fallos predecibles y efecto boomerang
La estrategia de retroceso de Obama cuenta con un renacimiento de políticas derechistas de masas para legitimar la reafirmación del dominio estadounidense. A lo largo de 2008 en Argentina cientos de miles de manifestantes de clase media y baja salieron a las calles en el interior del país bajo la dirección de las asociaciones de grandes terratenientes pro-estadounidenses para desestabilizar el régimen de centro-izquierda de Fernández. En Bolivia, cientos de miles de estudiantes de clase media, empresarios, propietarios y afiliados a ONG, tomaron Santa Cruz y otras cuatro provincias ricas y, bien financiados por el embajador Goldberg, por la Agencia para el Desarrollo Internacional y la Donación Nacional para la Democracia se lanzaron a las calles, generando el caos y asesinando a 30 indígenas seguidores del presidente Morales en un intento de expulsarle del poder. Similares manifestaciones masivas de derechas han tenido lugar en el pasado en Venezuela y más recientemente en Honduras y en Irán.

La idea de que las manifestaciones masivas de sectores acomodados gritando "democracia" da legitimidad a los intentos deslegitimadores de EEUU contra sus adversarios democráticamente elegidos es una idea promulgada por cínicos propagandistas en los medios de comunicación y repetida como loros por crédulos y "progresistas" periodistas free-lance que nunca han entendido los fundamentos de clase en la política de masas.

El golpe hondureño de Obama y el esfuerzo de desestabilización financiado por Estados Unidos en Irán tienen mucho en común. Ambos tienen lugar en contra de los procesos electorales en los que los críticos de las políticas de Estados Unidos derrotaron a las fuerzas sociales favorables a Washington. Habiendo perdido la "opción electoral", la estrategia de retroceso de Obama trata de que la política extraparlamentaria de masas legitime los intentos de la elite para hacerse con el poder: en Irán a través de clérigos disidentes, y en Honduras por los generales y oligarcas.

Tanto en Honduras como en Irán, los objetivos de la política exterior de Washington eran los mismos: hacer retroceder a los regímenes cuyos dirigentes rechazaron la tutela de Estados Unidos. En Honduras, el golpe sirve de "lección" para intimidar a otros países centroamericanos y del Caribe que se han salido de la órbita de Estados Unidos y se han unido a los programas de integración económica encabezados por Venezuela. El mensaje de Obama es claro: esos movimientos tendrán como resultado el sabotaje orquestado de Estados Unidos y sus represalias.

A través de su apoyo al golpe militar, Washington recuerda a todos los países de América Latina que Estados Unidos todavía tiene capacidad para aplicar sus políticas a través de las elites militares latinoamericanas, a pesar de que sus propias fuerzas armadas están atadas de pies y manos en guerras y ocupaciones en Asia y Oriente Próximo, y de que su presencia económica esté disminuyendo. Del mismo modo, en Oriente Próximo, la desestabilización del régimen iraní por parte de Obama está destinada a intimidar a Siria y a otros críticos de la política imperial de Estados Unidos, y a tranquilizar a Israel (y a quienes configuran el poder sionista en Estados Unidos) respecto a que Irán sigue ocupando un lugar importante en su agenda de retrocesos.
La política de Obama de hacer retroceder sigue los pasos, en muchos sentidos cruciales, del presidente Ronald Reagan (1981-1989). Al igual que Reagan, la presidencia de Obama tiene lugar en un momento de retirada estadounidense, de disminución de poder y de avance de la política anti-imperialista. Reagan hizo frente a las secuelas de la derrota de Estados Unidos en Indochina, al éxito de la difusión de las revoluciones anti-coloniales en el sur de África (especialmente Angola y Mozambique), al éxito de la rebelión democrática en Afganistán, a una victoriosa revolución social en Nicaragua y a grandes movimientos revolucionarios en El Salvador y Guatemala. Al igual que hoy Obama, Reagan puso en marcha una estrategia militar asesina para hacer retroceder estos cambios a fin de socavar, desestabilizar y destruir a los adversarios del imperio de Estados Unidos.

Obama se enfrenta a un conjunto similar de condiciones adversas en la actual era post-Bush: avances democráticos en toda América Latina con nuevos proyectos de integración regional que excluyen a Estados Unidos; derrotas y estancamientos en Oriente Próximo y en Asia meridional; una proyección de poder ruso reactivado y fortalecido en las repúblicas ex–soviéticas; la disminución de la influencia de Estados Unidos en los compromisos militares de la OTAN; una pérdida de credibilidad política, económica, militar y diplomática como resultado de la depresión económica mundial inducida por Wall Street y la prolongación sin éxito de guerras regionales.

Al contrario que la de Obama, la estrategia de retroceso de Ronald Reagan tuvo lugar bajo circunstancias favorables. En Afganistán, Reagan consiguió el apoyo de todo el mundo musulmán conservador y operó a través de los feudales dirigentes tribales afganos, que resultaron ser clave, contra un régimen reformista, de base urbana y respaldado por los soviéticos en Kabul. Obama está en la posición inversa en Afganistán. La vasta mayoría de los afganos y la inmensa mayoría de la población musulmana en Asia se oponen a su ocupación militar.

La estrategia de retroceso de Reagan en Centroamérica, especialmente su invasión mercenaria de la Contra en Nicaragua, contó con el apoyo de Honduras y de todas las dictaduras militares pro-estadounidenses en Argentina, Chile, Bolivia y Brasil, así como de los gobiernos civiles de derechas de la región. En contraste, el golpe de reversión de Obama en Honduras y en el exterior se enfrenta con regímenes electorales democráticos en toda la región, una alianza de regímenes nacionalistas de izquierda encabezada por Venezuela y organizaciones regionales económicas y diplomáticas firmemente opuestas a cualquier retroceso a la dominación y a la intervención de Estados Unidos. La estrategia de retroceso de Obama se halla ante un absoluto aislamiento político en toda la región.

La política de hacer retroceder de Obama no puede ejercer la "mano dura" económica para obligar a los regímenes en Oriente Próximo y Asia a que apoyen sus políticas. Ahora existen mercados asiáticos alternativos, inversiones extranjeras de China, la profundización de la depresión estadounidense y la desinversión en el exterior de bancos y multinacionales de Estados Unidos. A diferencia de Reagan, Obama no puede combinar la zanahoria económica con el palo militar. Obama tiene que recurrir a la opción militar menos eficaz y menos costosa en un momento en que el resto del mundo no tiene ningún interés ni voluntad de proyectar poder militar en regiones de escasa importancia económica o a cuyos mercados se puede acceder a través de acuerdos económicos.

El lanzamiento de la estrategia global de retroceso de Obama ha tenido un efecto boomerang incluso en su fase inicial. En Afganistán, la gran acumulación de tropas y la ofensiva masiva contra las plazas fuertes de los "talibán" no ha dado lugar a grandes victorias militares, ni siquiera a enfrentamientos. La resistencia se ha retirado, mezclada con la población local, y probablemente recurra a una guerra de desgaste prolongada, descentralizada y a pequeña escala, diseñada para comprometer a varios miles de efectivos militares en un mar hostil de afganos, sangrando la economía de Estados Unidos, aumentando sus bajas sin resolver nada y, eventualmente, probando la paciencia de la opinión pública estadounidense profundamente inmersa en la actualidad en las pérdidas de puestos de trabajo y en la rápida disminución del nivel de vida.

El golpe llevado a cabo por los militares hondureños y respaldado por Estados Unidos ya ha reafirmado el aislamiento político y diplomático estadounidense en el Hemisferio. El régimen de Obama es el único de los países importantes que ha mantenido a su embajador en Honduras, el único país que se niega a considerar el golpe militar como un "golpe", y el único que mantiene la ayuda económica y militar. Más que establecer un ejemplo del poder de Estados Unidos para intimidar a los países vecinos, el golpe ha reforzado la convicción entre todos los países de Sudamérica y Centroamérica de que Washington está tratando de volver a los "viejos malos tiempos" de regímenes militares pro-estadounidenses, al saqueo económico y a los mercados monopolizados.

Lo que los asesores de política exterior de Obama no han logrado entender es que no pueden poner a sus "Humpty Dumpty"** juntos de nuevo; que no pueden volver a la época de [la estrategia de] retroceso de Reagan, de los bombardeos unilaterales contra Iraq, Yugoslavia y Somalia, de Clinton, ni a su saqueo de América Latina.

Ninguna región, país o alianza de importancia seguirá a Estados Unidos en su ocupación colonial armada en países de la periferia (Afganistán/Pakistán) o incluso centrales (Irán) aunque se unan a Estados Unidos en las sanciones económicas, las guerras y los esfuerzos de desestabilización electoral en contra de Irán.

Ningún país latinoamericano tolerará otro golpe militar de Estados Unidos contra un presidente democráticamente elegido, incluso los regímenes nacionales populistas que divergen de la política económica y diplomática estadounidense. El gran temor y el horror ante el golpe respaldado por Estados Unidos se deriva del recuerdo por parte de toda la clase política latinoamericana de la pesadilla de los años de dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos.

La ofensiva militar de Obama, su estrategia de hacer retroceder para recuperar el poder imperial, está acelerando el declive de la República Estadounidense. El aislamiento de su administración se pone cada vez más de manifiesto por su dependencia de los "Israel primero" que ocupan su administración y el Congreso, así como los influyentes expertos pro-israelíes en los medios de comunicación que identifican el retroceso con la propia confiscación de tierras palestinas por parte de Israel y las amenazas militares a Irán.

El retroceso tiene efecto boomerang. En vez de recuperar la presencia imperial, Obama ha sumergido la República y, con ella, al pueblo estadounidense en una mayor miseria e inestabilidad.

Los libros más recientes de lames Petras son Whats Left in Latin America, del que es co-autor junto con Henry Veltmeyer (Ashgate press 2009) y Global Depression and Regional Wars (Clarity press 2009 –agosto).


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(*) N de las t.: El título en ingles reza: "Obama's Rollback Strategy: Honduras, Iran, Pakistan, Afghanistan (and the Boomerang Effect)" en el que 'rollback' se utiliza con el significado que adquirió durante el periodo de la Guerra Fría y, según el autor, "en el sentido de hacer retroceder, revertir o volver a una situación previa para recuperar espacios políticos perdidos a partir de la derrota de los que previamente ganaron".
(**) N. de las t.: Humpty Dumpty es una famosa canción infantil en el mundo anglosajón. La cita hace referencia a lo que el autor dice a continuación, que Obama no puede reconstruir el pasado.

Fuente: www.Telesurtv.net

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Washington y el golpe de Estado en Honduras: aquí están las pruebas

Revisado por Caty R.


  • El Departamento de Estado tenía conocimiento previo del golpe.

  • El Departamento de Estado y el Congreso de EEUU financiaron y asesoraron a los actores y organizaciones hondureñas que participaron en el golpe.

  • El Pentágono entrenó, capacitó, financió y armó al ejército hondureño que perpetró el golpe y sigue reprimiendo al pueblo de Honduras.

  • La presencia militar estadounidense en Honduras, que ocupa la base militar de Soto Cano (Palmerola), autorizó el golpe de Estado con su complicidad tácita y la negativa a retirar su apoyo a los militares hondureños.

  • El embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, Hugo Llorens, coordinó la expulsión del poder del presidente Manuel Zelaya, junto con el subsecretario de Estado Thomas Shannon y John Negroponte, quien trabaja actualmente como asesor de la Secretaria de Estado Hillary Clinton.

  • Desde el primer día del golpe, el gobierno de Washington ha hablado de las “dos partes” involucradas y la necesidad de un “diálogo” para restituir el orden constitucional, legitimando de esta forma a los golpistas.

  • El Departamento de Estado se ha negado a calificar legalmente los sucesos de Honduras como un “golpe de Estado”, no ha suspendido ni congelado su apoyo financiero y el comercio con el país, ni ha tomado medidas para presionar eficazmente al gobierno de facto.

  • Washington manipuló a la Organización de Estados Americanos para alargar el tiempo de debate sobre lo que había que hacer y así no apoyar el regreso inmediato del presidente Zelaya al poder, como parte de una estrategia que sigue en pie y simplemente busca legitimar al gobierno de facto y desgastar al pueblo hondureño que todavía se resiste al golpe.

  • La Secretaria de Estado Clinton y sus voceros dejaron de hablar del regreso del presidente Zelaya al poder luego de la designación de Oscar Arias, presidente de Costa Rica, como “mediador”, y ahora califican al dictador que asumió el poder ilegalmente durante el golpe, Roberto Micheletti, como “presidente interino”.

  • La estrategia de “negociar” con los golpistas fue impuesta por el gobierno de Obama como una manera de desacreditar al presidente Zelaya –culpándolo por los hechos que provocaron el golpe– y legitimando a los golpistas.

  • Congresistas estadounidenses –demócratas y republicanos– organizaron una visita de unos representantes de los golpistas de Honduras a Washington, a los que recibieron con honores en diferentes instituciones de la capital estadounidense.

  • A pesar de que fue el senador republicano John McCain quien coordinó la visita de los golpistas a Washington a través de un bufete de lobby, The Cormac Group, actualmente es el abogado de Bill Clinton y amigo cercano de Hillary, Lanny Davis, a quien se ha contratado como “lobbista” para lograr la aceptación pública de Washington del gobierno de facto en Honduras.

  • Otto Reich y el venezolano Robert Carmona-Borjas, quien fue abogado del dictador Pedro Carmona durante el golpe de Estado de Venezuela en Abril de 2002, ayudaron desde Washington a preparar el escenario para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

  • El equipo de diseño del golpe de Estado en Honduras designado por Washington también incluía a un grupo de embajadores de Estados Unidos recientemente nombrados en Centroamérica, expertos en la desestabilización de la revolución cubana, y a Adolfo Franco, ex encargado del programa de Cuba de la USAID.

Nadie duda de la implicación de Washington en el golpe de Estado de Honduras contra el presidente Manuel Zelaya que comenzó el pasado 28 de junio. Muchos analistas, dirigentes, e incluso presidentes, lo han denunciado. Sin embargo, la mayoría coinciden en disculpar a la administración de Barack Obama de algún papel en el golpe hondureño, haciendo responsables en su lugar a los rasgos del gobierno de George W. Bush y a los halcones que todavía andan por los pasillos de la Casa Blanca. La evidencia demuestra que sí, que es cierto que los halcones y los protagonistas de siempre de los golpes y sabotajes en América Latina también han participado esta vez, y además existen amplias pruebas que señalan el papel del gobierno de Obama.

[PARA QUIENES QUIERAN LEER MÁS SOBRE LOS DETALLES DE LA PARTICIPACIÓN DE WASHINGTON EN EL GOLPE, SIGUE ABAJO]

El Departamento de Estado

La nueva diplomacia estadounidense, denominada “smart power” (poder inteligente) ha jugado un papel principal antes, durante y después del golpe de Estado en Honduras. Los voceros del Departamento de Estado, admitieron en una rueda de prensa el 1 de julio, que tenían conocimiento previo del golpe y habían estado trabajando con los sectores que lo planificaban para buscar “otra solución”.i También admitieron que dos altos funcionarios del Departamento de Estado, el subsecretario de Estado para América Latina Thomas Shannon y el subsecretario de Estado James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al golpe para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Dicen que su propósito era “frenar” el golpe, sin embargo su presión verbal no concuerda con su respaldo a los sectores golpistas.

Después del golpe, la Secretaria de Estado Hillary Clinton publicó una declaración, el domingo 28 de junio, que no reconocía los sucesos como un “golpe” y tampoco exigía la restitución del presidente Zelaya en el poder. Adicionalmente, siempre hacía referencia a “las dos partes” del conflicto, legitimando a los golpistas y haciendo responsable públicamente al presidente Zelaya desde el primer día: “La acción contra el presidente hondureño Mel Zelaya viola los principios de la Carta Democrática de la OEA y debe ser condenado. Llamamos a todas las partes en Honduras a que respeten el orden constitucional y el Estado de derecho, que reafirmen su vocación democrática y se comprometan a resolver las disputas políticas de manera pacífica a través del diálogo. Honduras debe abrazar a los mismos principios de la democracia que ratificamos hace un mes en la reunión de la OEA celebrada en ese país.”ii

Y desde entonces, a pesar de diversas referencias al “golpe” de Honduras, el Departamento de Estado se negaba a calificarlo de golpe de Estado, lo que le obligaría a suspender toda clase de apoyo económico, diplomático y militar al país. El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado lo explicaron de esta manera: “En referencia al propio golpe, lo mejor sería decir que fue un esfuerzo coordinado entre los militares y algunos actores civiles. Obviamente, los militares fueron quienes condujeron la remoción forzada del presidente y han actuado para asegurar el orden público durante este proceso. Pero para que el golpe sea más que una insurrección o una rebelión, hay que ver una transferencia del poder a los militares. Y en ese sentido el Congreso –la decisión del Congreso de juramentar a su presidente Micheletti, como presidente de Honduras, indica que el Congreso y miembros claves de éste han desempeñado un papel importante en esta situación.”iii

Esta posición ambigua, que condena los sucesos de Honduras como una ruptura del orden constitucional pero no llega a calificarlo como golpe de Estado ni exige la restitución del presidente Zelaya, se ratificó luego de la reunión que sostuvo la Secretaria de Estado Hillary Clinton con el presidente Zelaya el 7 de julio: “Acabo de celebrar una reunión productiva con el presidente Zelaya. Discutimos los sucesos de los últimos nueve días y el camino a seguir. Le reiteré que Estados unidos apoya la restitución del orden constitucional en Honduras. Seguimos apoyando los esfuerzos regionales a través de la OEA para lograr una resolución pacífica según las normas de la Carta Democrática. Llamamos a todas las partes a no cometer actos de violencia y a buscar una solución pacífica, constitucional y estable a las serias divisiones en Honduras, por medio del diálogo. Para ese fin, hemos trabajado con nuestros socios en el hemisferio para establecer una negociación, un diálogo que podría desembocar en una resolución pacífica de esta situación.”iv

Ya estaba claro, después de esa reunión, que Washington no iba a seguir abogando por el regreso del presidente Zelaya al poder, sino que buscaba “una negociación” con los golpistas que, al final, favoreciera los intereses estadounidenses. Fuentes cercanas a la Organización de Estados Americanos (OEA) afirman que una alta delegación estadounidense presente en la reunión del 4 de julio en la sede del organismo multilateral intensificó la presión hacia otros Estados para que aceptaran una salida “negociada” que no implicase necesariamente la restitución de Zelaya como presidente de Honduras.

Esta manera de desviar el tema, manipular el asunto y aparecer asumiendo una posición cuando en realidad las actuaciones demuestran lo contrario, forma parte de la nueva doctrina de Obama denominada “smart power” (poder inteligente), que pretende lograr los objetivos imperiales sin satanizar al gobierno de Washington. “Smart Power” es “la capacidad de combinar el ‘poder duro’ con el ‘poder suave’ para lograr una estrategia victoriosa. El ‘Smart Power’ utiliza estratégicamente la diplomacia, la persuasión, la construcción de capacidades, la proyección del poder militar, económico y político y la influencia imperial, de manera efectiva, con una legitimidad política y social.” Esencialmente, es una mezcla de la fuerza militar con todas las formas de la diplomacia, con énfasis en el uso de la “promoción de la democracia” como táctica para influir en el destino de los pueblos, en vez de perpetrar una invasión militar.

El embajador

El periodista Jean-Guy Allard ha revelado los orígenes del actual embajador de Estados Unidos en Honduras, Hugo Llorensv. Según Allard, Hugo Llorens, un cubano de nacimiento que llegó a Estados Unidos como parte de la Operación Peter Pan, es “especialista en terrorismo… La Casa Blanca de George W. Bush captó al astuto Llorens en 2002, nada menos que como Director de asuntos andinos del Consejo Nacional de Seguridad de Washington D.C., lo que lo convirtió en el principal asesor del presidente sobre Venezuela. El golpe de Estado de 2002 contra el presidente Hugo Chávez se produjo mientras Llorens se encontraba bajo la autoridad del subsecretario de Estado para Asuntos hemisféricos, Otto Reich, y del muy controvertido Elliot Abrams. En julio de 2008, Llorens fue nombrado embajador en Honduras.”

El pasado 4 de junio, el embajador Llorens declaró a la prensa hondureña que “...Uno no puede violar la Constitución para crear una Constitución, porque si uno no tiene Constitución vive la ley de la jungla.”vi Esas declaraciones se emitieron en referencia a la encuesta popular sobre la convocatoria de una posible asamblea constituyente, que debería haber tenido lugar el 28 de junio si no hubiera ocurrido el golpe de Estado contra el presidente Zelaya. Los comentarios de Llorens no sólo ponen en evidencia su posición contra la encuesta, sino, además, su total injerencia en los asuntos internos de Honduras.

Pero Llorens no estaba solo en la región. Luego de su nombramiento como embajador en Honduras –cargo que obviamente se le asignó debido a la necesidad de neutralizar la creciente presencia de gobiernos izquierdistas en la región y la potencia regional del ALBA–, se nombraron varios embajadores más de Washington en los países vecinos, todos expertos en la desestabilización de la revolución cubana y operaciones psicológicas.

Primero llegó el diplomático Robert Blau a la embajada de Estados Unidos de El Salvador, el 2 de julio de 2008, como el segundo de la diplomacia estadounidense. En enero de este año, Blau asumió la embajada como encargado de negocios. Antes de su envío a El Salvador, Blau fue subdirector de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, luego de haber estado dos años en la Sección de Intereses de Washington en La Habana como asesor político. Fue tan eficiente en su trabajo en Cuba con la disidencia, que el Departamento de Estado le concedió el Premio James Clement Dunn a la Excelencia, debido a su labor con la oposición contrarrevolucionaria en Cuba. Llorens y Blau eran viejos amigos, luego de trabajar juntos en el equipo de Otto Reich en el Departamento de Estado.

Después fue nombrado Stephen McFarland como embajador de Estados Unidos en Guatemala, el 5 de agosto de 2008. McFarland, graduado de la Universidad de Guerra de Estados Unidos y ex miembro del equipo de combate número dos de los marines en Iraq, era el segundo en la Embajada de Estados Unidos en Venezuela bajo William Brownfield, quien incrementó de manera alarmante el apoyo financiero y político a la oposición contra Chávez. Luego, McFarland estuvo en la embajada de Estados Unidos en Paraguay, apoyando la construcción de la base militar del Pentágono en ese país. McFarland también fue director de Asuntos Cubanos en el Departamento de Estado y su perfil lo destaca como un experto “en transiciones democráticas, derechos humanos y seguridad.”

El embajador Robert Callahan llegó a Managua, Nicaragua, también a principios de agosto. Ha trabajado en las embajadas en La Paz, Bolivia, y San José, Costa Rica, y ha sido profesor en la Universidad Nacional de Guerra de Estados Unidos. En 2004 fue enviado a Iraq como agregado de prensa de la embajada en Bagdad. A su regreso, estableció la oficina de prensa y propaganda de la recién creada Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) de Washington, que en la actualidad es el órgano más poderoso de la inteligencia estadounidense.

Juntos, estos embajadores –expertos en golpes de Estado, desestabilización y propaganda– han preparado el terreno para el golpe contra el presidente Zelaya en Honduras.

Financiamiento a los golpistas

Justo en el mes anterior del golpe contra el presidente Zelaya se formó una coalición entre diferentes organizaciones no gubernamentales, empresarios, partidos políticos, la iglesia católica y los medios de comunicación, denominada “la unión cívica democrática”. Su único propósito era derrocar al presidente Zelaya para impedir que abriera el camino a una asamblea constituyente que permitiría al pueblo alzar su voz y participar en su proceso político.

La “unión cívica democrática” de Honduras esta compuesta por organizaciones como el Consejo Nacional Anticorrupción, el Arzobispado de Tegucigalpa, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), el Consejo de Rectores de Universidades, la Confederación de Trabajadores de Honduras (CTH), el Foro Nacional de Convergencia, la Federación Nacional de Comercio e Industrias de Honduras (FEDECAMARA), la Asociación de Medios de Comunicación (AMC), el Grupo Paz y Democracia y el grupo estudiantil Generación X Cambio.

La mayoría de estas organizaciones han sido beneficiarias de los más de 50 millones de dólares que anualmente invierten la USAID y la NED en el “desarrollo democrático” en Honduras. De hecho, un informe de la USAID sobre su financiamiento y trabajo con COHEP, destaca que “el perfil bajo de la USAID en este proyecto ayudó a asegurar la credibilidad de COHEP como una organización hondureña y no un brazo de la USAID.”

Los voceros de la unión cívica democrática de Honduras en representación, según ellos, de la “sociedad civil”, declararon a la prensa hondureña el 23 de junio –cinco días antes del golpe contra el presidente Zelaya– que “confían en que las fuerzas armadas cumplirán con su deber de defender la Constitución, el Estado de Derecho, la paz y la democracia.” Cuando sucedió el golpe, el día 28 de junio, fueron los primeros que salieron a decir que no hubo un golpe de Estado, sino que habían “rescatado su democracia” de las manos del presidente Zelaya, cuyo crimen fue querer dar al pueblo voz, visibilidad y participación. También en representación de los sectores de clase media y alta, la unión cívica democrática ha calificado a los sectores que apoyan al presidente Zelaya de “turbas”.

El Instituto Republicano Internacional, que recibe fondos de la National Endowment for Democracy (NED), obtuvo más de 1,2 millones de dólares en 2009 para trabajar con los sectores políticos en Honduras. Su trabajo se ha dedicado a apoyar los “centros de pensamiento” y “grupos de presión” en Honduras, para influir en los partidos políticos y “apoyará iniciativas para implementar posiciones políticas durante las campañas de 2009.” Ésta es una clara intervención en la política interna de Honduras y evidencia del financiamiento de la NED a los sectores golpistas del país.

El lobby de Washington

El senador republicano John McCain, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, ayudó coordinar la visita de la delegación golpista de Honduras a Washington durante la semana pasada. McCain es conocido por su dura postura contra Venezuela, Bolivia y otros países de la región considerados “anti imperialistas” y por sus estrechos vínculos con la mafia cubana en Miami. McCain también es jefe del Instituto Republicano Internacional (IRI), ente financiero de los golpistas de Honduras. McCain ofreció los servicios de su empresa de lobby, The Cormac Group, que organizó una rueda de prensa de los golpistas en el National Press Club el 7 de junio.

Pero más allá de la conexión republicana con los golpistas hondureños, hay un vínculo más comprometedor con la actual administración demócrata de Barack Obama. El abogado Lanny Davis fue contratado por la sede hondureña del Consejo de Empresarios de América Latina (CEAL) para hacer lobby a favor de los golpistas y convencer a los poderes de Washington de que deben aceptar y reconocer al gobierno de facto de Honduras. Lanny Davis fue abogado del ex presidente Bill Clinton cuando estaba en la Casa Blanca, y es un conocido amigo y asesor de la actual Secretaria de Estado Hillary Clinton. Davis está organizando una ofensiva diplomática y mediática a favor de los golpistas, incluida la compra de publicidad en periódicos estadounidenses, y organizando reuniones entre los representantes golpistas y diferentes congresistas, senadores y funcionarios del gobierno de EEUU. CEAL esta compuesto por los empresarios latinoamericanos que más han promovido atentados contra los movimientos populares en la región. Por ejemplo, el actual representante de Venezuela en el CEAL es Marcel Granier, presidente de RCTV, la cadena de televisión que promovió e intentó legitimar el golpe de Estado contra el presidente Chávez.

Como parte de este esfuerzo, lograron una audiencia especial ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso de Estados Unidos, con la participación de congresistas demócratas y republicanos, y los testimonios de personajes promotores del golpe, como Michael Shifter del Diálogo Interamericano de Washington, Guillermo Pérez-Cadalso, ex Canciller y Magistrado de la Corte Suprema de Honduras, y el famoso Otto Reich, cubano-americano conocido por su papel en la mayoría de las actividades de desestabilización contra gobiernos izquierdistas en América Latina desde los años ochenta. Como resultado de este encuentro, el Congreso de Estados Unidos está promoviendo una resolución que reconozca como legítimo al gobierno de facto de Honduras.

Otro resultado del lobby de Lanny Davis fue la reunión convocada en el Consejo de las Américas el 9 de junio, en donde participó Jim Swigert, director de los programas de América Latina y el Caribe para el Instituto Demócrata Nacional (NDI), que recibe su financiamiento de la NED, Cris Arcos, antiguo embajador de EEUU en Honduras y Adolfo Franco, ex administrador de la USAID para América Latina y el Caribe y encargado del programa de “transición” en Cuba. Estos tres personajes han trabajado como asesores del gobierno de Obama frente a la crisis en Honduras. Franco, quien también fue asesor de política exterior para el senador John McCain durante su campaña presidencial en 2008, ha sido acusado de corrupción por su mal manejo de los fondos de la USAID para el programa de “promoción de la democracia” en Cuba, gran parte de los cuales se dieron a grupos de Miami, como el Comité para una Cuba Libre y el Instituto para Estudios Cubanos en Miami, sin pasar por ningún proceso transparente de revisión.

Negroponte y Reich, de nuevo

Muchos han especulado sobre el papel del antiguo embajador de Estados Unidos en Honduras, John Negroponte, quien dirigió la fuerza paramilitar denominada “la contra” y los escuadrones de muerte contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica durante los años ochenta. Negroponte tuvo varios cargos durante la administración de George W. Bush: embajador de EEUU en Iraq, embajador ante las Naciones Unidas, director nacional de Inteligencia y, por último, subsecretario de Estado bajo Condoleezza Rice. A su salida del Departamento de Estado, Negroponte pasó al sector privado. Le ofrecieron un trabajo como vicepresidente de la firma consultora más influyente de Washington, McLarty Associates. Negroponte aceptó. McLarty Associates fue fundada por Thomas “Mack” McLarty, ex jefe de gabinete del presidente Bill Clinton y enviado especial a América Latina durante su presidencia. Actualmente, McLarty maneja la consultora más poderosa de Washington. Hasta el año 2008, McLarty Associates se llamaba Kissinger-McLarty Associates debido a la unión entre Thomas McLarty y Henry Kissinger, que evidencia la unión política entre los sectores demócratas y republicanos en Washington.

En su nuevo cargo, John Negroponte trabaja como asesor sobre política exterior del Departamento de Estado bajo Hillary Clinton. Recordemos que el embajador estadounidense en Honduras, Hugo Llorens, trabajaba bajo el comando de Negroponte durante la mayoría de su gestión.

Otto Reich lleva unos años trabajando en una campaña contra el presidente Zelaya. Fue demandado por Zelaya en abril 2009 por haberlo acusado públicamente de robar 100 millones de dólares de la empresa estatal de telecomunicaciones, Hondutel. Resulta que Reich hacía lobby para una empresa privada de telecomunicaciones que quería privatizar Hondutel. Ahora, con Zelaya destituido y un empresario en el poder, lo más probable es que Reich consiga su negocio multimillonario.

Reich fundó una organización en Washington, llamada Arcadia Foundationvii junto a un venezolano, Robert Carmona-Borjas, abogado especialista en temas militares, vinculado al golpe de abril de 2002 en Venezuela, según su propio perfil. Robert Carmona-Borjas supuestamente estuvo en Miraflores con Pedro Carmona durante el golpe de abril de 2002 y escapó, junto a Carmona, del palacio cuando fue tomado por la guardia de honor presidencial. Desde entonces vive en Washington, DC. Desde el año pasado, Reich y Carmona-Borjas han llevado una campaña contra Zelaya por asuntos de corrupción, con una serie de micros que hablan de corrupción, libertad de expresión y cambio en Honduras.viii

Carmona-Borjas ha viajado con frecuencia a Honduras durante los últimos meses, incluso hablando de golpe de Estado “técnico” junto con otros actores, como el defensor del pueblo hondureño, Ramón Custodia, quien declaró a comienzos de junio que “Los golpes son una posibilidad que puede ocurrir en cualquier escenario político”. Luego del golpe, el 3 de julio, Robert Carmona-Borjas apareció en Honduras en la concentración de los golpistas en Tegucigalpa, y fue reconocido como un actor importante que hizo posible la salida de Zelaya y la llegada al poder de Micheletti.ix

El poder militar

Estados Unidos mantiene una presencia militar muy grande en la base de Soto Cano (Palmerola), ubicada a 97 kilómetros de la capital, que ha estado operativa constantemente desde el año 1981, cuando fue activada por el gobierno de Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan.

En los años ochenta, Soto Cano se utilizó por el coronel estadounidense Oliver North, como una base de operaciones para la “Contra”, las fuerzas paramilitares entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), encargadas de ejecutar la guerra contra los movimientos izquierdistas en Centroamérica, y particularmente contra el gobierno sandinista de Nicaragua. Desde Soto Cano, la “Contra” lanzaba sus ataques terroristas, escuadrones de muerte y misiones especiales que dieron como resultado miles de asesinatos, desaparecidos, torturados, lisiados y aterrorizados en Centroamérica.

John Negroponte, entonces embajador de EEUU en Honduras, junto a Oliver North y Otto Reich, dirigían estas operaciones sucias.

La base de Soto Cano es la sede de la Fuerza de Tarea Conjunta “Bravo” (JTF-B) de Estados Unidos, compuesta por efectivos del ejército, las fuerzas aéreas, fuerzas de seguridad conjuntas y el primer batallón-regimiento Número 228 de la aviación estadounidense. Son 600 personas en total y 18 aviones de combate, incluidos helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook. Soto Cano también es la sede de la Academia de la Aviación de Honduras. Más de 650 ciudadanos hondureños y estadounidenses viven en las instalaciones de la base.

La Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país. Un acuerdo “de mano” entre Washington y Honduras autoriza la importante y estratégica presencia de los cientos de militares estadounidenses en la base, en un acuerdo “semipermanente”. El acuerdo se realizó en 1954 como parte de la ayuda militar que Estados Unidos ofrecía a Honduras. La base primero fue utilizada por la CIA para lanzar el golpe contra Jacobo Arbenz en Guatemala.

Cada año, Washington autoriza cientos de millones de dólares en ayuda militar y económica a Honduras, que es el tercer país más pobre del hemisferio. Este acuerdo que permite la presencia militar de Estados Unidos en el país centroamericano puede retirarse sin aviso.

El 31 de mayo de 2008, el presidente Manuel Zelaya anunció que Soto Cano (Palmerola) se utilizará para vuelos comerciales internacionales. La construcción del terminal civil se financió con un fondo del ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas).

Los dos generales con mayor participación en el golpe contra Zelaya son graduados de la Escuela de las Américas y mantienen lazos estrechos con los militares estadounidenses en Honduras. El comandante de la Aviación de Honduras, general Luis Javier Prince Suazo, estudió en la famosa Escuela de las Américas de Estados Unidos en 1996. El jefe del estado mayor conjunto, general Romeo Vásquez, destituido por el presidente Zelaya el 24 de junio por desobedecer sus órdenes, y luego actor principal en el golpe militar sólo días después, también es graduado de la Escuela de las Américas. Los dos altos oficiales hondureños mantienen relaciones muy estrechas con el Pentágono y las fuerzas militares estadounidenses en Soto Cano.

El embajador de Estados Unidos en Honduras que cambió en septiembre 2008, Charles Ford, fue transferido al Comando Sur en Miami para encargarse de la asesoría para el Pentágono sobre América Latina.

Los militares hondureños están financiados, entrenados, adoctrinados y comandados por el ejército estadounidense sobre la base de la doctrina anti izquierdista y anti socialista. Por eso era tan fácil actuar contra el presidente Zelaya, su comandante en jefe, porque lo veían como parte de la “amenaza izquierdista”, contra la que llevan combatiendo desde hace decenios.x

De todas estas evidencias –y habrá más en el futuro– se comprueba el inconfundible papel de Washington en el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya.


i http://www.state.gov/r/pa/prs/ps/2009/july/125564.htm

ii http://www.state.gov/secretary/rm/2009a/06/125452.htm

iii Ver nota 1.

iv http://www.state.gov/secretary/rm/2009a/july/125753.htm

v http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?28366

vi http://www.elheraldo.hn/Pa%C3%ADs/Ediciones/2009/06/05/Noticias/Lo-que-se-haga-debe-ser-legal-y-constitucional

vii http://www.arcadiafoundation.org/

viii http://www.arcadiafoundation.org/videos.html

ix http://www.youtube.com/watch?v=ukacM-77lXs.

x http://www.aporrea.org/actualidad/n138264.html




Fuente: www.rebelion.org

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Las ovejas al cuidado del lobo, las gallinas protegidas por el zorro y la mediación hondureña a cargo de Oscar Arias

Por Roberto Regalado
Rebelión

Dice el refrán que, cuando un hecho se repite, la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como farsa. La gran farsa del momento es que Oscar Arias, por segunda vez, sea “mediador” en un “conflicto centroamericano”, en este caso, en un diálogo (¿negociación?) para poner fin a la usurpación del gobierno de la República de Honduras, resultante de un golpe de Estado a la usanza de la América Latina anterior a 1990, que amenaza las bases de la institucionalidad democrático burguesa, construida desde entonces por el efecto de acción y reacción entre la hegemonía neoliberal impuesta por las clases dominantes, y por los espacios políticos que a ellas le han arrancado los sectores sociales tradicionalmente dominados.

¿Podría haberse pensado en un peor mediador? Sí, en Otto Reich u otro de los discípulos del fallecido senador estadounidense Jesse Helms, pero ya todos estaban muy ocupados en el asesoramiento y el apoyo a los golpistas. Además, la “mediación hondureña” es un “juego de roles”, en el cual hace falta un “policía malo” –que adopte una postura intransigente (como hace Micheletti, el protegido de Reich)– y un “policía bueno” –que persuada “por igual” al agresor y al agredido de que “algo tendrán que ceder” (como hace Arias).

Oscar Arias, quien fue presidente de Costa Rica entre 1986 y 1990, y que en la actualidad ocupa ese cargo en el período comprendido entre 2006 y 2010, recibió el 1987 el Premio Nobel de la Paz por su papel en el proceso negociador que desembocó en los Acuerdos de Esquipulas II, suscritos en agosto de aquel año. Ese papel fue el de prestanombres de algo que debió llamarse el “Plan Reagan”, pero que, para encubrir la autoría de una de las más retrógradas y belicistas administraciones de los Estados Unidos, se dio a la publicidad con el nombre de “Plan Arias”.
Por inmerecido, el Premio Nobel entregado a Arias recuerda el que Henry Kissinger aceptó, en 1973, por haber encabezado la delegación de los Estados Unidos participante en la negociación de Los Acuerdos de París, que pusieron fin a la Guerra de Viet Nam, ocasión en la cual el entonces canciller de Viet Nam del Norte, Led Duc Tho, muy dignamente, rehusó “compartir” ese “premio” con el Secretario de Estado de la potencia que durante años cometió un brutal genocidio contra su pueblo.

El “Plan Arias” fue la encarnación de la política de doble carril (two track approach) de la eufemísticamente llamada Guerra de Baja Intensidad que la administración de Ronald Reagan (1981 1989) ejecutó contra Nicaragua durante la Revolución Popular Sandinista. El primer carril de esa política era la agresión militar por medio de organizaciones contrarrevolucionarias desde bases en Honduras y Costa Rica, unida a la amenaza de intervención directa de los Estados Unidos. El segundo carril era “ofrecer” al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) una solución política, “negociada” en los términos impuestos por el agresor, es decir, “negociar” el cese de una agresión externa –un acto que por definición es violatorio del Derecho Internacional y que, por tanto, no es negociable–, a cambio de una reestructuración esencial del ordenamiento político y jurídico interno de Nicaragua –que correspondía, única y exclusivamente, a la soberanía del pueblo nicaragüense. ¿Negociar lo que no debe ser negociado a cambio del cese de un acto ilegal de fuerza? ¿Nota el lector alguna semejanza con la situación hondureña actual?

Pero, por si ello fuera poco, como en El Salvador, Guatemala y Honduras había movimientos revolucionarios que practicaban la lucha armada contra los regímenes contrainsurgentes de esos países, la “negociación” tenía que ser unilateral y asimétrica. El imperialismo norteamericano no podía permitir que la negociación se hiciese sobre la base de una tabla rasa para todos los gobiernos, y otra para todas las “fuerzas insurgentes”. Necesitaba imponer una “lógica” para el caso de Nicaragua (que fuera desfavorable al gobierno del FSLN, y favorable a los “contras”) y otra “lógica” opuesta (que fuera favorable a los gobiernos contrainsurgentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, y desfavorable a los movimientos insurgentes y a las fuerzas de izquierda de esos tres países).

La política de doble carril de la administración Reagan, materializada en el “Plan Arias”, fue la antítesis de las gestiones de paz emprendidas por el Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo a Contadora, cuyos miembros, finalmente, llegaron a sentirse derrotados, abandonaron su plan negociador y asumieron el “de Arias”. Desde ese momento, los ocho países miembros de esos grupos pasaron a formar parte de una Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento (CIVS), encargada del triste papel de exigirle a Nicaragua –de manera reiterada, incisiva y unilateral– que cumpliera y sobrecumpliera cada vez más los compromisos que había adquirido en el proceso negociador, y como contraparte, hacerse de “la vista gorda” con el total incumplimiento de los compromisos adquiridos por El Salvador, Guatemala y Honduras.
¡Aún hay más! Lo dicho hasta ahora no es lo principal, sino que el papel de prestanombres desempeñado por Arias fue el que le permitió al gobierno de los Estados Unidos seguir actuando, en esa parte del “proceso negociador”, como el gran ausente presente. Con otras palabras, le permitió ejercer como juez y parte del conflicto centroamericano, al ser, al mismo tiempo, el agresor de Nicaragua, el soporte vital de los regímenes contrainsurgentes de la región, el “poder externo” que impuso las reglas de la “negociación” y el “poder supremo” que determinaba si el resultado era o no “aceptable”.

La “paternidad” del segundo carril, que a los efectos públicos asume Arias, le facilita al gobierno de los Estados Unidos mantenerse “tras bambalinas”. Gracias a que el “plan” era “de Arias”, y no suyo, la administración Reagan logró imponer los términos de una negociación de la cual no formaba parte. De esta manera, el gobierno estadounidense no quedó comprometido con los Acuerdos de Esquipulas I o Esquipulas II, por lo que podía seguir –como, en efecto, siguió– desarrollando la “guerra encubierta” contra Nicaragua, incluso mucho después de que el gobierno sandinista, en gesto tras gesto de buena voluntad, no solo cumplió y sobrecumplió, de forma unilateral, la letra y el espíritu de ambos acuerdos, sino también una larga cadena de condiciones adicionales que se le planteó a posteriori.

En su intervención en el foro “A XX años de Esquipulas II, la historia narrada por sus artífices”, celebrado el 21 de agosto de 2007, el canciller de Nicaragua durante el gobierno del FSLN y actual presidente pro tempore de la Asamblea General de la ONU, Miguel d’Escoto, desenmascaró el papel de los gobiernos de Costa Rica, en especial el de Oscar Arias, en el conflicto centroamericano.

Sobre Contadora –dice Miguel d’Escoto– ya se ha escrito bastante. Los libros cuentan cómo los Estados Unidos se empeñaron en torpedearla, por medio de Costa Rica y de Honduras, principalmente. […]

En esa tarea, los cancilleres Monge, Fernando Volio y José Gutiérrez, desempeñaron un papel muy importante, pero el canciller estrella de los gringos, el que mejor representó sus intereses y más se empeñó en bloquear los acuerdos de paz, fue el incomparable Rodrigo Madrigal Nieto, que en paz descanse. Él era, ni más ni menos, el canciller de Oscar Arias. De ahí la sorpresa de todo el mundo cuando Arias resultó galardonado, y solamente él, con el Premio Nobel por la Paz. Esto es algo que me permito decir ahora porque, estando el canciller Madrigal aún en vida, muchas veces se lo dije en presencia de otros cancilleres.

Baste este fragmento del padre d’Escoto para traer a colación un pasado que algunos no conocen y otros prefieren olvidar.

La historia del conflicto centroamericano y de las negociaciones de Esquipulas no es tan lejana y los testigos de lo allí ocurrido, como Miguel d’Escoto y muchos otros, están en disposición de recordarlo y denunciarlo.

No permitamos que el lobo, el zorro, ni Arias nos engañen con su farsa.

1 Miguel d’Escoto Brockman: “El largo y tortuoso camino de Esquipulas II”, Contexto Latinoamericano no. 6, México D. F., 2007, pp. 71 79.


Fuente: www.rebelion.org



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