lunes, 2 de noviembre de 2009

OEA: "UNICA SALIDA DE PAZ ES RESTABLECER A ZELAYA"

SANTIAGO DE CHILE, 3 (ANSA)- José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, urgió a los congresistas hondureños a que "se dejen de retórica", instalen ya un gobierno de unidad nacional y restituyan al depuesto presidente Manuel Zelaya.
"La única salida de paz es restablecer al Presidente (Manuel) Zelaya por el escaso tiempo que le queda en la presidencia", declaró hoy Insulza a radio Cooperativa desde Ecuador, donde asistirá a una reunión de ministros de defensa y relaciones exteriores de Colombia y Ecuador.
Insulza subrayó que el primer punto acordado por los representantes de Manuel Zelaya (presidente constitucional) y Roberto Micheletti (presidente de facto) es "instalar un gobierno de unidad con un gabinete que va a representar a todos los sectores de Honduras para que conduzca al país durante los dos meses que quedan antes del fin de la presidencia de Zelaya".
"Todo el mundo espera que el Congreso decida el tema porque fue el Congreso, el 28 de junio, el que tomó la decisión finalmente de nombrar al señor Micheletti", insistió el secretario general de la OEA. "Yo espero que lo hagan pronto. No creo que lo vayan a hacer hoy día, pero lo ideal sería que lo hicieran ya", insistió.
"Los tiempos apremian y ojalá que (los congresistas) hagan lo que quieren los hondureños. En Honduras la gente quiere que esto se termine. Esta mesa de dialogo todos dicen que la empujó Estados Unidos y la OEA, pero en realidad la empujó la gente de Honduras que no quería que se rompiera y que quería que hubiera un acuerdo", explicó Insulza.
Insulza dijo que la OEA quiere efectuar una asamblea general el 16 de noviembre e "incluso la queremos hacer en Tegucigalpa si es posible, para levantar las sanciones a Honduras".
"Yo pedí autorización al Consejo (de la OEA) para empezar a preparar la misión electoral que va a ir a observar las elecciones en Honduras. Todavía tengo que decidir quién encabeza esa misión. Pero para eso necesitamos levantar las sanciones, por cierto, y para eso hay que cumplir el acuerdo", detalló.
Insulza agregó que "en la mesa de dialogo se habló mucho de la creación de este gobierno de unidad nacional y de la búsqueda de un cierto pacto nacional para sacar adelante al país" donde el 60% está bajo la línea de pobreza.
"Honduras es el tercer país más pobre de América, un poco por encima de Nicaragua y ambos bastante por encima de Haití, lo que genera mucho de estas situaciones que tienen que ver con la situación social que se vive", aseveró.
ACZ

Fuente: ansa.it
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Honduras: La victoria del “Smart Power”

Por Eva Golinger

Henry Kissinger decía que la diplomacia es “el arte de refrenar el poder”. Obviamente, el ideólogo más influyente de la política exterior estadounidense del siglo XX estaba haciendo referencia a la necesidad de “refrenar el poder” de otros países y gobernantes para poder mantener la posición dominante de Estados Unidos ante el mundo. Presidentes como George W. Bush, empleaban el “poder duro” (Hard Power) para lograr este fin: armas, bombas, amenazas e invasiones militares. Otros como Bill Clinton, utilizaban el “poder suave” (Soft Power): la guerra cultural, Hollywood, ideales, diplomacia, autoridad moral y campañas para ganar “las mentes y corazones” de las poblaciones civiles en países adversarios. Pero la administración de Barack Obama ha optado por una mutación de estos dos conceptos, fusionando el poder militar con la diplomacia, la influencia política y económica con la cultural y legal, y llamándolo el “poder inteligente” (Smart Power). Su primera aplicación ha sido en el caso de Honduras, con el golpe de estado, y hasta hoy, ha funcionado a la perfección.

Decía la Secretaria de Estado Hillary Clinton en su audiencia de confirmación ante el Senado de Estados Unidos, que “debemos utilizar lo que se ha llamado el “smart power”, el rango completo de herramientas que están a nuestra disposición – diplomáticas, económicas, militares, políticas, legales y culturales – escogiendo la herramienta correcta, o combinación de herramientas, para cada situación. Con el “smart power”, la diplomacia sería la vanguardia de nuestra política exterior.” Luego, Clinton reforzaba este concepto afirmando que “el camino más sabio es primero utilizar la persuasión.”

¿Qué es lo inteligente de ésta concepción? Es una política dificil de clasificar, dificil de detectar y dificil de desmontar. El caso de Honduras es ejemplar. Por un lado, el Presidente Obama condenaba al golpe contra el Presidente Zelaya, y por otro lado, su embajador en Tegucigalpa se reunía constantemente con los golpistas. La Secretaria de Estado Clinton repetía muchas veces durante los últimos cuatro meses, desde el primer día del golpe, que Washington no quería meterse ni influir sobre la situación en Honduras – que eran los hondureños que tenían que resolver su crisis, sin ninguna injerencia externa. No obstante, fue Washington que impuso la mediación de Oscar Arías, presidente de Costa Rica, era Washington que seguía financiando al régimen golpista a través de la USAID, y era Washington que comandaba y controlaba las fuerzas armadas hondureñas, a través de la base militar Soto Cano (Palmerola).

También fue el lobby de Washington que redactó el “acuerdo” de San José, y en el final, fueron los altos funcionarios de la Casa Blanca y el Departamento de Estado que tuvieron que “persuadir” a los hondureños para que aceptaran ese acuerdo. A pesar de la constante injerencia de Estados Unidos en el golpe de estado en Honduras – desde su financiación, diseño y apoyo político hasta el apoyo militar – el “smart power” logró distorcionar la realidad ante la opinión pública, convertiendo al duo Obama/Clinton en los “grandes ganadores del multilateralismo”.

Lo que hizo el “smart power” fue disfrazar el unilateralismo estadounidense de multilateralismo. Del primer día, la agenda de Washington se impuso. El 1 de julio, los voceros del Departamento de Estado admitieron en una rueda de prensa que tenían conocimiento previo del golpe. También admitieron que dos altos funcionarios de la diplomacia estadounidense, Thomas Shannon y James Steinberg, estuvieron en Honduras la semana anterior al golpe para mantener reuniones con los grupos civiles y militares que lo llevaron a cabo. Decían que su propósito era “frenar el golpe”, pero ¿cómo se explica entonces el hecho de que el avión llevando al presidente Zelaya ilegalmente fuera del país salió de la base militar de Soto Cano, en la presencia de los militares estadounidenses?

Los hechos demuestran la verdad sobre el papel de Washington en el golpe de estado, y su posterior experimento exitoso con la aplicación del “smart power”. Sabían del golpe, financiaban a los involucrados, ayudaron sacar al Presidente Zelaya del país y luego, utilizaron a la Organización de Estados Americanos (OEA) – en un momento incluso en que estaba en peligro de extinción – como fachada para imponer su agenda. En su discurso, el Departamento de Estado siempre legitimaba a los golpistas, llamando a “todas las partes…a resolver las disputas políticas de manera pacífica a través del diálogo”. ¿Desde cuando un usurpador ilegal del poder es considerado “una parte” légitima dispuesta a dialogar? Obviamente es un actor criminal que no estaba dispuesto a dialogar en primer lugar. Basada en esa lógica de Washington, el mundo debería hacer un llamado al gobierno de Obama para que “resuelva su disputa política con Al Qaeda de manera pacífica a través del diálogo”.

El “smart power” de Obama/Clinton logró su primera victoria durante los primeros días del golpe cuando los estados miembros de la OEA aceptaron la solicitud de esperar 72 horas para “darles tiempo” en Honduras para resolver su crisis. Luego vino la imposición de la mediación de Arías, y ya, de haber cedido tanto espacio a Washington, el imperio tomó el reino y lo llevó hasta el final. Cuando el presidente Zelaya se fue a Washington para reunirse con la Secretaria de Estado Clinton, fue obvio quien estaba en control. Y asi lo jugaron, alargando el tiempo hasta el último momento para no permitir un regreso de Zelaya que tuviera el espacio de revertir lo que ya se habían logrado.

El pueblo se quedó fuera, los meses de represión, violencia, persecución, violaciones, toques de queda, cierres de medios de comunicación y torturas y asesinatos, se han olvidado. Menos mal, como dijo el Subsecretario de Estado Thomas Shannon, luego de lograr hacer firmar el “acuerdo” entre Micheletti y Zelaya, que la situación en Honduras se pudo resolver “sin violencia”.

Al firmar el acuerdo el pasado 30 de octubre, Washington “levantó” las pocas restricciones que habían impuesto para presionar al régimen golpista. Ya pueden sacar sus visas y viajar al norte, no se tienen que preocupar por los millones de la USAID que ni siquiera se habían suspendidos. Los militares estadounidenses en Soto Cano pueden reiniciar todas sus actividades – bueno, realmente nunca las habían dejado de hacer, como confirmó el Comando Sur del Pentágono, días después del golpe: “todo está normal con nuestras fuerzas armadas en Honduras, están haciendo sus actividades y maniobras conjuntas con los hondureños como siempre”. Washington está preparando su delegación de observadores para las elecciones en Honduras el próximo 29 de noviembre – ya están en camino.

Olvídanse del torturador Billy Joya y los paramilitares colombianos enviados para ayudar al régimen golpista “controlar” la población. No se preocupan por el arma sónica LRAD utilizado para torturar a los habitantes en la embajada de Brasil, durante la estadía de Zelaya. No pasó nada. Como dijo Thomas Shannon, “felicito a dos grandes hombres por haber logrado este acuerdo histórico”. Y la Secretaria de Estado Hillary Clinton comentó que “este acuerdo es un logro tremendo para los hondureños”. ¿Disculpa, para quién?

En el final el celebrado “acuerdo” impuesto por Washington sólo llama al congreso de Honduras – el mismo que falsificó la renuncia de Zelaya para justificar el golpe, y el mismo que apoyó la instalación ilegal de Micheletti en la presidencia – de determinar si quieren o no restituir a Zelaya en la presidencia. Y sólo después de recibir una opinión de la Corte Suprema de Honduras – la misma que opinó que Zelaya era un traidor por promover una encuesta no vinculante sobre una posible reforma constitucional y la misma que ordenó su captura violenta. En caso de ser positiva la respuesta del congreso, Zelaya no tendrá ningun poder. Su gabinete sería impuesto por los partidos que apoyaron el golpe, las fuerzas armadas golpistas estarían bajo el control de la Corte Suprema golpista, y además, Zelaya podría ser enjuiciado por su supuesto “crimen”, por haber promovido una encuesta no vinculante sobre una potencial reforma constitucional.

Según el “acuerdo”, una comisión de la verdad supervisará la implementación de los términos acordados. Hoy anunciaron que la comisión será liderada por una ficha de Washington, el ex presidente chileno, Ricardo Lagos. Promotor de las políticas neoliberales de Washington, Lagos es co-director de la Junta Directiva del Diálogo Interamericano, un centro de pensamiento estadounidense de la derecha que analiza los temas relacionados con América Latina. También fue encargado por la National Endowment for Democracy (NED) para crear una versión chilena, la Fundación Democracia y Desarrollo, para “promover la democracia”, al estilo estadounidense en la región. Al salir de la presidencia en Chile, Lagos fue Presidente del Club de Madrid – un club exclusivo de expresidentes dedicados a “promover la democracia” por el mundo. En ese “club”, también figuran personajes vinculados con la desestabilización de los gobiernos de izquierda en América Latina como Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de Lozada (ex presidentes de Bolivia), Felipe González (ex primer ministro de España), Václav Havel (ex presidente de la República Checa) y José María Aznar (ex primer ministro de España), entre muchos otros.

En el final, el “smart power” fue suficientemente inteligente para engañar a los que hoy se abrazan y celebran “el fin de la crisis” en Honduras. Pero para la mayoría del pueblo latinoamericano la victoria del “smart power” de Obama/Clinton en Honduras significa una sombra muy oscura y peligrosa que nos acerca. Apenás, iniciativas como el ALBA estaban logrando la independencia en América Latina del poder estadounidense. Por primera vez, los países y pueblos se levantaban en colectivo con dignidad y soberanía para determinar sus propios futuros. Y llegó Obama con su “smart power” y golpeó al ALBA, debilitó la integración latinoamericana y aplastó cualquier pensamiento sobre independencia y soberanía en el patio trasero de Washington.

Arrodillados y entregados ante Washington, “fue resuelta” la crisis en Honduras, la misma que se había fomentado en el norte. Ahora, se habla de Paraguay, Nicaragua, Ecuador y Venezuela, donde cada día aumenta la subversión, la contrainsurgencia y la desestabilización. El pueblo de Honduras sigue en resistencia, a pesar del “acuerdo” entre sus gobernantes. Su insurrección y compromiso con la reivindicación de sus derechos es el símbolo de la dignidad. La única manera de derrotar a la agresión imperial – que sea inteligente o que sea bruta – es a través de la unión e integración de los pueblos, a todo nivel.

“Lo ilegal lo hacemos de inmediato. Lo inconstitucional tarda más tiempo.” – Henry Kissinger.

Fuente: Virtin Red Informativa

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ACUERDO GUAYMURAS



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Zelaya pide que Congreso actúe sin juegos sucios

José Alfredo Saavedra informó que los directivos del organismo conocerán el lunes el contenido del acuerdo referente a la restitución de Zelaya

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Manuel Zelaya demandó el lunes que el Congreso actúe responsablemente "sin juegos sucios'' y dilaciones a fin de restituirlo cuanto antes en la presidencia.

Al respecto, el líder del legislativo José Alfredo Saavedra informó que los directivos del organismo conocerán el lunes el contenido del acuerdo referente a la restitución de Zelaya y que luego determinarán la ruta a seguir, sin precisar la fecha en que se llamará al plenario a debatir el tema.

Cinco días después que las partes en conflicto sellaran el acuerdo para superar la crisis con el respaldo decisivo de Estados Unidos, todos los reflectores están puestos en el Congreso, artífice del decreto que destituyó a Zelaya y dio lugar al gobierno interino de Roberto Micheletti, el 28 de junio.

Desde su refugio en la embajada brasileña, el líder depuesto divulgó un comunicado a los hondureños y a la comunidad internacional ante lo que consideró "distorsiones'' formuladas por los negociadores de Micheletti.

Zelaya reiteró que el Congreso debe actuar con responsabilidad y celeridad para resolver lo que considera el "espíritu'' del acuerdo Tegucigalpa-San José, alcanzado el jueves: al reversión del golpe estado.

"Cualquier interpretación fuera de este contexto constituiría una nueva afrenta al pueblo hondureño y a la comunidad internacional'', expresa el comunicado.

Saavedra, en declaraciones a la Radio HRN, recordó que el acuerdo fue remitido el viernes ante la secretaría del Congreso, y prometió que este lunes repartirá copia del documento a los directivos.

"Vamos a comenzar por conocer los contenidos, el alcance y la dinámica de este acuerdo'', señaló el diputado del Partido Liberal, de gobierno, sin determinar cuánto tiempo tomará ese análisis, en una crisis donde la parte de Zelaya sigue impaciente. ``Una vez que tengamos el conocimiento de los alcances y de la dinámica de este acuerdo, y los miembros de la junta directiva tengan ese conocimiento vamos a definir cuál es la ruta que se va a seguir''.

Reiteró que consultará a la Corte Suprema de Justicia, al tiempo en que aseguró que no hay trato bajo la mesa, ni admitirán presiones de nadie.

Los simpatizantes de Zelaya comenzaban a congregarse a las inmediaciones del Congreso para presionar a que éste vote por el regreso al poder de su líder. El legislativo está en receso.

Zelaya dijo el fin de semana que espera su regreso a la presidencia antes del jueves, día en que según el acuerdo debe conformarse e instalarse el gobierno de reconciliación nacional, que debe respetar las elecciones presidenciales del 29 de noviembre y entregar el poder al ganador, el 27 de enero.

Para este lunes, según el acuerdo, debió conformarse la Comisión de Verificación que coordinará la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero será hasta el martes en que arribarán los dos representantes internacionales escogidos para esa tarea, la secretaria de Trabajo de Estados Unidos Hilda Solís y el ex presidente chileno Ricardo Lagos. Otros dos comisionados fueron nombrados por Zelaya y Micheletti.

"Los hondureños no tenemos que estar pensando en la parte (del acuerdo) que tiene algún nivel de problemas'', dijo Arturo Corrales, el comisionado por Micheletti. ``Ambas partes decidimos que queremos ir al proceso electoral y que el Congreso decida el punto cinco del acuerdo'' concerniente a la restitución de Zelaya, manifestó.
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Honduras: respetar el acuerdo es esencial

Es necesario que todas las partes implicadas en la realidad hondureña cumplan lo acordado para que finalmente la situación en el país tenga una salida democrática.


El presidente democráticamente electo debe concluir su mandato, se deben celebrar elecciones libres e informadas, y la Constitución debe ser plenamente respetada sin cambios “ad hominem” que alteren las reglas del juego y debiliten la institucionalidad democrática.

Si las cosas suceden de esa manera, Honduras será un hito importante en la frágil historia democrática de la región. Mostrará que los latinoamericanos se están tomando en serio la “democracia de los procedimientos” de la cual nos habla Norberto Bobbio. Que un cuartelazo de madrugada, aun cuando se apoye en las puntas de las bayonetas, no tiene legitimidad ni es aceptable para la región.

Tampoco es aceptable para el gobierno de los Estados Unidos de América, que ha dado pruebas contundentes de abandono de la tesis de que no importa que existan regímenes de facto con tal que sean amigos. Zelaya no es particularmente amigo de los Estados Unidos, pero era un presidente electo democráticamente y su legitimidad fue defendida.

Méritos
Bien entonces por esta nueva realidad. Si las cosas resultan bien, como es previsible, podría surgir una disputa de paternidad por el acuerdo. Considero que ello sería artificial y mezquino.

En esta nueva realidad tienen mérito todos los países latinoamericanos y del Caribe, que, sin excepción alguna rechazaron el golpe de Estado, tiene mérito la Organización de Estados Americanos y Naciones Unidas, tiene mérito el presidente Arias que mostró un camino viable, tienen mérito los negociadores norteamericanos y tienen mérito sobre todo los hondureños, que finalmente rechazaron la violencia y favorecieron la negociación, paciente y laboriosa. Todas y cada una de las gestiones terminaron siendo complementarias y en su conjunto construyeron el acuerdo.

Este acuerdo debe ser también una lección para todos los latinoamericanos acerca de la convivencia democrática. En democracia es fundamental que los gobernantes sean elegidos a través de elecciones libres, pero también es fundamental que el Gobierno desarrolle su acción en un “ethos democrático” de pleno respeto a las minorías y a su legítimo derecho a transformarse en mayoría si así lo decide la ciudadanía.

Reglas del juego
No ayudan a este propósito los cambios impulsados desde los gobiernos para modificar las reglas del juego con el objeto de mantenerse en el poder al gobernante que lo ocupa. No es así como se fortalece la institucionalidad democrática ni en Nicaragua, ni en Venezuela ni en Colombia.

No gustará este acuerdo a sectores conservadores nostálgicos de los tiempos de la guerra fría, quienes veían en este golpe un retorno a “los buenos viejos tiempos”. Tampoco será del agrado de aquellos que condenaban el golpe por razones ideológicas y con palabras altisonantes e irresponsables llamaban a un enfrentamiento donde correría sangre ajena.

Es importante ahora acompañar la puesta en práctica de los acuerdos. Los tiempos son cortos y la verificación internacional indispensable. No es menor para Chile que hayan sido nombrados la Ministra del Trabajo del gobierno de Obama, Hilda Solís, y el ex presidente chileno Ricardo Lagos para cumplir con ese rol, junto a los organismos internacionales.

El pueblo de Honduras se ha ganado con creces su normalidad democrática. Esa normalidad democrática deberá mostrar ahora su capacidad para derrotar los altos niveles de pobreza, desigualdad y ausencia de desarrollo, para que ella adquiera así sentido real para la gran mayoría de los hondureños.

Fuente: www.rnw.nl

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El general que expulsó a Zelaya de Honduras teme una persecución legal

El acuerdo para restituir al presidente en el poder no incluye una amnistía

El lugar se llama Río Abajo, está a la salida de la ciudad, al pie de la carretera que va a Olancho. Música estridente, una bailarina ligerita de ropa y viseras azules de regalo. Esta tarde toca mitin. Vienen el candidato nacionalista a alcalde de Tegucigalpa y el candidato nacionalista a presidente de Honduras. Sólo hay que fijarse en lo que prometen uno y otro para percatarse de lo lejos que está la política real de la que sale en los noticieros. El candidato que quiere ser presidente promete paz, unidad y reconciliación. El que quiere ser alcalde, velatorios y entierros baratos: "Para que no tengáis que enterrar a vuestros mayores en bolsas negras de basura".

De regreso a la ciudad, ya de noche, el taxi pasa rápido por barrios donde ni la policía se atreve a entrar, lugares donde se tira de pistola para robar un teléfono móvil. Los hondureños, al igual que sus vecinos salvadoreños o guatemaltecos, viven sometidos al terror de las pandillas juveniles. En El Salvador, el presidente Mauricio Funes ya ha sacado al Ejército a la calle para combatir a las maras. En Tegucigalpa, los taxistas reclaman una medida similar, después de que varios de ellos hayan sido ultimados a balazos por no pagar el diezmo semanal a los extorsionadores.

Pero el jefe del Ejército hondureño, el general Romeo Vásquez, tiene otras preocupaciones. Según oficiales a sus órdenes, Vásquez está muy preocupado por no terminar en chirona.

Romeo Vásquez, de natural dicharachero, se ha encerrado en el silencio. Ya sólo habla con quien le inspira confianza... La confianza de que no le va a preguntar a bocajarro: "¿Quién le dio la orden de sacar al presidente Manuel Zelaya de su casa y expulsarlo, en pijama, del país?". Al principio, el general salía del apuro contestando: "Vayan a preguntar a los juzgados". Pero ya esa respuesta no sirve. Sobre todo después de dos circunstancias. La primera, la promesa -aunque poco fiable- del presidente golpista, Roberto Micheletti, de que los responsables de aquella acción serán castigados. La segunda, la doble decisión tomada por los negociadores de Zelaya y Micheletti: no a la amnistía, y sí a la creación de una comisión de la verdad que investigue lo sucedido en Honduras desde aquel 28 de junio, cuando un comando militar sacó a Zelaya de su cama y lo abandonó en Costa Rica.

Cuatro días antes, el jueves 25 de junio, el presidente Zelaya había destituido al general Romeo Vásquez, de 52 años, con el que hasta entonces mantenía una buena amistad, por negarse a que el Ejército repartiera el material electoral para la celebración de una consulta popular que despejara el camino hacia su reelección. La llamada "cuarta urna" ya había sido considerada inconstitucional por la Corte Suprema y el Congreso. La Justicia hondureña rehabilitó al general en su cargo sólo unas horas después.

Oficiales cercanos al general comentan que también ellos están preocupados. "Si algo ha quedado claro", sostiene un militar de alto rango, "es que aquí el Ejército cumplió una misión el día 28 de junio. Alguien nos dio una orden y nosotros la cumplimos. Ahí terminó nuestra intervención. Ni el general ni ninguno de nosotros hemos participado después en el nuevo Gobierno o de cualquier otra prebenda. Sería injusto que los políticos se pusieran ahora de acuerdo y que el chivo expiatorio lo pusiéramos nosotros". Tanto los militares, en privado, como el propio Micheletti, en público, se muestran temerosos de que, si Zelaya regresa al poder, aunque sea de modo fugaz y con los poderes mutilados, aproveche para poner en su sitio a quienes con nocturnidad y fusiles de alto poder lo secuestraron aquel 28 de junio.

Zelaya sólo respetará el acuerdo si es restituido

Siempre se ha dicho que la alegría dura poco en la casa del pobre. Dos días llevaban los hondureños celebrando el fin de esta pesadilla de cuatro meses cuando tanto Zelaya como Micheletti se pusieron a tronar, alejando de nuevo la solución y, de paso, dejando en ridículo a sus negociadores. El presidente golpista, un experto en prometer una cosa y hacer otra, dijo que el Congreso no está obligado a restituir a Zelaya en el poder, cuando el acuerdo -que firmaron sus enviados—dice bien claro: "Hemos decidido, respetuosamente, que el Congreso Nacional resuelva en retrotraer la titularidad del Poder Ejecutivo a su estado previo al 28 de junio". Para Micheletti, puede haber un gobierno de conciliación y unidad sin que Zelaya sea necesariamente el presidente.

Creyéndose víctima de una trampa, Zelaya se apresuró a advertir desde su refugio en la embajada de Brasil: "Sólo habrá gobierno de conciliación y unidad si yo soy repuesto como presidente. Si nosotros no estamos de acuerdo, no habrá gobierno de conciliación. El acuerdo se hace por dos partes. Y yo soy una de las dos partes del acuerdo. Si una de las partes siente que le están haciendo una trampa, el acuerdo se rompe".

Fuente: www.elpais.com

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