Barak Obama ha considerado irónico que quienes históricamente han condenado las intervenciones de EEUU en el Continente, le estén ahora solicitando una actitud más enérgica frente a los protagonistas y beneficiarios del golpe en Honduras, entendiendo ese reclamo como un pedido de intervención.
Esta reacción del presidente estadounidense tuvo lugar en un reciente encuentro realizado en Washington con un número selecto de agencias y medios de comunicación.
Ahora bien, Mr. Obama sabe perfectamente que el Pentágono de su país, la CÍA, el Complejo Industrial Militar, los oficiales del Army destacado en la base de Soto Cano (Palmerola, Honduras), su Embajador, el funesto Negroponte y otros halcones estadounidenses diseñaron cuidadosamente ese golpe de estado en sociedad con las once familias multimillonarias, los generales ultraderechistas y la partidocracia corrompida que controlan las instituciones estatales, los medios de desinformación, la economía y los poderes temporales y permanentes de ese país centroamericano; con la excepción del poder ejecutivo mientras fue desempeñado por el presidente Manuel Zelaya.
No tengo informaciones consistentes que sindiquen a Obama como partícipe de esa conspiración e incluso se ha dicho, con cierta propiedad, que esa operación comenzó a prepararse sin su conocimiento, antes de tomar posesión de su cargo, para ponerlo posteriormente en serios aprietos y tratar de debilitarlo. Si en verdad fue así, los conspiradores lograron sus objetivos.
Pero todas a maneras, e independientemente de esa situación, Obama conoce muy bien que ese golpe tiene factura estadounidense, es made in USA, hubo intervención y participación previa y actual de ese poder imperial que formalmente trata de presidir y que evidentemente lo rodea y lo presiona a una subordinación que es de su absoluta e inequívoca responsabilidad.
Entonces a él no se le está solicitando que intervenga en Honduras, sino que anule de una vez por toda la intervención perpetrada por las referidas agencias, corporaciones, instancias militares y diplomáticas. Incluso con la complicidad de abogados y subsecretarios de Estado allegados a la señora Clinton, es decir al Departamento de Estado de su Administración.
A Obama se le está exigiendo que emplee realmente su autoridad formal, que obligue al Pentágono, a la CIA y a todos los componentes del poder imperialista involucrados en el golpe a echar hacia atrás. Que le quite la alfombra imperialista a los golpistas, que repliegue sus engranajes intervencionistas. O que se retire definitivamente la máscara del “poder suave”, y esconda para siempre las promesas de establecer “alianzas y relaciones respetuosas” con los países del continente; más aun después de renovar la agresividad contra Cuba.
Esta exigencia respecto a Honduras no tiene nada de irónica; de ironía está preñada la respuesta de Obama a los periodistas presentes en el encuentro reseñado.
Pero hay más, mucho más en materia no solo de ironía mayor, sino también de cinismo mayor; muy superior a lo exhibido frente al caso hondureño.
Me refiero a su respuesta frente al tema de las cinco nuevas bases militares estadounidenses en Colombia.
Para Barak Hussein eso no es más que un invento y por eso se dispuso a “desbancar” esa especie, declarando que no se instalarán las bases militares que se están instalando, que los hechos no son hechos, sino que lo que existe es un “acuerdo de seguridad” con Colombia que ha sido reactivado y fortalecido. Obviamente se estaba refiriendo al funesto y diezmado Plan Colombia-Iniciativa Andina.
Pero se ha anunciado que la renovación del acuerdo de seguridad, esto es, el relanzamiento del Plan Colombia, incluye las dos bases existentes (Larendia y Tres Esquina) y las cinco nuevas; tres de las cuales alojaran los equipos y el personal que ha estado presente en la Base de Manta, expulsada por el gobierno ecuatoriano.
Incluye más tropas regulares y más unidades mercenarias suministradas por empresas privadas encargadas de participar en guerras por contratos pagados. Nueva modalidad postmoderna de privatizar las operaciones militares.
Incluye más equipos militares modernos, más tecnología militar de punta y más asesores.
Pero según Obama las bases militares anunciadas por el propio Uribe no son bases, sino un inocuo y patriótico acuerdo de seguridad entre ambos estados.
La ficción retórica sustituye la realidad y eso evidencia una capacidad de cinismo realmente supina o suprema, mayor que la de Uribe
Todavía Varito, cuestionado por múltiples gobiernos de nuestra America, sale raudo y veloz a explicar -haciendo mil maromas verbales y promesas que no va a cumplir- que él va a controlar esa nuevas bases gringas radicadas en su país y que no lo va a utilizar contra sus vecinos o terceros, y Mr. Obama declara que las bases son inexistentes, reprochándole a líderes latino-caribeños que no son de su agrado hacer política incitando a una posición anti-yanqui.
El antiyanquismo, el antiimperialismo, lo ha generado la potencia yanqui, la potencia imperialista. Es la contrapartida frente a una realidad histórica que tiene características de tragedia no solo latino-caribeña, sino mundial. Pero nueva vez Obama usa el lenguaje para desconocer los hechos y montar sobre ellos una versión benévola de los EEUU, puramente virtual.
Y es que con la dictadura mediática implantada por EEUU, el papel y los micrófonos digitales no solo “aguantan todo” sino mucho más que antes, sirviéndole de escenarios a una generación de políticos capaces de decir todo lo contrario a lo que están haciendo.
Obama nos quiere matar de manera más suaves, usando palabras más benévolas que las empleadas por los halcones.
Porque matar soberanías, autodeterminación y seres humanos es lo que persiguen tanto el precedente del golpe en Honduras como la reactivación del Plan Colombia-Iniciativa Andina, que ya apunta a desestabilizar, agredir y revocar procesos emancipadores como el venezolano y el ecuatoriano, dentro de la vertiente continental de su “guerra global” a través de la cual EEUU aspira a conquistar militarmente la Amazonía.
Colombia es la plataforma de esa reprogramación del plan de conquista hacia el Sur y Honduras el punto de partida de un gran operativo que persigue reconquistar políticamente toda Centroamérica después de las victorias políticas del FLSN y del FMLN.
Obama quiere ocultar esa realidad y no puede.
Esconde con su verbo enormes bases militares instaladas y en proceso de instalación a la vista de todo el mundo y ya anunciadas por los lacayos que las aceptan con amor para seguir haciendo fechorías. No tiene “un botón” para poner a Zelaya, pero los halcones que cohabitan en su gobierno lo quitaron por teléfono y eso también lo sabe todo el mundo.
Por eso solo le queda hacer de irónico y exhibir un cinismo de mal gusto, además de mentir, mentir y mentir.
Fuente: www.kaosenlared.net
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