En la ceremonia del Premio Internacional Letelier Moffitt 2010, otorgado a la Plataforma de los Derechos Humanos de Honduras, Bertha Oliva, coordinadora del COFADEH, pidió: “Para romper el silencio del pasado y del presente, en homenaje a la libertad y a la vida, pido que les ofrendemos de pie a nuestros mártires este minuto de aplausos sonoros”, enseguida denunció la vulnerabilidad en la que se encuentran las y los defensores de derechos humanos, solidarizándose con la víctimas que “sufren crímenes de odio, violencia de género e intolerancia, en formas nunca antes vistas. Selectiva y sistemática”.
Bertha Oliva dedicó parte de su discurso a la prensa hondureña que “hoy como nunca vive la experiencia de la censura junto con el silencio y el terror. Mueren por reportar las operaciones de bandas de narcotraficantes, acciones de las fuerzas golpistas militares y paramilitares, o las operaciones de inversionistas violentos. Hoy el ejercicio de la libertad de expresión en Honduras sufre un saldo trágico de 10 periodistas asesinados en menos de seis meses y decenas de casos de persecución y amenazas”. Asimismo enumeró las detenciones ilegales, la persecución, el exilio y las ejecuciones sumarias del régimen continuador del golpe de Estado. Finalmente, Bertha Oliva de Nativí presentó ante el auditorio norteamericano la Comisión de Verdad “que ofrece un espacio a los ofendidos, a las víctimas de la barbarie golpista. Que requiere el apoyo del corazón de ustedes”.
Discurso de Bertha Oliva (COFADEH) al recibir el Premio Internacional Letelier Moffitt Otorgado a la Plataforma de Derechos Humanos de Honduras en Washington DC
Este también es un acto inspirado y motivado en las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos en Honduras, caídas en el silencio sepulcral de la impunidad más abyecta de toda la historia nacional.
Para romper ese silencio del pasado y del presente, en homenaje a la libertad y a la vida, pido que les ofrendemos de pie a nuestros mártires este minuto de aplausos sonoros.
Para la organización que represento – el COFADEH – y la Plataforma de Derechos Humanos que integramos, es motivo de sincera alegría formar parte de la lista de honor del Premio Letelier.
Es, por supuesto, una responsabilidad que reconocemos en los momentos más críticos que vivimos en Honduras.
Hemos declarado que nuestro país vive una situación de emergencia en materia de derechos humanos.
Venimos de un país cuya institucionalidad rota por la impunidad, la corrupción y la violencia nos amenaza la libertad y la vida a todas y a todos.
En Honduras nunca como ahora fue un riesgo percibido y una amenaza real ocuparse de las demás personas vejadas en sus derechos individuales y colectivos.
Todas las defensorías sufrimos limitaciones, amenazas, persecuciones y ataques en diversas formas por cumplir nuestros deberes.
El país sufre las crisis juntas. La política, que instaló un régimen ilegal e ilegítimo en medio del golpe y lo convirtió en golpismo; la económica, que expande la pobreza estructural y profundiza la miseria de la gente; la social, que rompe tejidos y confianzas en medio de la violencia.
En ese contexto, las mujeres y las juventudes del campo y la ciudad, en sus diversidades, sufren crímenes de odio, violencia de género e intolerancia, en formas nunca antes vistas. Selectiva y sistemática.
La prensa hoy como nunca vive la experiencia de la censura junto con el silencio y el terror.
Mueren por reportar las operaciones de bandas de narcotraficantes, acciones de las fuerzas golpistas militares y paramilitares, o las operaciones de inversionistas violentos.
Hoy el ejercicio de la libertad de expresión en Honduras sufre un saldo trágico de 10 periodistas asesinados en menos de seis meses y decenas de casos de persecución y amenazas.
Las detenciones arbitrarias, las persecuciones selectivas y las ejecuciones sumarias de integrantes de la resistencia nacional, no admiten comparación con ningún período anterior.
Las soluciones violentas, del golpe de estado, construye el silencio en estas capitales, y muestran a Honduras en una falsa burbuja de normalidad.
Nada es normal en el país. El golpismo no ejerce el poder, impone la fuerza policial y militar. Ejerce la represión. Y suman las víctimas todos los días.
Aquí traemos la voz de esas víctimas para denunciar la mentira oficial y las mentiras oficiosas.
El país avanza a una nueva zona de rupturas mayores, sin confianza ni credibilidad en el sistema político y electoral, entre la incertidumbre y la desesperación.
Las elites no son capaces aún de anticipar la amenaza seria que supone la desigualdad que han construido.
Avanzamos a momentos más críticos con la complicidad de actores externos que apuestan por una estabilización con diálogo y reconciliación sobre los cadáveres, sin importarles la sangre derramada.
Vencer a Zelaya para detener a Chávez en la región era una de las grandes falsas consignas.
El gran afán ahora es vender la ficción que la mayoría de hondureños quieren el cambio político por encima de los dos extremos radicales que son la Unión Cívica Democrática y el Frente Nacional de Resistencia Popular.
Nuestra organización considera, como lo hicimos en el pasado, que no puede haber recuperación de la estabilidad democrática con puras consignas bajadas desde los vecindarios de este lugar donde estamos.
No puede haber estabilidad real sin remover la estructura golpista del Estado y sancionar a los responsables de las atrocidades.
Concluyo con la esperanza del pueblo que resistió creativo, alegre y propositivo la violencia del golpe de estado de junio 2009.
Cierro con la firmeza de los hombres y mujeres que dieron la espalda en noviembre de 2009 al bipartidismo burgués neoliberal que entregó las riquezas de Honduras a una elite inconsciente, voraz y desnacionalizada.
Puntualizo el final con la certeza que el régimen sucedáneo del golpe que representa Porfirio Lobo es factor de desestabilización y que apoyarlo es suicida.
Finalizo con la determinación de las juventudes que construyen correlación de fuerzas hacia una Asamblea Nacional Constituyente inevitable que genere un nuevo contrato social, una nueva Constitución refundacional del país más rico de la región.
Me despido con la alegría de una Comisión de Verdad que ofrece un espacio a los ofendidos, a las víctimas de la barbarie golpista. Que requiere el apoyo del corazón de ustedes.
La verdad y la justicia son condiciones innegociables para la estabilización política de Honduras.
Acumular otra vez la mentira junto con la impunidad, como se hizo después de la guerra sucia de los años ochentas, es aumentar el peso de la lápida que caerá sobre nuestras conciencias.
La disyuntiva es reformar o refundar, sin lavar el golpe para engañarnos a nosotros mismos.
Vivan los derechos humanos de las víctimas en Honduras, vivan los derechos humanos de la humanidad
Muchas gracias!