Por Ricardo Salgado
Recién ayer escribí un llamado para unirnos a la lucha por el retorno de José Manuel Zelaya. Después de muchísimas misivas enviadas al correo pormzr@gmail.com desde puntos muy distantes del planeta, y desde varios lugares de nuestro país. Como iniciador de la campaña me he puesto a ver los mensajes enviados, y me parece increíble que la mayoría de personas que escriben en las redes no han enviado ninguna misiva. Imagino que todos están ocupados en otras tareas.
Cuando escribo esto me expongo ante muchos a que me acusen de Melista, y quizá hasta de liberal; no soy caudillista pero se reconocer los méritos de los hombres, especialmente cuando en sus actos nos muestran el amor a Honduras y a nuestro pueblo; liberal no puedo ser, sería contradictorio apoyar ese adefesio que tanto daño nos ha causado. Posiblemente piensan que alguien me paga; y si me pagan, pero por mi trabajo.
Hasta hoy nadie ha dado un solo centavo por leer las cosas que escribo. No soy escritor, difícilmente llegue a serlo; no soy político, eso es aún menos posible. Me he acostumbrado por décadas a analizar y a estudiar. Después del año 2008 me llamo poderosamente la atención el camino que tomaba la administración de Zelaya. Vi como anduvo el camino que lo llevo hasta el golpe, solitario, enviando mensajes claros que todos preferían ignorar, excepto la derecha.
Salió expulsado ilegalmente del país, el pueblo enardecido fue a la calle a protestar, y permaneció marchando casi 6 meses gracias a los buenos niveles de organización del Movimiento popular Hondureño, construido por muchos años. Muchos cayeron a lo largo de esos meses en que creíamos que se podía, pero no.
Y simplemente porque no podíamos hacer más. Después Mal viene a Nicaragua para entrar al país, miles marchan hacia la frontera de las manos, pero muchos quedamos aterrorizados en todas partes, y seguíamos chocando contra la misma muralla militar bien adiestrada y preparada para reprimir; la gente seguía tomando buses que los chafas paraban y regresaban.
No había quien dijera “... y si caminamos por aquí…”. No había chance verdadero de hacer una revolución. Recuerdo como muchos hablaban de tomar las armas. Recordamos el sitio de Alauca, y el hostigamiento a que sometieron a doña Xiomara y la gente que la seguía, incluso la acosaba el Sub Procurador golpista Ricardo Rodríguez, entonces “padre de la patria”. El 21 de septiembre apareció Mel de nuevo, esta vez en Tegucigalpa. Al día siguiente, gasearon a los que hacían vigilia en la ratonera de Palmira; otra vez no había ningún plan. A Zelaya esta movida le costó 4 meses de prisión y tortura. Muchos de sus acompañantes se quedaron sinceramente, convencidos de la grandeza de la lucha, otros simplemente estaban en un trampolín que usarían después para conseguir sus propios objetivos.
No conozco el tipo de acuerdos bajo los que el presidente salió finalmente libre el 27 de enero, en un evento en el que su despedida fue 10 veces más grande que la toma de posesión del continuador del golpe. Hoy vive en un exilio injusto e ilegal, víctima de una gigantesca maniobra diseñada por el imperio para “esconderlo” de su pueblo. Nunca antes en la historia hondureña reciente, un presidente se puso del lado de su pueblo; nunca antes se abrieron las puertas de la Casa Presidencial para que el pueblo llegara a ver la casa de los que gobiernan. Increíble, nunca antes un político hondureño se había acercado a buscar los caminos del pueblo, no para pedirles votos, pero para platicar con él. Entonces cuando iba de visita a los pueblos era caudillo para unos y populista para otros, para el pueblo era Mel. Cuando hacia sus acciones excéntricas, lo criticaban acremente, unos por exhibicionista y otros por temor a sus acciones; el pueblo disfrutaba.
Hoy muchos talentosos dirán que se trataba de chabacanadas; yo pienso que dentro de todo esto, casi sin recursos fue una muestra clara de la posibilidad de construir poder en el pueblo, algo que ningún político nacional ha hecho nunca, ni se percibe que pronto alguien lo hará. Al final de esta corta reflexión pregunto,¿se merece este hombre seguir en el destierro? ¿Merece que por los intereses de unos cuantos, el tenga que esperar a que los fascistas consideren que ya se gano el olvido del pueblo?
Si usted esta de acuerdo conmigo en que esto no esta bien, entonces, envie sus misivas a pormzr@gmail.com , si puede ayude a organizar, a aumentar esta campaña, demostremos que más allá de la vergüenza están nuestras ideas de justicia, igualdad, libertad y solidaridad. Parte de la campaña por el retorno inmediato, seguro e incondicional de jose manuel zelaya rosales y todos los exiliados; asi como el cese a la persecucion judicial por razones politicas de los compañeros que sirvieron en su gabinete de gobierno. Le invitamos a escribir expresando su solidaridad. Para hablar nos basta con el cerebro, la lengua y el corazon, no nos quedemos callados. Escriba a pormzr@gmail.com