jueves, 31 de diciembre de 2009

Luces y Sombras del 2009

Editorial Nuestra Palabra, Radio Progreso, 30 de diciembre de 2009

El 2009 ha sido el año más oscuro de los últimos 30 años en Honduras. Con el golpe de Estado del pasado 28 de junio hemos regresado a regímenes dictatoriales y totalitarios que toda América Latina creía superados y que eran solamente terribles experiencias del pasado.
En los últimos 6 meses de este año hemos sido testigos del ascenso de las fuerzas armadas en el control del Estado y sus instituciones, y del sometimiento del poder civil al poder militar; como
consecuencia, los pequeños avances democráticos han quedado destruidos y nos encontramos en una situación de emergencia ante las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de facto.
Por eso, aunque se hayan celebrado unas elecciones de por sí ilegítimas y no reconocidas por un gran número de países del mundo, el 2009 nos ha dejado, además de la experiencia de vivir bajo
una dictadura encabezada por el general Romeo Vásquez y Roberto Micheletti, un nuevo gobierno elegido bajo la repression de las armas y que sólo tiene la fachada de civil al constituir una continuación del golpe de Estado y del poder militar.
Pero el 2009 también nos ha dejado la experiencia de la toma de conciencia de un buen porcentaje de la población que estaba adormecida y que nos hemos dado cuenta que la democracia que propugna la clase política sólo consiste en votar cada 4 años pero no en democratizar la riqueza y el bienestar.
Nos hemos dado cuenta que los intereses de las grandes mayorías nunca han estado representados en el Congreso Nacional y que todas las instituciones del Estado encargadas de impartir justicia sólo han estado al servicio del poder económico, militar y político.
El 2009 ha dejado al descubierto que la clase política hondureña sólo habla de democracia cuando sus intereses no están en juego pero cuando el pueblo cuestiona el modelo que nos han impuesto están dispuestos a asesinar, torturar, violar, detener ilegalmente, desaparecer y pisotear cuantas veces sea la legalidad constitucional.
Seguramente el 2010 será un año difícil para el pueblo hondureño en material económica, social y política pero también tendrá que ser un año de esperanza, de cambios, de pequeños signos que
nos permitan ver en el horizonte, un país nuevo en donde la dignidad de cada hondureño y hondureña sea verdaderamente el fin supremo de la sociedad y del Estado.

Radio Progreso

.

Terrorismo electrónico amenaza de muerte a periodistas

Tegucigalpa, 31 de dic. Nuevamente la dictadura fascista representada en los rostros de Roberto Micheletti y Romeo Vásquez Velásquez mediante el financiamiento de la burguesía terrorista, amenaza las acciones pacificas de la población que resiste las atrocidades de su mandato espurio.

A través del terrorismo electrónico por la vía celular la dictadura amenaza de muerte a la joven reportera del periódico El Libertador Suny Arrazola, quien también milita en la Juventud Popular Morazanista (JPM) y al periodista Ronnie Huete quien colabora con la corresponsalía internacional de la agencia de noticias, Prensa Latina.

Huete también es un militante activo de la Juventud Popular Morazanista y también publica artículos en la red internacional FIAN y la Red de Desarrollo Sostenible.

La JPM recibe amenazas de ese tipo desde a mediados de julio del presente año y el nueve de octubre se concretó una de las amenazas, puesto que uno de los compañeros de la organización fue embestido por un grupo de sicarios que un intento fallido, intentaron secuestrarlo.

La JPM es una organización política que se ha sumado a las acciones pacificas del Frente de Resistencia Nacional en contra del golpe de Estado.

Como organización condenamos estos actos terroristas que ha impuesto la dictadura fascista a través de paramilitares contratados por algunos latifundistas hondureños tal y como lo anunció recientemente en un comunicado la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde la ciudad de Ginebra en Suiza.

De igual forma nos solidarizamos con el colega periodista Cesar Silva, quien recientemente fue víctima del terrorismo de la dictadura, ya que en un acto cobarde e inhumano fue raptado por un grupo de sicarios, quienes le torturaron y violentaron sus derechos humanos.

De ante mano, como Juventud Popular Morazanista responsabilizamos a la dictadura de cualquier agresión física, psicológica o atentado terrorista a uno de nuestros militantes, familiares o amigos de la organización, de igual forma agradecemos el apoyo moral incondicional mostrado por el Comité de Familiares de detenidos desaparecidos en Honduras (COFADEH), el Centro de prevención, Tratamiento y Rehabilitación de las Victimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT) a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y demás organismos de derechos humanos que se han opuesto a las arbitrariedades del régimen dictatorial.

¡No a la amnistía para los golpistas asesinos!

Ronnie Huete Salgado

Fuente: Vos el soberano

.

Una dictadura setentista

Por María Laura Carpinet

El discurso de la dictadura hondureña es casi calcado al de los años ’70. La amenaza comunista, por un lado, y la burocracia parasitaria, por otro, habían tomado de rehén al Estado y era necesario salvar las instituciones como fuere.

La dictadura hondureña no viste de fajina ni esconde las urnas, pero no es tan distinta de sus antecesoras latinoamericanas de los años ’70. “Estamos viviendo algo similar a lo que vivió la Argentina en 1976, especialmente, en lo económico”, advirtió del otro lado del teléfono Nelson Avila, uno de los principales asesores económicos del presidente Manuel Zelaya, antes del golpe de junio pasado. Es cierto que el pequeño país centroamericano nunca alcanzó un nivel de desarrollo industrial o de distribución de la riqueza como la Argentina en los ’60, pero sí había dado algunos pasos hacia una mayor justicia social con el gobierno de Zelaya. Eso se terminó. El próximo presidente Porfirio Lobo, electo al amparo de los militares y los golpistas, ya está haciendo números para adelgazar al gigante público. “Hay que volver a estabilizar las finanzas públicas, racionalizar el gasto público”, adelantó a este diario César Cáceres, un hombre que trabajó en la campaña de Lobo y ahora participa de la Comisión de Transición.

El discurso de la dictadura hondureña es casi calcado del de los años ’70. La amenaza comunista, por un lado, y la burocracia parasitaria, por otro, habían tomado de rehén al Estado y era necesario salvar las instituciones como fuere. Pero ni Zelaya era un comunista ni la dictadura acabó con los parásitos que se alimentan de los ingresos del Estado. Después de casi seis meses en el poder, el presidente de facto Roberto Micheletti autorizó un endeudamiento interno de cerca de 200 millones dólares y, según los cálculos de los zelayistas, echó mano a 500 millones de dólares de las reservas depositadas en el exterior.

No dijo para qué era ni cuánto gastó, pero se puede suponer que no irá a engrosar el gasto social. Educación y salud fueron los primeros sectores que sufrieron un recorte en el presupuesto anual aprobado por la dictadura. “Cortaron los programas de emergencia en los hospitales, por ejemplo la prevención y atención de enfermedades como el mal de Chagas, el dengue y el SIDA. En cuanto a educación, nos suspendieron los programas para jóvenes indígenas que estaban funcionando en las zonas rurales”, explicó la líder de la Resistencia contra el golpe, Berta Cáceres, durante su reciente paso por Buenos Aires.

Las zonas rurales fueron las más afectadas por el golpe de timón que dio Micheletti después del golpe. La dictadura expulsó del país a los más de 130 voluntarios cubanos del programa educativo Yo Sí Puedo, por el que habían pasado unos cien mil hondureños –una cifra nada despreciable en una población de poco más de siete millones de habitantes–. Además congeló todos los proyectos de infraestructura y las entregas de tractores e insumos para la agricultura, financiados por los planes de cooperación del ALBA, el bloque regional fundado por Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales.

Esta semana el gobierno de facto de Micheletti anunció que se retirará del ALBA, una alianza que Zelaya había sellado hace apenas un año. La figura de Chávez es para los golpistas el elemento más irritante de todos, incluso más que el propio Zelaya. Sin embargo, el odio de Micheletti no es tan visceral como él dice. La dictadura hondureña no quiere salirse de Petrocaribe, la alianza energética liderada por Chávez, que no sólo ofrece crudo más barato, sino a pagar a mediano plazo y a un interés de sólo el uno por ciento. Los créditos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, que ya está reclamando el establishment golpista, imponen un interés de entre el cinco y seis por ciento anual.

El gobierno de Lobo, que asume el próximo 27 de enero, tendrá una línea económica muy parecida a la de Micheletti. Reducir el gasto social, privatizar las grandes obras de infraestructura y achicar la planilla de empleados estatales. “Ninguna conquista social que se haya conseguido con el presidente Zelaya, como el aumento del salario mínimo, se va a cortar, pero el Estado no puede ser el mayor empleador del país”, explicó César Cáceres, un hombre que seguramente ocupará un lugar importante en el próximo gobierno.

Cáceres recordó, con algo de nostalgia, que durante el gobierno anterior de Zelaya, el ex presidente Ricardo Maduro había logrado reducir del 11 al 9 por ciento del PBI el gasto dirigido a salud y educación. Durante los tres años y medios de Zelaya se recuperó y aumentó hasta un poco más del 14 por ciento del PBI. “Los docentes y los médicos se convirtieron en una clase privilegiada”, se quejó Cáceres.

Tan privilegiados resultaron que fueron ellos quienes pusieron el cuerpo a las balas y las bombas lacrimógenas durante estos casi seis meses de dictadura. “Son el sector más fuerte y con mayor capacidad de movilización dentro de la resistencia y lo demostraron. Lobo no se va a animar a hacer recortes, al menos no en su primer año”, se animó a pronosticar Avila, el asesor económico zelayista.

Pero de que habrá recortes ya nadie duda en Tegucigalpa. Los técnicos que rodean a Lobo hablan de sistematizar procesos, recortar la masa salarial del Estado y compartir el peso de la inversión pública con los inversores privados. “Los salarios no se van a tocar, jamás; pero posiblemente toquemos la estructura del gobierno. Necesitamos un gobierno más eficiente. Ya lo hicimos en el gobierno de Maduro y ahora vamos a retomar ese camino”, señaló Cáceres.

El 28 de junio los militares dieron un golpe correctivo para recuperar el rumbo político y económico, que había hecho de Honduras uno de los países más pobres, violentos e injustos del continente.

Fuente: Página 12

.