Ver después la capital completamente militarizada e inmediatamente se toman por asalto medios de comunicación no implicados en la conspiración y que podían decir a Honduras y el mundo la verdad de lo que estaba ocurriendo. Así mismo se asaltaban casas de ministros y periodistas.
Ver y narrar a un pueblo entero que trata de llegar a la capital para reclamar el regreso de su presidente constitucionalmente electo y encontrarse con hordas militares bloqueando carreteras, disparando para intimidar, bajando al pueblo de los autobuses y ametrallando las llantas de los mismos para truncarles el camino.
Pronto vendrían los asesinatos, como el del joven de 18 años Isis Obed Murillo, ocurrido en el aeropuerto Toncontín de Tegucigalpa, en manos de las Fuerzas Armadas, mientras esperaba el regreso de su Presidente.
A esta siguieron otras muertes, en fechas recientes ha habido unas públicas y otras que se hacen en las sombras de la noche y aparecen los cadáveres al día siguiente.
Por allí vendría la violación de una mujer por parte de cuatro miembros de la Policía Nacional en Choloma, le dejaron claro que era por andar en las marchas de protesta a favor de la constitucionalidad, no bastándoles con violarla le introdujeron el tolete, o macana, por el ano, esta compatriota se llama Irma Villanueva.
Otras y otros compatriotas han sido heridos, mutilados. Agregando aquí el daño psicológico en contra de casi todo un país.
Dos días después de que el presidente constitucional llegara a la embajada de Brasil en Tegucigalpa, hubo tremenda ofensiva militar contra esa sede diplomática, sonidos estridentes para enloquecer, lanzamiento de gases tóxicos y todo se veía como una inminente invasión a la embajada de Brasil, irrespetando todos los convenios internacionales, y el asesinato del presidente constitucional de Honduras.
Así lo vimos y vivimos tanto los hondureños que vivimos en el exterior como nuestros compatriotas dentro del país.
Un periodista --y otras y otros muchos más-- labora casi las veinticuatro horas desde el golpe de Estado-Militar en Honduras. En medio de todo este caos, ese periodista, David Romero, frustrado e impotente, denuncia.
Entre estas denuncias se encuentra la que hace al sionismo, pues se tiene noticias de que el gobierno de facto está utilizando armamento de sonido y otros implementos de procedencia israelí.
Se comprende que Romero se refería a esa parte criminal que tienen todos los países, las culturas, incluso, muchas religiones.
No quiso insultar a los judíos como pueblo pero las circunstancias entre tanto atropello también le atropellaron el orden de los pensamientos.
David ya ha pedido una y otra vez perdón por el error involuntario, pero hay quienes en Honduras y con sus asesores externos quieren explotar este incidente.
Los intelectuales de facto y periodistas de facto han perdido cada batalla contra la resistencia, porque es aquí en donde está el talento hondureño, en los escenarios de la palabra y la información, que por ello buscan otros recursos en donde no importa si se ha de profundizar en la bajeza.
Hay tantas violaciones de las leyes en Honduras desde el golpe de Estado-Militar que no alcanza el papel y el tiempo para enumerarlas, como que, de repente, por un “decreto legislativo” ilegal, se ve él (David Romero) y sus compañeros a las cinco de la mañana rodeados en la radio emisora por la policía y el ejército.
Escuchan los golpes que están derribando las puertas, lo dicen al aire que han llegado y que están destruyendo las puertas. Los periodistas escapan desde un tercer piso. Más tarde se enteran de que han hecho daños físicos al edificio, han dañado parte del equipo y han “decomisado” otra parte.
Aprovechando ese mismo decreto ilegal el gobierno de facto desaloja a campesinos del Instituto Nacional Agrario (INA), y los llevan a la cárcel, entre ellos niños y ancianos de la tercera edad.
De pronto en el país entero reina el silencio del pueblo y se impone la voz de facto tratando de convencer a la fuerza al pueblo y al mundo de que a Honduras la inunda la paz y el orden.
Yo, como hondureño, tengo amigos y conocidos turcos, indígenas, garífunas, chinos y judíos no digamos, para sólo mencionar algunos: David Unger, don Jaime Rosenthal, Francisco Goldman, Jacobo Goldstein, Illan Stavan, y tantos y tantos, sin olvidar a mi maestro y amigo Kurt Vonnegut, (qepd).
En Honduras, si se hace una encuesta seria, la verdad es que la gran mayoría de la población no podría responder correctamente qué es un judío, un turco, incluso hasta sobre nuestras etnias autóctonas, ya que, por fortuna, Honduras no ha sido ni es un país etnocéntrico.
Así que todo este asunto que se ha pretendido hacer es para lanzar una cortina de humo, desubicarnos, entretenernos de las verdaderas razones por las que el pueblo hondureño lleva más de cien días manifestándose en las calles: por el golpe de Estado-Militar, la violación consecutiva de los Derechos Humanos (entre ellos asesinatos y violaciones de mujeres), la violación a la libertad de prensa, a la libertad de expresión, y, especialmente la exigencia al regreso a la constitucionalidad y la restitución del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales.
Y, por supuesto, aprovechar que en otros países, particularmente en los Estados Unidos, los temas raciales son de gran susceptibilidad y con ello pretenden desprestigiar la resistencia y al presidente Zelaya.
No hace mucho en un artículo mío en Diario Tiempo, escribí: “Drama-turco”. Recibí este correo del Sr. Selim Canahuati: “Estimado Sr. Quesada:
Al margen de su reconocida calidad como escritor, no me parece de buen gusto el uso del término "drama-turco" (…)
Pienso que la actual crisis nos brinda una oportunidad, partiendo de posiciones flexibles y reflexivas, para edificar una sociedad justa tal y como usted en varias ocasiones lo ha expresado.
Sería un honor conocerle algún día. Atte./ Selim B. Canahuati”.
Aunque mi referencia fue más bien cinematográfica, basado en la película ‘La caja de Pandora’, de la cineasta turca Yesim Ustaoglu, premiada en el festival de San Sebastián, de España, y que es en realidad un drama turco, pedí las disculpas del caso al Sr. Canahuati y todo en paz.
Cito la carta anterior porque es un buen ejemplo del camino que debemos emprender: empresarios, artistas, obreros, campesinos, políticos (auténticos, no los que ven el gobierno como medio para enriquecerse), etc., todos juntos constituimos una real nación. Por supuesto, con una Constitución que no sea excluyente.
De estas cosas los medios al servicio del gobierno de facto hacen alharaca, pero, ¿por qué no hicieron lo mismo cuando recién instalado el gobierno usurpador, el canciller de facto Ortez Colindres, dijo: “Obama es un negrito del Batey… Un negrito que no sabe nada de nada?”.
Una ofensa directa al presidente constitucional de los Estados Unidos Barack Obama. Los hondureños sabemos que lo que dijo en lenguaje local es: “Negro ignorante”.
En ambos casos ha hecho bien el embajador estadounidense Hugo Llorens al protestar (ojalá que también proteste porque ayer 7 de octubre frente a su embajada, justo cuando comenzaba “el diálogo” para superar la crisis, las fuerzas de represión de facto apalearon y lanzaron bombas contra desarmados manifestantes) por los comentarios desafortunados.
A diferencia de que el periodista David Romero ha pedido reiteradamente perdón, incluyendo en el New York Times, en donde se lee: “El Sr. Romero, dijo que su abuelo era un inmigrante judío de Checoslovaquia. "No fue ni será mi intención dañar a la comunidad". Mientras que el ex canciller de facto refugiado en su arrogancia nunca pidió una disculpa en serio por el insulto a Obama. Y los medios golpistas: Silencio.
Ni turco ni indio, ni ladino ni judío, ni blanco ni negro, ni chino ni amarillo, ni nadie debe arrastrar al pueblo hondureño a un mal que nunca ha tenido: el etnocentrismo. Sean elegantes, busquen otra forma de convencer de que no fue golpe de Estado-Militar y de justificarlo. Pero como ya se sabe: ¡lo que natura da…!
Roberto Quesada
Nueva York 8 de octubre 2009.
Roberto Quesada: Escritor y diplomático hondureño.
robertoquesada@hotmail.com
www.hondurasusaresistencia.com
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