La captura de Francisco Chávez Abarca, terrorista de origen salvadoreño y lugarteniente de Luis Posada Carriles, el pasado 1 de julio en el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, cuando intentaba ingresar a Venezuela para desplegar una oleada de acciones terroristas en ocasión de celebrarse las venideras elecciones del 26 de septiembre y, al mismo tiempo, ejecutar varios asesinatos de dirigentes bolivarianos, ha despertado diversas reacciones: los implicados de la mafia anticubana de Miami callan y hacen un mutis sospechoso; la derecha salvadoreña muestra desacostumbrados temores; los golpistas que lo usaron como asesino a sueldo en Honduras tratan de defenderlo solapadamente, mientras que la derecha anti bolivariana ha levantado una tremenda alharaca cuando ha caído en manos de la justicia venezolana nada menos que Alejandro Peña Esclusa, implicado en dichos planes terroristas.
Temores dentro de arena: los cómplices de Chávez abarca en El Salvador
Mario Acosta Oertel, viejo cabecilla de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), protestó en un comunicado público, en relación con el reciente el intento de allanamiento por parte de la Policía Nacional Civil (PNC), en las residencias y oficinas de varios dirigentes de su partido, entre los que se encontraban el ex presidente Armando Calderón Sol, Hugo Barrera, Julio Rank Wright y otros. Aparentemente, la PNC buscaba armas cuyos permisos estaban vencidos. Tras esgrimir falsas acusaciones sobre una supuesta maniobra del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) contra ARENA, el dirigente de la ultraderecha salvadoreña, mostró una mezcla de rabia y nerviosismo, ya que una investigación seria sobre los vínculos de su partido con terroristas como Luis Posada Carriles y Francisco Chávez Abarca, como lo demandó ayer el FMLN, podría destapar una fétida cloaca de oscuras conspiraciones y tenebrosas componendas en las que han participados los arenistas y que los pondría en una escandalosa posición. El propio vicepresidente de la Asamblea Legislativa, Sigfrido Reyes, también dirigente del FMLN, hizo énfasis en la necesidad de la indagatoria, la cual esclarecería asimismo los vínculos entre ARENA y la reaccionaria organización anti venezolana Fuerza Solidaria, encabezada por Alejandro Peña Esclusa, uno de los acusados en Venezuela de confabularse con Chávez Abarca para realizar atentados y varios homicidios contra funcionarios gubernamentales, incluido el propio presidente Hugo Chávez Frías.
No fue casual, por supuesto que el actual diputado de ARENA, Jaime Handal, lamentara la captura de Peña Esclusa en Venezuela por parte del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), a quien consideró inocente. Tampoco se descarta que ambos implicados, Francisco Chávez Abarca y Alejandro Peña Esclusa, contaran con el apoyo de algunos funcionarios salvadoreños vinculados a la derecha. Hoy es un secreto a voces que Peña Esclusa visitó El Salvador en varias oportunidades en los últimos años, sirviendo funcionarios de ARENA como enlaces entre ambos y varios terroristas de origen cubano y venezolano asentados en Miami, como Luis Posada Carriles, Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, Huber Matos, así como varios dirigentes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y del Consejo por la Libertad de Cuba (CLC).
Posada Carriles gozó del apoyo total del gobierno salvadoreño. Prueba de ello lo es su dudosa relación con el viceministro de Seguridad en ese entonces, Hugo Barrera, quien ha sido líder de ARENA, el principal partido de la burguesía salvadoreña. Éste lo protegió en reiteradas ocasiones, al igual que Mario Acosta, también Ministro del Interior por aquellos tiempos. Otros de sus cómplices en El Salvador fueron Rodrigo Ávila, director de la Policía Nacional Civil y Mauricio Eduardo Sandoval Avilés, Director del Organismo de Inteligencia del Estado en esa etapa. La lista se incrementó con la persona de Julio Eduardo Villatoro Monteagudo, un abogado que enfrentó a partir del 2008 un proceso de deportación en Estados Unidos, luego de su captura, y quien le apoyó con dinero y recursos para sus actividades terroristas en la década de los noventa.
Otro hecho que pone a prueba los vínculos de Posada Carriles y su célula terrorista centroamericana con la extrema derecha salvadoreña, lo han sido las reiteradas negativas del pasado Ministro de Seguridad Pública de El Salvador y vicepresidente de ARENA, René Figueroa, a enjuiciar a Francisco Chávez Abarca por los actos de terrorismo cometidos por éste. Encargado de la seguridad de la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estados en El Salvador, se lavó las manos ante las denuncias del presidente venezolano Hugo Chávez sobre un plan de atentado contra su persona cuando asistiera a la misma. También Posada y Chávez Abarca contaron con el apoyo del ex Ministro de Seguridad salvadoreño, Francisco Bertrand Galindo.
Una vieja historia de componendas
Hoy se dispone de un abundante dossier, que se incrementa con el proceso inquisitorio contra Chávez Abarca en la Habana, donde aparece Peña Esclusa en un largo periplo por Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países de la región, entre los años 2007 a 2010, en los que sostuvo encuentros con Chávez Abarca, varios contrarrevolucionarios de origen cubano y algunos anti bolivarianos residentes en Venezuela y Miami. Detrás del telón estaba la mano de Posada Carriles desde su cómoda impunidad floridana.
Estos temores de ARENA no son infundados en la medida en que desde los años ochenta se convirtió en soporte del terrorismo contra Cuba y existen abundantes pruebas con respecto a los vínculos entre este grupo de ultraderecha, el terrorista Posada Carriles y muchos de sus cómplices como Félix Rodríguez Mendigutía y otros, vinculados a la Operación Calypso contra la Revolución Sandinista desde la base de Ilopango, por órdenes expresas de la CIA. Desde ese momento, las autoridades salvadoreñas beneficiaron a Posada con una falsa identidad: la de Ramón Medina Rodríguez, suplantando el pasaporte de la salvadoreña Mercedes Flores Funes. Por ese entonces, Posada recibió su salario de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), a través de su fachada como Support Director del Nicaraguan Humanitarian Assistance Office (NHAO).
Luego de que Posada Carriles terminara sus labores de la CIA en Ilopango a fines de octubre de 1986, tras el escándalo Irán-Contras, recibió seguro refugio en Xanadú, un lugar turístico de El Salvador, cercano a El Zunzal, trasladándose a Panamá en marzo de 1987. Luego de participar como instructor de ex mercenarios de la Brigada 2506, fue incluido en el círculo de asesores del presidente salvadoreño José Napoleón Duarte, fortaleciendo sus relaciones con la cúpula policial y militar, así como con dirigentes de ARENA. A la par, inició en esos momentos la creación de su célula terrorista en Centroamérica, por órdenes de la FNCA, iniciándola con Armando López Estrada y René Corvo Lorenzo, residentes en Costa Rica.
De vuelta a El Salvador en 1994, Posada fue provisto por sus socios de ARENA con otro pasaporte a nombre de Franco Rodríguez Mena, en Tecapán, Usulután, haciéndose uso de una fe de bautismo de otra persona ya fallecida. Esa nueva identidad le permitió desplazarse por diversos países de la región, incluyendo los Estados Unidos, con total impunidad. La dirección de residencia de Franco Rodríguez Mena, que consta en este nuevo pasaporte salvadoreño, es Calle San Salvador Nro. 219, Colonia Centro América, San Salvador, detectándose posteriormente que la misma era inexistente.
Durante la etapa de los 90, Luis Posada Carriles fue visto en los Talleres Automotrices Moldtrok, una empresa fundada en 1961 y sita en 25 Avenida Sur Nº 416, San Salvador, propiedad de Ramón Sanfeliú, un salvadoreño de ultraderecha relacionado con los grupos más radicales de ARENA y quien le brindó protección en múltiples ocasiones En un artículo del periódico salvadoreño La Prensa Gráfica, aparecido el viernes 9 de marzo 2001, se anunció que la Policía Nacional Civil investigaba al referido taller automotriz, por dedicarse de forma no autorizada a la importación de armas de guerra, luego de ganar una licitación para proveer de municiones a la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP). Las autoridades salvadoreñas habían decomisado días antes un gran cargamento de municiones para escopetas calibre 12, procedente de Bilbao, España, destinados, entre otros, a los talleres Moldtrok. Las actividades ilícitas de Sanfeliú, relacionadas con trasiego de armas y municiones, lo ponen en evidencia en cuanto a su participación en los atentados terroristas perpetrados por Posada Carriles en Cuba durante 1997.
La complicidad de Posada Carriles con las élites del poder en El Salvador, se puso igualmente de manifiesto no hace mucho, cuando fue recomendado por Lincoln Díaz Balart para que participara desde Miami en las componendas para impedir la ascensión del FMLN si éste ganaba las elecciones o, de los contrario, realizar maniobras para impedir el triunfo de esta organización en las urnas. La inusual recomendación hecha por el representante de la ultraderecha miamense tuvo lugar en un encuentro secreto en los Ángeles con el entonces presidente Antonio Saca, celebrado en abril del 2008. Como premio a su “ayuda”, Lincoln Díaz Balart recibió la Orden Nacional José Matías Delgado apenas un mes después. El 3 de mayo de 2008, en Miami, se consumaba la estrecha relación entre estos representantes de mafia cubanoamericana de la Florida y la ultraderecha salvadoreña.
Las células terroristas de Posada Carriles en Centroamérica están vivitas y coleando
Las células terroristas fundadas por el terrorista Luis Posada Carriles y la FNCA en Centroamérica han permanecido activas durante los últimos años, cobrando una mayor notoriedad a partir del año 2009, gozando de la protección de varios gobiernos centroamericanos o de funcionarios de la policía y la defensa de manera particular. Estas células están repartidas fundamentalmente en Honduras, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá.
Al contrario de lo que reportó el diario salvadoreño La Prensa Gráfica, nunca hubo en ellas, como señala dicho periódico, una “lógica de calma estratégica: los reclutas pasaron a una especie de retiro temporal hasta que hubiese un nuevo llamado de los jefes, los financistas”. Estas células han continuado fraguando en la mayor secretividad numerosas acciones contra Cuba y contra la Revolución Bolivariana. Toda su actividad ha sido monitoreada y existen evidencias de que nunca han sido “células durmientes”. Día tras día han sido usadas en esta dirección, así como para reprimir a las fuerzas progresistas en Centroamérica, especialmente en Honduras, o para confabularse en planes desestabilizadores en Venezuela, Cuba, Nicaragua, El Salvador, Bolivia y Ecuador.
Es cierto, sin embargo, que puede comparárselas solamente con las células de AlQaeda, por su forma de organizarse y por su relativa independencia y compartimentación, aunque no por razones ideológicas. Mientras a la células extremistas árabes las mueven motivaciones exclusivamente ideológicas, a las células terroristas de Posada Carriles las mueve no solo una ideología de extrema derecha, una irreflexiva sed de venganza, sino también un fuerte contenido de mercenarismo: sin dinero, no hay quien las haga actuar. Por otra parte, mientras la CIA no conoce a ciencia cierta cada movimiento actual de AlQaeda, los miembros de las células de Posada Carriles están ubicados por la CIA, la que los usa a su antojo y en función de la guerra sucia contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y otras naciones.
Chávez Abarca, aunque lo negó en sus interrogatorios en el Sebin inicialmente, sí mantuvo frecuentes contactos con miembros de la mafia anticubana de Miami, por indicaciones expresas de Posada Carriles, Santiago Álvarez y Pepe Hernández. En los últimos tiempos, durante su estancia en El Salvador, Honduras y Guatemala, estuvo dedicado a buscar mísiles tierra aire para atentar contra el avión presidencial venezolano, así como a establecer contactos con contrarrevolucionarios venezolanos para repetir en Caracas las acciones terroristas de 1997 en la Habana y Varadero. A la par, Chávez Abarca mantuvo contactos con varios miembros de las células de Posada Carriles en Centroamérica. No le es ajeno, por ejemplo, el vínculo con terroristas de origen cubano radicados en Costa Rica como los hermanos Gustavo, Armando y Claudio Lora Hernández, así como Moisés Núñez Ruíz, dueño de los frigoríficos Punta Arenas S.A.; René Corvo Lorenzo, Orfilio Palacios, Eduardo Paz y Héctor Alfonso, socios además de Huber Matos Araluce y de su padre.
Por otra parte, durante su traslado en abril de 1989, en Ciudad Guatemala, Posada Carriles se convirtió de inmediato en jefe de seguridad de la empresa telefónica estatal Guatel, dedicándose a crear nuevas células terroristas, esta vez con el apoyo de personeros como Francisco Ramírez, en ese entonces director de dicha empresa de comunicaciones guatemalteca ─quien luego fue arrestado y guarda prisión en Nueva Orléans desde 1994 por los delitos de lavado de dinero y narcotráfico─. Otro de sus socios en Guatemala fue el entonces director de Aduanas, Rolando Castro, y un grupo de contactos que lo elevaron al cargo de asesor presidencial de investigaciones del gobernante Marco Vinicio Cerezo Arévalo. La célula terrorista en Guatemala está integrada por varios ciudadanos de origen cubano que tienen poderosos intereses económicos en ese país.
También Posada contaría entre sus soportes para sus campañas terroristas a Mario Delamico, propietario de la empresa panameña Longlac Enterprise, dedicada a la comercialización de armamento, encargado de la transportación de armamentos y explosivos para sus planes terroristas y conocido desde la época de Ilopango. Se ha comprobado que las armas para realizar diversos atentados durante los años 90 salieron de los depósitos de Delamico, lo que incluye a los planes de atentado contra Fidel Castro en Cartagena de Indias, en Colombia e, incluso, uno de los tres planes preparados contra Fidel durante su visita a República Dominicana en 1998.
Luego del fracasado atentado contra su vida el 26 de febrero de 1990, en la Colonia Vista Hermosa, en Ciudad Guatemala, Posada se trasladó a San Pedro Sula, en Honduras, recuperándose de sus heridas bajo la ayuda de la FNCA y de Rafael Hernández Nodarse, antiguo socio de correrías y uno de los miembros de su red terrorista en Centroamérica. Un tiempo después, enero de 1994, se instaló en el apartamento 401 del Edificio Moncada, ubicado en la Avenida Juan Lido, Colonia Ninites, en Tegucigalpa, ocasión en que preparó un nuevo atentado contra Fidel Castro, si éste participaba en la toma de posesión del electo presidente Carlos Roberto Reina. Para ejecutar este plan, la FNCA desembolsó 20 000 dólares y planificó el empleo de un francotirador quien dispararía contra ambos mandatarios con un fusil dotado de mirilla telescópica. Junto a Posada Carriles estuvieron involucrados Roberto Martín Pérez, Ramón Orosco, Gaspar Jiménez Escobedo y Francisco Castro Paz. Al mismo tiempo, con total impunidad, Posada viajó a Costa Rica, el 15 de junio de 1994, con la misión de preparar un atentado contra un barco cubano que tocaba con relativa frecuencia el Puerto de Limón. Para esta misión y muchas otras, contó con el apoyo de sus colaboradores de la red terrorista centroamericana en Costa Rica, entre los que se encontraban Miguel Mariano Merino Márquez y los hermanos Lora Hernández.
La participación de la FNCA, de Posada Carriles y de autoridades de algunos países centroamericanos se puso de manifiesto cuando dotaron a los terroristas de origen cubano Santos Armando González Rueda y José Francisco Ramírez Oro, quienes se infiltraron por Puerto Padre, provincia de Las Tunas, el 2 de marzo de 1995, logrando enterrar 51 libras de explosivo plástico C-4 y otros medios, trasladándose a Cuba en una embarcación de la FNCA, de pasaportes costarricenses falsos expedidos a nombre de William Ortega Calderón y Rafael Antonio Oreamudo Blanco, para regresar después a la Isla para perpetrar atentados terroristas e intentar asesinar a Fidel Castro. Ambos son responsables de la colocación de una carga de 138 gramos de C-4 en un hotel de Varadero la que, afortunadamente, no explotó. Luego de ser capturados el 20 de marzo de 1995 en la frontera aeroportuaria, purgan hoy prisión en Cuba.
Una de las actividades conjuntas realizada entre la red terrorista centroamericana y la FNCA lo fue el plan frustrado de atentado contra Fidel en Panamá, en ocasión de celebrarse en ese país la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. En la misma no solo participaron altos directivos de la FNCA como Jorge Mas Santos, Alberto Hernández, Pepe Hernández y Roberto Martín Pérez, así como otros terroristas asentados en Miami y Nueva Jersey como Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Remón, Guillermo Novo Sampoll, Santiago Álvarez, Nelsy Ignacio Castro Matos, Francisco Pimentel, Osiel González Rodríguez, Pedro Gómez, Ernesto Abreu, Huber Matos y muchos más. También participó directamente Luis Posada Carriles, así como varios de sus miembros de las células centroamericanas como César Matamoros, José Valladares Acosta, así como varios de los terroristas de origen cubano asentados en Costa Rica.
Posada Carriles entró ilegalmente a los Estados Unidos el 26 de abril del 2000, procedente de Centroamérica, haciendo uso de un pasaporte falso salvadoreño a nombre de Franco Rodríguez Mena, número A-143258. Su finalidad era coordinar con los jefes de la FNCA el magnicidio contra el presidente cubano. Siete meses después, el 3 de noviembre del 2000, Posada Carriles arribó a Panamá procedente de Costa Rica para perpetrar el horrible hecho terrorista. En esta ocasión usó nuevamente el mismo pasaporte salvadoreño a nombre de Franco Rodríguez Mena, usado también en agosto de ese año para desplazarse por la región. Por su parte, mientras Guillermo Novo y Pedro Remón utilizaron pasaportes norteamericanos legales con números 043788076 y 084987631, respectivamente, Gaspar Jiménez Escobedo empleó un pasaporte falso de la misma nacionalidad a nombre de Manuel Díaz y con número 044172940. Nadie se percató ni de los explosivos ni del pasaporte falso empleado por Jiménez Escobedo y Luis Posada Carriles. Resulta sorprendente que ninguna autoridad migratoria centroamericana o de Estados Unidos haya descubierto los documentos apócrifos, ni el traslado de los explosivos por varios países de la región. ¿Complicidad, acaso, me pregunto?
Chávez Abarca y su papel contra Cuba
La oleada de atentados terrorista con la que siempre soñó Posada Carriles se inició el 9 de abril de 1997, cuando Francisco Chávez Abarca arribó a Cuba por el Aeropuerto Internacional “José Martí”, empleando su pasaporte salvadoreño Nro. 816604. La primera de las bombas la colocó este terrorista centroamericano en los baños de la discoteca “Aché” del Hotel Meliá Cohíba y detonó, como un mal presagio, a las 3.53 de la madrugada del día 12 de abril. Contenía 600 gramos de C-4. La suerte ayudó esta vez a los cubanos, pues ninguno se encontraba en esos momentos en el local siniestrado. En ocasión de otro de sus viajes, realizado 18 días después de la colocación de la primera bomba, el 30 mayo, Chávez Abarca colocó otro artefacto explosivo en una maceta ornamental del piso 15 de ese mismo hotel habanero. Contenía 401 gramos de C-4, que se activarían mediante un mecanismo de relojería acoplado a una calculadora marca Casio, Modelo QA-100. También esta vez, descubierto a tiempo el artefacto de muerte, se pudo evitar la muerte y la destrucción.
La actividad terrorista de Chávez Abarca, como miembro de la red centroamericana del terror y por orientaciones de Posada Carriles, lo llevó a colocar una bomba en las oficinas de la corporación Cubanacán, en Ciudad México el 25 de mayo de 1994, a las 6 de la tarde de ese día. Con este hecho se quiso revivir la ofensiva terrorista contra intereses y representaciones cubanas en el exterior, modus operandi de Posada Carriles y sus cómplices en la década de los 70. Estaba claro que este centroamericano sin escrúpulos se había convertido en un eficaz aliado para la FNCA y Posada. A partir de allí cumplió su rol como reclutador de mercenarios guatemaltecos y salvadoreños, casi todos ellos capturados en Cuba.
Francisco Chávez Abarca, conocido como el “Gordito” o el “Panzón, nació el 10 de septiembre de 1972, en El Salvador. Sin penas ni glorias, deambuló toda su vida entre la marginación y el delito, convirtiéndose en un vividor amante del dinero fácil. Sus oscuras actividades delictivas como traficante de autos robados le han hecho usar en reiteradas identidades, tales como William González, Manuel González y Pedro Humas, tal como lo ha hecho con frecuentemente su jefe Luis Posada Carriles.
Su historia criminal no se limitó solo a su participación como ejecutor directo y reclutador de mercenarios en la oleada terrorista de 1997, como veremos más adelante. El primero de octubre del 2005, la Policía Nacional Civil (PNC) de El Salvador capturó a Francisco Antonio Chávez Abarca en compañía de otros 21 miembros de su banda de ladrones de autos. Chávez Abarca, fue dejado en libertad el 2 de octubre de 2007, cumpliendo apenas dos años de prisión preventiva por ser el jefe, luego de evitar un juicio mediante procedimientos dilatorios, sucias componendas y agradecidos favores a personajes influyentes del gobierno. De inmediato, al conocerse la liberación del Panzón, el FMLN solicitó una explicación al respecto por parte del Ministro René Figueroa y de Félix Safié, el entonces Fiscal General. El partido ARENA logró bloquear esta indagatoria.
Alejandro Peña Esclusa: El primero en caer en el Jamo
Hace dos días, sobre las 10 de la mañana, compareció Alejandro Peña Esclusa ante el Tribunal 6º de Control con competencia en terrorismo, acusado de confabularse con Chávez Abarca en planes violentos contra la seguridad del estado y luego de haber sido decomisados en su residencia un kilogramo de explosivo C-4 y 100 detonadores, con los que se pensaba armar cuatro aparatos explosivos para ser colocados en sitios públicos como la plaza Alfredo Sadel, en las Mercedes, al este de Caracas. A Peña Esclusa, como era de esperar, se le negó la libertad condicional.
Otro de los planes en que estaba implicado el propio Peña Esclusa junto a Chávez Abarca, así como otros individuos que serán detenidos en los próximos días, eran los asesinatos de varias personalidades bolivarianas como el propio presidente Hugo Chávez Frías, la presidente de la Asamblea nacional, Cilia Flores, y la diputada del Parlamento por el Frente Humanista, Pastora Medina.
Mucho habrá de destaparse y la verdadera dimensión de los crímenes saldrá a la luz en su irrebatible dimensión. Basta solo esperar.
Micheletti defiende a los terroristas
No es casualidad que uno de los primeros el levantar su voz para “protestar” por la captura de Pena Esclusa haya sido ex presidente golpista de Honduras, Roberto Micheletti, quien junto a una apología sobre el reo terrorista, lanzó falsas acusaciones contra el gobierno bolivariano. Sabido es que el contrarrevolucionario venezolano fue uno de los primeros en bendecir públicamente el golpe anti constitucional contra el presidente Manuel Zelaya, y que llegó incluso a apoyar personalmente a los golpistas, por lo que fue condecorado por los mismos en noviembre de 2009.
El propio Micheletti encargó a su esposa, Siomara Girón, para que encabezara una vigilia ante la sede de la OEA en Tegucigalpa e integrada por miembros de la Unión Cívica Democrática de Honduras (UCD), vinculada al golpismo y de clara posición de ultraderecha. Era, sin lugar a dudas, el pago a Peña Esclusa por propalar en marzo pasado la falsedad de que el presidente Chávez preparaba un movimiento guerrillero en Honduras.
Por supuesto, Micheletti prefirió ignorar deliberadamente en su reclamo a Francisco Chávez Abarca, a quien utilizó en varias oportunidades como testaferro y asesino contra el movimiento anti golpista en Honduras. Muchas evidencias apuntan hacia “El Panzón” como miembro de los grupos paramilitares que secuestraron y desaparecieron a varios dirigentes sindicales, periodistas y otros opositores a Micheletti entre julio y diciembre de 2009.
El golpista Micheletti tiene sobradas razones para defender a todo aquel vinculado al terrorismo contra Cuba y Venezuela, al igual que los jerarcas castrenses en Honduras. Prueba de ello es que Luis Posada Carriles estuvo involucrado con altos personeros del ejército hondureño, como el Inspector de las FF.AA., coronel Guillermo Pinel Cálix, amigo suyo y de Mario Delamico, jefe de la inteligencia militar de Honduras en los noventa, y quien autorizó la creación de un campamento secreto en esa nación centroamericana, para ser empleado como campo de entrenamiento de contrarrevolucionarios cubanos y como base de agresiones terroristas contra la Isla. Por este “favorcito”, una gran cantidad de dinero fue entregado a manera de sobornos a jerarcas militares hondureños, con independencia del cuarto de millón de dólares que costaría el establecimiento de la base operativa. Para concretar estos planes, el coronel Pinel Cálix viajó a Miami donde se reunió con altos miembros de la FNCA.
Posada Carriles ha sido identificado en Honduras en diferentes ocasiones y convirtió a ese país en su base de operaciones terroristas. Se sabe, por ejemplo, que en 1996, mientras preparaba la oleada de atentados contra instalaciones turísticas en la Habana y Varadero, se le vio inmerso en la preparación de terroristas del auto titulado Gobierno Provisional en Costa Rica, contando con el apoyo de contrarrevolucionarios residentes en ese país y las propias autoridades ticas y hondureñas. Igualmente, se le varía mucho después en Honduras, luego del bochornoso indulto concedido al mismo por la ex presidenta Mireya Moscoso el 26 de agosto de 2004, saliendo del aeropuerto “Ramón Villeda Morales” y, en otra ocasión, unos días después, almorzando con Ralph Nodarse en un lujoso restaurante. La verdad a voces es que Posada contó con la protección del entonces presidente hondureño Ricardo Maduro y sus Ministro de Seguridad y Vice ministro de la misma institución, Oscar Álvarez y Armando Calidonio, respectivamente, quienes ignoraron deliberadamente la presencia de este criminal en su país. Para tal perfidia había un premio. El ex presidente Maduro visitó Washington en julio de 2009, donde fue recibido por los congresistas cubanoamericanos de la Florida, Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, así como el ex candidato presidencial John McCain. Era, sin lugar a dudas, un justo premio y un “merecido” espaldarazo a quien gobernaba honduras y permitió que Posada carriles obtuviera refugio allí mientras se preparaba su ulterior ingreso a los Estados Unidos.
La presencia de John McCain en el encuentro con Ricardo Maduro no resultó sorprendente ya que se conocía que este personaje mantuvo fuertes vínculos con la derecha hondureña desde los años 80 del siglo pasado. Por esa época fue Asesor del Consejo Norteamericano para la Libertad Mundial, el capitulo USA de la Liga Anticomunista Mundial. La LAM fue una asociación internacional radicada en Taipéi y que aglutinaba a lo más selecto de la ultraderecha y el anticomunismo internacional.
Miami, donde la complicidad se alborota
Como era de esperarse, en la ciudad donde pululan los terroristas de oficio y beneficio, Miami, varios grupúsculos de origen venezolano como Venezuela Awareness Foundation (IVAC), ORVEX, Venezolanos Presos Políticos en el Exilio (VEPPEX), la Plataforma Democrática de Venezolanos en Madrid, el Frente Iberoamericano por la Libertad (FIAL), así como grupúsculos internos como Unoamérica, la Asociación Fuerza Solidaria y la Mesa de la Unidad Democrática, criticaron airadamente la detención de Peña Esclusa, su oculta carta de triunfo para acabar con la Revolución Bolivariana por la vía violenta. Junto a ellos, en amañada confabulación con implicados en asesinatos como Patricia Poleo, así como escuálidos como la ex jueza Yuri López y el GN José Antonio Colina, los congresistas republicanos George LeMieux, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Diaz-Balart, se han dedicado a difamar y a aprobar la derrota del chavismo por cualquier vía, sin excluir el terror. Todo esto apunta solo a una verdad: el crimen se realizaría en Caracas, pero la paga salió de Miami.
- Percy Francisco Alvarado Godoy (Fraile) es escritor guatemalteco
Fuente: alainet.org