Varios países de la América Latina se han escandalizado por el hecho de que el gobierno de Costa Rica, presidido por Laura Chinchilla, autorizó la llegada de varias naves de guerra de los Estados Unidos, aviones y helicópteros artillados y 7,000 efectivos de la Armada. Se dice que la presidente Chinchilla ha propiciado una ocupación militar estadounidense atropellando la soberanía nacional. El gobierno del país centroamericano niega que se trate de una militarización del país y que los artefactos de guerra estadounidenses han llegado por solicitud del gobierno, agregando que dicha solicitud fue aprobada por la Cámara Legislativa de Costa Rica debido a que las fuerzas militares llegan con el propósito de reforzar las operaciones contra el narcotráfico que desde hace once años realizan en el país los guardacostas estadounidenses, en coordinación con las autoridades costarricenses. La presidente de Costa Rica aseguró que su gobierno no tiene la intención de militarizar la lucha contra el narcotráfico. La señora presidente se contradice. Ya militarizó al país, ya atropelló la soberanía al permitir la llegada, y presencia, de fuerzas armadas extranjeras aduciendo que llegan a coordinar la lucha contra el narcotráfico pero de pronto cambia la versión diciendo que esa no es la intención del gobierno que ella preside. Entonces, ¿qué está pasando?
Los hondureños no debemos escandalizarnos ya que, contrariamente a lo que estipula nuestra Constitución, en nuestro país se ha permitido la presencia de tropas y aviones de guerra estadounidenses desde 1954, cuando nuestro gobierno firmó un humillante acuerdo con Washington permitiendo la presencia militar extranjera. El ex presidente colombiano, don Alvaro Uribe, hizo lo mismo al poner siete bases aéreas colombianas a la disposición de los Estados Unidos… lo que enfureció a los países vecinos de Colombia. La hegemonía estadounidense amenaza con extenderse por toda la América Latina… volvemos a ser el traspatio de los Estados Unidos. En Honduras, por ejemplo, se encuentra la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo… sin firmar siquiera un documento con los Estados Unidos, se ha tratado de un “acuerdo de caballeros”, una extensión del acuerdo de cooperación militar firmado en 1954. Nuestra sumisión es incalificable. ¿Cómo puede respetarnos un país como Estados Unidos? Somos tan pusilánimes como Costa Rica y quizá seamos peor ejemplo que Costa Rica, país que siempre se jactó de tener más maestros que soldados. Claro, Costa Rica no cuenta con Fuerzas Armadas pero está protegida por una guardia muy bien armada.
Todos hemos sabido que Estados Unidos es un país expansionista. Basta conocer su historia y estudiar la Guerra México-estadounidense que concluyó con la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo. El general Winfield Scott se tomó la Ciudad de México y en el Castillo de Chapultepec ondeó la bandera de las barras y las estrellas… y los cadetes mexicanos, llamados ahora los Niños Héroes, se lanzaron al vacío, envueltos en el lábaro nacional mexicano. Al firmarse el Tratado Guadalupe-Hidalgo, finaliza la guerra y Estados Unidos se traga millones de kilómetros cuadrados de territorio mexicano. Y lo que no pudo tragarse entonces, se lo traga después al efectuarse la Venta Gadsden. De manera que, no debe sorprendernos que Estados Unidos tenga bases e instalaciones militares en por lo menos quince países, sin embargo, creímos ingenuamente, que dejaría en paz a la América Latina… eso fue lo que prometió el presidente Obama al pronunciar su discurso en la Cumbre de las Américas celebrada en Trinidad y Tobago. Nos equivocamos con Obama. Pero la verdad es que la política exterior estadounidense siempre fue expansionista, de manera que es injusto culpar por todo a Barack Obama. Estados Unidos siempre tendrá justificaciones para manipular los asuntos de otros países. Primeramente fue para contener la expansión del comunismo soviético y, viéndolo de cerca, se le impuso un bloqueo económico a Cuba y se la suspendió de la OEA hace casi cincuenta años. Ahora es para luchar contra el terrorismo o detener el narcotráfico, cuyo cliente principal es Estados Unidos.
Recordamos que cuando el distinguido periodista Charles Gibson le preguntó a Sarah Palin qué le parecía la Doctrina Bush, ella no supo qué contestarle. Es sencillo y puede resumirse fácilmente. La Doctrina Bush le permite a Estados Unidos invadir a cualquier país sospechoso de darle refugio y ayuda a células terroristas. Es todo. Si un país es sospechoso de favorecer y colaborar con los terroristas, Estados Unidos—de forma inconsulta--invadirá a dicho país con “las armas y medios necesarios”. Palabras mayores. Esa es la Doctrina Bush. Ahora—tal parece—que el presidente Obama va por el mismo camino, pero nadie protesta. Nosotros no podríamos protestar pues tuvimos a Ronald Reagan de presidente en la década de los ochentas y, en 1954, de aquí salió la invasión hacia Guatemala a derrocar al presidente constitucional, Jacobo Arbenz Guzmán. Hemos sido un portaviones.
Fuente: tiempo.hn
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