A los honorables miembros del Consejo Hondureño de la Empresa Privada, en su afán de llenar, cada vez más, los bolsillos de sus afiliados, les importa un comino la vida y la salud de los hondureños. Eso es lo que se desprende de su Comunicado, del 12 de mayo de 2010.
El documento en mención está destinado a defender la libre producción y venta del tabaco basados, según ellos, en el “principio de promover el desarrollo de la actividad empresarial, en un sistema de libre comercio con criterio de igualdad y reciprocidad”.
La ciencia ha demostrado, hasta la saciedad, que el tabaco es una de las causas de muerte más importante, provocando, entre otras patologías: insuficiencia respiratoria con incapacidad hasta para caminar por el daño causado al pulmón a través de la destrucción de sus estructuras, hipertensión arterial e infarto del corazón por obstrucción del sistema arterial provocado por la acumulación de la nicotina, cáncer pulmonar y bronquial, demencia por falta de irrigación cerebral... Hay más, muchísimo más.
Los empresarios se ponen en guardia frente a la posibilidad de que el Congreso apruebe una Ley especial para el control del tabaco. Según ellos, esta ley debe respetar el derecho de los fumadores, de los no fumadores y de los productores, fabricantes y vendedores de los productos del tabaco. La ley, que no la conozco, presumo, introduce medidas restrictivas para el uso del tabaco que, sin lugar a dudas, se han recogido de las recomendaciones internacionales provenientes de la Organización Mundial de la Salud.
Los tabacaleros no quieren una prohibición total al fumado en público. Les interesa más su negocio que la salud de los hondureños. Todo, porque en Honduras, nadie, hasta ahora, se ha atrevido a exigir una indemnización por los daños provocados en su salud por el consumo del tabaco. ¿Por qué debe permitirse que se fume en público? ¿A cuenta de qué, los fumadores deben causar daño a quienes no fumamos? Y, ¿Qué derecho tienen los fumadores a jorobar su salud, cuando, en su mayoría, cuando están enfermos, acuden a las instituciones de salud estatales en donde se les trata con los dineros que aportan los contribuyentes?
Abogan, igualmente, los empresarios, por la plena libertad para desplegar propaganda, por todos los medios, incitando al fumado, alegando que al no permitirles tal barbaridad se estaría violando la constitución, la libertad de expresión y el derecho de las compañías a promover sus productos. Pero, sabemos que cualquier persona sensata sabe que no puede haber libertad para promover una práctica que, insisto, demostrado está, es terriblemente dañina para la salud. No vi, sin embargo, ninguna protesta del COHEP cuando Micheleti violó la constitución, ni puede alegar esta corporación de empresarios derechos cuyo goce ocasiona daños a miles de personas. De ser así, igual derecho podrían solicitar los productores, vendedores y consumidores de marihuana y cocaína.
Se oponen, igualmente, los empresarios, a que en las cajetillas de los cigarrillos se despliegue una advertencia sobre los peligros de fumar, advertencia que debe ocupar un 80% de la superficie de las cajetillas, porque, según ellos, violenta el derecho a la propiedad intelectual y porque, vuelva con la misma cantaleta, violenta la constitución, las leyes y los tratados internacionales, a pesar de que, estoy seguro, Honduras ha suscrito un Tratado internacional para limitar y disuadir el consumo del tabaco, tratado que, por sus contenido humanista, está por encima de los intereses mezquinos de quienes quieren seguir haciendo su agosto con la desgracia de muchos.
En Bolivia se ha iniciado, desde hace varios años, un proceso de reconversión de los cultivos de coca. En Honduras, perfectamente puede hacerse algo similar con el tabaco. Sabemos que tenemos déficit de granos básicos, pues bien, por esa senda deberían de ir los empresarios, para poder ocupar esas tierras en la producción de más alimentos para este pueblo hambriento y desnutrido y no productos generadores de muerte. La reconversión de los cultivos fortalecerá la agricultura nacional y podrá seguir ofreciendo empleos a quienes ahora, por necesidad, laboran en estos negocios de la muerte.
En estos días me llamó una madre angustiada para que fuera a ver a su hijo de unos 35 años de edad. Me llamó para que le atendiera por un dolor insoportable que presenta en el tórax y que se agudiza cuando hace cualquier movimiento con el cuello. Al llegar a su casa, la señora me mostró algunos resultados de exámenes, entre ellos una tomografía del tórax de su hijo en la que se muestra un tumor canceroso del pulmón, con invasión de la columna vertebral. Leo los reportes y coinciden con mi observación: en efecto se trata de un carcinoma de pulmón. La causa: el muchacho fumó desde los 12 años. Y, desgraciadamente, para este joven, ya no hay vuelta atrás. Es indudable que, este enfermo tiene responsabilidad por su padecimiento, pero también la tienen las empresas que fabrican, venden y publicitan el tabaco. ¿Estarán las compañías tabacaleras dispuestas a pagarle una indemnización? ¿Estarán dispuestas a ir al
Congreso para luchar por el derecho a ser indemnizados de los enfermos por causa del consumo del tabaco?
Fuente: Vos el soberano
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