Sé, por ti, que la mejor forma de influir en la dirección del proceso social, amigo, es con la militancia, que eso incrementa la moral y la legitimad de una opinión. Nos ensañas, amigo, con tus andares por esas montañas solitarias, que la militancia es previo a la dirigencia, y ...
Carta a Palmerolo, de su amigo villapuzo
Amigo Palmerolo, luchador e incansable borrico, han pasado más de sesenta días, amigo, en los que te he imaginado fustigado, perseguido, rebuznando, echado a la horilla de un camino, preso en el departamento de El Paraíso, salvando de los garrotazos a varios compañeros o gritando enfrente de las filas de los soldados. Te he imaginado también entre las filas de la resistencia, riendo, mostrando con ironía tu dentadura, mientras susurras –como si fuera un secreto- que el futuro es nuestro.
Al fin te escribo, aunque no sepas leer, para agradecerte algunas enseñanzas importantes que desde tus valiosas cuatro patas han sido contundentes y que me parece deberías rebuznar en el congreso y en la corte suprema de justicia, ya que han hecho falta asnos como tú, para educar a tantos diputados, jueces y magistrados, sobre las cosas de la vida y de la convivencia en sociedad, sobre la honestidad y el amor al pueblo. Ni loco te pediría ir al ejecutivo, porque allí esta billi joya a las ordenes de roberto michelleti, y a esos dos, compañero Borrico, ni con tu gran sabiduría podrías cambiar, seguro que te desaparecerían… es que tu humildad, ofendería a esos serviles de los ricos.
Sé, por ti, que la mejor forma de influir en la dirección del proceso social, amigo, es con la militancia, que eso incrementa la moral y la legitimad de una opinión. Nos ensañas, amigo, con tus andares por esas montañas solitarias, que la militancia es previo a la dirigencia, y que todos somos un número valioso en la masa que impulsa la esperanza.
Entiendo de ti que la realidad del país nos enseña que la resistencia es física, espiritual e intelectual, y que para ganarse el respeto de los obreros y los campesinos, y de todas las bases del mundo, debemos conocernos los unos a los otros, tenernos cerca, escucharnos, pasar las mismas alegrías y también los mismos sufrimientos, como cuando miramos un compañero caído o una compañera siendo fustigada por los gendarmes de los ricos (los soldados a las ordenes de los políticos), o cuando nos conmovemos ante los versos honestos de nuestros Poetas, cantándole al pueblo la única música permitida en el seno de la revolución -aunque sea una revolución pacifica como la nuestra-, la música del futuro con su tonada de dignidad y sus colores de ilusión.
¡Ah!, borrico amigo, vea que en tus rebuznos uno recuerda lo lindo que se siente cuando esos muchachos y esas muchachas pasan corriendo y gritando: “¡El que no salte, es golpista!, ¡el que no salte es golpista!”, y uno -con la alforja de años al lomo- emulando su fuerza y su alegría, saltando menos que ellos por supuesto, pero ¡PUTA alegría!, ¡compañero borrico!, qué PUTA alegría la que nos deja la lucha. Grandota como la sonrisa de un dinosaurio (como esos eternos y venerables de Cuba), zagas como un gato saltando (como esos bellos encapuchados que pitan “Sólo el pueblo salva al pueblo. Fuera golpistas”), alegría que es inolvidable, por magnífica, como lo es la Abuelita de la resistencia y la imagen de los hijos de uno, grabada en la mente, de los hermanos, de la mujer y de la madre de uno, acomodados en el piso mientras los artistas cantaban y hacían cultura desde el escenario en ese conciertazo de la resistencia, el domingo veintitrés de agosto, donde los viejos parecían quinceañeros tarareando esas canciones que fueron clandestinas en sus tiempos y, los niños y los jóvenes, por supuesto, emulando a los mayores con esa indescifrable energía de la infancia. POR LA PUTA, amigo Borrico, ¡qué gran alegría! Te busqué para darte un abrazo, pero, entre los diez, veinte o cincuenta mil que estábamos ahí, no te encontré.
Me recuerdas, Palmerolo, a todos nosotros, alegres y con la tenacidad invencible de las hormigas, clavándonos con furia en las piernas del que oprime porque sabemos que la unión hace la fuerza, buscando derribar al cobarde para después construir sobre él una sociedad diferente, donde la paz se base en la justicia y no en el engaño, donde el crecimiento se base en la distribución proporcional y no en la exclusión, donde el pensamiento predominante sea el de la civilización, tan diverso, como humano, pero con opciones para superar la miseria, la desesperación de los niños que se acuestan con hambre, la desesperación de sus padres… opciones para superar y que nunca vuelva repetirse el inimaginable sufrimiento de una madre perdiendo a un hijo por la ambición de los rico o el dolor de una mujer con un tolete en la vagina, forzada a ver el rostro del cobarde que la humilla…
…las violaciones, Borrico, los golpes y las muertes, ese es el otro lado de nuestra lucha, el que no debemos olvidar en medio de la alegría que nos genera estar juntos, no podemos olvidar que debemos obtener la fuerza para triunfar ¿No miras, mi amigo Palmerolo, que estamos obligados a triunfar para hacer justicia por cada lagrima que ha sido derramada por uno de los nuestros?
No hay alternativa, Palmerolo.
Patria libre, o muerte.
Tu amigo
villapuzo
Escritor y director de cine pobre, siempre en barricada
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