Rolando Canizales
Los discursos acerca de la disposición al diálogo con el Presidente J. Manuel Zelaya Rosales, emitidos por los Candidatos Presidenciales "golpistas" (esbirros de la oligarquía), constituyen una singular muestra de la hipocresía politiquera, tan arraigada en nuestra vida política nacional. Cuando los discursos no son congruentes con la realidad, se conviuerten en frágiles cascarones vacíos. Los candidatos golpistas aún carecen de capacidad para superar la óptica enturbiada, a través de la cual ven al pueblo como un conjunto de tontos borregos. Su esclerosis intelectual no les permite captar que las circunstancias de hoy son bastante diferentes a las de hace tres décadas. Pretenden establecer un espacio de diálogo donde predominen exclusivamente sus mezquinos objetivos electoreros. Esto difiuere realmente de las aspiraciones actuales del pueblo hondureño que se concentran en el gran objetivo de establecer una Asamblea Nacional Constituyente que sea certera y firme en establecer una nueva Constitución que sí permita las fundamentales y profundas transformaciones, que han de estremecer, hasta su destrucción, a las estructuras injustas de explotación y opresión de las grandes mayorías populares. La idea de que ha llegado el tiempo de la verdadera transformación revolucionaria conlleva la meta de anular la demagogia del "cambio", una "propuesta" que ya nadie la asimila (desde el estrepitoso engaño de Rafael Leonardo Callejas y sucedáneos neoliberales) porque los vientos de la historia socio-política han desnudado su impudicia y falsedad.
Dialogar por las transformaciones frente a posiciones de oscurantismo conservador y fascista, quizás, sólo posibilitaría un rosario de tácticas dilatorias que, dado el carácter eminentemente criminal en contra de la vida humana que tiene el régimen de los "golpistas", conducirían a la consolidación de una dictadura asesina y violadora de todos los derechos humanos. Ante este horizonte tenebroso, vale la pena valorar la necesidad de una participación internacional más directa en términos coercitivos legales en un marco realmente operativo.
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