miércoles, 21 de abril de 2010

Minería: Abismal miseria de la injusticia

Juan Almendares

La industria extractiva minera desmineraliza las cordilleras (columna vertebral) de la Madre Tierra; paraliza los ciclos de la vida y el vuelo de los colibríes. Al robar el agua de los conductos acuíferos, seca las lágrimas en las niñas; cuyos ojos están excavados por la abismal miseria de la injusticia

En junio del 2010 se cumplirá el primer aniversario del genocidio de los indígenas del Amazonia Peruano que por defender la vida planetaria sus cuerpos fueron inmolados con toda impunidad por el gobierno peruano.

La historia del crimen se pretende reproducir cuando las comunidades de Islay en consulta popular han manifestado un rotundo No a la Minería en el Valle de Tambo y el proyecto Tía María. Los cuerpos represivos aliados con las guardias privadas multinacionales planifican una nueva masacre en el Perú.

Desde México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica (las Crucitas), Panamá, Colombia, Perú Chile y Argentina; las empresas mineras roban el agua a los pueblos, la contaminan con metales pesados y semimetales.

El plomo es el viajero permanente; va y viene como las olas del mar. En el norte es transformado en balas y luego es enviado al sur para ser vendido como mercancía a los gobiernos represivos para que con el mismo plomo de las minas destrocen el corazón de los indígenas y campesinos que viven en las zonas de explotación minera.


La historia de las mineras es la historia de la esclavitud, racismo, tortura y toda forma de violencia contra los pueblos originarios, afro descendientes, campesinos y obreros. Son gestoras de golpes de Estado militar, asesinan a Presidentes, sobornan a algunos diputados y alcaldes. Llegando incluso a la cacería humana y hasta el ecocidio.

Nos solidarizamos con el pueblo de Islay del Perú y todos los pueblos de América Latina que son objeto de exterminio por la industria extractiva que llena las arcas del capital financiero internacional con la sangre, los huesos y el sufrimiento de nuestros pueblos y con la complicidad de los gobernantes que cumplen el mandato voraz neoliberal

Es urgente fortalecer las redes anti mineras y crear mecanismos de solidaridad local, regional, nacional y mundial para respetar los derechos, la vida y la dignidad histórica de los pueblos de América Latina.

Tegucigalpa 20 de abril 2010



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