martes, 23 de marzo de 2010

El populacho que nunca despierte ni reclame lo que le pertenece

Julio Escoto

En mi búsqueda de textos interesantes para estas notas de reflexión -que otros amigos nombran "de obsesión" por la insistencia en ciertos temas- he llevado sorpresas agradables, como por ejemplo escuchar información confidencialísima de actores de la historia contemporánea, o bien dar de súbito con un dato, una referencia, un documento único que escasamente poseen otros. Así aconteció esta semana al hallar entre mis libros -que excesivos son e invaden la casa- una antiquísima obra de Gabriel Naudé intitulada "Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado", escrita en 1639 y raramente conocida. Naudé es quien emplea tal término por vez primera.

Ameno, redactado con historias y anécdotas, a esas me quiero referir hoy simplemente condensándolas para darlas a conocer, pues enseñan que muchas de nuestras creencias han sido erradas por siglos. Informa por ejemplo que en Francia del siglo XVII el capitalismo primitivo se reducía a hacer negocios con el Estado, y de allí su terrible dependencia. Aprendemos pues que el nuestro sigue siendo capitalismo primitivo.

Naudé (1600-1653) advierte contra los peligros "de ser demasiado crédulo, supersticioso y beato" y aconseja huir de "devociones excesivas" pues "no hacen falta tantos misterios ni ceremonias para ser hombre de bien". Las religiones, sintetiza, "reflejan solo las pasiones humanas", ya que en la práctica "todas las sectas están animadas del mismo fanatismo e intolerancia". Ellas, dice, "realizan bajo el pretexto religioso lo que ninguna otra razón haría válido o legítimo".

Naudé, lector voraz, cataloga la biblioteca del Obispo ministro Mazarino, constituida por 40 mil volúmenes y que es "la primera abierta al público en Francia" (1645). O sea que hace 365 años París ya contaba con una biblioteca comunal de que carecen todavía San Pedro Sula y otras urbes locales. Allí estudió Naudé los "Comentarios" de Santo Tomás, quien bajo supuesta inspiración divina, y que la Iglesia evoca en altares, recomendó: "Para la consolidación de la tiranía se precisa hacer morir a los más poderosos y ricos que en razón de su poderío pueden insurgir contra el tirano. También es preciso deshacerse de los sabios, que por su conocimiento pueden hallar el medio de expulsar al dictador (dictador es aquí cualquier golpista usurpante) y que no se permitan escuelas y otras asociaciones por medio de las cuales se adquiera conocimientos, pues los sabios son más valerosos y prestos a sublevarse pronto" (Libro de Política, clase XI). Es más, añade que los "dictacheletis" de entonces deben ocultar ser crueles y conseguir estima mediante alguna virtud. Pero que si la carecen "deben simular tenerla... hacer que se crea que la tienen".

Para Naudé el populacho es "bestia de múltiples cabezas, vagabunda, errante, loca, atolondrada, sin dirección ni ingenio" y por ello los príncipes y sus ministros (gobernantes) deben aprender a engañarlo y utilizarlo "mediante apariencias" y por medio de predicadores y milagros, quienes deben actuar bajo capa (disfraz) de santidad.

Así cuenta cómo, según el rabino Moisés, los sacerdotes del templo Tamuz o de Adonis para aumentar las ofrendas lo hacían llorar con lágrimas de plomo derretido, mediante un fuego que encendían tras su imagen. O cómo con Daniel, en la Biblia, tras cubrir con ceniza el suelo de la capilla de Bel, descubrió que los sacerdotes, con sus mujeres y niños, ingresaban a la noche por unos pasajes subterráneos para retirar la comida que el fiel pueblo creía que ingería ese dios.

A ese denostado populacho de siglos (que en Honduras los aristócratas golpistas llamaban chusma) igual se le debe engañar "por medio de buenas plumas que hagan libelos, manifiestos, apologías y declaraciones hábilmente compuestas para conducirlo por la nariz y hacerle aprobar o rechazar con la etiqueta del saco lo que este contiene". Pues de lo que se trata, insiste Naudé, "es de que nunca despierte ni reclame lo que le pertenece"...

Como si Naudé viviera en Tegucigalpa.

Fuente: elheraldo.hn

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