martes, 8 de diciembre de 2009

Ajedrez regional

Por Mario Roberto Morales*
El sol esplende. Es lunes 7 de diciembre. Entro a pie al campus de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Mayagüez. En una de las puertas principales hay estudiantes con pancartas acampando. Son lo que queda de las protestas que suscitaron los masivos despidos recientes, provocados (ya es un lugar común decirlo) por la crisis capitalista desencadenada gracias a la concienzuda aplicación del recetario neoliberal. Ya saben: privatizar lo público y dejar sin controles las actividades económicas privadas.

He venido porque es la segunda vez que en el curso de Literatura Centroamericana los estudiantes leen mi libro Los que se fueron por la libre, un recuento rápido de mi militancia de 25 años en el movimiento revolucionario de mi país. El libro me permite una fluida comunicación intergeneracional con quienes tienen la misma edad que yo tenía cuando en los años 60 empecé esa militancia siendo un estudiante de la Universidad Rafael Landívar. Y me la permite precisamente porque a la juventud de ahora le cuesta entender –como a los jóvenes de derecha de entonces y también de hoy– por qué diablos un adolescente de clase media acomodada se desclasa para irse de guerrillero a donde no lo llaman. Fue una época, les explico, en la que los jóvenes no habíamos renunciado a nuestro derecho a cambiar el mundo ni habíamos sustituido el arrojo juvenil con los videojuegos y los simulacros de rusticidad de quienes ostentan jeans cuidadosamente descuidados. Claro que hubo contemporáneos nuestros que fueron fascistas. Algunos andan por ahí todavía y los conozco muy bien.

La conversación sobre el pasado histórico nos trae por fuerza al presente y hablamos sobre cómo los promotores de la crisis neoliberal del capitalismo recurren ahora a una reedición latinoamericana de la “guerra preventiva” que libraron contra Irak. ¿Cómo? Recurriendo (en Guatemala y Honduras) al añejo golpismo militar-oligárquico que medio mundo creyó superado por el mito de la democracia de un empresariado que se propuso como moderno y que se ha revelado como seguidor de los procedimientos “políticos” de sus padres y abuelos: los escuadrones de la muerte, las desapariciones forzadas, la ilegalización de los movimientos populares y otras bellezas del archiconocido recetario fascista. El mismo mediante el cual Pinochet instauró el neoliberalismo en su país, sentando las bases del “milagro económico chileno” sobre la sangre y las vísceras de quienes murieron en el estadio de Santiago y en tantos otros antros de tortura.

Mientras el fascismo militar-oligárquico fracasa en Guatemala y triunfa en Honduras, Evo arrasa en Bolivia, y Uruguay se hace de un desgarbado y a la vez ejemplar presidente ex guerrillero. Este es el ajedrez regional que recién empieza y que irá complicándose con el conflicto entre Colombia y Venezuela por las bases militares estadounidenses en Centro y Sudamérica. Y también al interior de cada país, como puede ya verse con claridad en Guatemala, donde la oligarquía y sus aparatos militares privados han empezado una ofensiva contra el movimiento popular y el actual gobierno, el cual ellos perciben como “chavista” y, por tanto, subversivo (aunque a quien de verdad temen es a Sandra de Colom y al caudal electoral amasado con sus programas asistenciales para la pobrería). Pronto sabremos el desenlace del entuerto.

Salgo una vez más de la UPR rodeado de jóvenes. Vuelvo a comprobar que si se les explica lo concreto, ellos actúan.

Mientras, el sol restalla sobre el cielo azul del Caribe.

Mayagüez (Puerto Rico), lunes 7 de diciembre del 2009.
*Literato guatemalteco
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