Ollantay Itzamná
El golpe de Estado, no sólo aceleró el descalabro terminal del ilusorio Estado Nación hondureño, si no, también, enfureció a las grandes mayorías de hondureños/as empobrecidos y excluidos, y precipitó el surgimiento del nuevo sujeto político colectivo en el país aglutinados en el todavía precario Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
En este sentido, lo que se celebra este mes de Junio en Honduras es el primer aniversario del nuevo sujeto político (FNRP), sin olvidar a las y los mártires cuyas almas deambulan por las calles del país exigiendo justicia y una Asamblea Constituyente, bajo la sentencia de: ¡Ni olvido, ni perdón, justicia!
Este nuevo sujeto político nació con tres tareas concretas: formar, organizar y movilizar a la Honduras resentida y emputada para demandar y encabezar el proceso de la Asamblea Constituyente. Como no podía ser de otra manera, la privilegiada élite del país (aglutinada en los guetos empresariales, terratenientes, sectores de jerarquías eclesiales medievales) denigró sistemáticamente al FNRP hasta “convertirla” en un monstruo en el imaginario colectivo de la religiosa sociedad hondureña, para luego lapidarla sin misericordia, desde los medios empresariales de información y los púlpitos. Este cometido está llegando a su fin porque las élites del país ahora pasan el tiempo amenazándose entre sí con ruidos de sables.
Otro de los males con los que nació el FNRP fue el haber comenzado a existir bajo la dirigencia “transitoria” de liberales y ex liberales en resistencia. Es decir, líderes formados y formateados políticamente en la nefasta patidocracia corrupta de los partidos políticos tradicionales. Quizás de allí venga el carácter de transitorio permanente de la dirigencia nacional actual. Por ello, urge establecer que el FNRP no es liberal. Y que quienes quieran permanecer o adherirse tienen que renunciar o subordinar sus intereses partidistas a los intereses del FNRP. Sólo así este movimiento crecerá como el nuevo y verdadero sujeto político constituyente. Después de todo, liberales y nacionales, con sus propias ideologías partidistas, ya tuvieron la oportunidad (por casi un siglo) de proyectar la Honduras soñada de todos y para todos/as, pero nunca lo hicieron.
Con estos y otros desafíos, externos e internos, el FNRP celebra su primer aniversario. Por ello, es importante evaluar el avance de sus tres tareas fundacionales.
A nivel de organización, son evidentes los avances en las bases. Desde las aldeas y municipios las y los resistentes se organizan. Pero la transitoria dirigencia nacional no necesariamente acompaña el proceso, porque, aparte de perderse en el debate si son resistencia o liberales, replican las viejas manías de la partidocracia excluyente. Sólo por poner un ejemplo, el sábado pasado, durante la última asamblea nacional, la imposición inconsulta de la agenda de la sesión, evidencia que la democracia aún no es participativa en la configuración política de los dirigentes.
A nivel formativo, las carencias son mucho más contundentes. Se nota en la dirigencia un discurso de protesta dura, pero sin propuestas concretas. Uno de los participantes en la asamblea dijo: “A un año, y estamos todavía con lo mismo. La gente quiere firmar las declaraciones para la Asamblea Constituyente, pero nos preguntan por qué y para qué, y no sabemos responder con claridad”. Uno pregunta a los mismos liberales en resistencia con qué no están de acuerdo con la Constitución Política en vigencia, o por qué y para qué la Asamblea Constituyente, el titubeo y/o el silencio son evidentes. Ni qué decir sobre qué es lo que quieren modificar o incorporar en la nueva Constitución Política. El silencio es casi total cuando uno pregunta de cómo y cuáles serán los mecanismos para la participación directa de las bases en el proceso constituyente. Es verdad que la Constituyente tiene que ser popular, pero no van a ser constituyentes los 8 millones de hondureños. Tiene que haber propuestas de representación y participación más allá del monopolio político de representación que han secuestrado los partidos políticos.
La tarea de la movilización permanente, multitudinaria, simultanea y espontánea de las bases no tiene duda. Pero este sujeto constituyente multitudinario movilizado puede desgastarse. Y ocurrirá en la medida en que el FNRP no cuente con estrategias claras de formación y de organización. A estas alturas ya se debería estar debatiendo en las comunidades, aldeas, municipios y núcleos del FNRP, no sólo la naturaleza y sujetos del proceso constituyente, sino, sobre todo, propuestas de contenidos para la nueva Constitución. Esto pasa por dar a conocer la historia y los contenidos de la Constitución en vigencia. No se puede cambiar o modificar lo que se desconoce.
Es verdad que la demanda de la Constituyente nació de un líder político (recogiendo el sentir popular), pero tenemos que hacer que la ciudadanía, que las y los hondureños del monte adentro se aglutinen alrededor de esta demanda. Y no hay otra manera de hacerlo, si no es creando espacios de debate y recogiendo las propuestas/demandas de abajo para arriba. Sólo así todas y todos nos sentiremos parte del nuevo país y Estado que soñamos forjar con el proceso constituyente. De lo contrario, habremos repetido la nefasta historia: cada golpe concluye con una Constituyente de élites para consensuar y negociar sus privilegios. Pero entonces, ni el pueblo, ni la historia nos perdonarán porque habremos abortado una brillante oportunidad que las circunstancias nos ponen para intentarlo todo por una Honduras de todos, con todos y para todos.
Fuente: Kaos en la red
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