miércoles, 16 de junio de 2010

El Golpe de Oro Negro Honduras

Alguien consiguió petróleo tras caer Zelaya

Julio Escoto, MA.

Según diversidad de enfoques, para que se activaran los resortes del golpe de Estado de Junio 28 en Honduras bastó la propuesta de instalar una cuarta urna que decidieran si se convocaba a una asamblea constituyente, motivo este sospechosamente primario y elemental. La defenestración, ejecutada a dos tiempos, inclina a dudar si el rápido golpe se originó en exclusivo por razones políticas o si hubo otras. De acuerdo con fuentes avaladas, al oscurecer del jueves 25 se abortó al primer intento de rebelión, cuando el entonces presidente del Congreso, Roberto Micheletti, recibió dos llamadas a su móvil: una del embajador

estadounidense en Tegucigalpa, Hugo Llorens, quien le advirtió en manera categórica sobre la inconveniencia de romper el orden institucional. Y la segunda supuestamente del jefe del Estado Mayor, Romeo Vásquez, quien le expresaba que si había golpe alguno las fuerzas armadas estaban obligadas a participar. Esa y subsiguientes noches el presidente Manuel Zelaya se fue a dormir con la confianza de haber conjurado la sedición.
El segundo tiempo ocurrió el domingo 28 de Junio, día del golpe, exactos tres meses después de que Diario la Prensa insertara en su espacio de “Negocios” (edición de 29.03.09), como al azar, dos extraordinarias noticias de su redactora Yessile Ponce: una era que según el novato Ministro de Recursos Naturales y Ambiente, Tomás Vaquero, la empresa estatal Petróleos de Venezuela, Pdvsa, estaba interesada en explorar petróleo en Honduras.
Lo cual luciría como información usual si no fuera por el antecedente registrado en la misma sección, que informa: “Noruegos ya iniciaron exploración. Honduras firmó un convenio con la Petroleum Geo Services, PGS, que realizará estudios en 10 mil kilómetros de líneas sísmicas del mar territorial de Honduras, para posteriores exploraciones de crudo durante los próximos diez años. A finales de febrero pasado iniciaron las primeras exploraciones a través de un barco equipado con sensores de búsqueda geológica [buque Falcon Explorer]. Al concluir el proceso, el Gobierno determinará a qué empresa concederá derechos de explotación en caso de hallarse petróleo en el subsuelo marino. PGS invertirá en la realización de los estudios en Honduras alrededor de 23 millones de dólares, que recuperará al vender los estudios a cualquiera de las firmas que manifestaran interés de hacer exploraciones, indicó Vaquero. El gerente de desarrollo de PGS, George Buzan, explicó que los análisis se llevarían a cabo entre febrero y marzo próximos, y que su duración [máxima legal] será de diez años” (subrayado nuestro).
El gobierno zelayista se obliga a otorgar la explotación a alguna empresa y, segundo, los primeros análisis están listos a 90 días de iniciarse la investigación. O sea que si el buque Falcon Explorer arranca en Marzo, para Junio produce ya resultados [algún informe preliminar debió estar accesible en Mayo]. En Junio sucede el golpe de Estado, exacto a tres meses. ¿Se percibe alguna relación?
Para acrecentar la sospecha sobre intereses particulares, y conforme a la edición del citado diario, Gustavo Coronel, ex-miembro del Consejo de Petróleos de Venezuela, Pdavsa, afirmó que “lo peor que pudiera pasar a Honduras en este momento es que Petróleos de Venezuela logre explorar y explotar”. O sea que ya existía, a nivel de cúpulas inversionistas y empresariales, temor de que, hallándose petróleo en Honduras, a cualquiera escala de calidad, la concesión se diera, por factores políticos, a Pdvsa.


PROBAR Y CERTIFICAR YA SON VERBOS POLÍTICOS
Cláusulas del Convenio hondureño con PGS (que esta redactó pero que revisó el costoso asesor Robert Meyerling) obligan a que tal compañía provea al Estado información fidedigna sobre reservas “certificadas” (de acuerdo al Act. 404 de la Ley Sarbanes Oxley, de EUA, 2002), o sea reales de petróleo, no sólo en torno a reservas potenciales o “probadas” (medio especulativas). Dice Fernando Travieso Lugo que las mega empresas cotizantes a Bolsa se obligan a sustentar su producción en reservas “certificadas”, muy superiores a los flujos de caja de estados contables (medio entre “tener y querer tener”). De allí que PDVSA sea la empresa más sólida del planeta ya que posee la mayor reserva de petróleo del mundo ––la faja del Orinoco dispone en total de un billón trescientos sesenta mil millones [1 360 000 000 000 000 000] de barriles de petróleo “certificados”. Hablamos de que posee más de lo que el hombre consumió desde su primera flama petrolífera, en 1859, hasta hoy.
Cuando se conoce esto se comprende el por qué de la rabiosa campaña concreta y mediática en contra de Hugo Chávez, a quien se acusa de todo pero cuyo gobierno ha estatuido rígidamente que el petróleo de Venezuela es y será siempre exclusivo beneficio para venezolanos e iberoamericanos... No de lucrantes compañías internacionales o transnacionales reservas remanentes de petróleo dado que el debilitamiento de las alianzas que el gobierno bolivariano ha establecido en Latinoamérica, y en especial por medio del ALBA, es objetivo estratégico en concordancia con el ideal neoconservador republicano y el liberal demócrata de
evitar la aparición de potencias de índole regional y de debilitamiento sistemático de la capacidad defensiva de los países con reservas de petróleo, o que constituyen vías de paso de hidrocarburos, como ejemplifican Iraq, Afganistán, Ucrania, Sudán, Somalia, Franja de Gaza, Bolivia, otros”.
De allí que la primera medida anunciada por el gobierno usurpador de Micheletti fuera designar a una comisión congresional que sacara a Honduras del ALBA, pues se parte del principio de que las inversiones petroleras significativas no deben ser negociadas con gobiernos de corte “latinoamericanizado”, tipo ALBA, a los que se debe más bien deponer y exiliar a sus líderes. “No hay negocio sin devoción” aseveraría Micheletti.


PROLONGADA ILUSIÓN
Hay registros coloniales que tratan sobre brotes de óleos y betúmenes azufrados en las superficies de Honduras, particularmente tras sacudidas telúricas (para el sector Comayagua ver obras del historiador Mario Felipe Martínez). Tempranas búsquedas petroleras se dieron concluyendo la segunda guerra del mundo ––detesto escribirla en mayúscula–– cuando, según leyendas más que ciencia, científicos alquilados, que frecuentemente lo son, aperturaron en secreto pozos costeros luego de calibrar sus potencialidades de producción. Se informó no haber cantidades comerciales, lo que se dudó nacionalmente pues ciertos pozos prospectivos de 1945 fueron sellados ––se les ve todavía desde el aire–– para oportunidades guerreras, como al parecer ocurriría contra Corea y Rusia. La leyenda, otra vez, afirma que se les dejó como reservas norteamericanas para eventualidad de contiendas.
En 1980 empresas foráneas perforaron 31 pozos en costas de Mosquitia, donde se localizó petróleo grado 38.1, fluido dentro de 30 kilómetros al noreste de lo que es hoy Departamento de Gracias a Dios; a la zona se llamó Mai Cape. Fue exploración autorizada a Union Oil, que localizó abundante gas natural al corte del Paralelo 15, propio para industria, región que disputaba sin consistencia legal Nicaragua.
Durante el gobierno de R. L. Callejas (1990-1994) se anunció haber petróleo pero en escasa cantidad comercial. En 1996 expertos del Instituto de Geofísica de Japón iniciaron comprobaciones, concluidas en 1997, de las que se ocultó resultados. En Agosto 2008 ––exacto un año previo al golpe–– se autorizó a una compañía de Alternativa Bolivariana para las Américas –CALBA– para “buscar petróleo en aguas hondureñas del Caribe”, según documento firmado por Honduras al adherirse a esa iniciativa y divulgado por EFE el martes 26 de Agosto de 2008. La declaración conjunta acuerda la “prospección y producción petrolera en el Caribe hondureño”, entre otras formas de “cooperar de manera inmediata” y en “demostración solidaria” con Honduras. Obsérvese el curioso y rarísimo índice de “manera inmediata”
exhibido por el comunicado. Cierto clima de urgencia se percibe. Asevera este, además, que “la empresa gran-nacional de Energía, Gas y Petróleo de ALBA efectuará estudios correspondientes, y que bajo coordinación del Estado hondureño podrá desarrollar el plan de producción y comercialización”, según noticia publicada por diario local “Tiempo” el mismo día. Nadie conoció entonces ni ahora dicho plan.
El gobierno de Zelaya jamás divulgó los documentos suscritos ese lunes 25, que tampoco fueron leídos durante el acto, celebrado en multitudinario predio junto a Casa Presidencial: asistieron Hugo, Evo, Ortega, Alarcón, otras importantes figuras políticas internacionales. “Fuentes de la Presidencia hondureña dijeron a Acan-Efe que ‘por el momento’ no se distribuirán los documentos, pues ‘no hay instrucciones para eso’ ” (cable de Efe).
Arribamos por ende a encrucijadas: aún no hay datos conocidos sobre hallazgos realizados por la compañía noruega ––lo que es de importancia estratégica y nacional––, pero de súbito surge del cielo Pvdsa, a la firma del ALBA; lógico es suponer por tanto que alguna sopa se cocina dentro. La política interna de Pvdsa recomienda que el Estado tenga control absoluto de la actividad petrolera ––60% mínimo en paquetes accionarios–– como socio estratégico, o máximo de 40% cuando haya presencia de terceros países o empresas. “La faja Orinoco” expresa el gobierno bolivariano “es epicentro energético mundial, y Venezuela potencia energética del mundo”. Ninguna de ambas situaciones gusta a las transnacionales petroleras.


TRANSNACIONALES
Contra tales iniciativas nacionalistas lucharon las compañías Chevron, Exxon Mobil y Shell, así como la local Dippsa, desde Mayo 2007, cuando Zelaya inició un intenso debate orientado a sustituir el tradicional esquema de importación y manejo de combustibles, en manos de las citadas empresas, por uno de control nacional.
Fue cuando los geólogos Aleskesei E. Kontorovich, Michael D. Belonin y Leonid F. Khilyuk revisaron la documentación existente y con pruebas científicas comunicaron a SERNA (Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente) que hay cuantiosos yacimientos petrolíferos (con reservas de tres billones de toneladas “probadas”, de las que se puede explotar siete mil toneladas al año) en las cuencas de Tela y Mosquitia, costa Atlántica de Honduras, los que se extienden dentro de Nicaragua. Un cálculo elemental determina que eso significa “negocios por unos 8000 millones de dólares. La inversión básica ascendería, según los rusos, a alrededor de cien millones de dólares para exploración y perforaciones de pozos en la plataforma continental”. El área entre Tela y La Mosquitia comprende 150 mil kilómetros cuadrados y en ella se determinó la presencia de petróleo bajo en azufre y por consecuencia liviano, circunstancia que facilita su extracción.
La II Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de la ALBA fue curiosa. Zelaya nunca la anunció como tal sino como visita de mandatarios sudamericanos y caribeños solidarios con su gobierno, hasta que el comunicado final declaró ser efectivamente una cumbre. Ni Zelaya ni Chávez mencionaron en sus discursos la materia del petróleo, si bien el convenio de adhesión suscrito toca el tema en forma amplia.
Cualquier arreglo que se haya dispuesto en forma pública o confidencial debió ser eminentemente político. En 2008 Honduras incrementó su factura petrolera de consumo significativamente: US$. 800 millones más que en 2007, con lo que la necesidad de localizar petróleo se incrementó. Según Lucy Bú, Directora de la Comisión Administradora de Petróleo (CAP), la compra de combustibles en 2008 ascendió a dos mil millones de dólares, mientras que en 2007 alcanzó los mil 200 millones de dólares” (diario@elheraldo.hn).
La oportunidad de noticias frescas dadas por la exploradora noruega, el dictamen de los técnicos rusos y la suscripción del convenio con la ALBA acumularon momentum: Honduras estaba lista para profundizar la nacionalización de su “política” petrolera más allá del limitado rubro de los combustibles, es decir hasta la exploración y la concesión. Según Tomás Vaquero, entonces ministro de Recursos Naturales y Ambiente ante Diario La Prensa (29.03.09), Pdvsa estaba presta para asumir su papel innovador constituyendo una empresa “gran-nacional”, propiedad de los países miembros, para la nueva etapa planificada.
Y si bien habría competencia de proyectos originales por parte de Chevron, Pemex y Petrobras, allí es donde ingresaba el factor político, que daría a la venezolana millas de ventaja en la distribución del pastel.


EL GOLPE NEGRO
Entre los documentos confiscados al presidente Zelaya la mañana del 28 de Junio había uno que destacaba por voluminoso y por su membrete verde: Petroleum Geo Services, PGS. Preliminar Report, de 22 a 40 páginas, formato carta y refrendado con sello manual, esto es de tinta líquida, que resaltaba: “Confidential”. A los soldados que ingresaron al despacho en 07:52 horas de ese domingo les sorprendió que alguien hubiera “limpiado” ya el sitio: no había presencia hostil ni civiles con armas, excepto la caja fuerte cerrada y una nota manuscrita del Secretario Privado, Jacobo Lagos, que lucía sospechosa: “Presidente”, alertaba “los datos de este informe son halagantes y reveladores”. Halagante es palabra rara del idioma español.
Desde luego que para conseguir una copia de tal informe no se ocupaba una operación compleja y grande como un golpe de Estado, pero sí para desactivar las alianzas de negocios oficiales que el presidente Zelaya había establecido en semanas anteriores, y a las que se agregaba ciertos resentimientos políticos. Un año antes Zelaya había incomodado a Exxon y Chevron al ocuparles sus terminales, mientras que Dipssa tuvo que recurrir a astucias legales, y a sus buenos contactos dentro de la Corte Suprema de Justicia, para que el Estado no le confiscara, o a lo menos le comprara en “justiprecio”, sus instalaciones operarias decombustible; el caso permanece sin fallar. De la misma forma, y al ascender velozmente el precio internacional del barril del petróleo (US$. 147.oo/barril, Junio 2008), Zelaya propuso implantar un sistema de ahorro vial nominado “Hoy no Circula”, semejante a los de “Pico y Placa” colombiano y “Número Par” costarricense, este último demandado por los mismos conductores ya que extrae 50 000 automóviles diarios de la circulación. “Hoy no Circula” fue atacado con 27 demandas de suspensión inmediata, incoadas por abogados de empresas privadas y del opositor Partido Nacionalista, e igualmente vencido en instancia judicial con un poco de ayuda, otra vez, de la Corte Suprema de Justicia. Lo que significa que todos los recursos del gobierno para economizar combustibles y energía se estrellaban ante la indiferencia colectiva y las argucias legales disfrazadas como denuncias de irrespeto a la constitucionalidad. Sólo había un sector al que convenía que no se racionara combustibles, y es innecesario nombrarlo.
El rencor por esos intentos debe haberse incrementado a escalas de encono por las “atrevidas” declaraciones de Manuel Zelaya cuando lo visitara el Subsecretario de Estado John Negroponte, en Junio 2008. Negroponte, que recorrió los países del triángulo Norte de Centroamérica –Guatemala, Honduras, El Salvador–, fue recibido en Honduras con protestas, obviamente consentidas por el gobierno a causa de la práctica criminal del norteamericano cuando fuera embajador en Tegucigalpa, entre 1981 y 1985. Con obvia emoción en la voz, como si hubiera aguantado 25 años para balbucir aquello, Zelaya advirtió al Subsecretario
Negroponte que la región vivía un nuevo contexto y que Honduras no era el mismo país que en 1980, debido a que sus gentes habían desarrollado amplia tolerancia y apertura para con el sistema democrático. “La Centroamérica que usted visita” dijo “no es la misma que durante la guerra fría, cuando se entrenaba a los ejércitos para violar derechos humanos de las personas por causas ideológicas. Hoy” insistió “ponemos énfasis en la paz y la democracia y nunca más en las doctrinas de la seguridad nacional”. Negroponte no sonrió, ni siquiera diplomáticamente. Tampoco, sin duda, olvidó la afrenta.


PETROLERAS Y ALBA
Lo grave, empero, fue que Honduras se integrara a la red geopolítica de influencia de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) impulsada por el presidente Hugo Chávez, y que comprendía a la vez la asociación del país con la empresa Petrocaribe de la República Bolivariana de Venezuela.
La ALBA se caracteriza por impulsar empresas tipo “gran-nacionales” –bi o multinacionales– que son propiedad de sus países miembros, no de trasnacionales capitalistas, para explotar y administrar petróleo y productos derivados del mismo, tal como lo atestigua el convenio de
adherencia suscrito en Tegucigalpa. Un año más tarde la cuota de suministro de petróleo venezolano a Honduras era de 20 mil barriles diarios de hidrocarburos. Al transcurrir el tiempo y aproximarse el momento en que la contratista noruega Petroleum Geo Services debía aportar un informe primero, en Junio 2009, y cuando debía iniciarse los trámites para el pitazo inicial, el nerviosismo se apoderó de las trasnacionales. El entonces viceministro de Recursos Naturales y Energía, Valerio Gutiérrez, asistió por la época a un seminario titulado “Sí hay petróleo en Honduras”, celebrado en Houston, Texas, que contó con representantes de 17 compañías del mundo “pendientes de las concesiones que Honduras estaría haciendo en los próximos meses”. En realidad no se otorgarían concesiones sino permisos de exploración y posteriormente se autorizaría la explotación en caso de encontrarse hidrocarburos. O sea que restaba mucho por andar previo a clamar ¡eureka!
Y el nerviosismo no era por los riesgos de perder al ajedrez energético de Centroamérica ––que no sería escaso pero tampoco fenomenal–– sino por la cercanía del lobo que rondaba. Del lobo bolivariano, que otro podía ser, personalizado en la alianza de Chávez con Zelaya, capaz de condicionar, según las petroleras, expertas en ello, la asignación de la concesión, manipulándola o falseándola políticamente. Coronel, el contrachavista ex-miembro de Petróleos de Venezuela, corrió a denunciar esa posibilidad ante los medios de comunicación: “está el peligro de que se asigne la licitación a una empresa por razones que no sean de naturaleza técnica y financiera”. El bloque constituido por Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Antigua y Barbuda, Honduras y San Vicente y las Granadinas, desde luego que procuraría que fuera la ALBA la que se hiciera con la autorización, a fin de fortalecer su composición estratégica, recaudar mayores recursos para proyectos sociales, combatir a las transnacionales imperiales e instaurar en América nuevos conceptos y frescos equilibrios de democracia, justicia económica y dignidad humana.Para conjurar ese alto riesgo intermediarios de Chevron, Exxon Mobil y Shell debieron comisionar a militares, políticos y financistas hondureños ejecutar con brevedad quirúrgica, aunque igual lo hicieron con torpeza, la operación del golpe, probablemente el inicial petrolero y el debutante para la clase empresarial de América en el siglo presente. Si este tiene triunfo habrá muchos otros triunfos más; si este falla será inevitable una recomposición de las potencias energéticas del mundo, donde el protagonismo de Latinoamérica, y luego de otras regiones tercermundistas, impondrá una moderna ética, nuevas ideas de gobierno societario pero, particularmente, a la negociación —y no a las guerras ni los golpes de Estado— como
fórmulas consuetudinarias de paz. Tanto es lo que se decide hoy en Honduras que no se puede descansar un minuto hasta no ver —y hasta no contribuir— a su buen final.

Fuente: nuestraamerica-hoy.blogspot.com

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