sábado, 22 de mayo de 2010

Policías de El Progreso golpean y amenazan a fotógrafo de TIEMPO

SAN PEDRO SULA - Como un delincuente, irrespetando su integridad física e intimidándolo con palabras soeces y amenazándolo con sus armas de reglamento, agentes de la Policía Preventiva de la jefatura municipal de El Progreso, detuvieron al fotógrafo de Diario TIEMPO, Ramón Cerritos, cuando viajaba en un bus interurbano de Ceiba hacia San Pedro Sula.

Ramón Cerritos vivió en carne propia los atropellos que por lo general cometen los uniformados contra ciudadanos comunes, por el simple hecho de dar su opinión o reclamar sus derechos.

“Eran las 8:30 de la mañana, el miércoles pasado, cuando venía abordo en un bus de Olanchito de Ceiba hacia San Pedro Sula. Cuando el bus iba en medio del bulevar que está antes de llegar al puente La Democracia, unos policías hicieron señal de parada.

El conductor se detuvo en el centro de la calle y un policía se subió y pidió a los pasajeros bajarse porque iban a hacer una revisión”, relató el afectado.

“La gente comienza a bajarse del bus con cuidado porque al lado estaban pasando otros vehículos (buses, rastras, taxis). Yo me dirijo a uno de los policías y le pregunto que porqué razón no le piden al motorista orillar la unidad, sino que permiten que los pasajeros nos expongamos a un atropello. Uno de los policías se dirigió a mí y me dijo: qué, ¿estás envergado hijo de p…?”, continuó.

“Le respondí que no estaba enojado, que simplemente reclamaba mi derecho. La revisión de los pasajeros continuó y a un señor le encontraron un arma de fuego, no sé si tenía su respectivo permiso, pero después el pasajero les preguntó quién tenía su arma y los policías se tiraban la pelota unos con otros. Al final apareció el arma”.

“Cuando terminó la revisión y se le permitió a los pasajeros abordar nuevamente, un policía le dijo a otro que yo había dicho que por eso los mataban, y no era cierto.

“El policía me dijo: como decís hijo de la gran p.., agarren a ese basura y móntenlo a la paila”.
“Me agarraron de la camisa, por la parte de atrás del cuello, y me subieron a la patrulla. Yo no opuse resistencia. Otro policía grito: enchachen a ese perro, pero el policía que estaba en la paila le contestó: no te preocupes que si este perro se tira yo lo rajo aquí. Seguidamente cerrajeó el fusil asignado y me grito: vamos a ver tirate hijo de p…”.

“Cuando llegamos a la posta, los policías que me llevaban, entre ellos uno de color de apellido Arzú, me presentan con un oficial que estaba vestido de camiseta y calzoneta y comenzaron a inventar de que yo había dicho que por eso los mataban, que los estaba tratando mal y en verdad en ningún momento los traté mal, simplemente hice valer mi derecho de preguntar porqué razón estaban bajando a los pasajeros del autobús en medio de la calle”.

“El oficial dio la orden de que me tomaran los datos y me quitaran lo que tenía puesto y pásenlo a la bartolina, siempre con la idea de pasarme a la fiscalía para imputarme cargos y frases que yo nunca dije. Estuve en la celda bajo llave, con otros detenidos, unos tatuados y otros heridos.

“Al final, después de varias llamadas que realizaron compañeros del diario, me permitieron hablar con un comisionado de El Progreso, un señor muy educado. Mantuvimos un diálogo como de una hora y él ordenó que me liberaran.
Lo dijo
“Es lamentable, como ciudadano me sentí impotente porque es increíble como los policías fácilmente le pueden imputar un cargo a una persona, poniéndose todos de acuerdo en que el detenido dijo algo, sin haberlo dicho”: Ramón Cerritos, fotógrafo de Diario TIEMPO.

Fuente: tiempo.hn



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