jueves, 4 de marzo de 2010

La misa negra de los empautados

Rodolfo Pastor F

a Mayra y Rodil


Me ha hecho varios favores para protegerme y a varios artistas amenazados, así que estoy obligado a cierta cortesía con el Embajador Llorens, aunque me avergüenza que haya tardado tanto en percatarse de que, en Honduras, hay asesinatos políticos. No me extraña en cambio que el Embajador se empeñe en convocar a líderes liberales para exhortarlos a reconstruir o reunificar el Partido Liberal de Honduras. No me ofende ni molesta; no soy nacionalista. Ojala todos los extranjeros se interesaran por nuestra política, de verdad y por nuestras instituciones. Y todos los embajadores nos exhortaran a conservarlas y ofrecieran ayuda.

Parece comprensible además ese interés porque la Embajada y el gobierno a que representa Llorens han de estar sufriendo de nostalgia, de mala conciencia y de alguna preocupación. De nostalgia porque el bipartidismo conservador se benefició mucho con la asesoría y apoyo de expertos estadounidenses desde mediados del siglo pasado, cuando apenas salíamos de la dictadura de Carias, y le ha servido bien al Imperio desde entonces. Aunque mal pague el diablo a quien bien le sirve. (Se ha involucrado a la C.I.A. de manera irrefutable en los golpes de Estado que –después- han quebrado ese sistema.) Y la intervención diplomática aquí le ha provocado a EEUU un problema regional, que por ahí Mme. Clinton intenta enmendar sin mayor éxito.


Durante la primera dictadura del Oswaldo López, la Embajada fungió como “mediadora” para conseguir el retorno a elecciones regulares, propiciando negociaciones en que los Partidos acordaron el voto secreto en boleta única. (Siendo Presidente del Partido Liberal, mi padre lo representó en esas negociaciones, que no fueron suficientes para impedir el fraude). Más tarde la Embajada estadounidense fue clave para obligar a los militares a devolver el gobierno al poder civil, a cambio de otorgarles directamente los recursos que les permitían conservar el poder detrás del trono. “Mil millones en diez años” decía C. Arcos. Y como el Partido Nacional se desgastó en la dictadura, el P.L. ganó las elecciones que condujeron al primer gobierno “civil” de Suazo C. y Álvarez, después de la Constituyente que consolidó la argolla bipartidista.


Igual ahora --aunque quizás se lo escondieron a Obama y hasta pudo ignorarlo antes de cierto momento Clinton, y acaso sean por ello más culpables aún-- miembros del aparato de inteligencia y agentes encubiertos de EEUU participaron en el golpe bipartidista que no sólo dio al traste con el gobierno, si no (esta vez sospecho para siempre) con el sistema, lo que ha dejado al país atrapado en la tensión entre, por un lado, una derecha radical posesionada de los partidos tradicionales y por otra parte una Resistencia (que el Ministro de Seguridad dice que “no tiene razón de ser”) y que, aun desarticulada, claramente es y aglutina a una mayoría de la población consciente y que se pudiera movilizar en corto plazo para la toma del poder, si madura políticamente. El gringo tiene que saber que esa es una situación sumamente inestable. Debe querer rellenar el centro vaciado y, como creen que el centro es de quien no está con dios ni con el diablo, resulta lógico que inviten a C. Flores. Igual hubiera podido asistir J. Reina. Nadie lo hubiera podido ver.


Lo que si extraña un poco es que gente tan inteligente como Yani, Orellana y Azconita atiendan esa invitación y perseveren en la idea de que pueden rescatar al Partido y reunificarlo para convertirlo en genuina oposición. El único Partido Liberal que existe ante la ley y ante sus propias normativas es el que preside Roberto Micheletti y en cuyo Comité Central Ejecutivo participan el padre y otros parientes y allegados de ex candidato Santos. Y tiene que ser cuestionable que el Embajador conspire contra esa institución cuando alega que está trabajando a favor de la institucionalidad, pero la política es así. A muchos gustaría que liberales que han tenido posiciones un poco más complejas, como Orellana, Yani y los amigos derrotados en las recién pasadas elecciones rescataran al P.L. de las manos ensangrentadas del golpismo. Incluso si lo consiguieran no podrían reunificarlo con su ala derecha radicalizada y su ala izquierda herida y humillada y, por lo mismo, no podrían ganar elecciones contra un Partido Nacional, que salió casi ileso del trauma. De manera tal que el resultado neto de su empeño será favorecer la dictadura cachureca prolongada que dicen adversar, estorbando la configuración de la nueva alianza que se perfila en La Resistencia.


El único líder con credibilidad y convocatoria dentro del Liberalismo y por tanto capacidad de reunificar un centro izquierda con una base social moderna sigue siendo Manuel Zelaya, a quien en esa reunión privada Carlos Flores pretendió purgar. La estrategia de mantener a Mel fuera de Honduras a como dé lugar y a punta de seguir inventando causas criminales en su contra no obedece más que a la pretensión de también mantener dividida a la oposición. Y levantar la expectativa de líderes fallidos, a los que se quiere también blanquear y remozar. En eso ¿coinciden Lobo y Llorens con Carlos Flores?


Así como desde Septiembre la estrategia estadounidense fue siempre la de blanquear el golpe a través de elecciones aunque fuera bajo la represión, ahora la estrategia de EEUU hacia afuera es conseguir la reintegración del gobierno heredero del golpe en la comunidad regional e internacional y hacia adentro, la de legitimar el orden y es estatus quo rechazado por la mayoría, al mismo tiempo que se encubre la represión continuada, con persecución selectiva del liderazgo y a como dé lugar, aun inventándoles nexos criminales, de los movimientos populares que la constituyen. Fracasara esa estrategia. Y quienes se presten a su juego se quemaran, como “colaboracionistas”. La única vocación del liberalismo genuino es resistir. Sólo se podrá negociar con el respaldo pleno de las bases sociales de La Resistencia y sobre los fundamentos del conflicto: la apertura política y la convocatoria a la Constituyente. El liberalismo vivirá para siempre…y la historia reivindicará sus logros inconclusos. Pero el viejo P.L. está en la morgue, hiede y quien pretenda levantarlo de ahí sólo se ensuciara las manos.

Fuente: Vos el soberano

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