Patricia Murillo Gutiérrez
La abogada Argentina Valle Aguiluz de Castro rememoraba las virtudes cívicas de su tío carnal, el abogado Rodolfo Aguiluz Berlioz, y cuyo nombre fue reivindicado el sábado 27 de febrero por el pueblo sampedrano en resistencia contra la opresión, las vanidades enfermizas y la ignorancia histórica.
Por fin el bulevar que nos lleva a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, UNAH-VS, y que será pagado con los impuestos de los ciudadanos de las colonias aledañas, recuperó su dignidad porque la gente consciente le quitó el nombre del “innombrable” (ese que junto a su camarilla arrasó al país cual tsunami) que meses atrás Eduardo Bueso Hernández, entonces alcalde por ley de San Pedro Sula, ignominiosamente le había puesto.
“¡Toda una lección para los políticos que no son más que nuestros servidores públicos y deben tomar en cuenta lo mandado por el pueblo!”, declaraba Denia de Argueta, una vecina de la colonia Jardines del Valle que al igual que centenares de presentes en la ceremonia demostró su júbilo patriótico porque revertir un atentado a la dignidad de la ciudad, era para celebrarlo.
La abogada Valle enfatizó en la probidad que como abogado especialista en Derecho Laboral y Agrario tuvo su ilustre tío Rodolfo, lo que le llevó a defender a trabajadores urgidos de su apoyo jurídico. A la vez recordó que fue un responsable maestro universitario y uno de los fundadores de ese Centro Universitario y su decano cuando fungía como Escuela de Economía entre 1959 a 1962.
Nacido en Comayagua en 1924 murió en SPS en 1972 a los 48 años, víctima de un paro cardíaco, cuando tenía mucho que dar a Honduras. Aguiluz Berlioz creció en Guatemala y estudió en México porque sus padres tuvieron que huir de la dictadura hondureña y en México formó parte del Frente Democrático Revolucionario Hondureño y miembro del Comité Democrático de Honduras en 1944.
Sin duda el jurista defendía a la Patria de la odiosa represión, del destierro, entierro y encierro que caracterizaban el régimen despótico de Tiburcio Carías Andino y que algunos malos herederos del mismo reviven y aumentan en estos momentos.
Y qué bien decirlo porque esa trilogía del terror pareció olvidárseles por completo a ciertos llamados liberales “de estómago o ignorantes de la historia” que promovieron, justificaron, mantuvieron y aún ahora defienden el golpe de Estado, dado por un grupo de traidores al partido y al país.
“Las luchas del abogado Aguiluz Berlioz –decía su sobrina Argentina– fueron siempre por la supremacía de la educación, del desarrollo del país y de la justicia” (pero ante estos méritos que cavernícola quedaba el nombre del personaje que Eduardo Bueso puso al bulevar, usurpando lo que tiempo atrás había acordado la Corporación liberal de José Fernández Guzmán, que ya había bautizado esa importante vía).
Sus tres hijos, Héctor Rodolfo, Maya Victoria y Enrique, profesionales reconocidos en México como médico, catedrática e investigadora social de la Universidad Autónoma de México y el último traductor de libros universitarios, hicieron llegar un emotivo mensaje de gratitud al pueblo sampedrano, porque se hizo justicia y como bien ilustró Argentina, por mucho tiempo la familia Aguiluz Berlioz pidió e hizo reclamos para que prevaleciera el nombre verdadero de esa vía.
Tras desvelar la placa con el nombre de su tío, ella proclamó, haciendo suyas las palabras del dirigente popular don Pedro Brizuela: “Logremos la unidad de Honduras en la diversidad, que prevalezca la tolerancia y nuestra voluntad por promover el desarrollo humano integral de todos los hondureños”.
Tome nota alcalde Juan Carlos Zúniga, no desoiga jamás la voz del pueblo, nunca olvide que el país cambió desde el 28 de junio, cuídese de funcionarios suyos para que no le pase igual que a su antecesor legal Rodolfo Padilla Sunseri (de quien usted tiene el mismo vicealcalde) que porque creyó en supuestos amigos cercanos con quienes compartía el poder municipal y hasta su tiempo de vacaciones, fue muy mal aconsejado, diríase traicionado.
Hoy se cuentan con los dedos de la mano y sobran los que le dan a este otro Rodolfo una palabra de aliento en el rosario de líos legales que tiene en sus espaldas. (Me acuerdo esta Cuaresma, del beso de Judas).
Jamás se le ocurra doctor Zúniga anteponer los intereses personales o de grupos nefastos al bien común y los derechos de la persona humana porque ustedes los servidores públicos antes de servirse del erario y el poder deben respetar, reconocer y cumplir sus grandes deberes que son nada más y nada menos que evitar dar infelicidad y desgracias a este pueblo cansado hasta el hartazgo de tanto mentiroso y corrupto.
Y no le deseamos que cometa el triste y vergonzoso error de bautizar obras públicas con nombres como el del innombrable que asaltó el país, cuando miles de firmas de ciudadanos le pidieron a su antecesor en la comuna, que desistiera de esa triste iniciativa. No escuchó y mire usted… cómo el pueblo reparó con creces semejante barbaridad. Consensúe con el pueblo que es el soberano, los nombres de las obras en esta ciudad y así se evitará muchos dolores de cabeza.
Por fin el bulevar que nos lleva a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, UNAH-VS, y que será pagado con los impuestos de los ciudadanos de las colonias aledañas, recuperó su dignidad porque la gente consciente le quitó el nombre del “innombrable” (ese que junto a su camarilla arrasó al país cual tsunami) que meses atrás Eduardo Bueso Hernández, entonces alcalde por ley de San Pedro Sula, ignominiosamente le había puesto.
“¡Toda una lección para los políticos que no son más que nuestros servidores públicos y deben tomar en cuenta lo mandado por el pueblo!”, declaraba Denia de Argueta, una vecina de la colonia Jardines del Valle que al igual que centenares de presentes en la ceremonia demostró su júbilo patriótico porque revertir un atentado a la dignidad de la ciudad, era para celebrarlo.
La abogada Valle enfatizó en la probidad que como abogado especialista en Derecho Laboral y Agrario tuvo su ilustre tío Rodolfo, lo que le llevó a defender a trabajadores urgidos de su apoyo jurídico. A la vez recordó que fue un responsable maestro universitario y uno de los fundadores de ese Centro Universitario y su decano cuando fungía como Escuela de Economía entre 1959 a 1962.
Nacido en Comayagua en 1924 murió en SPS en 1972 a los 48 años, víctima de un paro cardíaco, cuando tenía mucho que dar a Honduras. Aguiluz Berlioz creció en Guatemala y estudió en México porque sus padres tuvieron que huir de la dictadura hondureña y en México formó parte del Frente Democrático Revolucionario Hondureño y miembro del Comité Democrático de Honduras en 1944.
Sin duda el jurista defendía a la Patria de la odiosa represión, del destierro, entierro y encierro que caracterizaban el régimen despótico de Tiburcio Carías Andino y que algunos malos herederos del mismo reviven y aumentan en estos momentos.
Y qué bien decirlo porque esa trilogía del terror pareció olvidárseles por completo a ciertos llamados liberales “de estómago o ignorantes de la historia” que promovieron, justificaron, mantuvieron y aún ahora defienden el golpe de Estado, dado por un grupo de traidores al partido y al país.
“Las luchas del abogado Aguiluz Berlioz –decía su sobrina Argentina– fueron siempre por la supremacía de la educación, del desarrollo del país y de la justicia” (pero ante estos méritos que cavernícola quedaba el nombre del personaje que Eduardo Bueso puso al bulevar, usurpando lo que tiempo atrás había acordado la Corporación liberal de José Fernández Guzmán, que ya había bautizado esa importante vía).
Sus tres hijos, Héctor Rodolfo, Maya Victoria y Enrique, profesionales reconocidos en México como médico, catedrática e investigadora social de la Universidad Autónoma de México y el último traductor de libros universitarios, hicieron llegar un emotivo mensaje de gratitud al pueblo sampedrano, porque se hizo justicia y como bien ilustró Argentina, por mucho tiempo la familia Aguiluz Berlioz pidió e hizo reclamos para que prevaleciera el nombre verdadero de esa vía.
Tras desvelar la placa con el nombre de su tío, ella proclamó, haciendo suyas las palabras del dirigente popular don Pedro Brizuela: “Logremos la unidad de Honduras en la diversidad, que prevalezca la tolerancia y nuestra voluntad por promover el desarrollo humano integral de todos los hondureños”.
Tome nota alcalde Juan Carlos Zúniga, no desoiga jamás la voz del pueblo, nunca olvide que el país cambió desde el 28 de junio, cuídese de funcionarios suyos para que no le pase igual que a su antecesor legal Rodolfo Padilla Sunseri (de quien usted tiene el mismo vicealcalde) que porque creyó en supuestos amigos cercanos con quienes compartía el poder municipal y hasta su tiempo de vacaciones, fue muy mal aconsejado, diríase traicionado.
Hoy se cuentan con los dedos de la mano y sobran los que le dan a este otro Rodolfo una palabra de aliento en el rosario de líos legales que tiene en sus espaldas. (Me acuerdo esta Cuaresma, del beso de Judas).
Jamás se le ocurra doctor Zúniga anteponer los intereses personales o de grupos nefastos al bien común y los derechos de la persona humana porque ustedes los servidores públicos antes de servirse del erario y el poder deben respetar, reconocer y cumplir sus grandes deberes que son nada más y nada menos que evitar dar infelicidad y desgracias a este pueblo cansado hasta el hartazgo de tanto mentiroso y corrupto.
Y no le deseamos que cometa el triste y vergonzoso error de bautizar obras públicas con nombres como el del innombrable que asaltó el país, cuando miles de firmas de ciudadanos le pidieron a su antecesor en la comuna, que desistiera de esa triste iniciativa. No escuchó y mire usted… cómo el pueblo reparó con creces semejante barbaridad. Consensúe con el pueblo que es el soberano, los nombres de las obras en esta ciudad y así se evitará muchos dolores de cabeza.
Fuente: Vos el soberano
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