lunes, 6 de julio de 2009

A Zelaya le impiden aterrizaje y vuela a San Salvador a pensar Plan B

Por la redacción ContraPunto

El derrocado presidente hondureño intentó llegar a su país, pero los militares se lo impidieron. Previamente esos mismos militares habían reprimido con balas a los simpatizantes de Zelaya

SAN SALVADOR - Militares hondureños impidieron que el avión en el que se conducía Manuel Zelaya aterrizara en el aeropuerto de Tegucigalpa, este domingo, según se pudo ver a través de cadenas televisivas internacionales, tras lo cual el mandatario derrocado voló a Managua y, más tarde, a El Salvador, a diseñar un Plan B con varios presidentes de la región.

Zelaya había dicho que regresaría a Tegucigalpa hoy domingo 5 de julio, tras terminar el plazo de 72 horas impuesto por la Organización de los Estados Americanos (OEA) al gobierno de facto de Roberto Micheletti, plazo que exhortaba a los golpistas a permitir la reinstalación de Zelaya, que fue derrocado hace una semana.

Zelaya volaba desde Washington a Tegucigalpa, en un avión no comercial con matrícula venezolana, acompañado del presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Miguel d´Escoto.

Pero su plan de regresar a su país se vio frustrado por la negativa del gobierno golpista de dejarlo aterrizar. Lo cual es una contradicción, porque en días pasados las autoridades de facto habían decretado orden de captura contra Zelaya, sobre el que pesaban 18 cargos en su contra. Y ahora que él regresaba –lo cual era una buenísima oportunidad para detenerlo— no lo dejaron aterrizar.

Minutos antes de que el avión sobrevolara el aeropuerto, cientos de manifestantes que apoyaban y esperaban la llegada de Zelaya lograron romper el cerco policial y militar que por alrededor de tres kilómetros rodeaba al aeropuerto, y se acercaron a los bordes mismos de la pista. Pero allí fueron reprimidos por militares, que dispararon contra ellos y causaron la muerte de dos personas y dejaron alrededor de 10 heridos.

La cadena de televisión Telesur mostró imágenes en vivo en las que se escuchaban ráfagas de fusil y los manifestantes corrían a refugiarse. Luego la cadena entrevistó a varios de los heridos, que narraban cómo los militares les disparaban y cómo uno de sus compañeros caía muerto tras recibir un balazo en la cabeza.

“Era una marcha pacífica, y este muchacho dio su vida por este país”, dijo Hernán Ávila, viendo el cuerpo que yacía inerte en el piso.

Minutos más tarde aparecía en el horizonte el avión donde venía Zelaya y sobrevoló la pista. Los manifestantes lo recibieron con gritos de apoyo, pero el aparato no pudo aterrizar porque los militares habían colocado camiones en la pista.

“Quisiera tener un paracaídas”

En directo con Telesur, Zelaya dijo que los pilotos se comunicaron con la torre de control del aeropuerto, y los militares les dijeron que no le permitirían aterrizar, y que si insistían los iban a interceptar.

“Ni aun diciéndoles que venia yo con él (el presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel d´Escoto), dijeron que íbamos a ser interceptados por aviones de la Fuerza Aérea”, dijo Zelaya a la cadena televisiva.

Agregó que, debido a la colocación de obstáculos en la pista, los pilotos decidieron no aterrizar para no causar un accidente.

Añadió que él pensó que la gente iba a penetrar a la pista e iba a remover los obstáculos, pero que no lo lograron. Lo cual indicaría que previamente había ya una especie de plan para que sus seguidores le abrieran el paso al avión para que éste aterrizara.

“Si tuviera un paracaídas, me tiraba del avión”, dijo.

Agregó que intentará el regreso a su país mañana, pasado, el miércoles”, y el avión se desvió hacia Managua.

Pero tras una breve parada, el mandatario se dirigió hacia San Salvador en compañía del presidente Fernando Lugo de Paraguay, y ambos volaron hacia San Salvador donde los esperaban los presidentes de Ecuador, Rafael Correas; la presidenta argentina Cristina Kirchner, y el secretario general de la OEA, Miguel Insulza, con quienes analizarían cómo proceder en el intento de lograr que a Zelaya se le restituya como presidente de Honduras.

Golpistas aislados

Desde que Zelaya fue derrocado el pasado 28 de junio, el gobierno de facto hondureño ha sido aislado por toda la comunidad internacional, incluyendo a los Estados Unidos, nación que en el pasado era el principal promotor de golpes de Estado en Latinoamérica y el mundo.

Pero los tiempos han cambiado. Barack Obama ha rechazo el golpe y ha reconocido a “Mel” Zelaya como el único presidente de Honduras.

Pero si bien Estados Unidos ha condenado el golpe y se ha pronunciado por la restitución de Zelaya, sus posibilidades de mayor presión al gobierno golpista de Micheletti siguen sin aparecer y sus posiciones frente a las acciones represivas del ejército no son más que tibias, lo que hace surgir especulaciones sobre el nuevo papel que este país norteamericano podría seguir jugando en la región centroamericana.

Esta nueva realidad en Honduras hace plantearse nuevamente la interrogante. ¿Es sincera la proclama del presidente estadounidense Barack Obama de apoyar decididamente la consolidación de la democracia en América Central o si todavía se deja una rendija abierta para que se perpetren golpes militares como los apoyados por ese país hace pocas décadas en todo Latinoamérica?

Hay quienes sostienen que Obama no pudo haber dado luz verde para ejecutar algo tan torpe como sacar en piyamas a un presidente de su dormitorio y expulsarlo del país. Pero la duda es si grupos dentro de su gobierno pudieron apoyar el golpe sin el beneplácito del Presidente, en una especie de operación encubierta. De momento no hay respuesta a esa tesis.

En tanto, los presidentes centroamericanos han apoyado incondicionalmente a Zelaya, al igual que los mandatarios latinoamericanos, la Unión Europea (UE), la OEA, que ayer expulsó a Honduras de ese foro regional, y la ONU. Organismos financieros internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han congelado sus proyectos y desembolsos en Honduras.

Sin embargo, si bien el presidente de facto, Roberto Micheletti dijo hoy que ofrece una comisión que negocie con la OEA, también aseguro, en cadena de televisión: “A mí no me va a presionar nadie”.

El único apoyo que Micheletti recibe en la región proviene de las derechas locales en los países del Istmo, en la forma de empresarios, políticos y medios de comunicación conservadores.


Fuente: http://www.contrapunto.com.sv



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