Nuestra Palabra, Editorial Radio Progreso, 22 de julio de 2010
En una radio de cobertura nacional, Enrique Ortez Sequeira, uno de los titulares del Tribunal Supremo Electoral, anunció que van a realizar una consulta a nivel nacional para ver qué reformas hay que hacer a la Ley Electoral.
Preguntas que saltan al viento, ¿basta una consulta para mejorar el sistema electoral?, ¿Basta una reforma, un barniz, unos cambios cosméticos, con los mismos actores y con las mismas reglas del juego que tan sucio nos han jugado a lo largo de casi tres décadas?, ¿Qué queremos, consulta para reformas, o consulta para transformaciones político-jurídicas institucionales?
Una cosa sí parece claro en la propuesta de este señor que con tanta pasión defendió el pasado y dudoso proceso electoral: los asuntos institucionales del país no caminan, están atollados, y todo lo que gira en torno al Estado se encuentran en unas aguas turbias como las que corren por el río Ulúa en las peores temporadas de inundaciones.
Para Ortez Sequiera el país no puede seguir sobre el estancamiento actual. Sin embargo, su propuesta busca reformas para que los instrumentos políticos de siempre sigan haciendo de las suyas, y ni por broma se le ocurren transformaciones profundas porque con ella se acaban las mieles de ventajas y privilegios que tiene él su familia y sus amigos del bipartidismo y de las elites pudientes del país.
Si los mismos personajes del más rancio bipartidismo se lanzan a hacer estas reformas, es porque se sienten con el agua al cuello. Bien saben que la institucionalidad está derrumbada, y necesitan revivirla porque con ella se hunden todos los que han gozado de sus beneficios.
Estamos de acuerdo que es necesario consultar al pueblo. Pero la coyuntura política tormentosa actual no está para hacer consultas para reformas. La consulta al pueblo es completamente necesaria para hacer transformaciones profundas que conduzcan a la refundación del país.
Una consulta es necesaria de cara a un nuevo pacto social que desemboque en una Asamblea Nacional Constituyente en donde se definan las nuevas reglas del juego, por ejemplo, para que los procesos electorales sean la cabal expresión de la voluntad soberana de todos los sectores de la sociedad que hasta hoy, sólo han sido usados para que unos cuantos vividores sigan colgados de un Estado que hoy ya no les funciona, y necesitan, infructuosamente recuperarlo, en una tarea que a estas alturas, es como seguir esperando que de los aguacates cosechemos tomates.
Fuente: Vos el soberano
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