viernes, 23 de julio de 2010

Los curas atacan de nuevo

Cuando el Gran almirante, virrey y gobernador general de las Indias occidentales hizo su segundo y tercer viaje a las tierras descubiertas a nombre de la Corona de Castilla, su misión principal era la de colonizar y predicar la fe católica en esos territorios. Christophorus Columbus trajo consigo al Padre Las Casas, que gracias a éste, hoy podemos saber de todos los abusos que la jauría de delincuentes traída por Colón cometió en contra de los aborígenes.

Las Casas no vino como santo en esos viajes. Se dedicó a explotar yacimientos auríferos y repartir indios por doquier. Regresó a Europa por el 1500 para luego regresar a La Española en 1508. En 1511 escuchó los comentarios acerca del Sermón de aviento hecho por Antonio de Montesinos que censuraba la conducta de los colonos al respecto del maltrato de los indios. A Bartolomé de Las Casas el remordimiento hacía que pelearan los cincos tornillos que le sujetaban el cerebro. A pesar de haber sido ordenado como presbítero en Roma, se le negó la absolución que es el pronunciamiento del perdón de los pecados hecho a una persona que se ha arrepentido. Para que se entienda mejor, la absolución era como un indulto o perdón a todas las fechorías hechas por el cura durante la administración de la Villa de la Concepción de La Vega.

Se fue a Cuba y allí a pesar de haber sido el capellán del conquistador Pánfilo de Narváez, siguió con la repartidera de indios.

El fenecido Hector Lavoe decía en unas de sus canciones que “todo tiene su final”, o sea, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. El Padre Las Casas se dio cuenta que había que hacer algo por los indígenas de América. Cuando cumplió los 30 años, el día de la Asunción, dijo en un sermón que dejaba atrás los repartimientos de indígenas, que eso era cosa del pasado.
Junto a Montesinos viajó a España en 1515 para abogar por los indios. Fernando el Católico no estaba en eso. La pareja tuvo que esperar que el monarca muriera“estirando los tenis” a principio de 1516.
Por iniciativa de los dos sacerdotes, se mandaron frailes jerónimos para que administraran La Española. El Padre Bartolomé de Las Casas fue nombrado consejero de los frailes, procurador y protector universal de todos los indios. A partir de ahí una minoría de curas se convirtieron en defensores de la raza aborigen en las tierras que iban a ser conquistadas en años posteriores.

El protector de los indígenas vivió en la maldad pero aprendió a ser bueno, es por eso, que la mayoría de los curas buenos que hemos conocido, han sido apóstoles de Las Casas y Montesinos.
En el grupo de los curas malos, la historia nos ha dicho que siempre estuvieron “lamboneando” o detrás de la gente que estaba en el poder. A los indios que no se abrazaban a la cruz, daban la luz verde para repatriarlo a otro mundo. Las mujeres que tenían algo de educación eran enviadas a la hoguera copiando la misma receta que sus camaradas europeos daban a la gente con neuronas inteligentes.

Así hemos vivido hasta los tiempos de hoy. En Latinoamérica fueron firmados muchos concordatos para que los curas se hicieran cargo de asuntos de estado, educación y que la iglesia católica sea la única que pueda casar. Los curas han sido cómplice de innumerables golpes de estado, siendo el más reciente, el perpetrado en contra de Manuel Zelayas en Honduras en junio del año pasado.

Ahora nos tocó leer en la prensa que los curas chilenos han pedido al presidente Sebastián Piñera que indulte a los criminales de la tiranía de Pinochet en el Bicentenario de la independencia del país.

Si el presidente Piñera le sigue el juego a la iglesia católica chilena y suelta todos esos asesinos, entonces podemos decir que “los curas atacan de nuevo”

Fuente: elvocerous.com

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