sábado, 3 de julio de 2010

Honduras no está sola

Se cumple un año del golpe de Estado contra el pueblo de Honduras y su Presidente democráticamente electo, José Manuel Zelaya, como inadmisible represalia por intentar abrir un camino democrático a través de un proceso constituyente, para impulsar las transformaciones necesarias en ese hermano país.

En la madrugada del 28 de junio de 2009 el presidente constitucional de ese país, Manuel Zelaya, fue asaltado en su residencia por el ejército y expulsado ilegalmente hacia Costa Rica, en un suceso que todavía tiene muchos puntos por aclarar, entre ellos el papel de Estados Unidos y su política belicista contra el ALBA, la Alianza Bolivariana para Nuestra América, a la cual Tegucigalpa se había adherido poco antes.

La llegada de Honduras al ALBA significó la incorporación de su Gobierno y de su pueblo a los planes de integración que permitieron el acceso de los campesinos a créditos, semillas, tractores y tecnología; la atención medica y sanitaria de hombres y mujeres humildes a través de la Misión Milagro; la participación en los planes de energía segura y estable de Petrocaribe y, sobre todo, la incorporación a la gran corriente independentista y revolucionaria que hoy ha unido a nuestros pueblos de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. Por ello se fraguó entonces una burda operación militar de secuestro y destierro del Presidente Zelaya, respaldada por una maniobra política institucional para cometer el grave delito de derrocar un gobierno constitucional.

En su momento, desde el ALBA, junto a los pueblos progresistas del continente, se impulsó la denuncia y la condena mundial contra este golpe de Estado, y transcurrido un año, a nadie le quedan dudas acerca de la participación de grupos de poder de los Estados Unidos en esta repudiable operación, como el desterrado presidente de los hondureños.

El ALBA ratificó su solidaridad con el pueblo hondureño con sus denuncias sobre masivas violaciones de los derechos humanos y su lucha por la restauración de la democracia. Los países miembros del ALBA exigieron respeto y garantías para las luchas democráticas del pueblo hondureño, que cese la represión y los asesinatos políticos, y asimismo que se le garantice a José Manuel Zelaya plenos derechos políticos para regresar a su patria. Los gobiernos socialistas y progresistas ratificaron todo su apoyo al pueblo de Honduras en su lucha por el restablecimiento de la democracia y la construcción de los sueños de igualdad y de independencia plena.

Frenar el ALBA, golpeando en el eslabón más débil en esos momentos, al mismo tiempo que se hacía una seria advertencia a las vecinas Nicaragua y El Salvador, fueron los propósitos evidentes de la asonada, que dejó para el pueblo de Honduras una intensa represión que causó en doce meses de centenares de víctimas sin que por ello se haya logrado desmontar la movilización de organizaciones que se agrupan en el Frente Nacional de Resistencia Popular. La resistencia organizada exhortó al pueblo y al resto de los países latinoamericanos no solo a recordar la caída de la democracia, sino a continuar exigiendo la implantación de una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución Nacional, tal como pretendía Zelaya, el retorno a la legalidad institucional y la construcción de una sociedad mas justa para todas y todos. Honduras no está sola. La lucha continuará por una verdadera y justa democracia, por una patria para todos.

Fuente: larepublica.com.uy


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