domingo, 18 de julio de 2010

De corruptores y corrompidos, ambos corruptos

Alex Darío Rivera M.

"La corrupción lleva infinitos disfraces." Frank Herbert

En nuestra sociedad hondureña, como en muchas más, la corrupción es el pan nuestro de cada día en diversos escenarios de la cotidianeidad. En esta ocasión, por efecto de tiempo y espacio, enfatizaré en términos generales, en la denominada corrupción política y la relación de los últimos acontecimientos vinculados con ese tema en la hondura de nuestra querida Honduras, puesto que desde este espacio (político), se puede condicionar o influir la corrupción en los demás contextos sociales. Llanamente podemos decir que la corrupción política está caracterizada por la mala utilización pública (gubernamental) del poder con el propósito de disponer de una ventaja ilegítima, ésta casi siempre, silente, oculta y privada. En el informe de transparencia internacional (octubre 2004), Honduras fue ubicada en la línea roja, en otras palabras, entre los países con más altos niveles de percepción de corrupción en el continente, situación que posteriormente al golpe de Estado del 28 de junio del año anterior, sin lugar a dudas se ha aseverado de forma exponencial.

A pesar que desde hace algunos años, los hondureños nos hemos familiarizado –gracias a los discursos raídos en los medios de comunicación- con frases e instancias ostentosas como: Ley de Transparencia, Comisión Ciudadana de Transparencia, Consejo Nacional Anticorrupción, Centro de Estrategias Anticorrupción, Informe Nacional de Transparencia, Comisiones Anticorrupción y Transparencia, Auditoría Social, Rendición de Cuentos (perdón cuentas) y Lucha contra la Corrupción, la misma, continúa en ascenso atroz en detrimento de los sectores menos favorecidos. Corromper en nuestro país se ha naturalizado, en todos los estratos, desde el gendarme de una oficina pública o privada hasta el más alto funcionario, a tal punto, que la definición de honrado, ahora es sinónimo de tonto y poco visionario, puesto que con suma frecuencia escuchamos en los comentarios populares frases como: “Este alcalde robó, pero por lo menos hizo algo”. Se valida y justifica el delito. Pero también, es necesario reflexionar que en este flagelo social insistente en el escenario político, se interrelacionan dos sujetos de un mismo fenómeno, el corruptor y el corrompido (corrupto), por lo cual, desde esta óptica, tal como siempre se ha dicho: “el poder corrompe”, es el corruptor quien busca la más grande cuota de poder económico, social o político, para lo cual, busca sobornar o acallar los escrúpulos morales del corrompido, sin olvidar, que hechor y consentidor pagan –o deben pagar- por igual, ambos se convierten en corruptos. De igual manera, con más frecuencia, es el nombre del corrupto el que se pone en evidencia, el corruptor, casi siempre se esconde en sus cortinas de poder, aunque en otros casos, como algunos de los nuestros, el personaje de corruptor y corrupto, recae en una misma persona. En un sitio de internet paraguayo nombrado: “El Otro Yo del Obispo Presidente”, de manera jocosa definen la palabra corruptos como “funcionarios que cuando roban poco son escrachados por las cámaras ocultas de los canales y cuando roban mucho son invitados a opinar en televisión”. La corrupción alcanza mayor incidencia en aquellas sociedades –como la nuestra- donde el poder está más concentrado, siempre se ha encontrado una relación de interdependencia entre la concentración de poder y la corrupción.

El ensayista crítico José Ingenieros acuñó una expresión célebre: “Nadie piensa, donde todos lucran; nadie sueña, donde todos tragan”, esto a colación de la fuerte denuncia emitida por parte del Secretario de Finanzas William Chong Wong en contra de los carroñeros empresarios “hondureños” que solicitan exoneraciones de impuestos hasta por veinte años, mismos a los que tildó de “lacras” y “ladrones”, sin especificar nombres –desde luego-, pese a que anteriormente el mismo Chong Wong, fue el autor del último paquete de impuestos a la energía eléctrica, la telefonía fija y celular, bebidas, autos, internet, vivienda y muchos otros bienes y servicios. Mientras al ciudadano común, se le suspende el servicio de energía eléctrica por una deuda de trescientos lempiras, muchas empresas adeudan cantidades millonarias, y en otros casos, algunas de ellas fueron exoneradas de deudas de cientos de millones. Las transnacionales de comidas rápidas, siguen sin pagar gravámenes, en cambio, los dueños de glorietas que venden baleadas y pastelitos, son exprimidas con elevados impuestos. Los magnates en la importación de combustibles han vuelto a encarecer los precios de venta en los derivados del petróleo, que otrora, habían sido ajustados durante la gestión presidencial de Manuel Zelaya. Ese paquete de impuestos propuesto por Chong Wong y aprobado por el Congreso Nacional dejará “utilidades” aproximadas de 184 millones de dólares anuales, con los que, el gobierno continuista del golpe de Estado encabezado por Lobo Sosa, ha elevado la partida financiera militar a 137 millones de dólares (sin duda, contra el pueblo), 32 millones más que el año anterior, pese a ello, la oligarquía empresarial que gestó el golpe de Estado el año anterior con la asesoría de Washington, ha vuelto a gritar insaciablemente: ¡Queremos más!

Alex Darío Rivera M: Educador y Escritor Santabarbarense; Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”.

Fuente: Vos el soberano


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