Nustra Palabra, Editorial Radio Progreso, 4 de junio de 2010
Para un presidente que quiso permanecer al margen y neutral durante el tiempo que duró el “golpe de estado” se le están complicando las cosas pues esos meses están significando una herencia muy pesada. Esto se ha corroborado últimamente ante las gestiones del presidente Porfirio Lobo Sosa para el regreso de Mel Zelaya y la separación oficial de sus cargos para los jueces opositores por parte de la Corte Suprema de Justicia. Da la impresión que Roberto Micheletti Bain sigue en el poder pues tanto sus planteamientos como los grupos que le hicieron “presidente de facto” siguen dominando la vida política nacional.
El caso es que tanto en el exterior como al interior Pepe Lobo está trancado. Desde fuera la presión para el reconocimiento internacional pasa por el retorno sin concesiones de Mel Zelaya. Y, desde dentro, las mismas fuerzas y poderes que estuvieron detrás del golpe, los empresarios y la unión cívica democrática entre otros, controlan y neutralizan la vida política nacional hasta tal punto que impiden salirse de los parámetros “legalistas y constitucionales” que impuso Roberto Micheletti.
No es de extrañar, por lo tanto, que la presidenta de la Federación Internacional de Derechos Humanos presione para que se mantengan las sanciones políticas y diplomáticas a Honduras; y, esto, mientras no se restablezca la democracia, la independencia de los poderes del estado y el respeto a los derechos civiles y políticos. Denuncia la violación a los derechos humanos por dejar impunes a los militares acusados de participar en el golpe, destituir a los jueces opositores o la persecución a la prensa y ciudadanía opuestos al nuevo gobierno.
Según la misma institución “con la llegada de Pepe Lobo, los promotores del golpe han visto incrementado su poder en el seno de instituciones claves además de mantener el control de las que ya tenían con Micheletti”.
Los empresarios, la Sociedad Civil Organizada, la Unión Cívica Democrática y la Cámara de Comercio de Cortés por medio de declaraciones y campos pagados han hecho sentir su poder frente al presidente Lobo Sosa, las instituciones jurídico-democráticas del país y el partido nacional. El mensaje es muy claro: que haya autonomía e independencia de los poderes, apego a la ley, la constitución… para impedir el regreso de Mel Zelaya al país. “La ultraderecha, como señalaba un periódico nacional, se considera victoriosa con la expulsion de Mel Zelaya y el control del poder público; además tiene miedo a una democracia que no sean elecciones cada cuatro años, bajo sus propias reglas y un poder público exclusivamente al servicio de la gran empresa privada”
Por todo ello, resulta evidente que las “trancas del presidente” signifiquen en este momento una parálisis de la vida política y que en el primer aniversario del “golpe de estado” tengamos como forma de gobierno un “michelettismo sin Micheletti”.
Fuente: Radio Progreso - Vos el soberano
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