"Las deudas son como los niños: cuanto más pequeñas son, más ruido hacen".-- Proverbio latino
Me preguntaba un amigo periodista desde Tegucigalpa si era verdad que el ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Mario Canahuati, había estado en las Naciones Unidas durante los primeros días de la Semana Santa.
Cuando le confirmé insistió en si la foto no era montaje, puesto que Honduras está expulsada de los organismos internacionales. Tuve que explicarle que no es así, Honduras fue expulsada de la Organización de Estados Americanos, por ello, inmediatamente a la expulsión, el asiento que ocupaba el embajador Carlos Sosa Coello quedó vacío, y aún hoy así permanece.
El caso en las Naciones Unidas es muy diferente, de hecho, por unanimidad las Naciones Unidas condenó el golpe de Estado militar y desconoció al gobierno de facto. Esto no afectó en nada la representación en este organismo del gobierno constitucional de Manuel Zelaya y al concluir éste su mandato el 27 de enero, inmediatamente el gobierno del presidente Pepe Lobo lo releva en las Naciones Unidas. Es algo difícil de explicar pero como bien se usa el término, la situación de Honduras es ‘atípica’.
Por esa razón nuestras oficinas en las Naciones Unidas nunca han estado cerradas, nuestra representación diplomática en ningún momento ha abandonado sus funciones. Es por ello que el canciller Mario Canahuati fue recibido en el aeropuerto La Guardia de Nueva York por el embajador Jorge Arturo Reina y otro funcionario. No obstante que fue un día tormentoso y que el avión llegó con mucha demora, la misión diplomática cumplió sus funciones tal como se acostumbra cuando se recibe a un ministro o presidente constitucional.
El ministro Canahuati fue acreditado y atendido por nuestra Misión, y ocupó el curul que corresponde a Honduras, incluso participó junto a Hillary Clinton y muchos otros ministros en todos los actos protocolarios, formales e informales que se suscitaron durante la Conferencia Internacional de Donantes para el Nuevo Futuro de Haití, que convocó el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon.
Es por esta razón, porque nunca hemos dejado de laborar, que cabe preguntarse por qué el presidente Pepe Lobo y el canciller Canahuati a estas alturas, a casi nueve meses, no nos han pagado siquiera parcialmente. Hemos sobrevivido de milagro y no con petrodólares como pretendieron engañar a la opinión pública algunas personas del gobierno de facto que nos “castigaron” suspendiéndonos los salarios y los gastos de funcionamiento de nuestras oficinas.
Ahora endeudados, con tarjetas de créditos reventadas, y con las oficinas a medio vapor pues hasta los teléfonos nos han cortado, continuamos trabajando y esperando que el Humanismo Cristiano de este gobierno se refleje en que constitucionalmente y jurídicamente tenemos derecho a recibir nuestros salarios. Incluso, tenemos información de que quienes se enlistaron con el gobierno de facto aun hoy reciben “normalmente” sus sueldos. Estas maldades de tener a los representantes en el olvido pueden comprenderse cuando provienen de un gobierno de facto, pero no se explican cuando lo hace un gobierno que predica la reconciliación nacional, la democracia y la búsqueda de la reinserción del país en el concierto de naciones.
Este gobierno no debe de asumir la misma conducta del gobierno de facto, porque esto genera dudas a nivel internacional sobre si son verdaderos los propósitos reconciliatorios del gobierno del presidente Pepe Lobo.
He seguido de cerca las declaraciones del presidente Pepe Lobo, las del presidente del Congreso Juan Orlando Hernández y las del canciller Mario Canahuati. Lobo asegura que desde el 27 de enero ha pasado a ser el presidente de todos los hondureños y hondureñas, sin distinción de partidos políticos, ni colores, ni religiones y con la preocupación prioritaria en el respeto a los derechos humanos. Hernández cree en la libertad de expresión, en que se aprende de la crítica constructiva, y que una noticia, una columna de un periódico puede mejorar el proceder de un político que quizá necesita de ese otro punto de vista. Por su parte Canahuati ha insistido en varios medios, y especialmente en la entrevista que le realizara Ivis Alvarado en Cholusat Sur, de que el gobierno de reconciliación no es repartición de cargos entre los partidos tradicionales sino la plena participación de los hondureños y hondureñas.
Algo que debe de reconocerse es que nos hemos mantenido firmes en nuestras oficinas en las Naciones Unidas, sin un petrodólar ni un pepedólar, seguramente de no ser así, estaríamos como en la OEA, desconocidos por completo. Esto confirma que no trabajamos para un partido ni un gobierno sino para el pueblo hondureño. Sí, así como debe ser todo diplomático o funcionario digno de serlo: Honduras es primero.
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