jueves, 25 de marzo de 2010

LA PARTE Y EL TODO: EL SINDICATO Y EL FRENTE

Gustavo Zelaya

Una discusión importante que a veces surge y por ratos se oculta , que provoca celos y desconfianza en algunos, en otros se notan actitudes tolerantes, flexibles y también sectarismo y rigidez cuando salen a flote nociones como la del sujeto de la revolución, el de la vanguardia y el papel hegemónico de la clase obrera; tal polémica se desarrolla alrededor de la manera en que está constituido el Frente Nacional de Resistencia Popular, de él participan miembros de los partidos legalmente inscritos (liberales, pinuistas, UD y posiblemente algunos nacionalistas), militantes de partidos de izquierda de tendencias variadas que tienen en común el definirse como herederos de Marx; hay también movimientos indigenistas, campesinos, feministas, ecologistas, religiosos, empleados públicos, pobladores, patronatos, pequeños empresarios, organizaciones gay-lesbicas, frentes estudiantiles de secundaria y universitarios, grupos afrodescendientes, profesionales organizados y otros autónomos, centrales sindicales, gremios magisteriales y muchas personas independientes indignadas con el golpe de estado y pronunciándose contra el autoritarismo. No sé si aquí se agota la lista, tal vez falten algunos, pero si quiero resaltar la diversidad presente en este movimiento social. Con distintos intereses particulares pero coincidiendo en lo principal: en lo inmediato, con la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente que conduzca a la transformación del país.

Es complicado referirse a tantas expresiones sociales ya que cada una de ellas ha generado estilos propios de resistencia. Dentro de ellas destaca el papel que debe jugar el Frente de Resistencia respecto a los conflictos sindicales, gremiales o campesinos. ¿Cuál puede ser la respuesta sobre asuntos que en apariencia no son competencia del Frente? Por ejemplo, en la lucha magisterial por el estatuto del docente, en el conflicto entre el SITRAUNAH y la Universidad o con la lucha por la tierra y la vida que llevan a cabo los campesinos del Aguan. La dificultad es mayor cuando el sistema capitalista nos ha condicionado para hacer creer que hay ciertos conflictos sociales que no se relacionan entre sí, que tenemos que ver los fenómenos como si fueran autónomos, y así, la política no se vincula con la tecnología, el salario mínimo está separado del golpe de estado, la lucha por la constituyente nada tiene que ver con la delincuencia común, la cultura es independiente del derecho, el feminismo no se corresponde con el ejercicio del poder político, el auge del dengue no está ligado con la corrupción y el saqueo de los fondos públicos, la explotación irracional de los recursos naturales no se corresponde con la alteración del clima . La concepción que genera el sistema quiere que interpretemos la realidad parcialmente y vivamos en este mundo sin darnos cuenta que existe una estrecha interrelación entre todos los fenómenos sociales.

Para el caso, desde los días previos al golpe de estado se desató una fuerte campaña desde los medios de comunicación desacreditando a líderes magisteriales y sindicales, se censuraba su participación en las protestas porque tenían un matiz “político”. Insistían en que el problema no era gremial y que los políticos resolverían el asunto. Todo debía quedar en manos de los expertos. Eso es parte de una visión del mundo internalizada en muchos y que hace ver las cosas como puestas en parcelas separadas, sin conexión entre ellas y que impide concebir la realidad como una totalidad. Aquí se reproduce el esquema de la fábrica y de la oficina que coloca a la cabeza de los procesos a los gerentes y a los funcionarios, después están los empleados; es la cadena de producción que conduce a un fin útil: generar mercancías de consumo y preservar el sistema.

Todo debe ejecutarse y realizarse conforme lo indique ese sistema y será más eficaz si sus unidades se mantienen dentro de los límites señalados. Esto es lo esencial de todo este orden fabril y social: mantenerse dentro de las funciones establecidas. De tal modo que el sindicato sólo puede luchar por los problemas con su patrono; el solo debe ser capaz de activar por defender su fuero y no tiene que rendir cuentas a nadie más a que a sus agremiados. Pero las luces se encienden cuando alguien salta sobre las funciones estipuladas por la ley y la costumbre. Así, los profesores tienen que exigir y activar por temas exclusivos de su colectividad, el sindicalista interesarse en su contrato de trabajo y la dirigencia del Frente no meterse en esos conflictos. Pero si dirigimos nuestra acción por esas reglas, si reducimos la realidad a visiones particulares se provoca una perdida de la independencia de participar, discutir, señalar y protestar por las injusticias y las desigualdades sociales. Y el problema se vuelve más profundo cuando desconfiamos del dirigente y creemos ver pruebas de manejos oscuros de las cuotas sindicales, contubernios con la patronal, privilegios obtenidos debido al control monopólico de la dirigencia sindical y formas caprichosas en la dirección del sindicato.

Todo lo anterior está relacionado con lo que ocurre en la universidad. Hay personas que les gustaría ver a las cabezas visibles del SITRAUNAH en prisión por un buen rato y amenazado el fuero sindical, de ser posible hasta podría desaparecer el sindicato con tal de poner en cintura a su dirigencia y frenar supuestos abusos cometidos por Marco Moreno y compañía. Y cuidado si no tomamos en cuenta los antecedentes de esta persona. Se trata de personalizar los eventos. La pretensión es crear la opinión que el problema es Moreno, René Andino y sus cercanos seguidores. La cuestión es delicada porque no hay forma de desligar la lucha sindical, los conflictos agrarios, los problemas de los docentes y la educación pública con la existencia de un sistema social explotador en donde, con las políticas públicas de tinte neoliberal y encubiertas con el “humanismo cristiano”, se ha profundizado la represión, se ha dado continuidad a las muertes selectivas de dirigentes populares, y los servicios de salud y educación pública están en decadencia, lo mismo ocurre con la infraestructura nacional, descuidada y sirviendo de pretexto para acrecentar fortunas. Sistema de salud, educación pública, puertos, carreteras dejadas en el olvido para ir preparando los procesos de privatización de esos servicios.

Los conflictos generados en el país sólo pueden ser enfrentados considerándolos como un todo, sólo pueden ser resueltos con la transformación del sistema. La defensa del fuero sindical es parte de la lucha por refundar el país, la libre sindicalización sigue siendo justa a pesar de quien sea el dirigente del sindicato en cuestión. Del mismo modo que la refundación de Honduras y la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente es y seguirá siendo una de las causas más nobles emprendidas por el movimiento popular independientemente de quienes sean las personas que la conduzcan. El problema no está en la personalidad y la conducta de alguien en particular, o en las dudas y el recelo que provoque su diario accionar, se trata entonces, de no ver de forma aislada ese aspecto y ponerlo en un contexto más general, de defender las distintas expresiones de organización popular y considerar en todo momento el fin último: la construcción de una Honduras más justa y solidaria que logre superar el sistema capitalista neoliberal.

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