Roberto Quesada
Nada estaría mejor que comenzar el presente con una interrogante: ¿Qué es la Resistencia? En un principio, algunos colegas de la mass media, la describieron como la “chusma”, la plebe revuelta y así por el estilo. No transcurrido mucho tiempo el presidente de facto, Micheletti, la describió como: “Cuatro vagos enmascarados”.
Gracias a las cámaras de Cholusat Sur, Canal 36, y a la eficacia de sus periodistas, mientras Micheletti decía “cuatro vagos enmascarados”, al otro lado de la pantalla aparecía lo que se conoce como la Resistencia, y no era otra cosa que una marea humana, una multitud desenmascarada que andaba desenmascarando a otros y otras.
Después de esto la nueva estrategia de los adversarios de la Resistencia fue ignorarla, no referirse a ella e intentar invisibilizar su existencia. Eso tampoco funcionó.
En lo personal nunca pregunté a nadie que era la Resistencia, por lógica concluí que no era más que el pueblo hondureño reunido espontáneamente a darle respuesta a un golpe de Estado militar. Y creí, y sigo creyendo, que para ser de la Resistencia no es necesario llenar ningún formulario ni llevar ningún carnet, sino cargar en la conciencia de que el pueblo debe de respetarse, respetársele los derechos y estar en contra de algo tan nefasto como lo es un golpe de Estado militar, el rompimiento a balazos de la constitucionalidad e institucionalidad.
También hubo prensa nacional y extranjera que trató de minimizar la Resistencia llamándole, casi despectivamente, grupo de “Zelayistas”, pues con ello daban la idea de que el pueblo hondureño aplaudía el golpe de Estado militar y solamente un grupo de personas, llamadas en resistencia, que eran quienes anduvieron en campaña por el presidente constitucional Zelaya y miembros del Partido Liberal.
Los hechos y el paso del tiempo nos ha llevado a la convicción de que la Resistencia es sinónimo de pueblo, pero esta vez el sinónimo no es el de un pueblo al que le dan palos y agradece – ya sea por ignorancia o temor-- a su agresor sino un pueblo que responde con valiente presencia a los usurpadores.
Otra característica de lo que se conoce como Resistencia es que no se trata sólo de la gente que va a las marchas, que asiste a los plantones o va a las calles, no, están también quienes desde sus casas, sus oficinas y puestos de trabajo son Resistencia. Y tampoco es que se trate nada más de un movimiento de los descalzos, no, allí hay médicos, ingenieros, artistas, periodistas, enfermeras, profesionales de todo tipo, obreros, políticos, campesinos, sacerdotes, amas de casa, escritores, poetas, universitarios, colegiales, incluso policías y militares que resisten en silencio por temor a ser pasados por las armas acusándoseles de alta traición. Todo esto se resume en que la Resistencia no es otra cosa que el pueblo hondureño que sabe que fue víctima de un golpe de Estado militar y allí está firme peleando por sus derechos.
Si Pepe Lobo ha entendido lo anterior, es, sin duda, lo que lo ha llevado a anunciar que desea dialogar con la dirigencia del Frente de Resistencia Nacional. Es un paso muy importante para el presidente electo Pepe Lobo, pues de otra forma estará gobernando sin pueblo o con una mínima porción de éste, y así las cosas se vislumbran de mal en peor no sólo para su gobierno sino para el país entero.
Por supuesto, como en toda organización, especialmente si es de corte político, existen posiciones opuestas entre sí. Y la Resistencia no es la excepción, tiene su ala radical que rechaza cualquier conversación de un gobierno al que critican por recibir el mando de manos de la dictadura micheletista. De hecho, es esta dictadura la que se ha negado al diálogo no sólo con el pueblo hondureño sino que ha hecho caso omiso al gobierno entrante a la petición de que se retire con el propósito de ir allanando el camino para la búsqueda del reconocimiento internacional que tanto urge a Honduras.
No obstante, uno de los emblemas de la Resistencia, como lo es el presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales, siempre estuvo anuente y está a darle prioridad al diálogo. Algo que es muy importante por quienes no tienen como opción ver a una Honduras hundida más de lo que ya está, es buscar la manera de conversar, dialogar, negociar.
No creo que la Resistencia vaya contra la posibilidad del diálogo, pues sería actuar como el gobierno de facto, que nunca tuvo interés en otra cosa que no fuera usar el “diálogo” como una telaraña para hacer caer a la gente de buena voluntad en la trampa.
El pueblo hondureño debe de darle ese margen de movimiento a la dirigencia nacional, pues tener esta posibilidad y desperdiciarla es quedarse viendo el toro desde las gradas, cuando lo correcto sería participar activamente en los préstamos, cooperación internacional, negociaciones que sin duda vendrán y estar adentro significa tener la posibilidad de fiscalizar de que todos esos recursos vayan a su destinatario, que no debe de ser otro que el pueblo hondureño.
Al cierre de este artículo se sabe que la Corte Interamericana de Derechos Humanos acaba de presentar un documento en el que demuestra que el gobierno de facto violó sistemáticamente los derechos humanos. También ha sorprendido que continúan revocándose visas a funcionarios de facto, claro mensaje de que a quien debería de temer Micheletti es a los Estados Unidos, quienes seguramente no se quedarán con la humillación que les hizo Micheletti al quedarse en el poder a la fuerza hasta el día que le dé la gana, y complicarle con ello la posibilidad de blanquear el golpe de Estado militar. Asimismo se efectúa diálogo entre el presidente electo Pepe Lobo, entre el presidente dominicano Leonel Fernández y el presidente constitucional de Honduras Manuel Zelaya Rosales… De esta manera el gobierno de facto sigue completamente ignorado por el mundo entero y se nota que se ha creado un puente entre el gobierno entrante (Pepe Lobo) y el saliente (Mel Zelaya) en busca de la reconciliación y la unidad del pueblo hondureño.
Roberto Quesada: Premio Periodístico Jacobo Cárcamo 2009, e hijo predilecto de La Ceiba, 2009. Escritor y diplomático hondureño, autor de varios libros, entre los que destacan El desertor (1985), Big Banana (Seix Barral), Nunca entres por Miami (Mondadori), Los barcos (Baktún), La novela del milenio pasado (Tropismos, Salamanca). El humano y la diosa (Premio de Literatura del Instituto Latinoamericano de Escritores, USA). Actualmente su novela Big Banana es traducida al italiano y trabaja en una nueva novela.
Fuente: Vos el soberano
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