sábado, 30 de enero de 2010

Neoliberalismo en la iglesia

Israel Serrano*



La crisis social y religiosa ha ido cortando lazos fraternos en la sociedad, se reiteran como la principal manifestación, los sectores más golpeados por la situación económica: los desocupados, los nuevos pobres, los jubilados, los niños despojados. Ni el cardenal, ni la iglesia (católica-protestante) exhiben capacidad de reacción suficiente para paliar los efectos de la desigualdad y el desamparo.


En este escenario no se demuestra preocupación alguna, sin embargo hay algunos curas, laicos y pastores que trabajan en barrios pobres, en organizaciones comunitarias y comunidades a favor de los más necesitados.


A partir del Concilio Vaticano II, pero sobre todo del Documento de Medellín, 1968, la "opción por los pobres" aparece de la Teología de la Liberación, censurada y condenada en 1984 por miedo al "peligro comunista", provocando la exclusión de Leonardo Boff y beatificando al fundador del Opus Dei, monseñor José María Escrivá de Balaguer, asesor religioso del franquismo. También se publicó el documento, "Dominus Iesus", firmado por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, actual papa, donde se afirma que hay una sola Iglesia de Cristo y se califica a las protestantes como meras comunidades o sectas.


En la privatización de la fe surge la Teología de la Esperanza (Moltmann) que rescata el valor de lo utópico en el cristianismo, así como el rol de la Iglesia en materia crítico social; la Teología de la Liberación (Boff, Gutiérrez), haciendo hincapié en el mensaje liberador de las Escrituras, así como en el papel de los cristianos en defensa de un cambio social.


La crítica de la teología de la Liberación, se fundamenta en las consecuencias sociales de ese proyecto neoliberal globalizante. La extraordinaria concentración de la riqueza en pocas manos, al mismo tiempo, que un proceso de exclusión de las mayorías a los bienes del progreso moderno. La pobreza a grandes pasos en todos los países. La súper producción de bienes y al mismo tiempo tanta carencia de ellos, al grado que pueblos enteros mueren de hambre.


El 20 por ciento de los habitantes de la Tierra goza del 80 por ciento de las riquezas que se producen, mientras el 80 por ciento de los habitantes pueden disfrutar tan sólo del 20 por ciento de ellas. Quien no produce y consume no tiene lugar en este mundo globalizado.


En la dimensión cultural está promoviendo una homogeneización de ésta a través de los medios de comunicación masivos “cristianos” que, por una parte, dan a conocer las diversas culturas de los pueblos, y por otra, condenan, los invaden con los valores de la monocultura de masas. Los efectos más nocivos de esta globalización son la pobreza mundial, la destrucción de los ecosistemas y los conflictos transculturales localizados.


Las bases de este sistema neoliberal globalizado denunciadas por la teología de la Liberación son: a) La idolatría del lucro. La satisfacción de necesidades o de caprichos no se sujeta a normas éticas, sino a la conveniencia, al lucro, al poder y al placer. b) El fundamentalismo del mercado. La competencia es la energía que mueve las transacciones industriales y comerciales. El competidor no es un ser humano, sino un obstáculo que debe superarse o incluso eliminarse y c) La cultura consumista.


El neoliberalismo en la iglesia ha hecho estragos y la Iglesia que ha condenado con tanta violencia la ideología marxista, ahora calla frente al neoliberalismo. Toda ideología cumple siempre dos roles: justifica el sistema dominante y le permite desarrollarse con buena conciencia y sin límite alguno. Antes se acusó a las Comunidades Eclesiales de Base y a la Teología de la Liberación de estar influenciadas por la ideología marxista, ¿por qué la Iglesia jerárquica actual no acusa a las élites cristianas de estar influenciadas por el neoliberalismo?
El neoliberalismo, es idólatra, porque involucra la fe y la ética cristiana con la economía global de mercado. La Iglesia no critica el neoliberalismo porque es la ideología de las élites cristianas. Los ricos sienten hoy a la Iglesia mucho más cercana a ellos que en épocas anteriores y que los pobres se sientan hoy más abandonados por la ella.


El capitalismo religioso amenaza a los pueblos indígenas y promueve el desarraigo a la fe, y al sentido pleno de su existencia. La Iglesia ignora las comunidades indígenas, dejándolas en el abandono y en estado de indefensión.


El neoliberalismo y la justificación bíblica del diezmo, destinado los miembros de la tribu de Leví (sacerdotes y levitas), que, por dedicarse al culto, habían quedado sin parcela al repartirse la tierra de Canaán (Núm. 18,21-33; 2Cro 31, 5-19).


Después, estaba destinado también para ayudar a los más necesitados, especialmente las viudas y los huérfanos (Dt 26, 12-14). En el Nuevo Testamento no se habla del diezmo, como medio para sostener económicamente a los ministros del culto (Mt 10, 9-10; 1Cor 9, 10-11; Lc. 10,7). Y para las demás necesidades de la Iglesia, se hace hincapié en el espíritu de solidaridad. Algunos hasta llegan hasta vender sus bienes y propiedades para socorrer a las necesidades de los hermanos (Hech 2,44-45).

Las bulas papales y las indulgencias dejaron de ser, pero se reviven en la insistencia del diezmo, y en sus “pactos” en TV, sin tener conciencia, que es propio del Antiguo Testamento y para recalcar su obligatoriedad, citan (Lc. 18,12), olvidando que los fariseos pertenecieron a una estructura profundamente fundamentalista, siempre del antiguo pacto.


Finalmente, este sistema es idolátrico y está basado en la muerte de las dos fuentes de vida: la persona humana y la naturaleza. Las riquezas vienen a ocupar el lugar de Dios, y la riqueza material es el dios de los poderosos. Este mamón pide el sacrificio de miles de seres humanos que no tienen lo más indispensable para vivir y mueren de hambre. En cambio, Dios es Padre de todos los humanos, pero especialmente de los pobres.


La misión de la Iglesia es estar al servicio de los pobres y ser expresión del proyecto de amor y fraternidad. Su compromiso debe de ser la transformación de las estructuras para forjar un mundo nuevo, donde reine la justicia y la paz, para hacer realidad el proyecto de Dios en la tierra.



*Lic. En Teología y Docente Universitario.
Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UEAH)



Fuente: Vos el soberano









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