Ricardo Salgado
He leído con atención muchos correos donde se expresan opiniones sobre temas que encuentro particularmente estériles. Respeto mucho a todos aquellos que expresan sus posiciones, y mas aun a aquellos que están firmes al lado de sus convicciones. Sin embargo, pienso que el tiempo apremia, y que deberíamos fijar gran parte de nuestros esfuerzos en estructurar todo el trabajo que tenemos por delante.
Hoy, con honrosas excepciones, la mayoría de medios de comunicación anti golpistas se han “acoplado” o están en proceso de acoplarse al gobierno sucesor del golpe. Este proceso continuará vertiginosamente, por lo que debemos compensar la capacidad de divulgación que vamos perdiendo de una forma natural. Y digo que es natural, porque los medios que se alinearon contra el golpe, son esencialmente empresas con fines de lucro que funcionan con dividendos no siguiendo causas. Es posible que muchos vean algo de cinismo en esta afirmación, pero, aunque no me guste, es la verdad.
Estos medios, que hace un par de meses ayudaban a guiar la opinión de mucha gente en resistencia tiende ahora a crear confusión, especialmente en las personas que no guardan un registro en la memoria de los hechos recientes. Hay excepciones muy claras que no necesito mencionar, pero todas ellas viven momentos difíciles para seguir su paso a través de la crisis económica.
Luce muy evidente que el desarrollo histórico alcanzado muestra un camino a seguir, sobre el cual debemos estructurar un trabajo enorme. Estas son tareas impostergables, no podemos seguir perdiendo de vista estas cosas. Reitero que no pretendo irrespetar a nadie, ni minimizar la calidad y cantidad de trabajo que muchos han hecho hasta ahora en el proceso de resistencia.
Quisiera que nos hiciéramos el propósito de promover un cambio cualitativo en nuestro movimiento. Ya hemos visto muchas recomposiciones, adhesiones, deserciones; muchos movimientos cuantitativos importantes: Como en química, necesitamos ahora cambiar nuestra “naturaleza” política. Muchos compañeros me han mencionado que la estructura actual del FNRP es el más idóneo, dada la diversidad e identidades de sus miembros.
Justamente aquí necesitamos impulsar el cambio cualitativo, el salto. Cada organización, dependiendo de su función o posición estratégica, debe permanecer como es, pero se debe mover hacia una identidad única. Nótese que no se trata solamente de un asunto electorero, sino de un nivel de identidad que nos permita ser mas fuertes en el avance hacia la conquista de la sociedad que queremos y a la defensa de muchas otras reivindicaciones.
Indudablemente, para poder desempeñar un trabajo efectivo de oposición, debemos integrar una organización política popular, con identidad propia; educando cuadros, trabajando sin complejos, temores, o con excesiva cautela. Si estamos convencidos de nuestras ideas, y del valor de esta organización, tenemos la obligación de llevar con orgullo nuestra militancia. Somos parte de algo muy grande e importante, debemos demostrarlo.
El gobierno sucesor en este instante enfrenta muchas dificultades debido a la catastrófica situación económica que heredó de sus compañeros de aventura. No existe ninguna línea divisoria entre el gobierno nacionalista y el de facto. Tal vez debamos resaltar que el equipo represivo se ha organizado mejor incorporando al sobrino de Gustavo Álvarez Martínez, al equipo que ya encabezaba Billy Joya.
Sin embargo, no debemos engañarnos, por ahora, nosotros todavía no somos la mayor preocupación que tienen. De hecho, mientras más divaguemos, les damos más tiempo para llevar adelante sus planes de destrucción de la resistencia. Hay que seguir de cerca su actuar, el que va a estar siempre dirigido a fracturar, y, en definitiva, destruir la resistencia. Van a ir con todo, incluyendo represión, infiltración, provocación, y muchas tácticas más.
El mejor favor que le hacemos al régimen neoliberal, represivo y golpista es mantenernos ocupados en juzgarnos, atacarnos con rabia unos a otros. Un compañero, que ha sido mi amigo por muchos años, me hablaba de “la imposibilidad de negociar con traidores”, refiriéndose a algunos compañeros que prefiero no mencionar, y que he decidido no juzgar. La historia nos indicará a todos, que estuvo bien y que estuvo mal, pero la lucha no pasa en este momento por ese juicio histórico.
Estamos ignorando las grandes amenazas que se pueden apreciar y que pueden destruir las aspiraciones que tenemos. El gobierno azul trae un relanzamiento del neoliberalismo. Vale la pena que leamos el “Plan de Nación”, donde proponen una gran estrategia de “desarrollo” económico basada en la oferta masiva de mano de obra barata al capital extranjero. Las implicaciones que trae esta propuesta son múltiples y muy graves. A esto debemos prestar atención.
En su plan, la clase dominante hondureña no plantea ser la protagonista del “florecimiento” económico; ellos seguirán aprovechando, parasitando de los recursos del estado, vendiendo medicinas, armas, comida chatarra, energía cara, agua, y muchas cosas más. Ellos no son el agente de desarrollo de su plan, esa tarea le queda al pueblo pobre, y a potenciales inversionistas extranjeros que solo existen en su imaginación.
Es imperativo que alcancemos la capacidad de transmitirle al pueblo hondureño mas pobre, los elementos de juicio que le hacen falta para que entienda su propia realidad y pueda apropiarse de su historia. Debería llamarnos a reflexión como la base de choque de gente inescrupulosa como el alcalde de Tegucigalpa esta constituida por gente pobre de colonias con inmensas necesidades insatisfechas. ¿Cómo podemos justificar a esta altura que una parte de nuestra gente luche en contra de sus propios intereses de clase?
¿Cuándo nos referimos a la educación política; a que nos referimos exactamente? Seria terrible que hiciéramos un gran esfuerzo para formar una “éite” intelectual que no tenga contacto con su pueblo. Es imperativo entrar en un proceso de formación que tenga la práctica como elemento permanente. Será encomiable la organización que pueda alcanzar a formar muchos individuos capaces en asuntos económicos y políticos; pero también, fundamentalmente, debemos ser trabajadores de nuestra causa.
Este trabajo nos proporcionará la militancia que necesitamos para abordar las tareas que debemos cumplir; al mismo tiempo servirá para que muchos descubran su verdadera posición frente a la lucha del pueblo. Las sociedades mas justas son algo que todavía nos cuesta trabajo entender; y eso es normal, nunca hemos vivido en una. Por eso es tan importante ejemplarizar la solidaridad necesaria en el campo de la lucha popular.
Al final, si vivimos o fallamos, todo depende de lo que hagamos ya.
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