Afirmar que “Honduras se normaliza” tras un golpe de Estado maquillado por unas elecciones con una participación de entre el 20-25% de la población y un gobierno respaldado por poco más del 10% de los hondureños y no reconocido por instituciones como la ONU, la OEA o la ALBA además de todos los gobiernos del mundo -a excepción de EEUU y 4 o 5 de sus aliados incondicionales- es otra desvergüenza que El País amplifica en uno de sus editoriales de hoy.
Claro, que el término “normalización” supone asumir y legitimar el golpe de Estado, la represión, los asesinatos y las torturas de los golpistas y emplear un lenguaje que sustituye el respeto de los derechos humanos por “el pragmatismo” de las “formas democráticas”;
“(…) El pragmatismo se ha impuesto esta vez, pero el respeto a las formas democráticas es parte de la batalla para atajar la influencia del populismo chavista en Latinoamérica (…)”
Es decir, la línea editorial de El País se acerca otra vez a la justificación de un golpe de Estado enmascarado por una falsa transición que excluye a quienes apoyaron a Zelaya y la reinstauración de una verdadera democracia formal, considerándolo preferible a lo que este diario define como “la influencia del populismo chavista”. Para ello, el editorial se empeña en tesis desacreditadas y sin fundamento, como una reelección imposible, o la inconcrección de las medidas impulsadas por Zelaya, tales como el aumento del salario mínimo un 60%, ayudas para compra de combustible, abaratamiento de intereses en la compra de viviendas, etc. que cristalizaron en la reducción de la pobreza en un 9%, todo ello bajo el término peyorativo “populista” o “chavista”.
“(…) Las cosas empezaron mal con Zelaya, un gran propietario que lideró al Partido Liberal en las elecciones de 2005 y que se fue inclinando por políticas populistas próximas al chavismo, cuando decidió convocar un referéndum para ser reelegido contra la Constitución de su país, el Congreso y el Tribunal Supremo (…)”
Otras manipulaciones más sutiles de El País reemplazan el papel de los perpetradores del golpe, quienes sólo “facilitan” la agresión militar según su versión de los hechos: “(…) los poderes tradicionales, que facilitaron que el Ejército diera un golpe (…)”; o igualan a quién da la espalda a Porfirio Lobo con quién lo reconoce y asume una legalidad cuestionada incluso por la “comunidad internacional”: “(…) ni la mediación de EE UU o de Brasil (…) para restaurar la legalidad frente a un correoso Roberto Micheletti (…)”.
El respaldo de El País a un “presidente” sin apoyo popular también pasa por silenciar la participación en las elecciones hondureñas y el control efectivo de la oligarquía golpista sobre los poderes del Estado: legislativo, ejecutivo y judicial, para terminar señalando que lo que Lobo necesita ahora es “recuperar la confianza exterior” y “la reconciliación nacional”;
“(…) La democracia no puede sostenerse exclusivamente en las urnas. Ha de hacerlo también en la fortaleza de sus instituciones. Pero lo cierto es que el mensaje de los hondureños en las elecciones de noviembre fue transparente: salir del atolladero. Ése es el reto que tiene ahora Lobo, y el tiempo dirá si lo consigue. Con un Gobierno de reconciliación nacional deberá recuperar la confianza del exterior (…)”.
Sin duda, normalizar una dictadura encubierta sin apenas reconocimiento inernacional requerirá un redoble de esfuerzos por parte de los media mass. El objetivo es la legitimación de la falsa democracia ante la opinión pública internacional. El País lleva tiempo dedicado a esta labor.
Fuente: blogs.tercerainformacion.es
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