Hoy visité de nuevo mi lado triste y en estos momentos eso también me da fuerzas, así como la alegría, como el dolor. Somos muchas, somos muchos y todos somos Honduras. Llegaremos hasta el final. Porque estamos en resistencia y eso es estar amando en la vida, luchando por la libertad.
Casi siempre sé que escribir. Soy escritora, a eso me dedico, a juntar las palabras para que puedan entenderse, leerse, compartirse. Hoy sin embargo, las palabras se encuentran en algún lugar lejano entre mi cerebro y mi pecho. No quiero ni hablar. Estoy triste.
Hoy que pensábamos que el Presidente aterrizaba en Tegucigalpa, militarizaron el aeropuerto y el ejército abrió fuego contra más de 500,000 civiles indefensos y desarmados, entre ellos hombres, mujeres y jóvenes. De nada valió que nosotros y nosotras fuéramos desarmados, de nada valió decir que era una resistencia pacífica, de nada valieron las protestas, los gritos y los llantos ante esta horda de asesinos y salvajes. Entre los muertos que hasta ahora son tres, se encuentra un joven de 14 años y no puedo evitar pensar en parte de mi familia que tiene esa misma edad. Pienso en el dolor de su madre cuando reciba la noticia, pienso en la existencia arrebatada de un golpe, cuando se estaba manifestando por la libertad y la vida.
Pienso también en la alegría de las compañeras bailando y gritando cuando el avión donde venía el Presidente sobrevoló la manifestación donde estábamos y el ritmo de los tambores que celebraban su regreso, la gente bailando y luego la desmovilizació n urgente porque el gobierno de facto ordenó a última hora el toque de queda a las seis y me"
Fuente: http://entrenosotrasuyuyuy.blogspot.com/
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