A todos nosotros nos enseñaron en la escuela cuáles eran y dónde se encontraban los puntos cardinales. Y la brújula ha sido por muchos siglos el instrumento ideal para no perder el rumbo y mantener la orientación adecuada en la vida. Pero resulta irónico que en nuestra vida política vamos descubriendo un creciente “analfabetismo político” debido a que nuestro gobernantes y políticos confunden algo tan elemental a la hora de analizar lo que sucede en el país. Por eso no es de extrañar que en los momentos actuales confundan el eje NORTE-SUR con el ESTE-OESTE a la hora de tratar los problemas nacionales y buscar soluciones.
“Para muestra un botón”, es lo que dice la sabiduría popular y que puede hacerse visible en la visita del ex presidente colombiano Álvaro Uribe y en el conflicto del Aguan. Es un anacronismo político plantear los problemas dentro de las coordenadas de los años de los ochenta donde la batalla fundamental se daba entre el ESTE, comunista y totalitario, y el OESTE, que defendía la democracia y el capitalismo. Si ni siquiera en aquel entonces el mundo correspondía a esa bipolaridad, pues había un gran número de países que conformaban el grupo de los “no-alineados”, mucho menos hoy día cuando la geopolítica mundial está cambiando; el poder económico y político se va desplazando hacia las “potencias emergentes” y el mundo asiático. Y hay un declive de los poderes hegemónicos.
Por su parte, el gobierno actual, con el presidente Pepe Lobo a la cabeza, no deja de decir que grupos fuertemente armados son entrenados en el extranjero para sembrar el terror en el Bajo Aguan. Serían células guerrilleras de las FARC quienes estarán comandando los actos violentos. Detrás de las tomas de tierras en el bajo Aguan está el apoyo de “movimientos de izquierda, entrenamiento de la guerrilla colombiana y hasta presunto financiamiento estratégico del narcotráfico. Varios miembros de estos gremios organizados, los más radicales han hecho una alianza estratégica con el narcotráfico para obtener protección, recursos económicos y armas para sus actividades.
¿Qué está detrás de todo esto y cuál es la finalidad que se persigue?. En primer lugar confundir, no enfrentar el problema de la tierra y evadir la búsqueda de soluciones a una situación que cada vez se va volviendo más inmanejable, violenta y conflictiva. Es una estrategia de desgaste hacia los sectores sociales donde, contando con la complicidad mediática, se trata de presentar una imagen de barbarie y destrucción. Ocultan el hecho de que los agroindustriales son quiénes están contratando “paramilitares colombianos” para proteger sus fincas.
En el fondo no deja de ser una confrontación armada e ideológica: por eso la empresa privada, por medio del ex presidente colombiano, no se cansa de decir que en vez de atender a los movimientos sociales y sus justas demandas, lo único que se necesita es conseguir a como dé lugar la “seguridad física, jurídica y política” para las inversiones. Y, por lo mismo, la ANDI reconoció al presidente de la Corporación DINANT, Miguel Facussé, por su aporte al impulso de la industria en el país.
Queremos finalizar señalando que esta manera de plantear los problemas lo que hace es invisibilizar que los problemas no se enmarcan entre el este y el oeste, sino entre el NORTE y el SUR, entre los países ricos y pobres de este mundo globalizado, así como al interior de cada país donde, a nivel político, ideológico y económico, siempre hay un norte que domina y se impone a un sur condenado a la marginación y exclusión. Juan Pablo II la llamaba “la guerra de los poderosos contra los débiles”.
Nuestra Palabra, Editorial Radio Progreso
Fuente: Vos el soberano - Radio Progreso
Fuente: Vos el soberano - Radio Progreso
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