Ricardo Salgado
Los grupos de ultraderecha de Honduras y el mundo, son sin duda un modelo grotesco de la nueva inquisición que lidera los procesos contrarrevolucionarios; pero no debemos confundir esto con su capacidad de inferir y su determinación para hacer todo lo que sea necesario, legal o no, para alcanzar sus aviesos fines. Es realmente difícil siquiera imaginar la perfidia de la que son capaces estos sujetos.
El resultado más contraproducente del golpe de estado para la oligarquía es sin duda alguna el Frente Nacional de Resistencia Popular; esta representación genuina y legítima de la voluntad del pueblo hondureño aglutina amplios sectores de la vida social, económica y política del país. A raíz de esto se ha convertido en la mayor amenaza contra el bipartidismo dominante por un siglo en el país. Por esta razón, la oligarquía conspira permanentemente con el fin de desarticular este gigante que hoy cuestiona las arcaicas estructuras que producen el atraso y la miseria entre los trabajadores, empleados o no, de nuestro país.
La idea de Micheletti de "limpiar el Partido Liberal de todo comunista", originalmente tomada con beneplácito por los oligarcas, se ha convertido hoy en un verdadero problema que amenaza la existencia misma del vetusto y agotado partido político. Es probable que la oligarquía haya entendido que su "mono partido bicolor" se encuentra frente a un potencial y definitivo declive debido al descontento generado por el golpe de estado liberal-militar del 28 junio pasado.
En la actualidad, una importante mayoría de liberales simpatizantes, han decidido dar un paso hacia adelante e integrarse al FNRP, minando con esto la capacidad de recomposición de ese instituto político. La dirigencia traidora entiende que es urgente reagrupar y, de ser necesario, darle un nuevo maquillaje a su partido; ellos entienden que, para lograr este fin, deben desprenderse de Micheletti y compañía.
En su terrible y errónea interpretación de la realidad, esta dirigencia piensa que su fracaso electorero se debió a la actitud desafiante de Manuel Zelaya; por esta razón piensan que la recuperación del partido es una cuestión meramente cuantitativa, que involucre pactos, componendas y otros tipos de sortilegios que han acostumbrado utilizar en el pasado para reactivar la estructura que mantienen viva ya por varias décadas.
A esto debe sumarse la gran dificultad que tiene el régimen de Porfirio lobo Sosa para obtener el reconocimiento internacional, y con ello recuperar los cuantiosos fondos de la cooperación internacional, imprescindibles para financiar la corrupción estatal, y que el imperio no puede aportar. La imagen de fragilidad del régimen de Lobo, así como su evidente compromiso con el golpe de estado, limitan aún más las posibilidades de salir del aislamiento.
Parece entonces el momento de encontrar un chivo expiatorio que cargue con todas las culpas por las atrocidades cometidas por el régimen fascista durante casi nueve meses. Y qué mejor candidato para este papel que Micheletti y algunos de sus secuaces; las facilidades y ventajas que brindan las poco nobles acciones del "héroe", lo convierten en una posible tabla de salvación para el régimen y para el bipartidismo.
Como cualquier partido de derecha, el Partido Liberal posee los mecanismos y la capacidad necesarios para encontrar los espacios de "reconciliación" para encontrar el usual borrón y cuenta nueva. Incluso es posible que en algún momento muy cercano decidan maquillar su institución con un discurso "pro socialista", con el propósito de neutralizar la iniciativa del presidente Zelaya.
No debería entonces sorprender a nadie un posible remedo de juicio contra algunos golpistas, para abrir el espacio requerido para rehabilitar al moribundo enfermo. Todas estas acciones parecen inminentes, y se ajustan perfectamente a la proyectada convención del próximo mes de marzo, en la cual seguramente podremos ver muchos dirigentes que hoy marchan junto al pueblo de resistencia.
Los compañeros simpatizantes del partido liberal en resistencia deben permanecer alertas ante toda esta manipulación; no deben olvidar las largas jornadas de lucha en las que sufrieron indecibles vejámenes, violaciones, torturas y asesinatos, parte de aquellos que seguramente muy pronto les volverán a pedir su apoyo. No deben olvidar las causas que los llevaron a apartarse de este partido que nunca representó verdaderamente sus intereses.
A los demás miembros del FNRP nos queda la tarea de aportar la fuerza moral a los compañeros liberales en resistencia, para que mantengan la frente erguida y el orgullo de ser miembros de la organización del pueblo que representa el futuro de todos.
Las condiciones para el circo están dadas, la merienda seguramente la haremos con atol, sin cuchara, sólo con el dedo. Por eso nosotros no vamos a asistir a ese espectáculo.
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