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El ganador de los ilegítimos comicios celebrados en Honduras el pasado 29 de noviembre, Porfirio Lobo, en su virtual gobierno no podrá llevar a cabo una buena gestión si no logra un acuerdo de gobernabilidad con las partes involucradas en la crisis política por la que atraviesa el país centroamericano tras el golpe de Estado militar que se perpetró en junio pasado.
Así lo señaló el presidente constitucional hondureño, Manuel Zelaya, en declaraciones a la Radio Globo la noche del martes, al insistir en que la celebración de los comicios ilegales no son la solución a la crisis, derivada de la acción golpista con la que fue apartado de su cargo.
"El Gobierno nuevo que se instala el 27 de enero no podrá operar sin un acuerdo de gobernabilidad con todas las partes involucradas en este proceso", dijo desde la embajada de Brasil en Tegucigalpa, donde permanece sitiado por la policía y el Ejército por órdenes del régimen golpista desde el pasado 21 de septiembre.
El legítimo jefe de Estado hondureño además recordó que existe preocupación de muchos países es que haya pronto una salida a la crisis, punto en el que la comunidad internacional ha expresado la restitución de Zelaya como acción principal a tomar.
"La actitud de los Gobiernos es de preocupación, debe haber solución, no podemos vivir en ilegitimidad permanente", agregó Zelaya.
Si bien dijo que Lobo, del Partido Nacional, ganó frente al Partido Liberal, "pero esas elecciones no tienen legitimidad por el abstencionismo, por el ausentismo que hubo, que es extraordinario, porque sólo el 40 por ciento votó".
Los resultados con los que se pretende imponer a Lobo como presidente de los hondureños arrojaron un margen de entre 65 y 70 por ciento de abstención, según datos recopilados por el Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, cifras que el Tribunal Supremo Electoral, alineado con el régimen golpista, ha anunciado como referentes a la participación popular en los ilegítimos comicios.
Sobre el Frente, Zelaya insistió en que el mismo debe pasar a ser una plataforma de coordinación política que gestione, a través de una Asamblea Constituyente, las transformaciones que requiere Honduras.
En ese aspecto, como primer paso, la organización popular ha pasado a llamarse Frente Nacional de Resistencia Popular, por decisión de una asamblea celebrada el pasado sábado en la central ciudad hondureña de Siguatepeque, señaló su dirigente, Juan Barahona.
Zelaya enfatizó que la Resistencia no se debe convertir ahora en un partido político, sino "en un eje para coordinar y aglutinar las fuerzas políticas progresistas que, sin perder su propia identidad, logren cumplir el objetivo de las transformaciones y cambios para el pueblo hondureño".
"La Resistencia es la esperanza para tener una nueva Constitución instalando una Asamblea Nacional Constituyente", agregó el presidente constitucional hondureño.
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