Por GUILLERMO ALVARADO
Informaciones periodísticas recientes revelan una carta del secretario de Estado norteamericano adjunto para asuntos legislativos, Richard Verma, dirigida al senador Richard Lugar, donde asegura esa entidad NO apoya a “ningún político o individuo particular”, respecto a la situación existente en Honduras.
Verma agrega en su misiva que Estados Unidos no está estudiando aplicar ningún tipo de sanción económica contra el gobierno golpista de Roberto Micheletti.
Un análisis a la ligera nos llevaría a la errónea conclusión de que existe una gran contradicción entre la oficina oval, el despacho del presidente Bárak Obama, y la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en cuanto a la política hacia la nación centroamericana.
Recordemos que, sin mencionar en ninguna oportunidad el término “golpe de Estado”, Obama ha dicho que el único presidente hondureño es Manuel Zelaya, lo cual equivale a desconocer a los usurpadores.
Clinton, por su parte, insistió siempre en que existen dos partes en el conflicto, dando así un tácito reconocimiento institucional a Micheletti y sus secuaces.
Sin embargo no hay contradicción alguna, de lo contrario Obama tendría que despedir a Clinton en lugar de mandarla a África para recomponer las relaciones entre Washington y ese continente.
Sencillamente es una muestra más del doble juego practicado por Estados Unidos. El presidente no puede ignorar la investidura de Zelaya porque mandaría al cubo de la basura toda la retórica sobre democracia e institucionalidad de la cual son tan amigos en la Casa Blanca.
Pero tampoco puede condenar abiertamente el golpe ni castigar a sus autores, porque pondría en peligro los intereses geopolíticos del imperio y sus relaciones con la oligarquía hondureña, la cúpula del ejército y la jerarquía eclesiástica, que son importantes factores de poder local.
Entonces, mientras Obama hace tibias declaraciones presuntamente a favor de Zelaya, Clinton y su equipo realizan activamente el trabajo sucio de ganar tiempo a favor de los conspiradores, con la esperanza de que el fuego de las protestas se consuma y la opinión internacional comience a mirar hacia otra parte.
El tiempo es como el oxígeno para los golpistas y el Departamento de Estado se los está proporcionando por tanques para acercarlos lo más posible a las elecciones del 29 de noviembre y el tema, desde su óptica, pierda relevancia.
En el ínterin, envían señales amenazadoras a quienes impulsan la única solución digna del problema: la restitución incondicional del presidente legítimo, el castigo a los autores del cuartelazo y la realización de la consulta sobre la Asamblea Nacional Constituyente para modificar la Constitución.
Así, la señora Clinton advirtió ya al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, que no apoyarán su reelección al cargo, en tanto el Pentágono aceptó la “invitación” del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, para establecer una punta de lanza militar en ese país, la cual apunta al corazón del ALBA.
A pesar de la nueva política prometida por Barak Obama, el imperio apostando al juego de la zanahoria y el garrote sin darse cuenta de que los pueblos de Nuestra América hemos aprendido, a costa de dolorosas lecciones, es verdad, que nada que sea bueno puede engendrarse y venir del norte.
Hoy podemos decir, como José Hernández en Martín Fierro, ese grandioso poema a la rebeldía y la resistencia que “... se ha de recordar, para hacer bien el trabajo, que el fuego pa` calentar, debe ir siempre por abajo”.
Fuente: Radio Habana Cuba
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