lunes, 22 de noviembre de 2010

Los invisibles llenan nuestras calles

PATRICIA MURILLO GUTIERREZ

Las Naciones Unidas para la Población en Honduras presentan cifras que proyectan para el ciclo 2005-2010 un promedio de 3.3 hijos por mujer en el país, siendo el indicador latinoamericano de 2.4 y aquí la tasa de las mujeres que se han embarazado entre 15 y 19 años al menos una vez, fluctúa en el 22%.

Habría que revisar la proyección de estas últimas cifras para este agonizante año, porque en las calles se hacen lecturas tétricas en tal sentido.

Pareciera que los puntos de semáforos de Tegucigalpa y San Pedro Sula, son los lugares de encuentro de las edades extremas y con la misma desesperada razón: vender y pedir para sobrevivir.

Y allí mira usted “piñas” de niños, niñas y personas de la Tercera Edad, aunque tampoco faltan hombres jóvenes y productivos vendiéndonos frutas, banderas deportivas, cargadores de celulares y otras prendas.

Esos indicadores de la “recuperación económica” que nos quieren sembrar en la materia gris los voceros de este amorfo régimen, empiezan a cansar a los pobladores que viven aunque no quieran vivirlo, con la marea humana en las esquinas de las calles principales y el acoso diario de sus conciencias ante las que solo parece haber dos caminos: endurecerlas porque al fin, que “puedo hacer yo” o sacar la mano del vehiculo y aportar un devaluado lempira.

Porque que podemos hacer los ciudadanos, la empresa privada tan preocupada en su recuperación y lograr mejores márgenes de utilidades hoy tan alicaídos tras el golpe de Estado sobre todo en el turismo, aunque la dentista ministra Nelly Jerez quiera decir lo contrario.

¿Cabe la responsabilidad social empresarial en este cuadro, que no es fácil de entender ni mucho menos desvanecer?
Aquí se retrata la ruptura total del compromiso gubernamental y municipal, de dar los mínimos de calidad de vida a sus ciudadanos, especialmente a los más inermes a las ondas neoliberales que corren por el mundo despertando toda clase de encontronazos, porque cada día hay más pobres y unos pocos se quedan con casi todo el pastel del planeta.

Y sino que lo diga el presidente Obama allá en USA, donde perdió por el desencanto surgido en los votantes, que ven la picada de su estatus de vida, a pesar que intentó paliar la crisis pasando millonarias subvenciones a los quebrados grandes negocios de su país.

Y aquí pronto tendremos los efectos de las reformas y debilitamiento de las poquísimos conquistas sociales, con las llamadas leyes anticrisis y en particular la del empleo temporal, legisladas desde cómodos butacones allá en el Congreso y paradójicamente por diputados generalmente muy bien alimentados y hasta con sobrepeso por su muelle vida.

¡Ah! y consigno que también está sufriendo y apretándose los pantalones y las faldas, esa mayoría silenciosa que está sin seguridad social aunque se quemaron las pestañas en las universidades, ejemplo ingenieros industriales y otros profesionales que cuando son empleados por contrato no tienen nada más que su salario a cambio de extenuante trabajo. Y Dios les guarde si se enferman… o tiene urgencias mayores.

Pero volvamos al eje central de este trabajo: los niños en riesgo social, la mayoría de ellos llegando a este mundo quizá no deseados y que pronto estarán en las calles pidiendo o sobreviviendo, y cada vez son más y más…

Y para hacerlos más visibles un grupo de estudiantes de Periodismo en la UNAH en el Valle de Sula produjo el cortometraje “Invisible” donde Diego, un pequeño de 9 añitos, contempla la tragedia de la violencia doméstica extrema al punto que su padre mata a golpes a la madre y luego se suicida. (Por cierto se le agradece a la productora nacional Carla Calderón su importante asesoría).

Ante el trauma el chiquillo corre buscando una mano amiga que le proteja y llega a las garras sádicas de Víctor, ese bandido que sastiface en el niño su apetito sexual criminal… luego el infante cae cansado en el territorio de un pandillero que lo saca a golpes y minutos después una “señorona” en cuyo vehículo cuelga un rosario, lo atropella y tras golpearlo lo tira al lado de la calle furiosa pues le ha afectado la tranquilidad de su día…

Y no sigo amigos… pero ese drama está allí… y mi colega y amiga, la periodista Sergia Sabillón, no hace ojos omisos a tan cotidiana verdad y cada día lucha desde su tribuna en Canal 6, porque se atienda a un niño que hace semanas pide en la Primera Calle, intersección con el Bulevar, en Barrio Barandillas San Pedro Sula, sector Noreste.

Sergia ha emplazado a la Fiscalía de la Niñez, a la Policía, al INHFA, a quien se ponga por delante y dice proteger a la infancia y no ha logrado nada... solo la respuesta “pin pon” o sea rebotando la responsabilidad: “No hay dónde llevar a esos niños”.
Y saben lo más desgraciado de este patético caso es que hace unos días el infante apareció nada más con una mano…. qué pasó ¿le cortaron la otra…cómo la perdió… qué pasará después? Y Sergia informa y sufre, claro que sí, por el destino de un ser que pudo ser el suyo o el mío.

No sé porqué me acordé ahora de la diputada golpista Marcia Facussé de Villeda, que preside la Comisión de la Familia en el Congreso Nacional, preocupada más por aparentar arrepentimiento ante sus colegas liberales que de arrepentirse de verdad por ser parte hace ratos, de esa burocracia sangrona que nada aporta para que nuestra infancia sufra menos cada amanecer en estas calles de Dios.

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