Editorial Diario CoLatino, 10 de septiembre de 2010
Como ya es de todos conocidos, los grupos de pandillas y maras decretaron un paro al transporte colectivo y el cierre de negocios por el término de 72 horas. El lunes y martes, quizá, fue el día que mayor efecto tuvo la medida. Como lo escribimos en el editorial del miércoles, las pandillas y maras iban a reaccionar, de alguna forma, ante dos hechos indiscutibles, a saber: por un lado, la aprobación de la ley antipandillas, y por el otro, al efectivo trabajo de la Policía Nacional Civil, que acompañado de efectivos del Ejército, y bien coordinados con la Fiscalía, han dado duros golpes al crimen organizado.
Nadie duda que algunas estructuras de pandillas o maras, están vinculadas con el crimen organizado, de ahí, que el accionar de la seguridad pública les afecta directamente. El hallazgo de los barriles que contenían más de diez millones de dólares es prueba de ello. En fin, creemos que el accionar de la seguridad pública, obligaría a los grupos afectados a reaccionar.
La reacción, como ya ha quedado clara, consistió en un paro de transporte y el cierre de algunos negocios. El acatamiento del paro de parte de algunos empresarios de buses, y el cierre parcial de algunos negocios, deja la sensación de un gran poder de convocatoria de los mareros o pandilleros.
No podemos decir que por terror o miedo, porque, el pueblo, el hombre y la mujer que sabe que si no acude al trabajo no llevará el sustento diario, no se dejó atemorizar, y como en otras ocasiones, salió de sus casas en búsqueda de algún transporte, y si no lo encontró emprendió el viaje a pie.
La ciudadanía, podemos afirmar, sí atendió, el llamado de las autoridades de seguridad, quienes, desde el domingo por la noche montaron un operativo para garantizar la movilización y disminuir el impacto del llamado de las pandillas.
Curiosamente, y pese a que el plan de emergencia del gabinete de seguridad, garantizaba la custodia de las unidades del transporte colectivo, los empresarios de buses, ignoraron a los cuerpos de seguridad, y le dieron fiel cumplimiento al paro. Es decir, si la gente salió de sus casas a trabajar, mientras la policía y el ejército salió a las calles a dar seguridad, es lógico poner en duda, la efectividad del paro a partir de la amenaza de las pandillas y maras, y más bien achacárselo a los empresarios del transporte colectivo, y de aquellos otros dueños de negocios que se sumaron al cierre de sus empresas.
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