dina meza
Las defensoras de los derechos humanos en Honduras son objeto de diversas formas de violencia como asesinato, difamación, autocensura, violencia sexual, amenazas a muerte, violencia por parte de parejas y familiares, vigilancia permanente a las defensoras y sus organizaciones, criminalización de la acción de la acción de las defensoras y sus organizaciones, negación de espacios en medios públicos y privados de comunicación y cierre de espacios de comunicación, es parte de la información que contiene el diagnóstico “Violencia contra las Defensoras de Derechos Humanos en Mesoamérica”.
En esta semana se llevó a cabo una reunión con defensoras de distintas zonas del país, para devolver los resultados del diagnóstico, enriquecer el mismo y establecer una estrategia de defensa para las mujeres que han hecho de la defensa de los derechos humanos su pan de cada día.
El diagnóstico comprendió todos los países de Centroamérica y México., pero según lo señala el documento la información es todavía insuficiente para dejar bien establecido hasta dónde llega la violencia y el impacto que tiene en todas las defensoras.
Varias organizaciones que se reunieron en abril de este año en Oaxaca, México, decidieron que era urgente realizar la investigación para que dé una mirada panorámica sobre la violencia que enfrentan las defensoras de derechos humanos con el objetivo de generar sinergias y solidaridades que permitan proteger la integridad y labor de las defensoras de derechos humanos cuyo compromiso y acción son vitales para avanzar en la democracia, la justicia, la libertad y el desarrollo de las sociedades.
Una de las principales conclusiones de dicho diagnóstico es que las formas de violencia tienen como objeto el miedo, la desmovilización y la deslegitimación de las causas de las defensoras de derechos humanos, así como la intención de que las mujeres renuncien a transformar los roles tradicionales de género y a exigir derechos propios.
Todas las defensoras de Mesoamérica desarrollan su trabajo en contextos de remilitarización y autoritarismo en sus países; la protesta social tiende a criminalizarse, a restringirse la libertad de expresión y a limitarse la participación ciudadana en las decisiones públicas.
“En nombre de la seguridad muchos territorios se han remilitarizado, aumentando la presencia del ejército cumpliendo funciones civiles y la violación de derechos humanos por parte de militares”, señala el documento que consta de varios capítulos desarrollados sobre temas alrededor de las defensoras de los derechos humanos.
Otro de los componentes del estudio es que hay fuertes riesgos por los patrones machistas y misóginos, además de desempeñarse en contextos militarizados donde hay narcotráfico y sicariato.
En muchos de los casos la violencia se expresa en una dinámica de baja intensidad: pequeños y reiterados ataques que difícilmente pueden ser denunciados, minimizados por la naturalización que en nuestras sociedades se hace de la violencia en contra de las mujeres.
Con la intención de detener el importante trabajo que realizan las mujeres que luchan por los derechos humanos, los Estados dejan en la impunidad las denuncias de violencia en contra de las defensoras e incumplir las medidas de protección dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.
Se destaca en el diagnóstico la difamación, la violencia policiaca y los crímenes de odio contra defensoras trans, lesbianas y trabajadoras sexuales.
Hay violencia en situaciones de conflicto donde el Estado tiene un rol protagonista de agresión se destacan las detenciones ilegales; violaciones sexuales, violencia sexual y política, amenazas a muerte y hasta llegar al asesinato.
Efectos de la violencia en las defensoras de derechos humanos
El desgaste físico y sicológico, aislamiento por parte de sus familiares y comunidades, vulneración de la seguridad de ellas y sus familias, aislamiento del resto del movimiento social, desprestigio, daño a la imagen pública y a la autoimagen, son solo algunas de las causas que las afectan.
Se suma el nivel de saturación y desgaste físico y emocional de las defensoras es muy alto y pese a ello tiene muy pocas oportunidades para descansar y renovar energías.
En Honduras el golpe de Estado dejó ver claramente la fragilidad de la democracia y de la institucionalidad lograda después de los años 80, en este contexto ha aumentado la violencia sexual, el femicidio y los crímenes de odio, destaca el diagnóstico.
El golpe de Estado aumentó las agresiones contra las defensoras de derechos humanos y la falta de garantías para el desarrollo de su trabajo.
Siete defensoras han perdido la vida en el marco del golpe. Muchas han sido agredidas sexual y físicamente durante las manifestaciones públicas. Se han documentado unos 10 casos de violaciones sexuales, pero el número es más alto, otros casos no ha sido denunciados por las víctimas por el temor que sienten.
Otras de las formas de violencia contra las defensoras es pretender callar su voz. En Honduras en el marco del golpe de Estado fueron cerrados tres programas de organizaciones de mujeres: Tiempo de Hablar del Centro de Derechos de Mujeres, CDM; La Bullaranga, del Centro de Estudios de la Mujer en Honduras, CEM-H y Aquí entre Chonas, del Movimiento de Mujeres por la Paz, Visitación Padilla.
Se señala que la entrada del nuevo gobierno, electo bajo elecciones no reconocidas por la comunidad internacional, no cambió la situación en el país, los ataques contra las defensoras continuaron y cambió solamente de forma visible a menos evidente y se dejaron impunes la violaciones a sus derechos.
Las detenciones arbitrarias han tenido el común denominador de que se han realizado con acusaciones falsas e infundadas y las detenciones se han hecho de forma violenta.
El diagnóstico contempla demandas dirigidas a la sociedad, a los gobiernos y al Sistema de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, ONU.
Unas de las demandas a la sociedad es que debe respetarse y establecer compromisos con la labor de las defensoras de los derechos humanos
A los gobiernos que se detenga la violencia contra las diversas defensoras y activistas de los derechos humanos y favorezcan a través de la educación, una cultura de derechos humanos, sin discriminación y con igualdad de género.
Al Sistema Interamericano y de la Organización de Estados Americanos, como la CIDH y los comités de tratados y mecanismos especiales, se les demanda emitir sanciones éticas y públicas a los Estados que ejercen violencia en contra de las defensoras de derechos humanos.
A la Relatoría de Derechos Humanos de las Mujeres así como a la Unidad de Defensores y Defensoras, que se incluya en su agenda la situación de la violencia contra las defensoras cuando realicen visitas in situ a los países de Mesoamérica.
Fuente: Defensoresenlinea.com
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