lunes, 16 de agosto de 2010

Ultimátum

Las tres centrales obreras —CTH, CUTH y CGT— han emplazado al gobierno, bajo amenaza de huelga general, si la recién aprobada Ley de Empleo Temporal es puesta en vigor y si no procede de inmediato a la fijación del salario mínimo, en conformidad con la ley.

En raras ocasiones se ha realizado una huelga general en Honduras, aunque su planteamiento es utilizado de tarde en tarde por el sector laboral como mecanismo de presión en demandas importantes al gobierno. En algún momento, el gobierno ha reaccionado con dureza.

En las circunstancias actuales, sin embargo, un ultimátum de esta magnitud es difícil de encarar con medidas de fuerza. La volatilidad de la crisis política —todavía no superada— y el marasmo económico aconsejan el diálogo como la vía apropiada, menos conflictiva, para sortear los peligros de la confrontación.

Un diálogo sin dobleces, sin segundas intenciones, en el que se pongan desde un comienzo las cartas sobre la mesa, como debe hacerse cuando no hay espacio para las argucias y las dilaciones calculadas. De ser así, podría este enfrentamiento dar lugar al necesario encuentro económico y social.

Al parecer las centrales obreras han iniciado el procedimiento usual para llegar a la definición final, que es la consulta de las bases en los diferentes niveles de la organización sindical. Los graves problemas del desempleo, la desinversión y la falta de nuevas inversiones, unido a los del aumento del costo de la vida y la inseguridad, hacen probables las decisiones extremas.

El cuadro se oscurece más ante el supuesto apoyo al ultimátum laboral por parte del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y del sector magisterial, que de esta manera verían reconstituida su presencia en la oposición militante y fortalecidos sus objetivos políticos y gremiales.

En este sentido cobra vigencia el razonamiento de los dirigentes laborales de que, para solventar los desafíos económicos y sociales, es necesario resolver los problemas políticos ocasionados por el golpe de Estado del 28 de junio/09 y sus secuelas siguientes y subsiguientes. Está muy claro que estos son polvos de aquellos lodos.

Es oportuno parar mientes en el desarrollo de una dinámica política y social diferente a la del interregno “democrático-electoral” de los últimos 25 años, en el que el crecimiento económico ha sido y continúa siendo de naturaleza aditiva, o sea que se concentra en pocas —las mismas— manos, pero sin producir cambio social sustantivo para considerarlo desarrollo integral. Ese crecimiento aditivo terminó por petrificar nuestro sistema político, vale decir los partidos y la cogestión empresarial.

Entonces, se intuye lógicamente un proceso de reciclaje del movimiento laboral y del gremialismo, bajo nuevos enfoques y distintas condiciones político-sociales, que semejan los acontecimientos de la década del ’50 del siglo pasado, con la gran huelga, y la emergencia del poder sindical como fuerza real de poder, incluso por encima de los partidos.

Fuente: tiempo.hn

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