Desde hace unos meses la Standard Fruit Company viene ejerciendo una presión continua y sistemática sobre el SUTRASFCO (sindicato de la compañía bananera) con el objeto de que la renovación del "contrato colectivo" resulte favorable a la empresa. Desde la amenaza para el cierre de 8 campos, varios departamentos de contenedores, del servicio de talleres y, como se señaló en un principio, el despido de mil doscientos cincuenta empleados. Igualmente argumenta diciendo que los costos de operación son más elevados que en Guatemala, Costa Rica o Ecuador.
Por su parte los trabajadores defienden el respeto al contrato colectivo y la estabilidad laboral. No están de acuerdo con la violación a los tratados internacionales y a las leyes nacionales. Según ellos se quiere retroceder a 1954 donde no había conquistas laborales; se pretende pagar prestaciones laborales y volver a emplear a los trabajadores con otros salarios. Además de todas estas razones se buscaría hacer desaparecer al sindicato. En consecuencia, los trabajadores señalan que ellos se quedarían con las tierras y las pondrían a trabajar si se confirmara la salida de la Standard Fruit Company.
Por eso hablamos de "acoso trasnacional", distinto del más conocido en nuestro mundo mediático, el "acoso sexual". Aquí las "víctimas" no son una mujer o un varón indefensos de quiénes se abusa sexualmente, sino los trabajadores, sus organizaciones, sus sindicatos, sus centrales obreras, sus conquistas laborales, su justas demandas y sus derechos laborales. Durante estos últimos meses quiénes han ejercido este tipo de acoso han sido el gobierno, los empresarios, diputados y partidos políticos. Pretenden aprobar una serie de leyes que, de aprobarse, implica acabar de un plumazo con años de lucha, dignidad e inclusión social. Ahora es el turno de una de las compañías bananeras con más proyección en el país, "la Standard Fruit".
La huelga del 54 fue el inicio de los derechos y las conquistas laborales, la organización de los sectores populares, el derecho a existir como "actor social", la creación del "código del trabajo" y, sobre todo, poner límites y exigir responsabilidades al capital nacional o extranjero. Son casi sesenta años que han ido configurando nuestra realidad socio-política. Y, si bien esto es cierto, también lo es que hay determinadas coyunturas que obligan a que la "memoria histórica" se actualice y sirva para que, en el nuevo contexto, la relación capital/ trabajo no se quiebre por la parte más débil perjudicando al mundo del trabajo empujando a miles de trabajadores a ser "desechables" y "prescindibles".
Porque, en definitiva, la firma del "contrato colectivo" supone la renuncia al seguro médico, los servicios públicos por parte de la empresa (agua, luz y vivienda) y el pago de maestros para la escuela de sus hijos. Según se dice es "una renuncia temporal". Y lo más curioso del caso es constatar la complicidad del gobierno pues por medio de sus representantes, aseguraría incorporar a los trabajadores al IHSS, habría proyectos de vivienda y se incorporaría a los hijos de los trabajadores al sistema educativo nacional.
Aunque el presidente del Sutrasfco señalaba que "ha sido todo un éxito", lo cierto es que nuestro contexto es el de un reflujo de los derechos económicos y sociales, una "privatización de las utopías" (a favor de las compañías trasnacionales) y una derrota de nuestro sistema jurídico-legal. En definitiva, asistimos a una coyuntura donde el capital transnacional se impone de forma brutal y obliga a que los trabajadores renuncien a su justas conquistas. Significa una victoria para el capital trasnacional, pero que acarreará deterioro social y una gran incertidumbre para los trabajadores.
¡Ojalá, que sea solamente una victoria temporal!
Nuestra palabra, Editorial Radioa Progreso, 6 de Agosto 2010
Fuente: Radio Progreso - Vos el soberano
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