Ricardo Salgado
Honduras vive bajo un estado de excepción constante, en el que los perseguidos permanentes son los miembros del Frente Nacional de Resistencia Popular; la ilimitada cobardía de la derecha, que se rasga las vestiduras diciendo que defiende la democracia, y que los resistentes somos unos cuantos, no deja de perseguirnos, acosarnos, intimidarnos y hasta asesinarnos. No hay en toda la perorata de Lobo un tan solo reconocimiento a las violaciones constantes del Estado hondureño contra sus propios ciudadanos.
En un ambiente francamente represivo, el frente sigue avanzando en su lucha por la refundación del país, aun contra las constantes y atroces violaciones a la integridad moral y física de sus miembros. La lucha, a pesar de los problemas que se señalan con mucha vehemencia, es ejemplar, y se forjan cuadros por barrios, por cuadras, por aldeas y caseríos. Este proceso, gestado por décadas en las entrañas de las luchas de un pueblo sometido a la oscuridad de la ignorancia por una clase dominante miope, torpe e incapaz, llega hoy a un punto culminante que los oligarcas aun tratan de descifrar, y, peor aún, tratan de detener.
Evidentemente las cosas no son lo que cada individuo quisiera que fueran; muchos defienden a pie juntillas un modelo que tiene que succionar hasta el último aliento de vida del pobre para poder generar riqueza en unos cuantos que se vuelven animales carroñeros, siempre pendientes de las sobras que el imperio, amo del sistema, le deja a costa de las presas de siempre. Sin embargo, el modelo mismo genera las condiciones para que las victimas busquen una salida, esto es dialectico y es indetenible.
Muchas personas hacen análisis relacionados a múltiples aspectos de nuestro desarrollo histórico; es común escuchar hablar de la entrada tardía del capitalismo a Honduras; se analizan con esmero y calidad las condiciones particulares que nos llevaron por la senda que nos ha tocado seguir. Muchos historiadores ahora luchan por rescatar la verdad de las garras de los que nos explotan, y quitarnos los estigmas que ellos mismos nos han hecho crecer por siglos en la mente, y en el espíritu.
Las condiciones históricas presentes en Honduras no son muy distintas a las del resto de los países del continente. El problema muchas veces ha estado en querer determinar con exactitud “cuando llegó” el capitalismo, o en rehuir la obligación teórica de vincular fenómenos propios de nuestro entorno con el desarrollo de las relaciones de producción en nuestra sociedad. Posiblemente, la respuesta se encuentre en que el sistema no “llegó”, estuvo, como un embrión, desarrollándose de acuerdo a las condiciones que presentaba el proceso acumulativo en todo el mundo; no como complemento, sino como parte critica de la fundamentación capitalista.
De enfocarnos en el desarrollo capitalista como un todo podríamos encontrar las explicaciones a varias interrogantes sobre la lucha de clases en nuestro país, y su papel inequívoco como motor del desarrollo de nuestra historia. Lo mismo es válido para toda nuestra América. Tampoco debe subestimarse en el análisis la capacidad misma del sistema para producir los anticuerpos que lo defienden de cambios estructurales definitivos. Estamos obligados a ver el proceso en su conjunto para ver con claridad el papel que ha jugado el principal protagonista de nuestra historia: el pueblo.
Al hacer el análisis profundo del capitalismo en su desarrollo, encontraremos la explicación a la nación hondureña; al liberalismo de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa; vamos a encontrar la explicación del bipartidismo como estructura necesaria para mantener las estructuras y no como agente de cambio; encontraremos las explicaciones endógena y exógena al fenómeno que muchos ven en Carias; se verá como la clase dominante foránea presta las condiciones para generar pequeñas acumulaciones de capital, normalmente vinculados a la corrupción y al compadrazgo político.
Viajando en este análisis encontraremos las razones por las que las clases “pudientes” hondureñas no son necesariamente, clases de espíritu nacional, pero si son la clase opuesta a la clase trabajadora en todo momento de nuestra historia. Encontraremos la confrontación que siempre ha existido entre los hacendados tradicionales y el capital especulativo; la inserción de los militares como parte de una elite despreciable, no solo porque nunca ha producido riqueza ni empleo, sino porque basa su patrimonio en el sacrificio de nuestro trabajo, de nuestra identidad, y de nuestra cultura.
Este análisis debe servir para identificar el punto de inflexión en el que aparece una nueva clase opulenta, como aprovecha su capacidad para salir gananciosa en los momentos clave del desarrollo capitalista internacional, y como se termina imponiendo a la burguesía tradicional, que siempre vió en este país una pulpería que no pudo convertir en una empresa, menos hacerla caminar por la vía de un desarrollo capitalista mediano. Notemos que a medida que crecían los capitales, crecía nuestra dependencia y nuestro subdesarrollo.
En este análisis debemos encontrar también las causas que llevaron a la formación del Frente Nacional de Resistencia Popular. Lejos de la verdad están aquellos que ven los orígenes de la lucha del pueblo en un súbito espasmo producido por el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. Ha existido por décadas un “caldo de cultivo”, en el que las contradicciones de clase siempre se dieron entre el pueblo y el capital transnacional con todos sus agentes y súbditos.
En su sentido más claro, el FNRP representa la etapa superior de todas las luchas libradas por nuestro pueblo durante los últimos doscientos años, y, a pesar de la heterogeneidad de su composición a nivel organizacional, es el legítimo conductor de las luchas que han de llevar a Honduras a una nueva fase de su desarrollo.
No cabe duda que en sus maniobras por detener el avance de los pueblos, el imperio y sus, a veces impredecibles, sirvientes, buscan mecanismos para tratar de arrebatar las banderas populares más insignes, pero no debería equivocarse nadie sobre el hecho de que el camino y el propósito son únicos, y no nos detendremos en cumplir con nuestra misión. Muchos oportunistas de siempre, piensan siempre que es cierto aquello de que en rio revuelto, “ganancia de pescadores”, tal vez ya es hora de que sepan que nos cansamos de estar en rio revuelto, y de que ellos sean los pescadores.
Es importante pues, la reflexión permanente, el análisis oportuno, pero no sesgado u obnubilado por la incorrecta interpretación del pensamiento; a nosotros nos corresponde incentivar el pensamiento creativo, innovador que nos permita discernir la historia, comprender el sistema y forjar la sociedad que queremos para nuestros hijos.
Honduras vive bajo un estado de excepción constante, en el que los perseguidos permanentes son los miembros del Frente Nacional de Resistencia Popular; la ilimitada cobardía de la derecha, que se rasga las vestiduras diciendo que defiende la democracia, y que los resistentes somos unos cuantos, no deja de perseguirnos, acosarnos, intimidarnos y hasta asesinarnos. No hay en toda la perorata de Lobo un tan solo reconocimiento a las violaciones constantes del Estado hondureño contra sus propios ciudadanos.
En un ambiente francamente represivo, el frente sigue avanzando en su lucha por la refundación del país, aun contra las constantes y atroces violaciones a la integridad moral y física de sus miembros. La lucha, a pesar de los problemas que se señalan con mucha vehemencia, es ejemplar, y se forjan cuadros por barrios, por cuadras, por aldeas y caseríos. Este proceso, gestado por décadas en las entrañas de las luchas de un pueblo sometido a la oscuridad de la ignorancia por una clase dominante miope, torpe e incapaz, llega hoy a un punto culminante que los oligarcas aun tratan de descifrar, y, peor aún, tratan de detener.
Evidentemente las cosas no son lo que cada individuo quisiera que fueran; muchos defienden a pie juntillas un modelo que tiene que succionar hasta el último aliento de vida del pobre para poder generar riqueza en unos cuantos que se vuelven animales carroñeros, siempre pendientes de las sobras que el imperio, amo del sistema, le deja a costa de las presas de siempre. Sin embargo, el modelo mismo genera las condiciones para que las victimas busquen una salida, esto es dialectico y es indetenible.
Muchas personas hacen análisis relacionados a múltiples aspectos de nuestro desarrollo histórico; es común escuchar hablar de la entrada tardía del capitalismo a Honduras; se analizan con esmero y calidad las condiciones particulares que nos llevaron por la senda que nos ha tocado seguir. Muchos historiadores ahora luchan por rescatar la verdad de las garras de los que nos explotan, y quitarnos los estigmas que ellos mismos nos han hecho crecer por siglos en la mente, y en el espíritu.
Las condiciones históricas presentes en Honduras no son muy distintas a las del resto de los países del continente. El problema muchas veces ha estado en querer determinar con exactitud “cuando llegó” el capitalismo, o en rehuir la obligación teórica de vincular fenómenos propios de nuestro entorno con el desarrollo de las relaciones de producción en nuestra sociedad. Posiblemente, la respuesta se encuentre en que el sistema no “llegó”, estuvo, como un embrión, desarrollándose de acuerdo a las condiciones que presentaba el proceso acumulativo en todo el mundo; no como complemento, sino como parte critica de la fundamentación capitalista.
De enfocarnos en el desarrollo capitalista como un todo podríamos encontrar las explicaciones a varias interrogantes sobre la lucha de clases en nuestro país, y su papel inequívoco como motor del desarrollo de nuestra historia. Lo mismo es válido para toda nuestra América. Tampoco debe subestimarse en el análisis la capacidad misma del sistema para producir los anticuerpos que lo defienden de cambios estructurales definitivos. Estamos obligados a ver el proceso en su conjunto para ver con claridad el papel que ha jugado el principal protagonista de nuestra historia: el pueblo.
Al hacer el análisis profundo del capitalismo en su desarrollo, encontraremos la explicación a la nación hondureña; al liberalismo de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa; vamos a encontrar la explicación del bipartidismo como estructura necesaria para mantener las estructuras y no como agente de cambio; encontraremos las explicaciones endógena y exógena al fenómeno que muchos ven en Carias; se verá como la clase dominante foránea presta las condiciones para generar pequeñas acumulaciones de capital, normalmente vinculados a la corrupción y al compadrazgo político.
Viajando en este análisis encontraremos las razones por las que las clases “pudientes” hondureñas no son necesariamente, clases de espíritu nacional, pero si son la clase opuesta a la clase trabajadora en todo momento de nuestra historia. Encontraremos la confrontación que siempre ha existido entre los hacendados tradicionales y el capital especulativo; la inserción de los militares como parte de una elite despreciable, no solo porque nunca ha producido riqueza ni empleo, sino porque basa su patrimonio en el sacrificio de nuestro trabajo, de nuestra identidad, y de nuestra cultura.
Este análisis debe servir para identificar el punto de inflexión en el que aparece una nueva clase opulenta, como aprovecha su capacidad para salir gananciosa en los momentos clave del desarrollo capitalista internacional, y como se termina imponiendo a la burguesía tradicional, que siempre vió en este país una pulpería que no pudo convertir en una empresa, menos hacerla caminar por la vía de un desarrollo capitalista mediano. Notemos que a medida que crecían los capitales, crecía nuestra dependencia y nuestro subdesarrollo.
En este análisis debemos encontrar también las causas que llevaron a la formación del Frente Nacional de Resistencia Popular. Lejos de la verdad están aquellos que ven los orígenes de la lucha del pueblo en un súbito espasmo producido por el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. Ha existido por décadas un “caldo de cultivo”, en el que las contradicciones de clase siempre se dieron entre el pueblo y el capital transnacional con todos sus agentes y súbditos.
En su sentido más claro, el FNRP representa la etapa superior de todas las luchas libradas por nuestro pueblo durante los últimos doscientos años, y, a pesar de la heterogeneidad de su composición a nivel organizacional, es el legítimo conductor de las luchas que han de llevar a Honduras a una nueva fase de su desarrollo.
No cabe duda que en sus maniobras por detener el avance de los pueblos, el imperio y sus, a veces impredecibles, sirvientes, buscan mecanismos para tratar de arrebatar las banderas populares más insignes, pero no debería equivocarse nadie sobre el hecho de que el camino y el propósito son únicos, y no nos detendremos en cumplir con nuestra misión. Muchos oportunistas de siempre, piensan siempre que es cierto aquello de que en rio revuelto, “ganancia de pescadores”, tal vez ya es hora de que sepan que nos cansamos de estar en rio revuelto, y de que ellos sean los pescadores.
Es importante pues, la reflexión permanente, el análisis oportuno, pero no sesgado u obnubilado por la incorrecta interpretación del pensamiento; a nosotros nos corresponde incentivar el pensamiento creativo, innovador que nos permita discernir la historia, comprender el sistema y forjar la sociedad que queremos para nuestros hijos.
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