Gustavo Zelaya
Una discusión irritante para muchos pero necesaria en todo sentido debe seguir generándose alrededor de las nociones de unidad y tolerancia. Puede creerse que la urgencia de mantener la unidad obliga a ocultar las diferencias y a no tratar estos temas en público, por suponer que eso provoca división y debilitamiento en la organización popular. Alguien podría tratar de sostener tal suposición para tratar de mantener la unidad a toda costa y defender una falsa solidez alrededor de la Resistencia Nacional. La posibilidad de fortalecer la Resistencia está presente pero también está implícita su debilidad y su origen se encuentra en la variedad de resistencias existentes: liberales, pinuistas, udeistas, sindicalistas, necios, gremios magisteriales, artistas, feministas, escritores, estudiantes, bloqueros, viejos y nuevos izquierdistas, pobladores, copines, muchos más y hasta periodistas. Lean bien: hasta periodistas. De ellos hay personajes muy complicados con ansias de figurar y de erigirse en los únicos orientadores públicos, en guardianes de la objetividad informativa. Esto es muy sospechoso en especial por el papel histórico desempeñado por la prensa nacional, complaciente, manipuladora, y por la rapidez con que muchos de ellos piden a gritos ser incluidos en el próximo viaje del gobernante de turno. Y esto lo hacen los de este lado y los del otro.
Sin pretender ofrecer la última palabra o la solución completa al problema creo que rehuir el debate y hacer creer que hay una imagen pública saludable es poco provechoso si no existen dirigentes y militantes a prueba de cualquier tentación, sobre todo ahora cuando se habla de lograr una formación política e ideológica que contribuya a enfrentar los ataques de la derecha. Esta formación debe profundizarse y tomarla en serio, no importa que muchos digan que se analiza demasiado y hay poca acción. La fortaleza teórica es lo que ayuda a garantizar cualquier propuesta que conduzca a la Asamblea Constituyente como el medio para edificar una sociedad que supere el capitalismo neoliberal.
En medios de comunicación opuestos al golpe de Estado se ha ventilado el asunto de la relación con los medios que defendieron al golpe de Estado y que siguen tratando de ignorar a la Resistencia. Se ha levantado gran polvareda y se cuestiona el papel de Juan Barahona, Rafael Alegría y Carlos H. Reyes; se afirma que hay tratos con alguna prensa que defendió y promovió el golpe de estado. Se dice también que hay fisuras en la dirigencia y desconfianza hacia sectores de la resistencia liberal Es muy probable que todo obedezca a los intentos de la cúpula política liberal, a la verdadera, que pretende sabotear y dividir al FNRP y para ello manipula, seduce, negocia y corrompe a quien sea con tal de lograr sus propósitos. Es decir, Carlos Flores Facusse y cachurecos afines a su estilo, son los que han emprendido semejante tarea. Esto no debe causar ninguna sorpresa ni generar desencanto, es la forma tradicional de actuar de ese individuo conocido también como cabro negro. No permite que lo entrevisten, se oculta, esconde sus garras, engaña, reparte prebendas, coloca sirvientes y marionetas en muchas partes, compra conciencias y con varios trucos de encantamiento manipula personas y eventos.
En esas redes han caído muchos, otros con pleno conocimiento se ofrecen gustosamente y buscan a como de lugar contratos de publicidad con el gobierno y muchos de manera inconsciente se prestan al juego de la división. Además de esa trama colmada de vilezas de los golpistas hay también dos cuestiones que agudizan las dificultades: la ignorancia cultural, política, funcional, histórica, de buena parte de los que practican el periodismo y, para más inri, esa ignorancia es mucho más notoria en los graduados universitarios de ese gremio cuando se combina con una buena dosis de arrogancia. La otra cuestión es de carácter moral. Existe un desconocimiento general de la necesidad de practicar principios morales en el ejercicio de esa profesión. Incluso, ciertos periodistas rechazan abiertamente la importancia de la ética en su trabajo. Espero que se den por aludidos y que tomen en cuenta que no es ninguna ficción lo que estoy afirmando, o que soy enemigo del gremio. Soy hijo de un periodista y hermano de dos de ellos. Se debe entender también que los medios de comunicación golpeados y respaldados por el pueblo en resistencia no son órganos de dirección política, han desempeñado un papel estelar en la denuncia y en la lucha contra el golpe de estado pero eso no los convierte en centros de conducción de la Resistencia Popular. La incultura y la carencia de principios éticos deben ser superadas con el estudio y más estudio, con reales compromisos con la organización popular y la construcción de una sociedad más justa que permitan potenciar la moral individual y colectiva de ese gremio.
Con buen tino se ha dicho que debemos tener claridad acerca del carácter mercantil de los medios de comunicación, necesitan contratos para cubrir gastos, invertir en tecnología, pagar personal y acumular ganancias. Hasta ahora no puede ser de otra forma y para ello precisan establecer convenios sobre publicidad y propaganda sea con el gobierno o con la empresa privada. En tal sentido, es conveniente recordar que esos contratos se efectúan con un gobierno continuador del golpe de estado y con una empresa privada golpista. Nada raro en la sociedad hondureña inmersa en el sistema capitalista neoliberal. Y desde la estructura de poder de tal sistema social se conspira cada día contra la Resistencia Nacional y se intenta continuamente cooptar a periodistas y a dirigentes populares para hacer fracasar la expresión política más honesta y combativa que tenemos llamada Frente Nacional de Resistencia Popular.
Se trata también de reforzar el mercado libre, eliminar las regulaciones, seguir asaltando las arcas del Estado, reducir el papel de los sindicatos, dividir y después liquidar la Resistencia, establecer centros de producción en donde haya garantía de mano de obra barata y estimular la intervención del Estado a favor del capital y de las corporaciones. Aunque la expresión “mercado libre” sólo es una manera de hablar de algo que no existe ya que el consumidor no habla con el productor sino con el intermediario, el precio lo pone el vendedor y no se negocia, la demanda la determina una campaña de mercadeo y no interesa el contenido del producto, solamente su brillo y las luces que despide. Algo parecido está ocurriendo en el plano de la actividad del periodismo: las prácticas del mercado se trasladan a esta esfera y lo que importa es la apariencia del personaje y no su contenido; la brillantez de la foto y no lo que oculta; se provoca la frase corta, vulgar, escandalosa, y que impacta al oído y ya se cree que se hace periodismo pero no se genera ningún discurso fundante. Esto último parece que manifiesta la
esencia de la política neoliberal en el periodismo: es una forma carente de contenido, centrada en resaltar los aspectos más superficiales de la vida y de los personajes que pretenden erigirse en gobernantes o en figuras públicas y en donde lo fundamental es la promoción de la imagen, pero no del argumento razonado.
Aquí, entonces, es donde se requiere de una de las opciones que hacen de la Resistencia una entidad superior, diferente a los partidos tradicionales en calidad como en cantidad, no es más que la opción ética como condición principal para la transformación de la vida social, entendiendo también que no es un recurso racional ni un agregado elegante que adorna el discurso y lo hace más atractivo; es una de las consecuencias necesarias de la historia nacional, y más necesaria todavía a raíz del golpe de estado. En todas las proclamas de la Resistencia, en todas las expresiones de lucha popular, en el papel jugado por la periodistas y los medios que se pronunciaron contra los golpistas, en los que lo siguen haciendo, la opción ética y los valores surgidos en todo este proceso se han erigido en una de las diferencias centrales respecto a la política y a las propuestas de la derecha golpista. En consecuencia, todos los que nos creemos parte de la Resistencia Popular debemos ser más cultos cada día, fortalecernos moralmente, reaccionar apasionadamente frente a la injusticia y ubicar con certeza al enemigo del pueblo. Se trata, pues, de activar por la unidad y fortaleza del Frente y no prestarnos a las jugarretas de los golpistas.
21 de mayo de 2010
Una discusión irritante para muchos pero necesaria en todo sentido debe seguir generándose alrededor de las nociones de unidad y tolerancia. Puede creerse que la urgencia de mantener la unidad obliga a ocultar las diferencias y a no tratar estos temas en público, por suponer que eso provoca división y debilitamiento en la organización popular. Alguien podría tratar de sostener tal suposición para tratar de mantener la unidad a toda costa y defender una falsa solidez alrededor de la Resistencia Nacional. La posibilidad de fortalecer la Resistencia está presente pero también está implícita su debilidad y su origen se encuentra en la variedad de resistencias existentes: liberales, pinuistas, udeistas, sindicalistas, necios, gremios magisteriales, artistas, feministas, escritores, estudiantes, bloqueros, viejos y nuevos izquierdistas, pobladores, copines, muchos más y hasta periodistas. Lean bien: hasta periodistas. De ellos hay personajes muy complicados con ansias de figurar y de erigirse en los únicos orientadores públicos, en guardianes de la objetividad informativa. Esto es muy sospechoso en especial por el papel histórico desempeñado por la prensa nacional, complaciente, manipuladora, y por la rapidez con que muchos de ellos piden a gritos ser incluidos en el próximo viaje del gobernante de turno. Y esto lo hacen los de este lado y los del otro.
Sin pretender ofrecer la última palabra o la solución completa al problema creo que rehuir el debate y hacer creer que hay una imagen pública saludable es poco provechoso si no existen dirigentes y militantes a prueba de cualquier tentación, sobre todo ahora cuando se habla de lograr una formación política e ideológica que contribuya a enfrentar los ataques de la derecha. Esta formación debe profundizarse y tomarla en serio, no importa que muchos digan que se analiza demasiado y hay poca acción. La fortaleza teórica es lo que ayuda a garantizar cualquier propuesta que conduzca a la Asamblea Constituyente como el medio para edificar una sociedad que supere el capitalismo neoliberal.
En medios de comunicación opuestos al golpe de Estado se ha ventilado el asunto de la relación con los medios que defendieron al golpe de Estado y que siguen tratando de ignorar a la Resistencia. Se ha levantado gran polvareda y se cuestiona el papel de Juan Barahona, Rafael Alegría y Carlos H. Reyes; se afirma que hay tratos con alguna prensa que defendió y promovió el golpe de estado. Se dice también que hay fisuras en la dirigencia y desconfianza hacia sectores de la resistencia liberal Es muy probable que todo obedezca a los intentos de la cúpula política liberal, a la verdadera, que pretende sabotear y dividir al FNRP y para ello manipula, seduce, negocia y corrompe a quien sea con tal de lograr sus propósitos. Es decir, Carlos Flores Facusse y cachurecos afines a su estilo, son los que han emprendido semejante tarea. Esto no debe causar ninguna sorpresa ni generar desencanto, es la forma tradicional de actuar de ese individuo conocido también como cabro negro. No permite que lo entrevisten, se oculta, esconde sus garras, engaña, reparte prebendas, coloca sirvientes y marionetas en muchas partes, compra conciencias y con varios trucos de encantamiento manipula personas y eventos.
En esas redes han caído muchos, otros con pleno conocimiento se ofrecen gustosamente y buscan a como de lugar contratos de publicidad con el gobierno y muchos de manera inconsciente se prestan al juego de la división. Además de esa trama colmada de vilezas de los golpistas hay también dos cuestiones que agudizan las dificultades: la ignorancia cultural, política, funcional, histórica, de buena parte de los que practican el periodismo y, para más inri, esa ignorancia es mucho más notoria en los graduados universitarios de ese gremio cuando se combina con una buena dosis de arrogancia. La otra cuestión es de carácter moral. Existe un desconocimiento general de la necesidad de practicar principios morales en el ejercicio de esa profesión. Incluso, ciertos periodistas rechazan abiertamente la importancia de la ética en su trabajo. Espero que se den por aludidos y que tomen en cuenta que no es ninguna ficción lo que estoy afirmando, o que soy enemigo del gremio. Soy hijo de un periodista y hermano de dos de ellos. Se debe entender también que los medios de comunicación golpeados y respaldados por el pueblo en resistencia no son órganos de dirección política, han desempeñado un papel estelar en la denuncia y en la lucha contra el golpe de estado pero eso no los convierte en centros de conducción de la Resistencia Popular. La incultura y la carencia de principios éticos deben ser superadas con el estudio y más estudio, con reales compromisos con la organización popular y la construcción de una sociedad más justa que permitan potenciar la moral individual y colectiva de ese gremio.
Con buen tino se ha dicho que debemos tener claridad acerca del carácter mercantil de los medios de comunicación, necesitan contratos para cubrir gastos, invertir en tecnología, pagar personal y acumular ganancias. Hasta ahora no puede ser de otra forma y para ello precisan establecer convenios sobre publicidad y propaganda sea con el gobierno o con la empresa privada. En tal sentido, es conveniente recordar que esos contratos se efectúan con un gobierno continuador del golpe de estado y con una empresa privada golpista. Nada raro en la sociedad hondureña inmersa en el sistema capitalista neoliberal. Y desde la estructura de poder de tal sistema social se conspira cada día contra la Resistencia Nacional y se intenta continuamente cooptar a periodistas y a dirigentes populares para hacer fracasar la expresión política más honesta y combativa que tenemos llamada Frente Nacional de Resistencia Popular.
Se trata también de reforzar el mercado libre, eliminar las regulaciones, seguir asaltando las arcas del Estado, reducir el papel de los sindicatos, dividir y después liquidar la Resistencia, establecer centros de producción en donde haya garantía de mano de obra barata y estimular la intervención del Estado a favor del capital y de las corporaciones. Aunque la expresión “mercado libre” sólo es una manera de hablar de algo que no existe ya que el consumidor no habla con el productor sino con el intermediario, el precio lo pone el vendedor y no se negocia, la demanda la determina una campaña de mercadeo y no interesa el contenido del producto, solamente su brillo y las luces que despide. Algo parecido está ocurriendo en el plano de la actividad del periodismo: las prácticas del mercado se trasladan a esta esfera y lo que importa es la apariencia del personaje y no su contenido; la brillantez de la foto y no lo que oculta; se provoca la frase corta, vulgar, escandalosa, y que impacta al oído y ya se cree que se hace periodismo pero no se genera ningún discurso fundante. Esto último parece que manifiesta la
esencia de la política neoliberal en el periodismo: es una forma carente de contenido, centrada en resaltar los aspectos más superficiales de la vida y de los personajes que pretenden erigirse en gobernantes o en figuras públicas y en donde lo fundamental es la promoción de la imagen, pero no del argumento razonado.
Aquí, entonces, es donde se requiere de una de las opciones que hacen de la Resistencia una entidad superior, diferente a los partidos tradicionales en calidad como en cantidad, no es más que la opción ética como condición principal para la transformación de la vida social, entendiendo también que no es un recurso racional ni un agregado elegante que adorna el discurso y lo hace más atractivo; es una de las consecuencias necesarias de la historia nacional, y más necesaria todavía a raíz del golpe de estado. En todas las proclamas de la Resistencia, en todas las expresiones de lucha popular, en el papel jugado por la periodistas y los medios que se pronunciaron contra los golpistas, en los que lo siguen haciendo, la opción ética y los valores surgidos en todo este proceso se han erigido en una de las diferencias centrales respecto a la política y a las propuestas de la derecha golpista. En consecuencia, todos los que nos creemos parte de la Resistencia Popular debemos ser más cultos cada día, fortalecernos moralmente, reaccionar apasionadamente frente a la injusticia y ubicar con certeza al enemigo del pueblo. Se trata, pues, de activar por la unidad y fortaleza del Frente y no prestarnos a las jugarretas de los golpistas.
21 de mayo de 2010
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