Por Ricardo Salgado
Las marchas multitudinarias del 1 mayo en todo el país, ratifican la convicción del pueblo hondureño de dos cosas que deberían ser tomadas en cuenta por las clases dominantes, si es que desean encontrar una opción verdadera de acercamiento y dialogo: primero que el sistema económico ha fracasado catastróficamente, y segundo, que la vía para rectificar el camino es la refundación del país con el propósito de obtener una sociedad incluyente, igualitaria, moderna como opciones verdaderas para su población.
Aunque busque minimizar la participación masiva del pueblo a través de sus medios mercenarios, y las lenguas y plumas mercenarias a su servicio, la oligarquía difícilmente podrá encontrar la manera de esconder el inequívoco mensaje enviado por el pueblo y su determinación por mantenerse firme en la lucha por una patria nueva.
Cuando se decidió por el golpe de estado, esta oligarquía cometió el error craso de creer que "el tiempo lo cura todo". Con esto dejan claro que su producción de pensamiento es corta, y que fundamentan muchas de sus acciones en experiencias pasadas. Todavía resulta incomprensible que sus "estrategas" no pudieran prever la reacción popular frente a la violación flagrante de la voluntad pueblo por vivir y desarrollarse una sociedad que le permita adaptarse a los cambios que forzosamente se producen con el devenir histórico.
Sin embargo, existe un problema básico que queda como tarea pendiente para los apologistas del modelo neoliberal; cómo convencer a 80 más hondureños de cada 100, podrán integrarse por obra del mercado al anhelado círculo de consumismo donde los sueños por lo innecesario se hacen realidad y las pesadillas más crueles del sistema se renuevan constantemente en la vida diaria de todos todas.
Si bien es cierto su campaña masiva en favor del consumo, y trampas crediticias llaman la atención miles de compatriotas, quienes en este entorno llegan a sentirse "dueños del mundo", y defienden a pie juntillas este sistema de bondades ilimitadas, también es cierto que son miles y miles los hondureños que no pueden ni guardarla privacidad de sus hogares de los feroces cobradores bancarios, a cualquier hora del día. La mayor pesadilla de la mal llamada clase media hondureña hoy día, es la central de riesgos, un puñado de individuos anónimos deciden lo que debe pasar con la vida de cada familia asalariada.
En contraste con la lucha de las grandes corporaciones por meternos en la cabeza la idea de que el camino del consumismo nos lleva también al paraíso, los miembros del FNRP, tenemos el reto de concebir una propuesta que le haga ver a este segmento de nuestra población que sin su consumo la sociedad puede alcanzar niveles de desarrollo mucho más elevados.
Conviviendo con familias muy pobres es fácil ver que este sistema no presenta ninguna oportunidad para alcanzar metas de realización humana; por el contrario, en una relación casi simétrica, cada vez que alguien se excede en su consumo, una familia en alguna parte del país se empobrece más. Lo peor es que en el camino del consumismo, el sistema priva de muchas otras cosas tanto a los que consumen como a los que no tienen nada: salud, educación, cultura, deportes, recreación, vivienda, información y muchas cosas más. Menuda libertad la que se nos ofrece.
Y es que en esta sociedad de grandes maravillas monetarias para tener derecho a crédito hay que demostrar que el mismo no se necesita; para poder comprar un seguro médico hay que demostrar que se está sano; para jugar cualquier cosa que no sea fútbol hay que pagar; y para tener acceso a información creíble o se paga, o se apagan el radio y la televisión. En esta sociedad, donde todas las cosas necesarias para vivir son mercancías, donde el salario mínimo vigente es apenas suficiente para comprar la mitad de la canasta básica, donde los empresarios pretenden burlarse los trabajadores ofreciendo un 3% de aumento al salario, una vida digna no es ni remotamente pensable.
A pesar de esta realidad desmoralizante para las mayorías, los cerebros más "preclaros" del sistema, siguen promocionando un plan de país donde todas estas realidades seguirán empeorando la calidad de vida del pueblo mientras siguen llenando las insaciables arcas de los dueños del país. Más terrible es que hagan este trabajo presentándole como una maravillosa opción para el progreso del país.
No debería ser difícil ver la falacia que se esconde detrás de todo este entramado neoliberal que tratan de apuntalar con un disfraz democrático. Sin embargo, existen amplios sectores dentro de nuestra sociedad que se consideran parte de las esferas del poder, solamente porque poseen una capacidad de consumo más elevada que el resto de la población. Hacerle entender a esta porción de los hondureños que una vida plena va más allá de la simple posesión de electrodomésticos, joyas fiadas, carros del año y otros símbolos falsos de status, es una de las tareas más complejas que debemos emprender.
A simple vista parecería más fácil darles a estos hondureños la categoría de pequeños burgueses y olvidarnos de la importancia que éstos tienen hoy día para la lucha que llevamos adelante. En este punto deben ser muy cuidadosos, pues éste sector de la población, además de generar el ejemplo directo que replican las masas, se han dividido en razón de convicciones que no entienden con mucha claridad, pero que denotan un alto espíritu de patriotismo, que no debemos ignorar.
No se trata de una inclinación pequeño burguesa, o de una actitud revisionista; se trata de entender el proceso revolucionario que se desarrolla en Honduras, y tomar en consideración todas las alternativas de encontrar un camino para una sociedad nueva. Debemos de una vez por todas mostrarnos con nuestras ideas y defenderlas con orgullo y determinación; además, debemos combatir con toda la energía de nuestras ideas la satanización que hace la oligarquía de cualquier modelo que sea contrario a sus intereses.
Aunque debemos mantener una actitud vigilante sobre nuestra seguridad personal, necesitamos abandonar actitudes "clandestinas". Es en esas posiciones donde la derecha nos quiere ver; justamente nos amedrentan asesinando compañeros selectivamente para aislarnos de nuestro pueblo, para estigmatizarnos con definiciones como "resentidos sociales" que nos ubican en un "nicho" que facilita la destrucción de nuestro movimiento. No debemos equivocarnos más; nuestro lugar está al lado de nuestro pueblo.
Es en esa cercanía a nuestro pueblo donde lograremos cumplir con los objetivos de organización y formación. En este momento particular de la lucha es imperativo que nos integremos con las amplias mayorías de la sociedad hondureña, y en actitud humilde pero convencida, aprendamos la vasta e infinita base de conocimiento de nuestro pueblo; a partir de eso será más fácil formar y organizar.
La represión seguramente va a continuar, la campaña de difamación oligárquica se intensificará, nuestra respuesta contundente: seguimos firmes, de frente con nuestro pueblo!
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