Defenestrado el gobierno constitucional de Manuel Zelaya e instituida en Tegucigalpa la fórmula mediatizada que Washington conformó, la situación de Honduras ha sido silenciada en todos los medios de prensa imperiales. De hecho, cuando se revisa la titulada “prensa libre y occidental”, da la impresión de que en aquella nación centroamericana nada ha sucedido en decenios.
La más reciente fórmula de dominación parecería instalada de una vez, y el drama que llenó amplios espacios y miles de horas de transmisión ha sido virtualmente sepultado.
Apenas son los medios alternativos los que insisten en las matanzas de periodistas, las acciones criminales de grupos de derecha y de las fuerzas represivas, y la política de resistencia que aún anima a los hondureños, negados a que sus derechos y voluntad mayoritaria sean birlados y silenciados.
Sin embargo, a pesar del virtual bloqueo informativo imperial, las realidades trascienden, entre ellas, la debacle económica en esa nación ancestralmente depauperada por oligarcas e intereses extranjeros.
Una reciente noticia indicaba que el fraudulento congreso hondureño declaró el estado de emergencia fiscal y financiera por un año, para que el no menos ilegal gobierno de Porfirio Lobo intente obtener desembolsos inmediatos de los “organismos internacionales de crédito”.
El urgente acuerdo del legislativo se une a la Ley del Presupuesto General para el 2010, y a otro decreto que asume nuevas medidas tributarias encaminadas a recaudar fondos a cuenta de asfixiar a los más disímiles sectores económicos locales.
El decreto, denominado “Ley de Emergencia Fiscal y Financiera" fue enviado al Congreso por el ministro de Finanzas, William Chong, quien expresó que el propósito es instaurar la alarma fiscal y financiera para “hacer frente a la crisis por la que atraviesa actualmente la economía del país".
Otro descalabro, dicho sea de paso, que tiene parte de su génesis en el rechazo y aislamiento internacionales en que sumió a Honduras la acción fascista inducida por Washington en junio del pasado año, e incluyó la salida de esa nación centroamericana de su ventajosa presencia en el seno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Sospechosamente, el acuerdo de emergencia parecería inspirado en medidas neoliberales ya harto conocidas en nuestra región como los consabidos recortes al gasto público y la reducción de prestaciones sociales para agradar los gustos de “entidades financieras internacionales” que, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, seguramente aplaudirán a cuenta de Washington tan “saludable” iniciativa.
Fuente: voltairenet.org
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