¿Quiénes somos “Hondureños por la Democracia”?
En Estados Unidos el silencio sobre Honduras resulta ensordecedor.
En los medios masivos de comunicación ya no se habla de nosotros, de lo que ocurrió, de lo que ocurre o de lo que puede ocurrir. En algunos sitios se menciona el acontecer futbolístico o el destino turístico. En los círculos internacionalistas se recuerdan los acontecimientos recientes como una referencia al pasado oscuro y peligroso sobre el que conviene callar, se lamenta lo sucedido y se prosigue al siguiente punto en la agenda con apresurada indulgencia, la reintegración de Honduras a la comunidad internacional y el aporte de abundantes recursos internacionales.
El oficialismo promueve, cuando es requerido, el triunfo de la iniciativa diplomática de la administración Obama. Ellos hablan de la exitosa intervención, de los positivos resultados del dialogo y la reconciliación que avanza. Se enumeran los grandes logros de Lobo en unir a la nación y depurar el golpe. Se hace alarde del cumplimiento estricto de los puntos requeridos por los acuerdos orquestados y se cierra con el broche de oro y la esperanza, el futuro de Honduras en manos de la Comisión de la Verdad. Se promueve la idea de que la crisis ha quedado atrás, se ha dado vuelta a la pagina y los golpistas han sido relegados al olvido, lejos del nuevo gobierno de unidad y reconciliación, ungido de pureza y legitimidad renovada.
Los sectores conservadores van mas allá, siguen exigiendo que se rectifique la posición norteamericana, sintiéndose ofendidos por el titulo otorgado de “golpe”, y no de una sucesión constitucional. Piden que Michelleti sea reconocido como un héroe de la democracia y que las visas revocadas sean devueltas a los golpistas. La atención se concentra y se reclama sobre los intereses de empresarios americanos que se han visto afectados y exigen recompensas a costa del pueblo hondureño, una causa patriótica y popular.
No se habla en ningún sitio sobre la Resistencia, sobre el Frente, sobre la lucha que continua contra el régimen represor, contra su persecución y sus abusos. No se habla del cinismo y los excesos de un golpismo que se reacomoda en el poder a sus anchas, arreciando el maltrato de los que resisten, exterminando a sus lideres y otorgándose mas recursos, cuotas de poder y privilegios entre si, sin ningún temor a la rendición de cuentas, o el “estado de derecho” que ellos mismos administran e invocan a su antojo para condenar a quienes los cuestionan.
Los abusos sostenidos a los derechos humanos de nuestra población, el asesinato continuo de periodistas y lideres populares apenas y producen un ruido incomodo aquí. Obligan de vez en cuando, cuando recrudecen los síntomas, a un reconocimiento público como un requisito formal y rutinario, un gaje burocrático que carece de condena o exige castigo.
No se hace mención alguna de la reforma urgente, del proyecto popular de la Asamblea Constituyente, mucho menos de la crisis de nuestras instituciones, del colapso de nuestra economía y el creciente conflicto social, eso se calla. No se menciona nunca la evidente ingobernabilidad a la que avanzamos violentamente.
Este silencio insólito, lleno de ruido, de absurdos, es resultado de un entramado complejo de profunda ignorancia al respecto, incompetencia de los responsables y una estrategia poderosa de cabildeo y comunicación, orquestada por los aparatos imperiales de inteligencia y contrainteligencia.
Hay sin embargo, en los adentros, en las entrañas del monstruo, un sector progresista y solidario, consciente de lo que ocurre en Honduras, conocedor de nuestra tragedia y sumamente activo. Esta es la clave.
En Estados Unidos, hay un pueblo enorme, benévolo, noble, que se apega a principios éticos y cree en la justicia, la libertad y la democracia. Lamentablemente este pueblo es sistemáticamente manipulado por los que lo gobiernan y por sus poderosos y ricos dueños, un grupo pequeño, su oligarquía pues.
Como en Honduras, en EE.UU. los medios desinforman, censuran, tergiversan. Como en Honduras, a muchos se les engaña fácilmente y son unos pocos que realmente ostentan y administran el poder. Como en Honduras, la clase política es en su mayoría una maquinaria de títeres al servicio de las corporaciones y beneficiarios de su cabildeo. Como en Honduras, las decisiones se toman en función de intereses particulares del “establishment” y no del bien común que se utiliza de pantalla. La sutileza del cerco mediático y el control político, bajo el disfraz de la democracia, es lo que lo hace especialmente efectivo y dañino.
Nuestra experiencia aquí, una y otra vez, al exponer lo que sucede en Honduras, es una reacción contundente de indignación y enojo, muestra de solidaridad con la causa justa que a nosotros nos une, valores al fin y al cabo, universales y humanos.
La solidaridad de este pueblo es importante, la participación activa, crítica de sus ciudadanos, no solo aporta recursos, humanos, estratégicos y financieros a la causa, su atención pone en evidencia al régimen golpista, lo presiona a controlarse y exhibe y exige al estado imperial a rectificar sus políticas intervencionistas.
A nivel domestico, el Frente de Resistencia se fortalece y consolida su proyecto de reforma con el insumo de las iniciativas locales, regionales y la coordinación organizativa que debe respetar esa autonomía vital. A nivel internacional, la solidaridad regional debe ser cosechada y canalizada hacia la integración, la unión que nos dará independencia.
En Estados Unidos, donde un importante numero de organizaciones regionales de migrantes hondureños y ciudadanos solidarios han surgido a raíz del golpe, y han seguido aportando decididamente a la labor, es necesario cuanto antes crear mecanismos de coordinación que nos permitan estar actualizados y comunicados permanentemente con el Frente Nacional. Para la Resistencia, este es un frente estratégico que como tal debe incorporar a la lucha.
En este sentido, nace en Washington D.C. a raíz del golpe de estado perpetrado en Honduras el pasado 28 de junio, la organización fundada por hondureños que han vivido dentro del monstruo y conocen sus entrañas, “Hondureños por la Democracia”, un grupo independiente a quienes les une el objetivo de una patria justa, libre y democrática. Nuestro proyecto busca trabajar con la comunidad de hondureños migrantes, promoviendo la inclusión y participación política de estos hondureños en el proceso de resistencia y refundación de Honduras.
La labor nuestra es entonces clara, la de informar a este pueblo, educarlo sobre la realidad en Honduras, formar opinión y romper las barreras, el cerco mediático, derrotar el silencio fabricado por los expertos al servicio de los poderosos. Se trata de un gran reto, que es sin embargo crucial asumir y superar, si nuestra apuesta es por la refundación de nuestra nación y por la revolución que resulta imprescindible.
“Hondureños por la Democracia” seguirá llevando a cabo su labor de activismo político, formación, educación y concientización sobre el golpe de estado, la crisis desatada y la causa de la resistencia que ahora nos ocupa.
Rodolfo Pastor de Maria Campos
Hondureños por la Democracia
Washington, DC.
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